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Bestiario, de Julio Cortázar

El relato que da título a la primera colección de cuentos que publicó Cortázar es uno muy denso, extremadamente simbólico, com múltiples niveles de metáfora dentro de la historia.
En principio se trata de las vacaciones que la niña Isabel pasa en la casa en el campo de los Funes. Claro que ya, y desde el inicio, Cortázar introduce un elemento de extrañeza en el cuento, la presencia de un tigre que merodea por la casa y su jardín, y que hay que vigilar para que la familia pueda acceder con seguridad a las estancias.
Con sólo la introducción de este elemento, el autor ya establece una atmósfera de tensión, de catástrofe inminente, aunque por supuesto el tigre también puede entenderse como símbolo de esa misma catástrofe que planea sobre la familia.
Porque, y en dosis de conocimiento graduales y mínimas, lo que el lector va percibiendo (al mismo tiempo que Isabel) es que una monstruosidad camina por la casa, y esta es el incesto entre el Nene y Rema, aunque más que incesto es acoso por parte del primero.
De unas escenas de vida más o menos normales y unos juegos infantiles, vamos pasando a un escenario en el que estamos atentos a los gestos, a los ademanes de todos, y seguimos con tensión esa historia subterránea y no pronunciada. Hasta su final dramático y feroz, en el que el círculo del relato se cierra limpiamente.
Como su cuento hermano Casa Tomada, con el que comparte muchas cosas, temáticas y de recurso narrativo, el relato se va haciendo paulatinamente opresivo, más estrecho en su espacio físico, delimitándose alrededor de Rema y el Nene vistos por Isabel, pero también y desde el principio el juego de símbolos se va desarrollando, aparte del tigre, con esos animales que los niños coleccionan y observan; ese hormiguero que trabaja sin descanso, algo monstruosamente bajo su tapa de cristal, de día y de noche, sin propósito aparente pero implacablemente. O los mismos caracoles que podrían perfectamente representar la introspección. La interpretación es libre para cada cual, pero recuérdese que en Cortázar nada, o muy pocas cosas, son superfluas, y que interrogado al respecto de porqué no publicó sus relatos hasta 1951, el propio autor declaró que no lo hizo hasta que estuvieran conformados a su gusto y representaran una unidad circular, inatacable, que pudiera contener todo el universo del tema del relato en ellos.

En Los Relatos, 1. Ritos
Alianza Ed., col. El Libro de Bolsillo
Madrid, 19763 [1951]

Texto de Bestiario

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Los Sudarios No Tienen Bolsillos, de Horace McCoy

Horace McCoy es más conocido por ser el autor de ¿Acaso no Matan a los Caballos?, que dio origen a una película que en España se tituló Danzad, Danzad, Malditos. El resto de su obra es poco conocida, pero esa novela ya le proporcionó fama como escritor del género negro, y también reputación como un crítico social terrible.
Con Los Sudarios No Tienen Bolsillos nos encontramos en la misma situación, sólo que incrementada al cubo; buena prueba de ello es que esta novela no fue publicada en Estados Unidos hasta once años después y en una versión suavizada.
Su protagonista es Mike Dolan, un reportero, lo cual nos remite al oficio que el propio McCoy realizó, de modo que el lector puede sospechar con bastante justicia que lo que se relata tiene muchos visos de ser realidad.
Por descontado, sucede en una ciudad inventada, y Dolan acaba de recibir la enésima reprimenda por parte del director de su periódico al respecto de una noticia demasiado "comprometida" como para poder publicarse. Lo comprometedor de la noticia es que puede disgustar a los anunciantes, de modo que, explica el director, llevar un periódico consiste en trazar una línea diplomática con los que pueden sostenerlo. Que, por descontado, no son los lectores.
Dolan está harto de esta situación, de modo que se lanza de cabeza: presenta su dimisión, obtiene dinero prestado y lanza un semanario al estilo del New Yorker. Es un plan ambicioso, y arriesgado, sobre todo si tenemos en cuenta que el primer número lleva un reportaje sobre la corrupción en la liga de béisbol. Pero si Dolan no se gana precisamente simpatías con su revista, pocos números después obtiene un enemigo declarado: denuncia a un médico abortista, hermano de uno de los principales de la ciudad. De hecho, éste intenta que la revista no llegue al público secuestrándola (no judicialmente, sino a pura fuerza de matones a sueldo). Sin embargo, la denuncia está bien fundada y testificada, y el médico se suicida.
Todo ello hace incrementar las ventas, pero pone en el disparadero a Dolan y a sus pocos redactores, Ed Bishop, un buen periodista de tendencias comunistas y Myra, una misteriosa chica, medio conciencia de Dolan medio enamorada de él.
Y la cuerda, que el intrépido Dolan está ya tensando demasiado en una ciudad de provincias, se rompe cuando investiga al grupo de los Cruzados, un conjunto de fanáticos encapuchados muy al estilo del Klan.
El hecho de que esta novela tardara tanto en publicarse en su país natal se explica por su mismo texto. No debía ser fácil que los editores encontraran de su gusto una denuncia tan clara sobre la prensa y quién la controla (y la sigue controlando hoy, señores; el dinero sigue mandando sobre la independencia), combinado con ciertos temas que eran incómodos y que, en la mayoría del territorio, existían realmente pero no se denunciaban o perseguían.
La función de establecer la medida de una sociedad en un momento dado, McCoy la cumple con creces. El problema es que, se trate de Estados Unidos o del resto del mundo, con los mismos temas delictivos o con otros, la situación no parece haber cambiado mucho, y la prensa sigue siendo tan manipulable (o vulnerable, si quieren; al fin y al cabo, hay que creer en la buena fe de los periodistas) como para que hallar un periodismo comprometido, que arrostre las consecuencias de sus investigaciones y las lleve hasta las últimas consecuencias se hace cada vez más difícil.
En cuanto a obra literaria, Los Sudarios No Tienen Bolsillos es una de las buenas novelas del género. Tiene tensión tiene gancho, tiene ambiente. Dolan es un temerario, lo que nos hace presagiar su fin; pero un temerario fundamentalmente honesto en lucha contra toda una sociedad que cree controlarlo todo. Esa era una buena marca de fábrica de la ficción negra americana de lso años 20 y 30.

(No Pockets in a Shroud)
Editorial Akal, col. Básica de Bolsillo
Madrid, 2009 [1937]

Portada y sinopsis

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Harakiri, de Masaki Kobayashi

SESIÓN MATINAL

(Seppuku); 1962

Director: Masaki Kobayashi; Guión: Shinodu Hashimoto; Intérpretes: Tatsuya Nakadai (Hanshiro Tsugumo), Shimai Iwashita (Miho Tsugumo), Akira Isahama (Motome Chijiwa); Dir. de fotografía: Yoshio Miyajima; Música: Toru Takemitsu; Dir. artística: Junichi Ozumi.

