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Roman Games, de Anne Gay

Un relato ciertamente singular, Juegos Romanos (título con múltiples sentidos: no sólo evoca los juegos circenses de Roma, sino que tienen que ser romanos porque el relato tiene algo que ver con la Iglesia católica romana) tiene las virtudes de ser un cuento basado en la conocida y debatida premisa de si los dioses, monstruos, dragones y otros seres míticos tienen existencia según lo mucho que se crea en ellos o no; además, tiene el buen sentido de presentarse, como dicen los británicos "tongue in cheek", con una pizca de humor que lo aligera y ayuda a que la narración llegue a puerto, es decir, al lector. Y tiene el acierto de estar situada en época contemporánea, lo que la hace diferente a la mayoría de la fantasía que se estila comúnmente. Ciertamente, repito, es un relato singular, y eso es de agradecer.
Una monja irlandesa, la hermana Thomas, viaja en tren de regreso a Irlanda tras haber pasado una época en el vaticano y haber fracasado en ese viaje, que esperaba sirviera para fortalecer (o incluso adquirir) su fe. El hecho de que sea una monja irlandesa tiene su importancia, puesto que Irlanda, a pesar de ser el bastión católico de Europa occidental, desde siempre y desde los inicios ha mostrado cierto sincretismo con las leyendas locales. a población, podríamos decir, si bien cree en el catolicismo, también se educa en el mundo de hadas, dragones y otras criaturas que pululan (en una superpoblación que asombra) por el folklore irlandés.
El caso es que, tras este fracaso, la hermana se halla en ese tren. Pero vigilándola, también está un dragón que vive en los Alpes, y que hace muchos años que no ha comido carne humana.
A partir de ahí, Anne Gay desarrolla una narración ágil puesta en términos de confrontación deportiva, con sus marcadores parciales al final de cada "asalto", en la que la hermana Thomas mide sus fuerzas con ese dragón (o mejor dicho, dragonesa) según sabe y puede, aunque con el inconveniente de saberse sin fe. Pero incluso sin fe, los milagros pueden producirse, e incluso se puede rezar para que el milagro de obtener la fe se haga realidad.
El relato, como hemos dicho, es ágil, bien temperado, medido, divertido y sin embargo con algo que decir al respecto de ciertas cuestiones como la pervivencia de los mitos y las figuras religiosas contemporáneas y, porqué no, acerca de lo que la religión exige y lo que la gente puede dar. Un cuento original y poco frecuente en la ficción de género, que pueden ustedes leer (por desgracia, sólo en inglés) en el enlace al pie de esta reseña, cortesía de su autora, que lo tiene publicado en su página web.

En Demons & Dreams. The Best fantasy and Horror 2
Legend / Random Century
Londres, 1990 [1988]

Texto en inglés de Roman Games, en la web de la autora

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Rikki-tikki-tavi, de Rudyard Kipling

«Esta es la historia de la gran guerra que Rikki-tikki-tavi sostuvo, con su solo esfuerzo, en los cuartos de baño del gran bungalow, en el acantonamiento militar de Segowlee. Ayudóla Darzee, el pájaro tejedor, y Chuchundra, el azmizclero, que no anda nunca por en medio del piso, sino que se arrastra arrimado a las paredes, fue quien le aconsejó; mas Rikki-tikki llevó todo el peso de la lucha.»
No existe un cuento protagonizado por animales más bello que este, y su belleza radica en una feliz combinación de diversos elementos narrativos que lo hacen inolvidable.
Un relato de tintes épicos y sin embargo circunscrito a los pequeños límites de una casa y un huerto. Unos animales que Kipling, que demostró una y otra vez que podía hacer maravillas con ello, adquieren personalidad propia y se convierten en arquetípicos de su especie (Baloo el oso, Shere-Khan el tigre, Bagheera la pantera, Kaa la pitón, y aquí Rikki-tikki-tavi la mangosta y la pareja de cobras Nag y Nagaino). Una musicalidad en los nombres, pero también en el estilo narrativo, que se complementa con la danza que Rikki-tikki efectúa con la cobra. Y una naturalidad en la narración que hace que el relato se deslice por su cauce con una facilidad asombrosa, sin dejar jamás de captar la atención.
Para aquellos no familiarizados con los secretos de la vida animal, sepan que las mangostas o meloncillos son animales que se atreven a enfrentarse a cualquier serpiente, llegando a ser espectaculares sus "danzas" con las cobras.
Este hecho siempre las ha hecho simpáticas a los humanos, pero no existían en los anales de la literatura (o por lo menos no lo bastante buenos como para perdurar) relatos que expresaran esta lucha en teoría desigual y ganada sólo a base de reflejos, rapidez y, por qué no decirlo, valor.
Por descontado, los valores se engrandecen en la prosa de Kipling, pero eso no es un defecto en absoluto. La adquisición de la calidad mítico-épica de la que hace gala el relato es justamente una de las cosas que más atraen.
De manera que, si no la conocen, vayan a los enlaces al pie de esta entrada y deléitense con la historia de cuándo Rikki-tikki-tavi danzó con la cobra, como lo expresa Kipling al inicio del cuento:
"Desde el hueco en que ella entró
Rikki-tikki llamó a Nag.
Y escuchad lo que le dijo:
«Ven con la Muerte a bailar.»"

(Rikki-tikki-tavi)
En El Segundo Libro de las Tierras Vírgenes
Ed. Bruguera, col. Club Joven
Barcelona, 1981 [1894]

Texto en castellano de Rikki-tikki-tavi
Texto en inglés de Rikki-tikki-tavi, con ilustraciones

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Con Legítimo Orgullo, de Julio Cortázar

La ironía es parte integrante de muchos de los textos de Cortázar. Y cuando se trata de política, más. En este caso, la ironía se centra en los mecanismos de control del individuo y en el engaño colectivo de la sociedad, que hace cosas pensando que sireven para algo, cuando en realidad tienen un fin muy distinto.
El día después de la festividad de difuntos, toda una nación se pone a barrer las hojas caídas de los árboles. Cuando decimos toda, queremos decir toda. Hombres, mujeres, niños, ancianos, todos participan en este ritual estrambótico, que se vuelve cada vez más extraño cuando vamos descubriendo que es el gobierno quien distribuye las tareas, y otorga una tarjeta de cumplimiento de este deber cívico, que es controlado por las autoridades y cuyo incumplimiento o ineficiencia conlleva castigos como el de ser enviado a las selvas del norte. La extrañeza crece cuando se nos desvela que el método no es el de pillar una escoba, barrer y recoger las hojas, sino que se emplean mangostas, que atacan las hojas caídas rociadas previamente con esencia de serpiente... Y el relato se va haciendo cada vez más estrambótico, más irreal dentro de una realidad plausible, y más cuando descubrimos que, según el gobierno, las expediciones al norte son para recolectar esa esencia de serpiente, pero que esas selvas no son precisamente las del país en cuestión, sino las del vecino, que no se muestra muy de acuerdo en esa intrusión territorial.
El relato completo lo pueden leer en el enlace al pie de esta reseña. Comprobarán así que lo que parece una humorada (y lo es: una humorada sangrante en su sarcasmo, en su sátira de los métodos de control social) va desembocando cada vez más en una fábula sobre el material y las motivaciones con las que se hacen las guerras. Porque en definitiva, el lector avisado descubrirá que todo ello no es sino una excusa para justificar ante la población y a la vez mantenerla ignorante de que el auténtico motivo es un conflicto territorial.
A partir de aquí, sólo cabe hacer una lectura poliédrica del relato, parándose en la ironía y el humorismo de la situación, pero a la vez aceptar la invitación a pensar que nos hace Cortázar sobre si los motivos de cualquier cosa propuesta por los estados (el mismo Cortázar hubiera escrito Hestado, quizá) son reales o sólo una ficción absurda para el adormecimiento de conciencias. En este sentido, es programática la frase inicial del relto: «Ninguno de nosotros recuerda el texto de la ley que obliga a recoger las hojas secas, pero estamos convencidos de que a nadie se le ocurriría que puede dejar de recogerlas».

