El Libro de las Tinieblas, de P. C. Doherty

Este libro cayó en mis manos un poco por casualidad. Cuando todavía dudaba de si leerlo o no, en una revista de historia vi que las obras de este autor figuraban como bibliografía recomendada en el apartado "ficción". Como los historiadores suelen tener pocas simpatías por sus colegas en la novela, llegué a la conclusión de que, cuando menos, Doherty debía haberse esmerado en su documentación, tanto histórica como de vida cotidiana. Algo que se ha probado cierto.
A mediados de los años noventa surgió la moda de un subgénero curioso, como fue el de la novela detectivesca medieval. Los lectores más jóvenes no deben ni saber de qué les estoy hablando, puesto que, como todas las modas, tuvo su momento de auge y una rápida decadencia, que ha llevado a su práctica desaparición. Los personajes fueron variados: frailes, prebostes, nobles... en este caso, rara avis, se trata de una protagonista, una mujer médico en la Inglaterra de la guerra de las Rosas.
Doherty [y antes de seguir, aclaremos que esta obra iba firmada con el seudónimo C. L. Grace, argucia creada para no interferir con otra serie detectivesca del mismo estilo firmada por Doherty] nos aclara que "datos históricos sobre la importante presencia de médicas en la Inglaterra medieval" hacen este hecho menos inusual de lo que parece y, en cambio, abona la tesis histórica de la "historia secreta de las mujeres", que defiende que el papel femenino ha sido más relevante de lo comúnmente explicado y sistemáticamente ocultado por un mundo esencialmente masculino. Tesis con la que concuerdo y que he tenido ocasión de comprobar.
¿Y de qué va El Libro de las Tinieblas? Bueno, un nigromante, Tenebrae, ha sido asesinado en la ciudad de Canterbury. No es que fuera un auténtico mago (Doherty se muestra un firme partidario del materialismo) sino que empleaba todos sus recursos para acumular información con la que "predecía" el futuro, efectuaba chantajes que le proporcionaban poder y más información y, en suma, mediante su persona nigromántica ejercía la magia de influir en las gentes y beneficiarse de ello. Secretos que apuntaba cuidadosamente en un grimorio, que ha desaparecido. Todo esto crea enemigos, y las sospechas recaen en los últimos que lo vieron con vida, unos peregrinos (el libro es una recurrente cita a Los Cuentos de Canterbury de Chaucer) miembros de un poderoso gremio comercial. Y un enviado de la reina, muy preocupado por el paradero de ese libro chantajista de Tenebrae, impone a la médico Kathryn Swinbrooke y al que se espera sea su marido, Colum Murtagh, comisario real en Canterbury, la obligación de recuperarlo. De lo contrario...
Entonces se produce una investigación típica de "problema de habitación cerrada"; pero, aunque la resolución del crimen es un motor importante para la lectura, donde Doherty se muestra más capaz es en esa "pequeña historia", en la descripción y casi inmersión en la vida cotidiana de la época. El riesgo permanente de la novela histórica es escribir sobre épocas pasadas manteniendo los postulados de las actuales. Llevar al lector a otro tiempo es una labor paciente de documentación, de expresión de la vida cotidiana y, en literatura de hacerlo sin abrumar y sin aburrir, consiguiendo que el lector, poco a poco, no piense según la época, pero sí que comprenda que en ella se pensaba de forma distinta. No es tarea fácil, y Doherty la realiza eficazmente y con aparente naturalidad.

(The Book of Shadows)
Eds. B, col. Vib
Barcelona, 1999 [1996]

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