Algunos críticos advierten que esta película tiene ese "ritmo oriental" que la hace parecer lenta. Bien, debo haber visto mucho cine japonés, tal vez demasiado, no sé, pero sólo hallé unos poquísimos minutos de esa lentitud en este filme, y el resto de sus 133 minutos los encontré con un ritmo no sólo adecuado, sino vivo en ocasiones.
El mérito es, aparte de la mano de Kobayashi y de las interpretaciones, su historia. En el Japón del siglo XVII, los samurais que se habían quedado sin señor por las guerras civiles que encumbraron como Shogun a Tokugawa, adquirieron la costumbre de presentarse en las casas de otros señores y pedir que se les dejara un rincón para poder hacerse el harakiri con dignidad. El origen de tal costumbre estaba en un guerrero que efectuó tal petición y, conmovido el señor, lo unió a su ejército propio. La costumbre ha degenerado, y los samurais sólo aspiran a que se les dé unas monedas como limosna.
Esto no es así en un caso. Un señor, harto de la costumbre, que denigra el espíritu del bushido, fuerza la mano y acepta la petición del joven (Motome), y dispone todo para que realice el suicidio ritual. Las escenas de este acto no nos son escatimadas, y ya el espectador, desde el principio, percibe que hay un punto de crueldad exagerado en el hecho de la obligación que imponen el señor y sus guerreros a Motome para que se suicide.
Cuando ante ese mismo señor se presenta otro de tales samurais (Hanshiro), le advierte de lo que puede suceder si se mantiene en su voluntad relatándole la historia de Motome. pero Hanshiro está decidido. Como padrino para que lo decapite una vez realizado el evisceramiento, Hanshiro reclama uno a uno a tres grandes guerreros de la casa, pero los tres están ausentes e indispuestos. Esto es un hecho inusitado, y Hanshiro pide relatar la historia de cómo ha llegado a su decisión del suicidio.
Pues las cosas no son lo que parecen, y Motome no estaba haciendo un acto indigno para su beneficio personal. Y resulta evidente para todos, en el transcurso de la historia, que el trato que le fue dado no fue precisamente digno.
A partir de aquí, los acontecimientos se precipitan.
Esta película parte de un enigma que parece resolverse con una historia y que en realidad no se resuelve sino con otra, la que cuenta Hanshiro. Esto sería bastante, pero además, y en una sociedad tan formal como la japonesa, el ataque a las convenciones, a los códigos estrictos, es brutal. La frase "Después de todo, esto que llamamos honor del samurai, no es sino una fachada" puede resumir muy bien el mensaje de la película.
Tensa y emocionante, Harakiri es una joya del cine, una historia en la que nada es prescindible y que posee una belleza oculta en su aparente brutalidad.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Count Basie en Newport 1957

Vamos a tener un buenísimo concierto por parte del Conde y su orquesta; no sólo porque en Newport se encontró con un público entregado al que dedicó su mejor música, sino porque además se reencontró con unos intérpretes muy especiales.
Nada más empezar, y con sólo escuchar la introducción de Swinging at Newport, con su piano económico y preciso y el rasgueo de Green a la guitarra, uno ya sabría que se trata de la banda de Basie. Que empieza muy bien. Pero...
¡Ah! ya en el segundo tema entran unos invitados. Y estos son, ni más ni menos que el inmenso batería Jo Jones y el saxo tenor Lester Young. Viejos amigos de Basie, y que van a dar aquí una lección de compenetración con la banda, aparte de intervenciones maestras. Como la balada Polkadots and Moonbeams, preciosa interpretación de Young. O Lester Leaps In. Y tanto que Lester salta a escena; él y toda la banda, impulsados por un enérgico Papa Jones.
Después entra otro viejo conocido de Basie, nada menos que su primer cantante, y uno de los mejores bluesman (del blues "gritado") que existen, Jimmy Rushing, que interpretará Sent for You Yesterday, Boogie Woogie I May Be Wrong y un magnífico Evening.
Lester Young y Jones se toman un descanso y la banda aprovecha para tocar Blee Blop Blues, como siempre a ritmo rápido.
Entonces tendremos cuatro temas acompañados por el cantante oficial de la banda, Joe Williams: All Right Okey You Win; The Comeback, con la orquesta que demuestra estar muy a gusto, haciendo vocales a coro para acompañar a Williams; Rollin' Pete; y Smack Dab in the Middle. Williams vocaliza muy bien, de modo que presten atención a la letra, muy divertida.
Y queda un tema más, de modo que sigan leyendo (y escuchando)...



Y ese último tema de la actuación en el festival de Newport es largo y con invitados: One O'Clock Jump, pero con Jo Jones, Lester Young más Roy Eldridge, ese trompetista arriesgado y genial, e Illinois Jacquet al saxo tenor. Una delicia.
Imagínense ustedes acudir a un festival, a escuchar a Count Basie, lo cual siempre está bien, pero encontrarse, además, con esa gente en el escenario... Un concierto excelente, repito.
Lo que sigue son dos sesiones de estudio, una muy desconocida y la otra verdaderamente histórica y fundamental.
En la primera, y con una banda en la que han habido algunos cambios, de los que destaca la entrada de Eddie "Lockjaw" Davis al saxo tenor, podremos oír Gee Baby, Ain't I Good to You?; Love Me Baby; Confessin' the Blues y J and B.
Y la segunda es la muy histórica grabación de "Atomic Mr Basie", un disco fundamental no sólo en la carrera del Conde sino en la historia del jazz.
Temas que les recomiendo no se pierdan: The Flight of the Foo Birds; Double-O; Lil' Darling, el clásico de Hefti que ha pasado a los anales de la música en general; Whirlybird, en donde salta la noticia: Freddie Green, el rasgueador de la guitarra, puntea unas notas; y The Kid from Red Bank. En un álbum que demuestra que la orquesta de Basie había alcanzado una rara dimensión de perfección musical.
No se pierdan, como siempre, los atinados comentarios del Cifu, y que disfruten de ellos y de la música.




Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Red Wind, de Raymond Chandler

La segunda de las novelas cortas que tienen como protagonista al detective privado John Dalmas (que no tardaría en convertirse en Philip Marlowe), Viento Rojo, es una pequeña joya completamente original, sin que haya sido canibalizada en ningún aspecto por Chandler, una historia con una trama original pero que enlaza con el estilo y espíritu de las novelas de Marlowe y de las mejores en su género.
En ella podríamos decir que los problemas esta vez vienen a buscar a Dalmas a su propia casa. Un día en que en Los Ángeles sopla el "viento rojo", el Santa Ana, un viento caliente y fuerte que hace que las personas se descontrolen, baja al recién abierto bar frente a su casa / despacho, donde no hay nadie más que el barman y una persona que parece estar emborrachándose a base de chupitos de whisky. En estas, entra un hombre en el bar preguntando por una mujer, y dando una descripción inusitadamente detallada, para tratarse de un hombre, de la vestimenta que ésta lleva. No tiene tiempo ni de pedir una consumición, cuando el borracho saca una pistola y, diciéndole "Hasta luego, Waldo", lo mata en el acto, yéndose después. Tras las inevitables comprobaciones policiales, Dalmas se encuentra con cierta chica, vestida según la descripción, en el rellano de su propio despacho, y aquí empieza una historia en la que se mezclan un collar de perlas, un marido ausente, un chantaje doble y otras pequeñas cosas que hacen que el mundo de Dalmas / Marlowe sea el que es.
Como relato, insisto, es de los mejores que Chandler escribió, con un argumento que podría (y extraña que no lo hiciera) haber traspasado a algunas de las aventuras de Marlowe para convertirlo en novela. Con todo el lenguaje acerado e irrespetuoso que los detectives de Chandler emplean, con un ingenio y una dureza que no empañan la visión del detective como un caballero de armadura oxidada que vive con su moral individual e incorruptible en una sociedad que es todo menos caballeresca y honesta. Con una de las damas chandlerianas típicas, que mezclan esa misma dureza con una necesidad de amor verdadero, y que luchan en esa misma sociedad que las maltrata y manipula.
En suma, una novela corta que es una delicia para el lector de género y que merecería su recuperación.