En Los Relatos 1.Ritos
Alianza Ed., Col. El Libro de Bolsillo
Madrid, 1976 [1967]

Originalmente integrante de La Vuelta al Día en Ochenta Mundos

Texto de Con Legítimo Orgullo

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Europa Europa, de Agnieszka Holland

SESIÓN MATINAL 

(Europa Europa); 1991

Dirección: Agnieszka Holland; Guión: Agnieszka Holland, basado en el libro de Salomon Perel; Intérpretes: Marco Hofschneider (Salomon "Solly" "Salek" Perel / Josef "Jupp" Peters"), Julie Delpy (Leni), André Wilms (soldado Robert Kellerman), Ashley Wanninger (Gerd), Hans Zischler (capitán Von Lerenau), Klaus Kowatsch (Schulz), Halina Labornaska (madre de Leni); Dir. de fotografía: Jacek Petrycki; Música: Zbigniew Priesner; Diseño de producción: Allan Starski; Montaje: Ewa Smal.

Basado (en teoría) en el libro de Salomon Perel (que aparece al final de la película recitando un poema) que narra las vivencias de éste durante la Segunda Guerra Mundial, la historia, que parece increíble pero perfectamente plausible en una época confusa, es la de Salek Perel, hijo de una familia judía alemana que tras la Noche de los Cristales Rotos decide emigrar a Polonia para evitar el nazismo. Cuando estalla la guerra, el muchacho es enviado hacia el este para evitar a los alemanes, sólo para caer en manos de los rusos, que han invadido el este de Polonia gracias al pacto germano-ruso.
En el recién conquistado terreno ruso, Salek será enviado a un orfanato, donde será adoctrinado y se convertirá en un buen "komsomolets" de acuerdo a la ortodoxia comunista.
Pero el tren de la historia sigue su marcha, y cuando se desata la guerra entre Alemania y Rusia, Salek, para evitar ser identificado como judío, se inventa la historia de que es un alemán (Josef "Jupp" Peters) huérfano que, al ser invadida la parte oriental de Polonia, fue enviado a un orfanato comunista. Gracias a que sabe alemán y ruso, se convierte en intérprete de campaña de la compañía del ejército alemán, y casi casi se convierte en héroe de guerra. Gracias a esto, se abre la perspectiva de ser adoptado por el capitán de la compañía, y la certeza de ser enviado a la academia de las Juventudes Hitlerianas para ser convertido en uno de la élite del futuro alemán.
Dejando aparte de si todo es cierto o no, y de si se cuenta tal y como sucedió, lo cierto es que a Salek / Jupp se le plantea continuamente la disyuntiva de no saber quién es realmente, si el judío que está marcado y circuncidado de por vida, el buen comunista, o el perfecto alemán que sería según todas las apariencias salvo por el hecho de no ser ario.
Por descontado, la metáfora es todavía más importante, y es que en paralelo a este desconcierto de Salek existe la incertidumbre de saber qué era Europa en aquel momento, qué quería ser, qué le dejaban ser y qué podía ser y devenir realmente.
Como ironía final y extrafílmica, y tal vez reflejando que esta Europa de hoy todavía no sabe qué quiere ser de mayor, mencionar la fuerte protesta que se produjo en los medios cinematográficos y culturales alemanes cuando la película no fue seleccionada por el comité alemán para ser enviada a los Oscar a la mejor película de habla no inglesa, una decisión que se creyó respondía más a criterios políticos que no cinematográficos.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Kenny Barron en el Bradley's de Nueva York

Un concierto de piano a trío por lo general promete un ambiente relajado, propicio a escuchar pausadamente y con atención, y eso es lo que el gran, pero realmente grande, Kenny barron nos ofrece y podrán ustedes percibir nada más empezar esta actuación. Pero no se confíen; hay también un swing indescriptible, y unas piezas tocadas a tiempo rápido que son verdaderamente excitantes. Barron se halla muy bien acompañado aquí, con un contrabajista que merece la pena escucharse, Ray Drummond (llamado "Bulldog" no sólo, como dice el Cifu, por su cara, sino porque el cine americano ha dado un personaje en los años 20 que fue enormemente popular, el aventurero / detective Bulldog Drummond; con el apellido de Ray, el juego de palabras entre el personaje y el músico estaba servido); y el bueno de Ben Riley a la batería. Lo de bueno no es calificativo de su manera de tocar, puesto que es algo más que eso. Lo digo porque fue acompañante habitual de Thelonious Monk, y en los vídeos que he podido verle muestra una paciencia y comprensión de la música de Monk (y de sus excentricidades) fuera de lo común.
El caso es que Barron toca. Y toca un montón. Y muchísimo más que bien. Lo de escuchar con atención y calma un concierto de piano a trío es cierto, pero esa atención se verá recompensada con bastantes sorpresas. Porque barron no sólo es un gran intérprete. también es un músico enorme, y hay veces en que ustedes percibirán auténticas diabluras sobre el teclado, pasajes en los que se preguntarán cómo podrá salir de ellos Kenny Barron. Pues sale con bien, por la puerta correcta y a lo grande. Todo ello sin florituras innecesarias.
El programa se compone de You Don't Know What Love Is; The Only One, un homenaje a Thelonious Monk y muy en su aire; Shuffle Boil, a piano solo; Un impresionante Well You Needn't, con intervenciones magistrales por parte de todos, Barron, Drummond y Riley; Solar; Alter Ego; Everybody Loves My Baby; y Canadian Sunset, que quedará incompleto por el final del programa, pero del que se escucha el solo de Barron entero.
Una actuación magistral, un concierto antológico, uno de los mejores recitales de piano que se puedan escuchar en jazz; una delicia, en suma. Atentos a las explicaciones del Cifu, que les situarán en su contexto los intérpretes y la música. Que ustedes lo disfruten.

