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De Mármol, Tamaño Natural, de Edith Nesbit

«Aunque cada palabra de este relato es tan cierta como la desesperación, no confío en que la gente las crea». Se trata de una magnífica frase de inicio para un relato de terror del más puro estilo inglés.
En el terror existen una serie de arquetipos sobre los cuales se pueden y se han escrito muchas variaciones. Uno de ellos es la cosa sin nombre, que desde la noche de los tiempos hasta llegar a su conformación definitiva en el Frankenstein de Mary Shelley ha tenido múltiples formas, hasta llegar a los robots y androides de la ciencia ficción.
Una de ellas, popular aunque con sólo un puñado de cuentos, es la de la estatua animada. Se podría realizar una antología con estos relatos y quedaría una representación de cuentos con una clase inmensa. Parece ser que el tema propicia una cierta elegancia de aproximación.
Edith Nesbit, autora de cuentos de hadas infantiles, cultivó el fantástico terrorífico con mucha asiduidad y maestría cierta. En este relato, una pareja de recién casados que no encuentra una casa a su gusto, la halla por fin en un pueblo perdido. Dedicados cada uno a sus ocupaciones profesionales (él es folclorista y ella ilustradora y escritora de comedias; no intenten racionalizar esto, déjenselo a los ingleses), la sirvienta que les hace las tareas de la casa se despide sin motivo aparente, alegando una enfermedad de su sobrina, aunque después declara que está dispuesta a volver al servicio al cabo de una semana.
El hecho es que la casa se alza donde estuvo una mansión medieval, habitada por dos turbios caballeros, señores de horca y cuchillo, que hicieron sus maldades en su época y de los cuales nadie recuerda filiación (de nuevo la cosa sin nombre), aunque sus estatuas yacentes se pueden ver en la capilla de la iglesia del pueblo. Y la leyenda dice que la víspera del día de Todos los Santos (¡cómo no!) vuelven a la vida en su forma marmórea, para desgracia de quien se encuentre con ellos. La sirvienta, tras admitir a regañadientes que esa es la causa de su abandono, les conmina a cerrar todas las puertas y a marcar con una cruz las entradas de la casa. Con esa despreocupación propia de todos los protagonistas de relatos y películas de terror que se precien, el marido decide no hacer caso.
Lo que sigue es atmosférico y en un ambiente de delirio, de modo que les recomiendo busquen el cuento en castellano o lo lean en inglés en el enlace al pie de esta reseña; de todos modos, y además de esa elegancia de la que les hablaba, y de una narración modélica en el género, les ruego presten atención a lo que no se dice en el relato; posee un pathos innegable. En efecto, ¿qué sucedió en la casa, y qué hicieron las dos estatuas? Una respuesta que en época victoriana se tenía que dejar a la imaginación del lector, pero que tiene unas implicaciones que, como en el caso de algún pasaje de Frankenstein, va más allá del mero asesinato.

(Man-Size in Marble)
En La Eva Fantástica 
Ed. Siruela, col. El Ojo Sin Párpado
Madrid, 1989 [1886]

Texto en inglés de Man-Size in Marble


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La Bandera, de Pierre Mac Orlan

El título de La Bandera se refiere a una de las formaciones de la Legión, curiosamente la española, a pesar de que Mac Orlan fuera francés y se llamara en realidad Pierre Dumarchey.
En teoría se trata de una novela de aventuras, pero sin duda es de una clase peculiar. Pierre Gilieth es un criminal que huye de un asesinato que cometió en Rouen. En esta huida llega a Barcelona, donde la suerte sigue volviéndole la espalda, así como sigue sin librarse del sentimiento de ser perseguido por la policía. Viviendo en la miseria, la salvación se le presenta de la mano de un banderín de enganche de la Legión. Su vida parece resuelta: ha encontrado un mundo ordenado y previsible en la milicia, de la que ya formó parte como infante colonial francés; y lo más importante, ha encontrado un santuario en donde parece que el pasado de cada cual no importa, si bien es a cambio de un futuro más que dudoso, por no decir que inexistente, en la continua guerra sin declarar que se libra en el Marruecos Español de finales de la década de 1920. Pero una sombra se introduce en esta seguridad, y es la de su reflejo oscuro, Fernando Lucas, del que sospecha que no es un auténtico legionario, sino un policía, tal vez encargado de descubrir las filiaciones políticas de los militares (la época, pre-republicana, es convulsa) o tal vez encargado de reunir pruebas de la culpabilidad de Gilieth. Además se enamorará de Aischa la Slaui, la más bella de las prostitutas de la casa de manojo de Huesos. Una mujer que también cautiva a Lucas.
Me reconocerán que no es lo usual para una novela de aventuras. No hay un héroe, sino un auténtico antihéroe que por el crimen se ha abocado a un descenso a los infiernos personal, del que no tiene más salida (si así puede llamarse) que el sumergirse en un cuerpo militar que tiene a gala venerar el combate y la muerte. No presenciaremos grandes gestas ni combates, sino unas luchas personales e interiores, la de Gilieth consigo mismo y contra su enemigo Lucas, y la de éste contra su deber y la simpatía que siente por Gilieth, mezclado con el odio porque haya conquistado a la Slaui; porque Gilieth sea, en el fondo, lo que él querría ser. Todo ello tiene más de realismo poético y de novela psicológica que de otra cosa, lo que no es de extrañar si pensamos que Mac Orlan (poeta vanguardista y patafísico) fue el autor, por ejemplo, de Muelle de las Brumas. Escrita con esa poética subyacente y esa investigación del individuo, Mac Orlan consigue una novela absorbente, intrigante y sin embargo profunda, algo inusitado para un texto con semejante temática.
Para los españoles, además, hay otros atractivos. Una Barcelona de época perfectamente retratada, así como un Marruecos, por lo que sabemos, real. Esta novela puede ser responsable, tras su paso por un film del mismo título dirigido por Julien Duvivier, con Jean Gabin (y que fue un éxito tremendo en su época), de dar cuerpo a ciertos mitos sobre la Legión que se perpetuaron en el tiempo. Hace mucho que los reclutadores de la Legión dejaron de reclamar «Artistas, caballeros, poetas, músicos, antiguos militares, ingenieros, médicos, escritores, abogados, cómicos, trabajadores, campesinos, soldados y extranjeros» para que formaran parte del Tercio, pero los mitos del anonimato, del soldado enganchado para olvidar un amor trágico, para asumir una nueva identidad con una página en blanco, borrados los crímenes; de un espíritu de cuerpo inquebrantable; del legionario feroz y novio de la muerte, todo ello puede haber quedado reforzado por esta novela y su traslación a la pantalla. Lo cual no es óbice para esta novela, salvo darle un tono de épica maldita que le viene muy bien, en un ambiente exótico, además.
En cualquier caso, merece la pena rescatar una novela de aventuras que es más que eso, y una de un realismo de trasfondo que refleja bien el ambiente africanista, político y revolucionario que bullía en España en los años 1920-1930.