En Trouble Is My Business
Penguin Books
Londres, 195015 [1938]

Texto en inglés de Red Wind

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Van a por Nosotros, de Accidents Polipoètics

Accidents Polipoètics, grupo poético formado por Rafael Metlikovez y Xavier Theros, se dedican, como su nombre indica, a la polipoesía. Si van al enlace que les he indicado, verán que la polipoesía es una forma, o mejor dicho, muchas formas, de interpretar un poema. Si siguen leyendo en esa entrada, verán que estas formas de interpretación incluyen performances, ruidismos, desfragmentaciones fonéticas, etc. Lo cual hace a la polipoesía descendiente del dadaísmo, con el cual comparten unas cuantas cosas, no sólo formales, y con el que diverge en ciertas otras. Digamos, además, que la polipoesía española y la italiana no son la misma cosa, al menos si nos atenemos a las declaraciones de Xavier Theros.
Accidents Polipoétics aspira a hacerse comprender, sin renunciar a la esencia poética, lo cual es una divergencia con respecto a sus antepasados dadá. Ciertamente esto puede parecer poco "rompedor", y de hecho algunos que hayan asistido a alguna de sus performances y no hayan visto más allá de la superficie habrán creído que estaban frente a un espectáculo de humor, ciertamente raro en algunos aspectos, y surrealista en otros. No tal. Accidents utiliza todos los medios que pone en su interpretación poética, pero no para proporcionar efectos sino como parte integrante del poema. Y en este sentido, podemos hablar de una vanguardia, o de la evolución de una antigua vanguardia que ha encontrado un nicho ecológico de supervivencia. Supervivencia necesaria, diría yo. Las vanguardias llevan la contradicción intrínseca de que, cuando se demuestran útiles o valiosas es con el paso del tiempo y la perspectiva histórica; con lo cual su consagración conlleva su destrucción, puesto que ya no es vanguardia aquello que figura en los cánones.
De manera que apresúrense a prestar atención a la polipoesía, porque, dentro de unos años, tal vez ya se encuentre en los libros de texto, pero no en la calle o en la escena. El problema con lo contemporáneo es que no se puede esperar al futuro para contemplarlo, puesto que no sabemos lo que el futuro depara ni al objeto de contemplación ni a nosotros.
Por mi parte, presto atención a ella, porque es poesía, porque es una evolución natural y coherente de unas formas  poéticas que encuentro válidas y porque me interesan más las vanguardias que las timideces expresivas. Y si, además, en mucha de la polipoesía de Accidents Polipoètics hay un sentido del humor intenso, mejor que mejor. Estoy un poco cansado de que a la poesía se la considere solemne, cuando en realidad el humor en poesía se remonta a los tiempos en que Homero describió a Térsites perseguido a puntapiés por Ulises.
Van a por Nosotros es un ejemplo claro de lo que constituye esta vanguardia, y un ejemplo ciertamente genial. No crean que es superficial. En su fondo y en su forma tiene mucho que decir.

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Viaje a las Hormigas, de Bert Hölldobler y Edward O. Wilson

Se esté donde se esté (salvo en los polos), uno no tiene más que dar unos pasos para encontrarlas. Las hemos observado desde siempre y han despertado la curiosidad en nosotros desde niños.
Existen muchos motivos por los que estos seres sean tan estudiados y tengan una categoría propia especializada de científicos, los mirmecólogos. El primero es su omnipresencia, el segundo su misterio, puesto que si bien las vemos en la superficie, no podemos desentrañar fácilmente su vida en el subsuelo; y el tercero y principal, porque sabemos, sin casi ni tener información, que las hormigas son insectos sociales, y eso nos las hace particularmente cercanas.
La razón de este libro es tan extraña como su objeto de estudio. Los autores habían publicado en 1990 una monografía de 3,4 kg de peso, titulada The Ants. Sorprendentemente, este manual técnico se hizo un hueco en las listas de más vendidos y obtuvo un premio Pulitzer a la mejor obra de no ficción general.
Confortados por el éxito, Wilson y Hölldobler se dieron cuenta de que las hormigas representaban, no un mercado, sino un objeto de curiosidad permanente y general. Y así, escribieron este Viaje a las Hormigas. Se trata de un libro apasionante.
Es cierto que las hormigas presentan una variedad de comportamiento inusitada: las hay pastoras de pulgones, jardineras de hongos, legionarias marabuntescas, secuestradoras, tejedoras... Pero la verdad es que hasta la más simple y vulgar de ellas despierta la curiosidad. Sus reacciones en grupo, sus senderos de recolección, la mera observación de cómo una exploradora puede movilizar a sus compañeras, la defensa solidaria y sacrificada del nido, todo ello es observable y observado por cualquiera que desee acceder a un espectáculo inagotable. No siempre, sin embargo, es observable lo que sucede fuera de nuestra vista, no digamos ya comprensible, y ahí es donde empieza de verdad este Viaje a las Hormigas, en el que, con lenguaje claro y una indudable dedicación al espíritu divulgativo, los autores siguen paso a paso, variedad a variedad, ambiente a ambiente, a estos superorganismos fascinantes e inmensos. Todo es tratado en el libro, tanto los métodos de comunicación como la vida íntima y las rivalidades, la alimentación o las relaciones con el exterior. Y todo es motivo de interés para el lector.
Viaje a las Hormigas representa uno de los mejores libros de divulgación científica jamás escritos, en tanto no sólo proporciona respuestas, sino que estimula la curiosidad por las preguntas. Después de leerlo, el lector no volverá a tener la misma visión de esos seres que nos acompañan en todo lugar. Y es seguro que se detendrá a contemplarlas comprendiendo mucho mejor qué hacen.

(Journey to the Ants. A Story of Scientific Exploration)
Crítica / Grijalbo Mondadori
Barcelona, 1996 [1994]
Trad. de Joandomènec Ros

Portada y sinopsis de la edición norteamericana

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Patrulla Perdida, de John Ford

SESIÓN MATINAL

(The Lost Patrol); 1934

Director: John Ford; Guión: Dudley Nichols, basado en el relato Patrol, de Philip MacDonald; Intérpretes: Victor McLaglen (el Sargento), Boris Karloff (Sanders), Wallace Ford (Morelli), Reginald Denny (Brown), J. M. Kerrigan (Quincannon), Billy Bevan (Hale), Alan Hale (Cook); Dir. de fotografía: Harold Westrom; Música: Max Steiner.

Lo más cerca que estuvo John Ford de rodar una película de terror es este filme. En el Medio Oriente durante la primera guerra mundial, una patrulla a caballo británica explora el desierto cuando un francotirador árabe acaba con la vida del oficial al mando. Grave problema, porque era el único que sabía dónde estaban, a dónde se dirigían y con qué misión. El resto de la patrulla, al mando del sargento, intentan salirse como bien pueden de la situación, y llegar donde suponen se halla la columna del regimiento, y cuando están a punto de perecer por falta de agua, encuentran un oasis. Allí serán cercados por los árabes, que irán causándoles bajas una a una.
Puesto que, al final, los acechantes árabes son mostrados, dejaremos que esto pueda considerarse un film de suspense. Sin embargo, en todo el metraje que precede a esta aparición, el sentimiento de amenaza invisible es tal, el escenario tan feérico, que prácticamente podemos hablar de película de terror.
Pero la tensión es igualmente lograda, y la angustia por los miembros de esta patrulla, que se intuye están condenados ya de antemano, es notable.
Una película que fue muy imitada, y de la que incluso hoy se pueden hallar rastros en algunas otras, manejada con firmeza por el maestro Ford y con una excelente fotografía, que la convierte en un clásico que puede ser revisitado una y otra vez.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Thelonious Monk 1953