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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The Soft Whisper of Midnight Snow, de Charles de Lint

Los es critores anglosajones descubrieron hace tiempo que los elementos que son centrales en el realismo mágico latinoamericano son perfectamente extrapolables a cualquier otra ficción y resultan igualmente útiles.
El canadiense (en realidad nacido en Holanda, pero desde hace muchos años viviendo y trabajando en canadá) Charles de Lint fue uno de los autores que adoptó este postulado con más fervor, y prácticamente toda su ficción se mueve en un contexto moderno, pero utilizando los elementos mágicos principalmente surgidos de la tradición popular (de la que Canadá, con su trasfondo indígena, va sobrado).
El Suave Sussurro de la Nieve de Medianoche es uno de estos relatos.
Una pareja, la pareja perfecta a ojos de todo el mundo, está construyéndose una casa en uno de los parajes que son frecuentes en canadá: cercano al pueblo, pero inmerso en la naturaleza salvaje. Una casa que ya tiene los cimientos y que promete ser antológica, puesto que será fruto de la unión de un arquitecto y una pintora. Pero sucede que un día, sin ninguna explicación, el arquitecto desaparece. No sin dejar rastro, puesto que vacía la cuenta comunitaria. Sencillamente, no ha dado ningún tipo de explicación y se ha evaporado de la faz de la tierra y, sobre todo, de la vida de Tomi.
El período que sigue es sombrío. Viviendo en soledad en la cabaña cercana a los cimientos, todas las dudas del mundo se hacen presentes en la mente de la mujer.
Lo que es más, empieza a tener "visitantes nocturnos", unas presencias oníricas que en forma de sombra pueblan sus noches. O no tan oníricas, puesto que a veces encuentra algún rastro de su presencia: una pluma de cuervo, algo de nieve...
Un día, conduciendo a casa desde el pueblo en medio de una ventisca, Tomi sufre eun accidente. Sale del automóvil y empieza a caminar, pero el cansancio o el shock la vencen, y se despierta frente a lo que el lector puede identificar como un auténtico chamán: un indio con toda la regalía del hechicero, que la contempla fijamente y que es identificable con la silueta de sus sueños. Allí, Tomi recibe una mínima revelación sobre el arte del dibujo, al que hay que insuflar vida. Pero en realidad, esta escena puede que haya sido una visión. Puesto que quien ha encontrado a Tomi en la carretera y la ha llevado a casa ha sido el conductor de la quitanieves, eso sí, habiéndola visto por fortuna de pie antes de que se cayera. ¿O no se ha caído y lo que ha visto el conductor era la visión del chamán? Poco importa. Tomi ha recuperado las ganas de expresarse con su arte y comprende que el secreto está en insuflar vida a sus dibujos, algo que sólo puede hacer si hay vida dentro de ella.
Por descontado, este resumen puede sonar banal, pero la imaginería de de Lint es algo a tener en cuenta. Tanto da si el relato es realmente fantasía o no. En cualquier caso el resultado es el mismo, y Tomi puede contar con una presencia benéfica, sea ésta fruto de su imaginación o real, una presencia que la ayuda a tomar la decisión correcta. hemos hablado de imaginería, y no es menor para la construcción de este realto: unos cimientos de un edificio que ya se están viento recuperados por la vegetación, las nevadas desolaciones del Canadá, la presencia intangible de algo más que el clima, una especie de espíritu de la nieve o del viento, una sensación que cualquiera puede experimentar en paisajes similares, todo ello está aprovechado para su efecto y para transmitirnos los estados de ánimo de la protagonista.
No conozco demasiado más de Charles de Lint, y habría que ver cómo se desenvuelve en la novela, pero su comprensión de cómo funciona el mecanismo de intrusión de la fantasía en la realidad es total, y promete grandes logros.

En Demons & Dreams. The Best Fantasy and Horror 2
Legend / Random Century
Londres, 1990 [1988]

Página web del autor Charles de Lint

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Un Encuentro, de Arkady Averchenko

Averchenko es uno de esos autores que figura en la larga tradición humorística y satírica de la literatura del centro y el este de Europa. Como corresponde a un buen humorista, no fue bien visto por el poder. Cualesquiera que fuera éste. Así, sufrió persecuciones durante la época zarista y, llegada la revolución bolchevique, tuvo que exiliarse  para salvar la piel. Una de las máximas de los totalitarismos es "aquí no estamos para bromas".
Por descontado, esta costumbre malsana (según las autoridades) de disparar contra todo lo que se mueve no ha contribuido ni a su popularidad ni a su presencia en el panorama literario.
Es lástima, porque en la antología de la que proviene este Un Encuentro no existe un solo relato que no provoque, como mínimo, la sonrisa.
Como anuncia el título, este relato se basa en un encuentro fortuito en la calle. (Pueden ustedes leer el relato completo en el enlace al pie de esta reseña.) Un escritor y periodista es detenido por un individuo que se lanza de inmediato a elogiar con entusiasmo el último artículo del sorprendido autor. Como suele suceder, no acaba de ubicar de dónde y porqué conoce a este hombre que tanto aprecia sus escritos. Y lo que es más, que conoce a la perfección la vida cultural, puesto que empieza a citar y alabar las producciones de varios otros autores.
Hay un detalle discordante que percibe el lector, no obstante; todos aquellos que cita este admirador no reconocido han sido procesados y condenados a prisión por sus escritos.
«[...] ¡Eso es poesía! ¡No lo que escriben hoy la mayoría de nuestros poetas! El fuego sagrado se ha extinguido. La juventud se entrega al cubismo, al futurismo... ¡Es una triste época la nuestra!
»─Yo creo que Ichmetiev no será condenado.
»─Se engaña usted, amigo mío. Sin un añito de cárcel no se escapa.
»─Sus amigos hemos tratado, en vano, de conseguir su libertad provisional.
»─Me he opuesto yo a que se le conceda...
»─¿Usted? ─interrumpió Toporkov, creyendo no haber oído bien.
»─¡Yo, claro! No se puede dejar en libertad a un hombre que ha escrito unos versos tan atrevidos. Yo no hubiera consentido nunca...
[...]
»─¿Pero usted quién es? ─exclamó Toporkov, cuyos nervios estaban tensos como las cuerdas de un violín.
»En los labios del viejo se dibujó una sonrisa picaresca.
»─¿No me ha reconocido usted, hombre de Dios? ¡Soy el fiscal del Tribunal Supremo! Hace tres años le denuncié a usted por su artículo "El régimen agonizante". Le defendió a usted un gran abogado, Iván Petrovich Rudakov, y lo hizo con tanta elocuencia que, lo confieso, temí que fuera usted absuelto. Pero si Rudakov es un abogado de talento, yo no soy un fiscal de tres al cuarto, ¡je, je, je!, y logré que le condenasen a usted a un año de prisión.»
El clímax del relato está servido, pero también la ironía suprema: que el censurado se encuentre con el censor y que éste, además, sepa apreciar lo que se censura. En un solo golpe humorístico Averchenko nos muestra desnudos los mecanismos del poder y de la censura, la aniquilación sistemática que hace de lo valioso por mor de la conservación del sistema; la impotencia del autor que, como puede comprenderse, ya no dispone ni de la razón para defenderse, puesto que la razón se la da hasta el fiscal, pero que se enfrenta a un mecanismo que funciona con sus propios supuestos, en los que no se incluyen ni la belleza, ni el buen sentido, ni la inteligencia, sino que se mantiene mediante una arbitrariedad dirigida.
Y, por descontado, se nos presenta un escritor que sabe que, después de este encuentro con el fiscal y de recibir esas alabanzas por su parte, será procesado...
Averchenko construye el relato desde la extrañeza lógica inicial haciéndolo crecer y entrar en el enigma hasta provocar la explosión final que deja al protagonista y, por ende, al lector, desconcertado, desolado, abandonado en un mundo absurdo que, sin embargo, por su propia crueldad, no puede ser sino real.

En Cuentos
Espasa -Calpe, col. Austral
Madrid, 1977 [191?]