(La Bandera)
Ed. Almuzara, col. Noche Española
Córdoba, 2006 [1931]
Trad. y epílogo de Mariano Tudela

Portada y sinopsis


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Historia Natural de los Cuentos de Miedo, de Rafael Llopis

Representa una gran alegría que este texto básico se haya reeditado por fin. No es que necesitara un ejemplar; de hecho tengo dos del editado en su día por Júcar. Cuando comprobé que uno de ellos iba a quedar maltrecho por el uso, me apresuré a comprar otro. El texto lo merecía.
Hay que destacarlo. En este país, que tantas deficiencias intelectuales tiene, Rafael Llopis (¿quién no recuerda su introducción al mítico libro de bolsillo número 194, Los Mitos de Cthulhu?) no sólo era quien más sabía sobre la literatura de terror en España, sino que, por calidad intelectual y por teórica sobre el género, podía codearse con los mejores estudiosos del terror del mundo. Doy fe de ello. Lovecraft escribió una muy buena introducción al género, y han habido cientos de estudios e historias del terror en la literatura, pero muy pocas tienen la altura y la coherencia de esta.
Rafael Llopis es psiquiatra, y por tanto sus interpretaciones del género tienen mucho que ver con la psicología, lo cual no es mala cosa en un género que suele tratar de los temores más básicos del ser humano. De hecho, es el que mejor ha interpretado el universo lovecraftiano en cuanto a su horror cósmico referido a la humanidad, en relación con el inconsciente colectivo e individual. Desde luego, mucho mejor de lo que lo hizo Derleth, pongamos por caso.
En esta historia del género, Llopis nos guía desde los antecedentes de la historia de fantasmas hasta poco antes de la irrupción del terror moderno encabezado por Stephen King. A pesar de este detenerse aquí (Llopis me escribió hace muchos años que el género le había saturado, y que ya no se ocupaba de él), el recorrido que hace por los clásicos, algunos universales, otros conocidos y algún desconocido que merece la pena recuperarse, es impecable. Siempre con una claridad interpretativa y de situación que pocos autores han alcanzado.
Otra cosa son los apéndices de actualización que lleva el libro, debidos a José Luis Fernández Arellano. Era difícil que pudiera llegar a la altura teórica de Llopis, pero por lo menos se le hubiera debido exigir un conocimiento más intenso del género de lo que demuestra. Despacharse con Stephen King diciendo que "al menos se le ve muy sobrado de recursos imaginativos, y su experto manejo de las diversas técnicas narrativas es indiscutible" y poco más, cuando King fue el que hizo avanzar y revivió el género en los años setenta es tener mucho desparpajo o entender poco de lo que se está hablando. En fin, sus lagunas son considerables en muchos campos (en cambio, el apéndice sobre cine es bastante completo, lo cual da una idea de sus intereses) y sobre todo se nota que no ha seguido especialmente de cerca el género, o por lo menos no en los ochenta y noventa.
Pero esto no desmerece lo que Llopis hace por la historia de los cuentos de miedo, y que por fortuna podemos volver a tener a nuestra disposición en las librerías. Los aficionados al terror deberían considerarlo un volumen imprescindible. Y los que no son aficionados, tal vez deberían leerlo para entender un poco más este género. 