Llegamos a una sesión que, por motivos que el Cifu les explicará con mayor detalle y mejor que yo, no es de las más planificadas en la carrera de Monk. Entendámonos: no es una mala sesión, pero se notan algunas deficiencias de preparación y ensayo; cuando esto sucede, por fortuna en jazz, quedan los solistas. Y solistas vamos a tener, y muy buenos: aparte de Thelonious Monk al piano, con toda su iconoclastia musical, estará Julius Watkins al corno francés, un músico al que personalmente le tengo un gran aprecio, por ser un excelente intérprete y por ser uno de los pocos que desarrollan en jazz el sonido ciertamente peculiar pero bello de este instrumento; el gran Sonny Rollins al saxo tenor; Percy Heath, nada menos, al contrabajo; y la pieza débil del grupo, Willie Jones a la batería, que está correcto, sin más.
Tres temas y una toma alternativa: Think of One, un tema que figura en las discografías de Watkins como una de sus mejores interpretaciones, o sea que agucen el oído; Friday the 13th, una improvisación de diez minutos con anécdota detrás, y un festín de solos; y Let's Call This, que se convertiría en una de esas piezas recurerentes de Monk. La toma alternativa es de Think of One.
En suma, una sesión no demasiado lucida, pero en la que vale la pena escuchar a Watkins, Rollins y Monk en su desarrollo.
En cambio, lo que sigue está mejor pensado y ensayado, y se nota. Para esta sesión, Monk reunió al trompeta (muy fino, se lo recomiendo) Ray Copeland, al saxo tenor Frank Foster, una de las voces distintivas de la orquesta de Basie, que sin embargo demuestra una maestría en el lenguaje moderno del jazz muy considerable, al más que eficaz Curly Russell al contrabajo; y, cómo no, al aliado y cómplice Art Blakey. Todas las comparaciones son odiosas, pero vean cómo cambia la percusión de una sesión a otra. Los temas de esta sesión son: We See y Locomotive, y comprobarán la gran altura interpretativa de Foster, la finura de Copeland a la trompeta, el buen beat de Russell, las diabluras sorprendentes de Blakey y, por supuesto, el genio de Thelonious Monk.



Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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It Was the Heat, de Pat Cadigan

No es de extrañar que una autora como Pat(ricia) Cadigan, que fue adscrita al movimiento cyberpunk, realice relatos que son, por una parte, enormemente femeninos (y feministas), y por otra tremendamente arriesgados y desinhibidos.
En el caso de Fue el Calor es así, y la historia (difícil de explicar puesto que depende de una imaginería muy poderosa, que Cadigan sabe trasladar muy bien a la letra impresa) es la de una ejecutiva que acude a una convención de directivos que se celebra en Nueva Orleans. En un inicio pausado, casi banal, la protagonista nos describe algo que conocemos, o por lo menos intuimos muy bien: qué representa ser una de las pocas mujeres entre tanto ejecutivo y cómo casi todo en estas convenciones está dispuesto para el mundo masculino. Hasta aquí todo normal, inclusive las admoniciones de la gente que se encuentra sobre el Quartier Français y, sobre todo, sobre los muchachos salvajes, esos que están a la caza de forasteras.
Martha es una buena esposa y madre, y no piensa en absoluto en entregarse a los placeres de la ciudad, es más, tiene que presentar batalla en un mundo altamente competitivo y masculino; y sin embargo...
Cada vez hace más calor, y cada vez los encuentros con la población local resultan más insinuantes. Hasta que por fin Martha se deja llevar, un poco inconscientemente y algo en contra de su voluntad.
Pero lo que puede haber encontrado Martha en ese paseo por Nueva Orleans y que le ha parecido irresistible no es un hombre normal. Bien puede haber sido un loa, un espíritu del vudú, en concreto uno del calor. Un calor que ha robado a Martha...
Es un relato sutil, no muy explícito en lenguaje, pero sí en contenido e implicación y, como ya he dicho, con una imaginería potente. Cadigan tiene todo el derecho en escribir sobre el mundo femenino que los hombres apenas entienden, y hacerlo en este relato de manera directa y, a la vez, alegórica, en cuanto la fantasía se inmiscuye; pero este subtexto presente y militante, y apreciable en contenido y forma, no disminuye por el hecho de que, además, se trate de un relato bellamente construido, medido en su tempo y cuidadoso en su expresión, que por su sutileza deja marca en el lector.

En Demons and Dreams. The Best Fantasy and Horror 2
Legend / Random Century
Londres, 1990 [1988]
Ed. de Ellen Datlow y Terri Windling

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L'Onda, de Luigi Pirandello

Pirandello acariciaba el proyecto de componer una colección de 365 relatos y novelas cortas que, a uno por día, formarían Novelle per un Anno. Fue un proyecto que quedó inconcluso, pese a escribir más de doscientas de tales novelas cortas. En el transcurso de su vida se fueron publicando de manera independiente, y esta La Onda o La Ola (el sentido del título no es evidente, salvo en que se refiere al sentimiento de amor que oscila como una onda o bien como una ola, de modo que ambas traducciones podrían ser aplicables) formó parte de un tríptico titulado Amori Senza Amore [Amores sin Amor].
Como bien anuncia el título de la colección, lo que nos encontramos en esta historia es el retrato de una relación sin amor, o mejor dicha, en la que los amores respectivos jamás se encuentran.
Giulio Accurzi, soltero frívolo, ejerce un juego anual con las inquilinas de su finca. Se dedica, primero, a contemplar a la mujer guapa que habita el primer piso desde su terraza en el segundo; y después, a conquistarla desde el jardín de la planta baja. El juego dura un año, puesto que este es el período del contrato de alquiler.
Sin embargo, un día entra a vivir allí Agata, una muchacha a la que observa siguiendo el ritual pero a la que le resulta imposible atraer la atención de ella. Seducido por lo inaccesible, Giulio va obsesionándose cada vez más con ella, hasta convencerse de que está enamorado. Sin embargo, Agata está prometida, aunque su novio está en el extranjero. Cuando Agata cae enferma, Giulio extrema sus atenciones, per entonces se entera de tal noviazgo. Sin embargo, esto no hace más que inflamar su deseo.
Cuando el compromiso se rompe, Giulio plantea su petición de mano; pero, íntimamente, es un enamoramiento peculiar. No sólo el amor por lo inaccesible, sino también querer demostrar que el exnovio se ha equivocado, que ha sido un mastuerzo al despreciar a la sublime Agata. Y ésta, por su parte, accede al matrimonio sin estar ella verdaderamente enamorada y pese a los ruegos de su madre que pide que medite bien su decisión.
A partir de aquí, la historia adquiere ese movimiento de onda, pero siempre contrapuesta entre los dos. Agata amará a Giulio, pero lo amará justo cuando éste no la ame ya a ella, sino a la imagen de la mujer que ha sido despreciada y que en cambio él ha conquistado. Jamás estos dos amores se encontrarán al unísono.
Pirandello ha sido, probablemente, el escritor que con más frecuencia e intensidad se ha planteado la cuestión de la identidad del ser humano, de saber realmente quién es cada cual, y eso no podía estar ausente en este texto. ¿Quién es Agata para que se convierta en objeto de amor? ¿Ella misma? ¿La inaccesible e indiferente vecina? ¿La enferma? ¿La demostración del error de su exnovio? Y en cuanto a Giulio, ¿quién es realmente? ¿El seductor cazado? ¿El hombre que sienta cabeza? ¿El marido que ya no ama a su esposa?
Lo trágico (pero demasiado real) es que estos amores reales, aunque inspirados por motivos disímiles, jamás llegan a encontrarse. Lo trágico es que Agata acceda a un matrimonio sin amor y entonces ame a Giulio, justo cuando éste ya no parece amarla.
La maestría de Pirandello en su percepción del ser humano no necesita comentarse; ha quedado ya suficientemente demostrada en múltiples obras. Pero sigue sorprendiendo cómo puede encontrar inflexiones, variantes de este comportamiento y reflejarlos en una historia, en la que, con toda la naturalidad pero también con toda la densidad de contenido e implicación, hace que el lector se interrogue por las contradicciones que todos compartimos y por nuestra propia esencia.