Texto en castellano de Un Encuentro

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La Mujer Alta, de Pedro Antonio de Alarcón

Pedro Antonio de Alarcón fue uno de los pocos cultivadores del género fantástico en España durante el siglo XIX. En efecto, dentro de ese magro panorama en el cual se encuentran un puñado de autores y de relatos, Alarcón destacó por ser el primer escritor de habla hispana que se ocupó de Edgar Allan Poe y porque sus incursiones en el género (unas incursiones a veces muy peculiares, como veremos) fueron afortunadas y no meros pastiches.
En La Mujer Alta nos encontramos con un relato que parece en la línea de las historias de fantasmas inglesas con elementos de imaginería del más puro estilo Poe, pero con una figura que es creación propia de Alarcón. En efecto, muchas veces el fantástico español de la época se basó en leyendas medievales, consejas populares, figuras del folklore, etc. No aquí, donde no sólo el autor nos sitúa en el espacio contemporáneo, sino que inventa una figura que, si bien tiene reminiscencias con otras presentes en la imaginería tradicional, como las portadoras de muerte, o las aojadoras, tanto por forma como por estilo es completamente creación de Alarcón.
La historia (que pueden ustedes leer en el enlace al pie de la reseña) es la de un amigo del narrador que se encontró un día con una mujer muy alta, de aspecto tétrico: «Lo primero que me chocó en aquella que denominaré mujer fue su elevadísima talla y la anchura de sus descarnados hombros; luego, la redondez y fijeza de sus marchitos ojos de búho, la enormidad de su saliente nariz y la gran mella central de su dentadura, que convertía su boca en una especie de oscuro agujero, y por último, su traje de mozuela del Avapiés, el pañolito nuevo de algodón que llevaba a la cabeza, atado debajo de la barba, y un diminuto abanico abierto que tenía en la mano, y con el cual se cubría, afectando pudor, el centro del talle.»
No se puede negar que es una descripción atrevida en un género que suele operar más por lo no visto que por lo mostrado. Y es una que acepta un riesgo, como es el diluir el efecto terrorífico. Sin embargo, Alarcón maneja la situación con maestría (para la época, claro), y hace de este ser descrito un vehículo de inquietud. Puesto que esta presencia que parece seguir al protagonista no anuncia sino desgracias en forma de muerte de los seres queridos del que parece ser enemigo de la mujer.
Como relato de género es notable. Como relato además enclavado en una tradición tan realista como es la española, es inusitadamente eficaz. Como creación de un ser sobrenatural propio, es un hallazgo. En cualquier caso, es uno de los mejores relatos de fantasmas españoles del siglo XIX, uno que merece entrar con honores en las antologías del género.

En Narraciones Inverosímiles
Ed. Bruguera, col. Libro Amigo
Barcelona, 1982 [1881]

Texto de La Mujer Alta

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Nadie Puede Vencerme, de Robert Wise

SESIÓN MATINAL 

(The Set-Up); 1949

Director: Robert Wise; Guión: Art Cohn, basado en el poema de Joseph Moncure March; Intérpretes: Robert Ryan (Stoker), Audrey Totter (Julie), George Tobias (Tiny), Alan Baxter (Little Boy), Wallace Ford (Gus); Dir. de fotografía: Milton Krasner; Dirección musical: Constantin Bakaleinikoff.

El cine de Hollywood creó un subgénero peculiar, como fueron las películas de boxeo, de las cuales ha dado grandes obras. Bueno, pues he aquí una pequeña joya, no demasiado conocida y sin duda perjudicada por el estúpido título que se le puso en español en su día (El original, The Set-Up, quiere decir más o menos la trampa, la componenda, el tongo).
Uno tiene la tentación de decir que sigue la tradición de Solo ante el Peligro en su tratamiento unísono de la acción (los 72 minutos de filme se corresponden casi exactamente con la hora en que transcurre la historia, marcada repetidas veces por los relojes, y subrayada por la imagen de un reloj callejero en las escenas inicial y final), pero la sorpresa es que esta película es de 1949 y Solo ante el Peligro es de 1952, de modo que, crédito a quien se debe dar, no constituye una emulación sino un avance.
La historia es muy simple, casi minimalista: el mánager de Stoker, un maduro boxeador que ya se arrastra, para desesperación de su novia de toda la vida, por los circuitos de combates secundarios, ha arreglado un combate para que Stoker pierda a partir del segundo asalto, pero no le ha dicho nada al boxeador, en primer lugar para quedarse con todo el soborno y en segundo, seguro de que Stoker, que ya está en el ocaso de su carrera, perderá. Sin embargo, Stoker tiene un orgullo de competidor, es un auténtico boxeador de la vieja escuela, y reciba el castigo que reciba, está dispuesto a darlo todo en el ring. Incluso cuando a medio combate el mánager le diga que debe tirarse a la lona, Stoker no está dispuesto a ello. Pero claro, el problema es que Little Boy, el promotor de su oponente, no está acostumbrado a pagar y que después no cumplan lo pactado.
Lo que la convierte en una joya es una gran interpretación de Robert Ryan, un actor demasiado encasillado y que era mejor de lo que la gente piensa; un sentido crítico agudo con un "deporte" que en estos circuitos es mucho menos que eso, sobre todo en los planos que dedica del público jaleando a los luchadores, y que hace que los que están en el ring sean seres humanos mientras los espectadores se convierten en bestias; y una producción que, aunque está lastrada por el rodaje íntegramente en estudio, adquiere un ambiente de decadencia y suciedad que transmite todo un sentimiento moral, lo que emparenta a la película con el género noir, al que muchas veces se la ha incorporado.
Un ejercicio de brevedad tremendamente intenso, muy bien filmado y dirigido, espléndidamente fotografiado y que hace de esta película un clásico menor que reivindicar.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Thelonious Monk Septiembre 1954

Nos reencontramos con la música del genio del jazz Thelonious Monk, y lo hacemos en una sesión a trío con el gran Percy Heath al contrabajo y el cómplice Art Blakey a la batería. Escucharemos Nutty, una de las composiciones de Monk más conocidas; Just a Gigolo, interpretada a piano solo; Work; y Blue Monk, uno de los geniales blues compuestos por Thelonious.
Les sigo llamando la atención al respecto de que es necesario hacer una cierta abstracción para entender la revolución que representó en su época la música de Monk, la extrañeza que provocó incluso entre los propios músicos de jazz. Hoy día, muchos de los elementos innovadores que Monk empleó han sido incorporados al jazz (ciertamente no con tanta intensidad como Monk los usaba), por lo que muchas de las "sorpresas" que contienen su grabaciones ya no nos lo parecen tanto. Sin embargo, en la época constituían toda una revolución, un modo de encarar la música desconocido y extraño, pero que todos coincidían que era, dentro de su rareza, uno que abría unos campos armónicos inéditos hasta el momento. Por eso, si ustedes son neófitos en el jazz, la audición de cualquiera de sus temas debe resultarles extraña, difícil tal vez, pero gratificante como pocas cosas hay en la música contemporánea, porque pueden percibir las audacias formales y estilísticas de este genio.
Después encontraremos a Monk mano a mano con otro de los genios que ha dado el jazz, el saxo tenor Sonny Rollins, acompañado de Tommy Potter al contrabajo y del magnífico Art Taylor a la batería.
La relación Rollins / Monk es una que daría para varios estudios. Ciertamente Monk apoyó y aconsejó a Rollins, hasta el punto de que éste dijo que Thelonious había sido como un padre para él, pero Rollins, si algo han escuchado de su música, es capaz de recibir influencias, pero nunca de mimetizarlas. Tiene su estilo propio, siempre lo ha tenido, de modo que esta colaboración con Monk no puede entenderse como un mero acompañamiento. Escucharemos I Want to Be Happy; The Way You Look Tonight; y More Than You Know. Suficiente como para disfrutar del encuentro entre dos colosos que compiten, cada uno en su estilo, en inventiva e improvisación.
Como siempre, atentos a los comentarios del Cifu que sitúan la obra y los personajes en su lugar preciso.

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Quebrado como un Duendecillo de Cristal, de Harlan Ellison

La capacidad de polémica de Harlan Ellison es legendaria. Ha estado a la contra de casi todo, editores, productores, lectores... de quien se haya puesto por delante. Claro que sus polémicas no son para escandalizar, sino para expresar sus puntos de vista con la rotundidad que acostumbra. En el caso de este relato, el propio Harlan dice: «es uno de los que provoca mayores reacciones cuando lo leo en charlas en las universidades, y los drogadictos siempre están recriminándome el haberlo escrito. Pero no tengo tiempo para comentar las razones de ello y, además, creo que ya he perdido todo interés en ese comentario. Así que mejor lean el relato».
Los escritores de ciencia ficción que han escrito sobre la experiencia psicodélica o la han empleado intensamente en su ficción son numerosos: Michael Moorcock, Philip K. Dick, Brian Aldiss, Philip José Farmer, etc. No es de extrañar si tenemos en cuenta que la gran revolución en el género que supuso la aparición de la Nueva Ola, o la Ficción Especulativa, coincidía con la época en el que la escritura mediante la alteración d elos estados de conciencia era una moda que dominaba la escena de las letras, independientemente de los géneros. Pero escribir en contra de las drogas no era en absoluto corriente, y es lo que hace Ellison en este relato, que pueden leer en el enlace al pie de esta reseña.
No lo traigo aquí por su temática precisamente, sino como demostración de la capacidad de Ellison para ir contracorriente, porque es un buen ejemplo de la imaginería que acostumbra a utilizar (y que tan denostada y parodiada ha sido) y porque en el repaso de las ficciones de Ellison, que es autor que gusta al que escribe, hemos visto al Harlan reivindicativo, al Harlan social, al Harlan con mensaje, al Harlan estético y quedaba por ver estos aspectos del autor que les he apuntado con anterioridad.

(Shattered Like a Glass Goblin)

En revista Nueva Dimensión nº 29
Eds. Dronte
Barcelona, 1972 [1968]

Texto en castellano de Quebrado como un Duendecillo de Cristal

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Yzur, de Leopoldo Lugones

Dice Borges: «Es evidente que sufrió el influjo de Edgar Allan Poe y de Wells, pero esos textos estaban al alcance de todos y sólo Lugones escribió Yzur».
Sólo Lugones, en efecto, logró seguir a los maestros fundadores de los géneros y aportar en este relato un final tan desgarrador,  tan emotivo, tan preciso en su objetivo y en su logro como para construir un cuento que hace que se le tenga que considerar imprescindible.
Lugones, cuya biografía e intereses son inabarcables, se ve perjudicado en su obra por el hecho de que era un pionero que escribía cuando el género (casi cualquier género: el fantástico, el terror, la ciencia ficción, el realismo mágico) apenas tenía sus cimientos puestos y luchaba por encontrar su forma estilística. Así, muchas veces se detiene en prolijas explicaciones científicas, muy del gusto para la época, con el objetivo de la "verosimilitud". Aun así, sus relatos tienen la potencia a veces del genio, a veces de la inventiva, a veces de la poética.
Se hace más atemporal en los cuentos que prescinden de estos artificios y se mueven en lo mítico, lo legendario, lo telúrico indígena o lo bíblico.
En Yzur (que pueden ustedes leer completo en el enlace al pie de esta reseña), la frase rectora del relato es «Los monos fueron hombres que por una u otra razón dejaron de hablar». Con ese inquietante (pero estimulante) supuesto, encontramos a un hombre que se esfuerza por enseñar al chimpancé Yzur a recuperar el habla. Las explicaciones técnicas de las que les hablaba están presentes, pero sea por el tema, sea porque, en el fondo, son totalmente comprensibles (¿quién no ha enseñado a hablar a un niño?), en este caso no perturban la marcha argumental, sino que contribuyen a marcar el paso del tiempo en el aprendizaje de Yzur.
Dice Borges que el estilo utilizado tiene una "deliberada sequedad no exenta de contenida pasión". Tiene razón, pero yo acentuaría el hecho de que esa pasión contenida se desata llegado un punto del relato, cuando el investigador tiene noticia de que Yzur habla, pero a solas. A partir de entonces empieza la auténtica escalada de emociones que culminan en un final perfecto.
Muchas interpretaciones se pueden dar a ese final. Yo me quedo con la íntima de asistir a un clímax, a la vez triunfo y supremo fracaso, a un momento de comunión que es premio y castigo (castigo eterno, me gusta pensar) para el investigador. A un momento en el que el protagonista ya no es el científico, sino el lector, cualquier lector.

En La Estatua de Sal
Eds. Siruela, col. Biblioteca de Babel
Madrid, 1985 [1906]
Selección y prólogo de Jorge Luis Borges

Texto completo de Yzur

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El Balcón, de Virgilio Piñera

Irónico, irreverente, jugando siempre con lo fantástico o lo surreal (no en vano fue uno de los impulsores de la traducción / versión de Ferdydurke de Gombrowicz durante la estaancia de éste en la Argentina), Virgilio Piñera es un gran desconocido en España cosa que es de lamentar; y me atrevería a decir que es también un desconocido en Cuba. Durante décadas estuvo en el ostracismo, tanto por sus diferencias políticas con el régimen cubano como por su orientación sexual. Como nunca es tarde para rectificar, este año en Cuba celebran el centenario de su nacimiento con un "año virgiliano". Nos alegramos.
No me voy a extender en el comentario sobre este cuento (que en los lejanos años ochenta era lo único que se podía encontrar en los estantes de las librerías españolas escrito por Piñera; por fortuna también, la situación  ha cambiado), ya que lo pueden leer en el enlace al pie de esta reseña.
Baste decir que es un relato perfectamente trazado, con su punto de ironía, su crítica soterrada a la fe y a los movimientos de masas y un final sorpresa, enormemente cáustico, que puede descolocar al lector, pero que se convierte en la clave de todo el cuento.
En cualquier caso, les recomiendo encarecidamente frecuentar a Virgilio Piñera, un autor que en vida mereció mejor difusión y que debería tener el derecho de figurar entre los mejores escritores de habla hispana.

En Cuentos Cubanos (originalmente Cuentos Cubanos de lo Fantástico y Extraordinario)
Ed. Laia, col. Literatura
Barcelona, 19743 [1956]
Selección de Rogelio Llopis (no citado)

El texto de El Balcón se puede leer online en este enlace
Portada y sinopsis de Cuentos Fríos, editado por Cátedra

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The Rocky Horror Picture Show, de Jim Sharman

SESIÓN MATINAL 

(The Rocky Horror Picture Show); 1975

Director: Jim Sharman; Guión: Richard O'Brien, Jim Sharman, basado en la obra The Rocky Horror Show de Richard O'Brien; Intérpretes: Tim Curry (Dr Frank-n-Furter), Susan Sarandon (Janet Weiss), Barry Bostwick (Brad Majors), Richard O'Brien (Riff Raff), Patricia Quinn (Magenta), Little Nell (Columbia), Jonathan Adams (Dr Everett V. Scott), Peter Hinwood (Rocky Horror), Meatloaf (Eddie), Charles Gray (El criminólogo); Dir. de fotografía: Peter Suschitzky; Música: Richard O'Brien; Diseño de producción: Brian Thomson; Montaje: Graeme Clifford.