En Amori Senza Amore
Opportunity Book, col. Biblioteca Ideale Tascabile
Milán, 1995 [1894]

Edición castellana en Cuentos para un Año, publicado por Nórdica Libros

Texto en italiano de L'Onda

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Passione di Famiglia, de Cristina Comencini

En ocasiones, el lector se halla ante un material tan desperdiciado que sigue leyendo sólo por las ideas que contiene, aunque el desarrollo de las mismas sea básicamente distanciador de la lectura. Es el caso de Pasión de Familia, de Cristina Comencini, hija del gran cineasta italiano Luigi Comencini y directora cinematográfica a su vez.
No es costumbre de este blog comentar obras que no me hayan gustado, pero hay excepciones a esta regla, y es que esta novela tiene hallazgos narrativos buenísimos; y, personalmente, lamento que no se hayan podido expresar narrativamente mejor.
Temáticamente, la novela puede, pero no sólo, ser una historia de la decadencia de la aristocracia en Italia. Tema delicado, sobre todo cuando Lampedusa ya ha dado el monumento en este género, como es El Gatopardo. En efecto, una familia napolitana regresa del teatro y se halla en un palacio desprovisto de todo, porque el cabeza de familia todo se lo ha jugado al chemin-de-fer. A partir de aquí Comencini nos narra por una parte la historia de esta familia, en la que nadie, salvo Francesca, trabaja; pero también la historia del gran amor entre Francesca y Francesco, un hombre que se enamora de ella, pero que desaparece entre embarazo y embarazo, pero cuyas continuas reapariciones son constantes en los momentos cumbre de sus hijas, principalmente en los matrimonios, casi siempre no realizados, de éstas.
Destaquemos una cosa: los protagonistas de esta novela, salvo Francesco y los inevitables hombres que acompañan y se cruzan en los caminos de la familia, son femeninos en su totalidad. Hay algo de tesis en este planteamiento, de querer establecer el modelo de una sociedad puramente femenina y autosuficiente, en la cual, en efecto, y en el transcurso de la novela, los hombres son más un estorbo y una complicación que otra cosa.
Y otros hallazgos narrativos, como esta pasión por el juego que toda la familia tien, llegando a pasar las noches en vela jugando dos mujeres... contra la ciudad que se vislumbra en la ventana. O la reiteración de los desencuentros matrimoniales de las hijas de Francesca; o la súbita pasión que esta siente por la definición que de las da la enciclopedia, y que usa como si fuera las cartas de un tarot ilustrado.
Pero, por desgracia, los inconvenientes pesan. Sagas familiares de este calibre no son nuevas en la literatura. El mismo Salman Rushdie, en su mejor época (antes de la fatwa), ha escrito obras magníficas en este estilo. Pero Comencini se equivoca por reiteración. Puede ser que las apariciones de Francesco marquen momentos especiales en la vida de la familia, pero la reiteración de situaciones, principalmente los matrimonios frustrados y los embarazos, a la tercera vez que se relatan, dejan de tener novedad y sobre todo, proporcionar tensión narrativa.
Y los más de cincuenta personajes femeninos que aparecen tienen demasiado en común entre ellos como para ser distinguibles. No es que se deba pedir a un escritor que realice la gesta de José Donoso en Casa de Campo, donde el autor, llegado un punto, prescinde de identificar a los personajes, porque el lector ya los reconoce por lo que dicen y cómo lo expresan, pero sí un poco más de cuerpo y personalidad literaria; es sólo una suposición, pero ahí puede haber pesado la profesión de Comencini: al ser cineasta, en las películas las actrices hubieran hecho suyos los personajes. Aquí, sin embargo, es cosa que depende de la novelista, y no tiene éxito. Los personajes se parecen demasiado.
Es una lástima, porque en sus planteamientos iniciales, la novela, que tiene en algunos momentos un gran sentido del humor, hubiese podido ser un retrato decadente de una aristocracia femenina en un mundo que les es completamente ajeno, pero que pervive entre nosotros. Y de la supeditación a un mundo masculino que es sobrante en sus usos antiguos. Tómenla a su propio riesgo.

Ed. Feltrinelli, col. Universale Economica
Milán, 19965 [1994]

Portada y sinopsis de la edición italiana

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El Jinete Pálido, de Clint Eastwood

SESIÓN MATINAL

(Pale Rider); 1985

Director: Clint Eastwood; Guión: Michael Butler, Dennis Shryack; Intérpretes: Clint Eastwood (Predicador), Michael Moriarty (Hull Barret), Carrie Snodgress (Sarah Wheeler), Christopher Penn (Josh LaHood), Richard Dysart (Coy LaHood), Richard Kiel (Club), John Russell (Stockburn); Dir. de fotografía: Bruce Surtees; Música: Lennie Niehaus; Diseño de producción: Edward Carfagno; Montaje: Joel Cox.

Los habitantes de un mínimo valle minero son acosados por un oligarca que aspira a convertirse en el dueño de todos los territorios auríferos, que explota con cañones de agua a presión. Un día llega a este pueblo un misterioso predicador, que se erige en defensor de los mineros y los cohesiona, llegando a la confrontación final con el oligarca, sus hombres y el fraudulento marshall y sus delegados que el déspota ha contratado.
Un argumento así de simple para un western que lleva mucho más que esto. Es curioso, pero en su día, erróneamente, fu definido como western "crepuscular". Erróneamente porque las películas del oeste crepusculares definen la decadencia de la vida de forntera, mientras que aquí el único indicio que hay de eso es la existencia de maquinaria de agua a presión para explotar sin miramientos la riqueza mineral (en un ramalazo ecologista ciertamente raro en 1985). Tal vez lo que se quisiera decir es que, en una época en la que el western estaba muerto y enterrado, esta y unas pocas películas más surgieron para dar una nueva visión del género (la otra de la época fue Forajidos de Leyenda, de Walter Hill).
Pero, ¿es realmente un western?
Este sería un caso demostrativo por el que el entorno determina el género, antes que la temática. Porque ante lo que nos hallamos realmente es ante un fantastique, una historia de lo sobrenatural.
Veamos, la aparición del predicador viene precedida de un rezo a Dios pidiendo ayuda, de la petición de un pequeño milagro, aunque sea sólo uno.
El Predicador aparece simultáneamente a una cita de la Biblia, en concreto del Apocalipsis, en la cual se describe al "jinete pálido", la Muerte (y Eastwood monta un caballo de tonos ciertamente fantasmales), al que sigue "el infierno".
Las cicatrices que muestra el Predicador en su espalda en lo primero que hacen pensar es que el hombre que las lleva difícilmente puede estar vivo. Una opinión que después es corroborada por el marshal Stockburn.
El mismo marshall aparece como una figura diabólica y fría, pero lo que remata el tema son sus ayudantes: todos vestidos con gabardinas, pero de un color tan pálido que asemejan sudarios; y ciertamente con aspecto de muertos vivientes; mirada extraviada, movimientos mecánicos y mudos hasta el extremo de no proferir un sonido ni al ser abatidos a disparos.
En esta nueva luz, El Jinete Pálido adquiere una dimensión que lo aleja de la anécdota de la frontera (en la que el argumento, si no tuviera esas connotaciones, se refugiaría) para adquirir un carácter de enfrentamiento mítico entre el bien y el mal, un alcance místico.
En esa hibridación de géneros puestos sobre el escenario del western radica el mérito de esta película sutil, bien narrada, con escenas que trascienden al género tradicional del oeste y que lo magnifican en una lucha moral.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: John Coltrane 1958