Sí, la película de culto por excelencia. Tataremos de ello más adelante, pero no sólo de eso.
Lo mejor que tiene The Rocky Horror Picture Show es que se trata de una película tan peculiar que creó sun propio género, uno en el cual es la única especie representada. Porque, en efecto, y por un conjunto de circunstancias, voluntarias unas, casuales otras, no hay una película similar a esta.
Los adjetivos con que se la califican van desde "sublime" a "grosera", pasando por "sofisticada" y "vulgar", y prácticamente encontrarán toda la gama de pareceres referidos a ella. Pareceres a menudo veces condicionados por la ideología del comentarista. En realidad, el secreto para ver Rocky Horror es suprimir todo tipo de prejuicios y dejarse llevar. No por el argumento, que es casi inexistente y voluntariamente ridículo (al fin y al cabo, y como anuncia la canción inicial Science Fiction / Double Feature, se trata de una parodia / homenaje a las películas de serie B de ciencia ficción), sino por el espectáculo y el tono general, lo que los ingleses denominan "humor", en el sentido de estado de ánimo. Si así lo hacen, la experiencia puede resultar gratificante, como me lo resulta a mi.
A pesar de lo dicho sobre su argumento endeble, no se trata de una película que no aporte mensajes: la libertad sexual, la ruptura de convenciones, la experiencia del caos en la vida y su atracción, la represión de las libertades, etc. Todos ellos figuran en el film, pero sin agitar banderas frente al espectador, sino como parte natural de la misma.
Y, sobre todo, representa una experiencia visual y musical. Visualmente, Rocky Horror no surge de la nada. Son obvias las influencias estéticas de la factoría Warhol (y son unas estéticas que, pasadas, precisamente por esta película, pueden encontrarse en otras producciones, como algunos filmes de Almodóvar), pero lo que hicieron los miembros del equipo fue reconcentrarlo todo en sí mismo. Pueden haber elementos de todo tipo, pero todos ellos contribuyen a proporcionar una estética propia a la película, sin influencias externas. La única referencia temporal es la alocución dimisionaria de Nixon, escuchada de fondo, pero incluso esa referencia (que por cierto es débil y pasa desapercibida en cualquier versión doblada) es mínima; ningún elemento de la moda de la época, por ejemplo, se halla presente en la película. Todo, vestuario y decoración, es compuesto para la película, con una idea estética entre kitsch y camp que resulta autoparódica, lo cual es muy saludable.
En realidad, esta reconcentración es lo que hace a la película ser lo que es. La hace intemporal, pero también la hace suceder en un mundo propio, donde cualquier ley lógica queda en suspenso mientras vemos a los protagonistas regirse por unas normas que no son aquellas a las que estamos acostumbrados.
Y llegamos a la cuestión del fenómeno de Rocky Horror Picture Show en las sesiones golfas. ¿Por qué se produce esto? Por la propia sencillez de la película. Es fácil viajar a un mundo que tiene mucho de país de Oz, a una tierra de fantasía donde, según se nos explica, el goce es una experiencia y la experiencia un aporte al individuo. Pero además la película es entendida muy bien por los espectadores, que la ven como lo que realmente es, un baile de máscaras (incluso los trajes "normales" de Janet y Brad son los de una mascarada como es siempre una boda; y el del investigador es un traje decimonónico, como corresponde a un buen émulo del doctor Van Helsing). De ahí que acudan disfrazados; y que la película les proporcione la ocasión de actuar según sus gustos, repitiendo en la sala las frases que se pronuncian en pantalla, hasta el extremo de que resultan inaudibles, ahogadas por las de los "actores" de la platea. La variedad de personajes y situaciones permite que estas sesiones se conviertan en una representación, un juego coral.
Por lo anterior, comprenderán que The Rocky Horror Picture Show desafía toda crítica. Por ello les reitero mi consejo: déjense llevar cuando la vean. Y disfruten. Está hecha para eso.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Art Pepper en el Maiden Voyage de Los Ángeles

Un saxo alto excepcional en una actuación enorme celebrada en el Maiden Voyage de Los Ángeles poco antes de su muerte. Art Pepper fue un saxofonista realmente entre los grandes del jazz, y no sólo por sus interpretaciones, sino por sus composiciones, como tendrán ocasión de comprobar en esta actuación.
Lo acompañan gente tal vez de poco renombre, pero que merece la pena escuchar y atender, porque realizan un trabajo que va de lo impecable a lo espléndido: George Cables al piano, David Williams al contrabajo y Carl Burnett a la batería.
Para marcar diferencias, y a la vez reconocer al padre fundador, la actuación se abre con Donna Lee, una composición de Charlie Parker que Pepper toca de manera original, impecable y a todo gas, incluyendo un falso final que es un guiño risueño a los espectadores. Acto seguido la emprende con una balada, What's New, que es de lo más sentido que se puede escuchar, y que mucha gente tendría dificultades en reproducir, porque para tocar baladas no hace falta sólo técnica, sino cosas que no se enseñan en la s escuelas de música. Seguirán después cinco composiciones del propio Art Pepper: un Landscape bien ensayado, como pueden ver por el unísono entre Pepper y Cables; acto seguido, un Valse Triste, una pequeña delicadeza pero con esa intensidad que Pepper imprimía a todo lo que tocaba; llegamos a Yhank You Blues, un auténtico blues arrastrado, quintaesencial; atentos a la intervención de David Williams al arco. Un uevo vals, Road Waltz; entonces, una composición dedicada a Freddie Hubbard, For Freddie; la preciosa balada But Beautiful y Mambo Koyama cierran la emisión. Como siempre, presten atención a los comentarios del Cifu, que acompañan perfectamente a la música de uno de los más grandes saxofonistas del jazz.

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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El Submarino, de Clifford Ashdown (Richard Austin Freeman)

Sé que para hablar de los rivales de Sherlock Holmes, volumen del cual procede este relato, antes hubiera debido ocuparme del habitante del 221b de Baker Street; bueno, prometo enmendarme y hacerlo en un futuro, aunque casi nadie requiere la recomendación de este reseñista para descubrir y/o disfrutar de las historias de Conan Doyle.
El escritor Richard Austin Freeman, que empleó para algunas de sus obras el pseudónimo Clifford Ashdown, reclamaba para sí la paternidad de la historia inversa de detectives; estamos en los subgéneros de los subgéneros de los géneros aquí, y él la definía como aquella que plantea el crimen, incluso el autor del mismo, desde las primeras páginas, siendo el resto el esfuerzo del detective por descubrir al culpable. Doctores tendrá esta particular iglesia criminal para determinar si eso es cierto o no.
Reivindicaciones aparte, sus relatos, poco conocidos hoy en día, tienen cierto atractivo, que comparten con los del mucho más aventajado Conan Doyle. Sus ambientes son muy reales, casi siempre el Londres de la época, un Londres que es posible visitar y "sentir". Sus detectives son originales. Los crímenes, los que era posible esperar en la época en la que se vivía en el postvictorianismo y se entraba en el siglo XX. Sus resoluciones tienen mérito. Tal vez carecen del toque del genio, ese que ha convertido a Sherlock Holmes en un arquetipo tan potente que resulta una figura mítica incluso para aquellos que no han leído sus historias, no han visto las películas o series y no tienen otra referencia que las indirectas.
En el caso de El Submarino [es extraña la obsesión de la época por la navegación submarina y por su uso como arma total, un tema que merecería un estudio] el argumento se lo pueden imaginar. El protagonista sorprende una conversación en la cual un delineante de los astilleros ofrece vender los planos del submarino británico, en este caso no a una innominada potencia europea, como suele ser en estos casos, sino a los franceses.
Por mucho que el tema ya sea hoy reurrente, el tratamiento no lo es. El protagonista, Romney Pringle (residencia en el 33, Furnival's Inn (a la izquierda conforme se entra viniendo de Holborn)), que gusta de disfrazarse, tiene como tapadera común la de agente literario. Se trata de un total amateur, que trabaja sin contacto con Scotland Yard y que es hombre de recursos. El mismo hecho de cómo descubre este complot, en un restaurante francés del Soho, haciéndose pasar por inglés que no sabe ni una palabra de francés y escuchando por pura vocación las conversaciones de la mesa vecina, ya tiene un punto de autoparodia que resulta saludable.
Por desgracia para Pringle, pocos días después tropieza con un francés que le pide una dirección y él se la da en francés, mientras un poco más lejos está el agregado naval que estaba en el restaurante (no precisamente la escena más creíble del mundo criminal, pero en fin, alguna concesión hay que hacer).
A partir de entonces se organiza un seguimiento de Pringle que puede poner en peligro su vida, y en estas páginas que suceden en Londres es donde Ashdown se luce; yo he estado en Londres, y puedo trazar estos pasos de la persecución como si las viviera.
Pero este seguimiento compromete el plan que Pringle tiene para frustrar la entrega de los planos, y se necesitará mucho ingenio y habilidad para poder llevarla a cabo. El final es sorprendente.
Como historia detectivesca, de esas que alguien ha denominado "de la época de la luz de gas", no alcanza a las grandes historias de Sherlock Holmes, por descontado. Pero no desmerece ni en intención ni en realización y originalidad ese particular subgénero de los detectives amateurs londinenses, algo que es más difícil de lo que se cree.

(The Submarine Boat)
En Los Rivales de Sherlock Holmes, vol. 1
Barral Editores, col. Ediciones de Bolsillo Serie Negra Policial
Barcelona, 1975 [1902]
Ed. de Hugh Greene

Texto en inglés de The Submarine Boat

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La Casa de Asterión, de Jorge Luis Borges

Uno de esos relatos en los que Borges sublimaba un mito (gran parte de su obra es una perpetua sublimación, es decir, el paso de un estado a otro de forma que parezca que no se ha seguido un orden natural, como cuando se pasa del estado sólido al gaseosos sin pasar por el estado líquido), un mito ciertamente universal, para convertirlo en cósmico.
Quienes conozcan el mito reconocerán en seguida que Asterión es el Minotauro. Aquellos que no evoquen el nombre se apercibirán gradualmente que la narración la efectúa este ser híbrido, a la vez prisionero y centinela, vagabundo confinado y estático, verdugo y condenado.
No obstante, y como acostumbra, Borges trabaja a múltiples niveles. El ser y su esencia son importantes, pero la arquitectura en la que vive también, de ahí el título. «Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. [...] La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo.»
De repente, todo en el relato se vuelve enorme, cósmico. «Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.»
Narrado en primera persona por el ser que se sabe otro pero a la vez único y superior, el laberinto, la casa, se hace prisión abierta, cerrada sólo por la otredad de quien lo habita. Pero uno tiene la impresión que, de no existir los otros, todo el mundo sería casa, laberinto y prisión. Tal vez lo sea, según nuestra visión de minoicos, y la auténtica liberación sea formar parte de los nueve sacrificados cada nueve años.
Es seguro que fue liberación para Teseo, que mató a un minotauro ansioso por su redención, agobiado por la diferencia, la soledad y por la cárcel que para él es lo que cerca el laberinto que es su casa.
Borges tal vez no fue el primero en considerar el punto de vista de lo aparentemente accesorio en los mitos antiguos. En cualquier caso, el pathos que emana de las reflexiones, expresadas en tres páginas y media, de un Minotauro solo que juega a ser «otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa», ese pathos del ansia por el otro y el asco del vacío, es tan enorme que trasciende al mito para alcanzar el sentimiento, tal vez la empatía del lector.

En El Aleph
Alianza Ed. / Emecé, col. El Libro de Bolsillo
Madrid, 19717 [1949]

Texto de La Casa de Asterión

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El Guardagujas, de Juan José Arreola

El genial autor mexicano Juan José Arreola tiene varios padres literarios: Papini, Marcel Schwob... Pero sucede que su producción es inmensamente variada en estilo y temática, de manera que no puede ser adscrita a una corriente. Y, además, Arreola ha llegado a tener un estilo tan propio que se puede afirmar que, bebiendo de todas las fuentes, las ha transformado hasta dejarlas irreconocibles y convertirlas, así cambiadas, en cosa únicamente suya.
Es lo que sucede con El Guardagujas, que escribía Borges era el cuento más popular de Arreola, en el que la primera referencia que nos viene a la cabeza es la de Kafka, pero que pronto descubriremos que cuando Kafka escribía de forma universal, Arreola viaja de lo universal a lo local para entonces, en un trayecto genial, trascender de nuevo a lo universal. Y si Kafka era un autor de lo más serio y angustiado, Arreola casi siempre emplea un humor mordaz, que critica, de nuevo, los usos y costumbres del país para que, al final, el lector comprenda que en realidad esos usos y costumbres no son sino una variación de la demencia humana.
En este relato nos hallamos ante un viajero que desea ir en ferrocarril hasta T. En un país donde la red ferroviaria es excelente, la planificación absoluta, los horarios irreductibles. Todo lo cual estaría muy bien, si no fuera porque «Falta solamente que los convoyes cumplan las indicaciones contenidas en las guías y que pasen efectivamente por las estaciones. Los habitantes del país así lo esperan; mientras tanto, aceptan las irregularidades del servicio y su patriotismo les impide cualquier manifestación de desagrado.
»─Pero ¿hay un tren que pase por esta ciudad?
»─Afirmarlo equivaldría a cometer una inexactitud. Como usted puede darse cuenta, los rieles existen, aunque un tanto averiados. En algunas poblaciones están sencillamente indicados en el suelo, mediante dos rayas de gris. Dadas las condiciones actuales, ningún tren tiene la obligación de pasar por aquí, pero nada impide que eso pueda suceder.»
Acaban ustedes de leer unas de las primeras vueltas de tuerca de este relato. No son las únicas, antes bien, a cada párrafo se produce una nueva que incrementa una carrera hacia el absurdo, hacia un clímax de la estupidez humana, perfectamente organizada y lógica, eso sí, que es como a la humanidad le gusta que sean sus estupideces. Incluyendo una sorpresa final que, después de lo que antecede, no es sino una especie de metáfora de la claudicación del individuo y su integración en la locura colectiva.
Un relato maestro, que pueden leer en su integridad en el enlace al pie de esta reseña, en el que el humor desaforado no hace sino reforzar la perspicacia que muestra su autor en el análisis de los comportamientos humanos.

En Mujeres, Animales y Fantasías Mecánicas
Tusquets Ed., col. Cuadernos Marginales
Barcelona, 1972 [1952]
Selección y prólogo de Jorge Arturo Ojeda

Texto de El Guardagujas

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Begone Dull Care, de Norman McLaren

SESIÓN MATINAL 

(Begone Dull Care); 1953


Concebida y realizada por Norman McLaren; Música: Oscar Peterson Trio.