En efecto, uno de lo s gigantes indiscutibles del jazz. En su última sesión como acompañante, junto a Kenny Burrell, que es el líder, aunque después de escuchar lo que van a oír comprobarán que Coltrane tiene una autoridad inmensa en todo lo que hace. Pero les advierto que, sideman o no, esta sesión es magnífica (y con algunos detalles que la hacen única). Todavía no estamos en la época en la que Coltrane daría el paso de gigante, pero se le acerca. Porque vaya si toca, el muchacho.
El quinteto es buenísimo. Aparte de John Coltrane al saxo tenor y de Kenny Burrell a la guitarra, tenemos al siempre elegante Tommy Flanagan al piano, más el grandioso contrabajista Paul Chambers y un batería más que bueno, Jimmy Cobb.
Desde el primer tema, Freight Trane, fíjense en los unísonos que protagonizan Burrell y Coltrane: son perfectos, algo a estudiar por sí solo; pero además este tema es uno muy majo, con un ritmo excelente, y que da buena muestra de lo que esta gente era capaz de conseguir.
Siguen I Never Knew; Lyresto, y entonces una rareza absoluta, como es Why Was I Born, rareza no por la música en sí, sino porque es la única ocasión en la que Trane realizó un dúo con un instrumento de cuerda. La pieza, tocada en solitario por Burrell y Coltrane, es preciosa. Para finalizar la sesión, un blues de Flanagan dedicado a Paul Chambers, Big Paul, con intervenciones de todos y buenas por parte de todos.
Finalizará el programa con una pieza de la siguiente sesión de grabación de Coltrane, Rise and Shine, ya como líder, acompañado por Red Garland al piano, Chambers al contrabajo y Art Taylor a la batería. Que también merece mucho la pena esc ucharse, por supuesto.
Gracias al Cifu por la música y sus comentarios, como siempre atinados y clarificadores.



Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Trouble Is My Business, de Raymond Chandler

Antes de componer el monumento del género que serían sus siete novelas y cuarto (Poodle Springs está inacabada) sobre el detective Philip Marlowe, Chandler probó sus armas en una serie de historias cortas, que se publicaron en las revistas del género.
Estos relatos suelen dividirse por los estudiosos entre los que conservan toda su originalidad y los denominados "canibalizados". Claro que hay diferencias entre el grado de canibalización de los mismos. En algunos, parte de la trama fue aprovechada para constituir parte de una de las novelas de Marlowe, y esos son los menos agradables de leer para los que, como yo, adoramos al personaje y sus novelas: el texto suena a conocido, pero poco desarrollado, y eso lastra la lectura; pero hay otros de estos relatos que, conservando su trama íntegra, es decir, su originalidad, lo que aprovechó Chandler de ellos fueron ciertas expresiones, algunas escenas, tal vez algunas frases. Es un curiosos ejercicio, porque demuestra muy bien qué quería hacer el maestro y dónde quería llegar en sus textos. Esas partes canibalizadas son las mejores, y algunas han pasado a ser citas notables de las novelas. Sorprende también encontrárselas en un relato corto, pero en este caso la frescura de lo que se está leyendo compensa.
Los Problemas Son Mi Negocio (un título apropiado) es uno de estos relatos canibalizados perteneciente a la segunda clase. Y puede sorprender que haya hablado de argumento, de trama. Soy partidario de que la trama, en las novelas de Chandler, es lo de menos. Importa el lenguaje, la preeminencia de la figura moral del investigador privado, su relación con un mundo en el que los conceptos del bien y el mal se han hecho difusos, y que en cambio saber quién mató a quién y cómo es totalmente prescindible. En este relato, en cambio, con un John Dalmas todavía no totalmente desarrollado como Philip Marlowe (Chandler le cambió el nombre, y pasó en efecto a llamarse Marlowe cuando se editó en la colección El Simple Arte de Matar), y probablemente sabiendo que en una revista se le exigiría coherencia argumental, el autor cuida la trama.
Dalmas, investigador freelance, es contratado por una agencia de detectives para que investigue los problemas que aquejan al hijo adoptivo de su cliente, a saber, una mujer que quiere casarse con él y que probablemente es una cazadotes, y cincuenta mil dólares en pagarés por deudas de juego dados a una especie de mafioso local.
Si digo que la trama es imporatnte en este caso es porque hay que seguirla hasta su conclusión, de modo que no explicaré más argumento que este. Déjenme sólo indicarles que hallarán en este relato, o novela corta, suficiente acción y giros argumentales como en una buena película de cine negro.
Aunque Dalmas no es todavía Marlowe, los cimientos están. Y son buenos cimientos. Personaje, duro, moral, solitario, agudo en la respuesta verbal y poco respetuso con el dinero y la autoridad, individualista y más grande que la vida, como dicen los ingleses. Pero sobre todo lo que está es el lenguaje de Chandler, el que establecería un modelo nuevo para el género y se convertiría en arquetípico. Trouble Is My Business es una delicia para todos aquellos que aman la novela negra.

En Trouble Is My Business
Penguin Books
Londres, 195015 [1939]

En España se ha editado en la colección de relatos El Simple Arte de Matar, del Servicio de Publicaciones de la Universidad de León.

Texto en inglés de Trouble Is My Business

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El Vuelo del Ángel, de Michael Connelly

Como hemos señalado, Michael Connelly es uno de los pocos autores estadounidenses de novela negra interesantes hoy en día. En todas sus series aborda temas que han tenido su reflejo en la sociedad contemporánea, y sirven como termómetro moral y social, característica que se remonta a los grandes maestros del género de los años 30 y 40. La serie del detective de la policía de Los Ángels harry Bosch no es una excepción y, como veremos, esta El Vuelo del Ángel tiene algo que decir sobre varios temas.
Por descontado, tratándose de una serie centrada en un personaje, la vida personal de éste no falta, un recurso narrativo útil y lícito para siuar a un espectador de los hechos y los estados de ánimo con los que contempla las cosas, y otra característica ya casi imprescindible (hasta Philip Marlowe, en la inconclusa última novela de Chandler, empezaba a tener vida privada). Sin embargo, y a diferencia de otras series de otros autores, no es necesario que el lector siga el orden de publicación. s recomendable, sí, pero no imprescindible. Connelly sitúa rápidamente al lector en la novela, y la vida de Harry Bosch, aunque presente, no suplanta la historia que se narra en ese momento.
En El Vuelo del Ángel nos encontramos con un Harry Bosch cuyo matrimonio está cayéndose a pedazos, una preocupación más aparte de la que le ha caído encima: un abogado famoso por sus demandas por abusos contra el departamento de policía, ha sido asesinado. A Bosch se le encomienda la investigación, sobre las premisas de que debe intentar resolverlo lo antes posible, encontrar rápidamente un culpable, no intentar llegar al fondo del asunto y demostrar que no ha sido un policía resentido o, en caso de que eso no sea posible, hallar uno que sea un chivo expiatorio.
A Bosch la política no le hace gracia, y menos que se prime el apaciguar a la opinión pública antes que descubrir la verdad, de modo que estar en el caso le va a creando enemigos...
La trama ya es atractiva de por sí, pero como les he dicho antes, Connelly usa su ficción como reflejo social. No importan las evaluaciones posteriores que se hayan hecho, los disturbios y saqueos en Los Ángeles el año 1992 fueron un trauma para la sociedad americana y angelina, y Connelly transmite al lector la sensación de que durante mucho, mucho tiempo después, los ciudadanos de Los Ángeles vivieron con la sensación de estar sobre un volcán a punto de estallar en nuevos conflictos raciales.
No es de extrañar en un autor que ama a su ciudad y la convierte en auténtica protagonista de su ficción. Aquí, además de señalarnos el edificio Bradbury y el funicular de Angel's Flight, retrata la herida abierta por el maltrato policial a Rodney King, la gota que desbordó un vaso ya demasiado lleno de tales hechos, y las consecuencias del juicio a O. J. Simpson, y la división de una ciudad. Una herida que duele, y que Connelly refleja a la perfección.