Una obra maestra de la vanguardia y la imaginación, y una obra maestra del cine en una de sus formas más insospechadas, no existe otra palabra para definir esta película corta más que "fascinante".
Tres piezas de música interpretadas por el trío de Oscar Peterson son ilustradas visualmente por las imágeness abstractas pintadas sobre el mismo celuloide. Es fácil de decir y difícil de hacer que funcione. Pero Norman McLaren, un irreductible innovador, lo consigue; y triunfa porque música e imágenes se complementan y a la vez se sugieren entre sí, con lo que estos cerca de ocho minutos se vuelven una experiencia única y, créanme, gozosa.

Película: En toda su integridad, cortesía del National Film Board of Canada.

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Jazz Porque Sí: Dexter Gordon en el Montmartre de Copenhague Agosto 1964 (II)

Créanme cuando les digo que para preparar estas entradas, escucho estos programas del Cifu cuando los emite, una vez más cuando los descargo y otra para tomar notas. En algunos casos, los escucho más veces. Y uno de los jazzmen en los que soy reincidente es Dexter Gordon. Me sigue asombrando esa aparente facilidad con la que hilvana un discurso musical, sus ideas, su comprensión total de la música. Y, sobre todo, hay algo que se transmite sin verlo, y es que Dexter y sus compañeros disfrutaban tocando.
Nos reencontramos con este mago del saxo tenor, acompañado por los espléndidos Tete Montoliu al piano, Niels-Henning Ørsted Pedersen al contrabajo y Alex Riel a la batería.
Empezamos con una preciosa balada, Where Are You? Preciosa por cómo la toca Dexter, claro, que es algo digno de escucharse una y otra vez.
Seguimos con It's You or No One, a buen ritmo, con especial lucimiento de Niels y de Tete.
Acto seguido, e iniciando la actuación del 20 de agosto, Billie's Bounce, la composición de Charlie Parker, con un gran ritmo marcado por Niels y un desarrollo muy original por parte de Dexter.
Lo dejaremos (son temas largos) con los primeros compases de Satin Doll.
Música para disfrutar, música para encontrar uno de los mejores músicos de jazz de todos los tiempos.

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Game in the Pope's Head, de Gene Wolfe

Buena prueba de cómo Gene Wolfe utiliza los diferentes niveles de significado para integrarlos en sus historias es este título, Juego en la Cabeza del Papa. Una cita inicial nos advierte: "Un sargento fue enviado al Pope's Head para investigar el caso", cita que procede del London Time del 11 de septiembre de 1888, en la cobertura del asesinato de Anne Chapman, una de las víctimas de Jack el Destripador. Leída literalmente dice que un sargento de la policía fue enviado a la cabeza del papa para investigar el asesinato, pero de inmediato nos apercibimos que en realidad el Pope's Head era un pub.
Sin embargo, Wolfe no prescinde de la ambigüedad o doble significado, y lo incrementa, hasta llegar a la imagen de que el infierno es, tal vez, un juego de la mente del papa.
El relato se inicia con cuatro personas jugando, en efecto. Pero qué juego tan extraño es el que después de responder a una pregunta del Trivial, alguien mueve una pieza de ajedrez, después se tiran dados en un juego de Monopoly sobre las calles de Londres (y que gravita inevitablemente hacia el barrio de Whitechapel, lugar de operaciones de Jack el Destripador), y se extraen tarjetas de "suerte" en las que uno de los personajes, por ejemplo, tiene que asumir la personalidad de Randolph Carter, en un guiño al viajero onírico de Lovecraft.
Y estos personajes se mueven en una realidad cambiante, que parece ser determinada (o no) por los acontecimientos del juego. Uno de ellos, Randy, es probablemente Jack el Destripador.
Es muy difícil dar un resumen argumental de un relato que cambia constantemente, que se alimenta de referencias, citas y personajes, y que tiene más atmósfera que actuaciones. En una gradación que crece en extrañeza, podemos llegar a la conclusión de que esa partida es un juego que se desarrolla en el infierno, uno muy particular que podría asociarse al A Puerta Cerrada / Huis Clos de Sartre.
En cualquier caso, es un excelente relato de un autor que siempre se ha caracterizado por entender y hacer que sus textos funcionen a dos niveles, con un fuerte subtexto para el que lo quiera encontrar, pero también con un mensaje directo para los lectores casuales.

En Demons & Dreams. The Best Fantasy and Horror 2
Londres, 1990 [1988]
Ed. de Ellen Datlow y Terri Windling

Comentarios y notas en inglés sobre Game in Pope's Head en WolfeWiki, web dedicada a Gene Wolfe

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El Fumador de Pipa, de Martin Armstrong

Puesto que la antología de la cual proviene este relato, Cuentos Únicos, parte de la premisa de estar compuesta por autores que sólo "acertaron" una vez, sea porque sólo en una ocasión mostraron talento, porque murieron demasiado pronto para reproducir ese destello, que alcanzaron fama en otros campos, o que malograron ese talento mostrado dedicándose a otras actividades, no espero que el nombre de Martin Armstrong les resulta conocido.
Me apresuro a añadir que este único fulgor del que habla el antólogo Javier Marías es más que discutible en algunos casos (particularmente en el de E. F. Benson), pero es apropiado en el de El Fumador de Pipa. Ciertamente este relato comparece con alguna frecuencia en antologías del género, y ciertamente (pese a que es seguro que se ha intentado) el resto de la producción de Armstrong es juzgada insuficiente según los estándares modernos.
El Fumador de Pipa es un relato casi minimalista, que trabaja con una economía de medios encomiable, se mueve en un principio sobre los tópicos de la historia de fantasmas inglesa y finaliza en cambio con un efecto abierto que bien puede encajar en la metáfora psicoanalítica en su subtexto.
Un ¿excursionista? es sorprendido por la lluvia y es admitido en una casa para guarecerse. Conversando, su anfitrión le pregunta si cree que la confesión reporta alivio y entonces, fumando una pipa, confiesa ser un asesino.
Les hago notar que, hasta aquí, este relato es de lo más convencional, incluso vulgar (salvo por unas frases que enlazan con el argumento posterior). Sin embargo, las circunstancias del crimen y sus implicaciones son lo que convierten este relato en único.
En esa misma habitación en la que están ambos hombres hay una mesa frente a un ventanal saledizo con cinco vidrieras. Sentado a la mesa, uno puede verse a sí mismo quintuplicado, con esos cinco reflejos reproduciendo los más mínimos gestos. Nuestro narrador, que ha heredado la casa, relata cómo "su predecesor" se sentaba de esa manera y se veía a sí mismo reproducido, hasta que, una noche, cuando encendió un cigarrillo, vio cómo una de las imágenes encendía una pipa.
Con lo relatado ya podrían empezar a atar cabos, y sin embargo, el relato, que es muy breve pero como pueden ver intenso, merece la pena leerse; lo pueden hacer en el enlace que hay al pie de esta entrada. Una vez lo hayan hecho y llegado a su ingeniosa e inesperada conclusión, reflexionen, si quieren, sobre lo que les apuntaba antes acerca del subtexto psicoanalítico: la inquietud, casi borgiana, sobre los reflejos de las personas, el tema del doble, la autodestrucción, los límites de la personalidad y la locura... Mucho para un relato que en apariencia sólo es una modesta historia de terror, pero que hubiera hecho las delicias de cualquier psicoanalista de la época.

(The Pipe-Smoker)
En Cuentos Únicos
Eds. Siruela, col. El Ojo sin Párpado
Madrid, 1989 [1934]
Edición, prólogo y traducción de Javier Marías

Texto en castellano de El Fumador de Pipa