(Angel's Flight)
Eds. B, col. Punto de Lectura
Barcelona, 2001 [1998]

Portada

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Es Cosa de Reírse, de William Saroyan

El no lo bastante valorado William Saroyan procede en Es Cosa de Reírse con un método que consigue helar la sangre del lector. Del naturalismo pasa de repente al melodrama para entonces, y de una manera que no puede definirse más que de angustiosa, al drama sin paliativos, a una tragedia total y absoluta.
Procede ya, por tanto, y desde el mismo título, desde la contradicción que se esconde detrás de las pequeñas vidas de la gente corriente, la aparente felicidad y lo frágil que es ésta, y como esas pequeñas vidas esconden grandes tragedias. Tragedias en toda su enorme magnitud.
Asistimos en primera instancia a la vida de la familia Nazarenus, que ha ido a pasar una temporada a la casa de campo, ahora desocupada, del hermano de Evan, el cabeza de Familia. Toda la familia, padre, madre, hijo e hija, parecen pasr la vida en relativa paz y armonía, disfrutando los niños de la novedad del campo, pero en conjunto, se trata de contemplar escenas de una vida normal, sin más, si acaso con la intuición de que hay un cierto abuso del alcohol en la pareja.
Esa inquietud incipiente estalla cuando Evan descubre que Swan está embarazada de otro hombre. En esos momentos Saroyan nos lleva al terreno del melodrama: la furia de Evan, la culpa de Swan, la ignorancia de Eva y Red, los hijos; la borrachera que busca la evasión y el olvido, las conversaciones de Evan Con Dade, su hermano, y los consejos de éste.
Pero la semilla de la inquietud se desarrolla, tanto en la familia Nazarenus como en el lector que los acompaña. Evan intenta en vano perdonar; Swan se siente cada vez más culpable de la ruptura de la familia. Y el drama emerge.
¿Puedo adelantarles lo que sucede al final? Al fin y al cabo ésta no es una novela de intriga, su objeto es contemplar a unos personajes, entender sus motivos y sus actitudes y ahondar en sus caracteres. Pues bien, tras una combinación de aborto clandestino y sobredosis de calmantes Swan Muere; Evan hiere mortalmente de un diaparo a Dade, hecho disimulado por un médico comprensivo como un accidente de arma de fuego. El hombre que dejó embarazada a Swan se suicida, dejando a Evan una carta reveladora. Y cuando Evan se dirige a comparecer ante el juez, muere en un accidente de automóvil. Y el lector queda abrumado, preguntándose por el destino de Eva y Red, los niños.
Si bien el título tiene su justificación en un pasaje de la novela, conforme uno va leyendo se pregunta de qué hay que reírse, salvo que esa risa sea una mueca. Y es que Saroyan, narrador inmenso, va perfilando línea a línea a sus personajes y sus vidas, y nos demuestra lo frágiles que son, que somos, y como un pequeño hecho, un cambio que puede parecer enorme porque está magnificado, puede destrozar vidas completas, malograr el pasado y aniquilar el futuro.
Lo que nos relata Saroyan en Es Cosa de Reírse es un hecho cotidiano, usual, que se convierte en una tragedia devastadora, descarnada, terrible. Es evidente que pocede por exageración, pero es que si no fuese así no le prestaríamos atención. Un embarazo adúltero, insisto, es algo cotidiano. Pero sus consecuencias para todos los implicados las desconocemos. Tomen las juertes de los Nazarenus como un símbolo. De la destrucción de esa familia como tal.

(The Laughing Matter)
Círculo de Lectores
Barcelona, 1969 [1953]

Reeditada por Ediciones El Acantilado con el título de Cosa de Risa

Portada y sinopsis

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Bird, de Clint Eastwood

SESIÓN MATINAL

(Bird); 1988

Director: Clint Eastwood; Guión: Joel Oliansky; Intérpretes: Forest Whitaker (Charlie "Yardbird" Parker), Diane Venora (Chan Parker), Michael Zelniker (Red Rodney); Dir. de fotografía: Jack N. Green; Música: Lennie Niehaus.

Las películas sobre jazz son escasa, tanto que los aficionados perdonan casi todo, con tal que tengan un adecuado reflejo del ambiente. Bird, de Eastwood, no es una película perfecta. Tiene una cierta confusión temporal, producto de un montaje no demasiado bueno, en el que el espectador se pierde, sin saber si está todavía en el flashback precedente o no. Pero, por otra parte, esta biografía de Charlie Parker, sobre todo para los que ya conocemos lo esencial de la vida de este músico, es respetuosa para con él y la época, sin dejarse llevar por sensacionalismos o extremos en los que hubiese sido fácil caer. Al fin y al cabo, Parker fue un genio, un innovador, un drogadicto y una figura trágica; y una cuya tragedia salió demasiadas veces a la luz pública.
Es una película hecha con cariño, también, y eso se percibe. Eastwood es un gran aficionado al jazz, y el amor a esa música permite que esta película sea agradable de ver. Se ha dicho de ella que es la mejor película americana sobre jazz jamás rodada. La precisión es justa, porque la mejor película sobre el jazz todavía sigue siendo 'Round Midnight, de Bertrand Tavernier. Con todo, y siendo una buena película, se podría haber hecho mejor.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Duke Ellington en Newport 1959

Desde que Duke Ellington volviera a colocarse en la cresta de la ola del mundo del jazz gracias al histórico concierto de Newport en 1956, fue invitado al festival casi cada año, para delicia de los que acudieron a verlo, y goce también de los que podemos escucharlo en estas grabaciones.
El concierto de 1959 es uno de los que más me gustan. En ocasiones anteriores habíamos visto a Ellington y su banda en Newport homenajeados, a Ellington homenajeando a su banda, haciendo variaciones sobre su música, pero este es un concierto directo, enorme, a gran ritmo, con mucho buen humor y un gran disfrute por parte de los miembros de la banda y, por tanto, del público.
Ellington escoge subir al escenario con dos baterías. Esta es una combinación poco frecuente, supongo que porque se necesita que ambos estén muy bien compenetrados, pero cuando funciona (y el mejor ejemplo es la Clarke-Boland Big Band, en la que Kenny Clarke y Kenny Clare constituyeron un dúo de percusión difícilmente superable, a mi gusto) proporciona una potencia y un empuje casi sin igual en el mundo del jazz. Y en este caso el dúo percusivo de Sam Woodyard con Jimmy Johnson funciona a la perfección, como tendrán oportunidad de comprobar.
Tras la introducción clásica con el Take the A Train, Ellington se arrancará con una suite escrita especialmente para la ocasión, Idiom 59, que es una de esas pequeñas joyas de la composición que Ellington nos regalaba periódicamente. Después vendrá un clásico, pero impecable e inmortal Rockin' in Rhythm; a continuación, Flirty Bird, pieza de la película Anatomía de un Asesinato, en la que Johnny Hodges vuelve a bordar la interpretación con el alto. Tras ella, un Perdido muy interesante, a lo que sigue un Cop Out que recuerda la gesta de Paul Gonsalves con Diminuendo and Crescendo in Blue en 1956. El tema es muy bueno, con la orquesta funcionando a todo tren y Gonsalves improvisando sin límite. Entonces se interpretará V.I.P.'s Boogie, en la que la estrella será el clarinete de Jimmy Hamilton. Sigan leyendo.




El programa rememora las piezas anteriores, Cop Out y V.I.P.'s Boogie, y entonces prosigue con un Jam with Sam, en el que Ellington aprovecha para ir presentando a los miembros de la orquesta, incluyendo al ocasionalmente incorporado Andrés "Merenguito" Ford, en cuanto hacen sus solos. Llega la hora de los baterías: Skin Deep, en el que Johnson y Woodyard componen unos dúos de solos a la batería memorables. El concierto se cierra con Things Ain't What They Used to Be, de Mercer Ellington, y con Jones, una pieza simpática que Ellington aprovecha para despedir el concierto y hacerlo con buen humor, enseñando al público cómo chasquear los dedos de forma "cool" en jazz.
Como siempre, gracias al Cifu por los comentarios y por traernos esta música enormemente disfrutable.



Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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The Tale of the Rose and the Nightingale (And What Came of It), de Gene Wolfe

La capacidad de Gene Wolfe como fantasista está sobradamente demostrada, y le ha ganado el respeto de sus colegas escritores, así como un seguimiento de sus obras que trasciende al género, con la seguridad de que el lector hallará unas historias de tema fantástico, sí, pero muy literarias y que cuidan en extremo tanto el argumento como la forma.
En El Cuento de la Rosa y el Ruiseñor (Y lo que Aconteció por Él) parecería que tuviémesom la clásica historia dentro de la historia, sólo que esta vez una historia que en apariencia sería la que fuera incluida en un relato "mayor" es la que provoca la historia principal.
En efecto, y en una atmósfera oriental, propia de las Mil y Una Noches, un narrador de historias toma posición en el mercado de una ciudad egipcia. Alí es un mendigo, un pobre hombre, que no tiene nada quie ofrecer, salvo su atención, y el narrador transige en contar una historia, que será la de la rosa y el ruiseñor. En un jardín del pachá hay una rosa blanca prodigiosa por su belleza (una imagen clásica para referirse a una mujer) y un ruiseñor se enamora de ella, la corteja y gana su amor. Pero la rosa es blanca, y el pachá quiere en su jardín rosas rojas, de modo que la rosa está condenada a ser arrancada al día siguiente. El ruiseñor, triste, pide a la rosa un beso de despedida, y se acerca lo suficiente como para obtenerlo, aunque hiriéndose con las espinas. De manera que una gota de su sangre cae sobre los pétalos blancos. Viendo un posible camino hacia la misericordia, el ruiseñor sacrifica su sangre para motear la rosa de carmesí, y muere. Cuando el jardinero va a cumplir con los deseos de su señor, observa maravillado una rosa blanca moteada de rojo, que trasplanta al lugar más apartado y menos frecuentado del jardín. Pero, por el milagro del amor del ruiseñor, esa rosa adquiere el poder de otorgar, una noche del año, el amor eterno a quien la recoja recién florecida.
Hasta aquí esta historia, que ya sería bastante para un cuento. Pero uno de los oyentes que se ha acercado para oír la historia dice que no es una invención: tal rosa existe, y se encuentra en el jardín del harén del pachá, y sabe el secreto para acceder a ese lugar. Alí se deja convencer, ya que la recompensa es la mejor que pueda soñar un hombre, nada menos que el amor eterno, pero las cosas no siempre son lo que parecen...
El mercader que se ha acercado en realidad es un sabio, un sabio que enseñó al narrador de la historia, que no es tal narrador sino un noble árabe que quiere obtener esa rosa, las riquezas y el poder sin correr el riesgo y sin enfrentarse a los antiguos dioses egipcios que custodian ese lugar...
Como se puede ver, Gene Wolfe siempre representa una sorpresa. Y una refrescante. El tono parece antiguo, pero la mezcla de influencia árabe con la mitología egipcia y los mínimos toques hasta lovecraftianos que pueblan el relato le transmiten una atmósfera difícilmente superable. Sin contar con el final, por descontado, que es sorprendente pero plenamente coherente con la historia.

En Demons and Dreams. The Best Fantasy and Horror 2
Legend / Random Century
Londres, 1990 [1988]
Ed. de Ellen Datlow y Terri Windling

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Temps de Matar, de Donald E. Westlake

Donald Westlake se estableció, ya a mediados de su carrera como escritor, como el genio del policíaco humorístico, principalmente con su serie "Dortmunder", de la cual es ejemplo cumbre Un Diamante al Rojo Vivo. Sin embargo, anteriormente había sido uno de los máximos exponentes del tipo de novela negra "hard-boiled", seguidora y heredera directa de los modos de Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Si bien es posible que se le recuerde por esa innovación que supuso la introducción del humor (y hasta la farsa) en el género, sus novelas, llamémoslas, "serias" no sólo no son desdeñables, sino llenas de potencia, argumento y fondo.
Tiempo de Matar es una de estas novelas, y una de las más duras de su autor, así como también de las más densas.
Tim Smith sufre un atentado por parte de un pistolero a sueldo, que tras fallar es asesinado. Y no será el único intento de acabar con su vida. Tim es detective privado (el único) de la pequeña ciudad de Winston, del estado de Nueva York. Por tanto, es lógico que se haya creado enemigos; aunque, por otra parte, la ciudad es tan pequeña que debe conocer a sus enemigos. Poco después se entera de que una liga de ética cívica se propone investigar la ciudad de Winston y descubrir y hacer que condenen a los corruptos, y que esta liga pretende entrevistarse con Tim, que bien podría ser la clave para descubrir lo que haya de podrido en la ciudad. Esto hace encajar los hechos, pero Tim, que efectivamente conoce la práctica totalidad de la corrupción que hay en la ciudad y puede nombrar a sus causantes, no está precisamente dispuesto a colaborar con los reformadores morales: las cosas funcionan razonablemente bien en la ciudad, y la gente está satisfecha; la corrupción existente no interfiere en la vida diaria, ni es escandalosa. Pero aún así, estos atentados pueden obligarle a reconsiderar su posición, porque, por fuerza, el inductor debe ser uno de los siete hombres que gobiernan la ciudad.
Este es un primer planteamiento de la novela, el personal referido a Tim y su postura ética frente a la sociedad. Sin embargo, Westlake no acaba aquí el tema de su novela. Las  cosas irán subiendo de tono, la tensión en la ciudad se hará creciente, y empezarán a formarse bandos enfrentados. Asistimos por tanto al inicio de una auténtica revolución, que desembocará en guerra. Y ya se sabe que las revoluciones gustan de devorar a sus hijos.
Westlake se muestra maestro en este género duro y descarnado. Los hechos acontecen sin ningún respeto por las personas; las conclusiones se suceden con lógica implacable, tan implacable que cuestan amistades, vidas, cargos, paz social; y el hecho de una pequeña intervención, tal vez bien intencionada, desencadena todo un infierno que arrasa con todo. Es una novela dura, muy dura, sin apenas esperanza, sin dejar apenas espacio al raciocinio, en un juego de ambiciones cruzadas y de cambios de poder que se hace real en estas páginas como un mal sueño.
Westlake, en efecto, fue el maestro de la novela negra humorística. Pero también lo fue cuando se trató de declarar cosas bien serias, como lo que nos propone en esta novela, bien titulada Tiempo de Matar.

(Killing Time)
Eds. 62, col. Seleccions de la Cua de Palla
Barcelona, 1987 [1961]
Prólogo de Xavier Coma