Eds. Fuentetaja
Madrid, 2013 [1974]

Portada, sinopsis e índice


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El Tren de la Vida, de Radu Mihaileanu

SESIÓN MATINAL  

(Train de Vie); 1998

Director: Radu Mihaileanu; Guión: Radu Mihaileanu; Intérpretes: Lionel Abelanski (Shlomo), Rufus (Mordechai), Clément Harari (El Rabino), Michel Muller (Yossi), Agathe de La Fontaine (Esther), Johan Leysen (Schmecht), Bruno Abraham-Kremer (Yankele); Dir. de fotografía: Giorgos Arvanitis y Laurent Dailland; Diseño de producción: Christian Nicolescu; Música: Goran Bregovic.

Hace unos días, en una conversación salió la pregunta de si era posible tratar el tema del Holocausto de forma humorística. La respuesta es sí. Más allá del ejercicio de histrionismo casi solipsista que ejerció Roberto Benigni con La Vida Es Bella, y que constituye en ese sentido un fracaso de intención y un fiasco moral, la película que demuestra que es posible es esta El Tren de la Vida.
El argumento es: enterado un pueblo judío que los alemanes están deportando en masa a los judíos de los alrededores (y nadie que haya sido deportado ha vuelto a dar señales de vida, ni siquiera por carta), deciden organizar un tren, deportarse a sí mismos en masa y así atravesar el frente de guerra hasta llegar a las líneas rusas.
No voy a decir que se trate de una película perfecta. Puede pasar hasta por una superproducción para los estándares del cine rumano, pero algunos elementos de producción son manifiestamente mejorables. Pero argumentalmente tiene una fuerza inusitada, y una resolución maestra. El secreto está en no caer en donde fallaba Benigni. El Holocausto fue un asunto colectivo. En los campos murieron santos y delincuentes, sabios e idiotas, escritores y analfabetos. Ninguno de ellos merecía la muerte que tuvo, fuera lo que fuera en su vida anterior. Personalizar la tragedia es minimizarla, hacerla privada, y no es de eso de lo que se trata, a menos que se banalice la Solución Final como un mero telón de fondo para explicar otra historia. Mihaileanu lo comprende muy bien, y es por eso por lo que la película tiene que ser coral, colectiva, y tiene que entrar en las mentes de todos los implicados, observando los cambios que la deportación, y la comedia que han montado, fuerzan en sus mentes. No es de extrañar, por tanto, que nadie quiera ser guardián alemán del tren al principio, pero que una vez asignado el papel se produzcan equívocos de identidad, una esquizofrenia forzada por una comedia en la que les va la vida.
Sobre todo, porque en toda comedia que trate el tema no puede serlo de manera pura. La tragedia siempre está sobrevolando en este filme, y cuando la tragicomedia acaba las risas se vuelven muecas en una escena final no por esperada menos lógica y dramática.
De manera que sí, se puede hacer comedia con el Holocausto. Pero hay que medir muy bien cómo se hace y con qué material. Mihaileanu lo consigue brillantemente.

Tráiler:


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Jazz Porque Sí: Thelonious Monk en Newport

En el repaso que el Cifu hace de la obra grabada del gran genio del jazz, el único Thelonious Monk, hoy tendremos una buena dosis de música en directo.
Antes, sin embargo, quedaba un tema por escuchar de la sesión que Monk realizó como acompañante de su gran amigo y gran trompetista Clark Terry, Flugelin' the Blues, con Terry al fiscorno, Monk al piano, Sam Jones al contrabajo y Philly Joe Jones a la batería. Verán que es tema de lucimiento para todos.
Y entonces nos iremos al festival de Newport, en 1958, en una actuación que tardó más de cincuenta años en salir en disco, y en la que Monk tocaba a trío, con Roy Haynes a la batería y Henry Grimes al contrabajo. Es un programa, por lo menos en lo que a mis gustos musicales respecta, adorable: Just You Just Me, tema que era muy de agrado de Monk, y que siempre es muy del agrado mío escuchar cómo lo toca Monk, en cualquier versión (incluyendo su composición Evidence, que está basada en las armonías de este tema); Blue Monk, un tema clásico del repertorio monkiano; 'Round About Midnight, la mejor balada del jazz, y que puedo escuchar, tocada por quien la toque, sin cansarme; y el gran y favorito mío Well You Needn't.
Pero la música en directo no acaba aquí. Con el cuarteto de Monk, nos trasladaremos al club Five Spot, donde, acompañado por el saxo tenor Johnny Griffin, el contrabajista Ahmed Abdul Malik y Roy Haynes a la batería escucharemos una composición que Monk dedicó al club que lo acogía: Blues Five Spot. Y después tendremos, incompleto, Let's Cool One. Tendremos este tema completo y más de esos pases en la próxima ocasión.
Atentos siempre a los comentarios del Cifu, y que disfruten. 



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Edward el Conquistador, de Roald Dahl

Como hemos visto ya repetidas veces, en la ficción de Roald Dahl hay un tema recurrente como es el de la relación de pareja, una relación que se basa en la diferencia de caracteres que en muchas ocasiones causa una tensión tal que puede llegar a convertirse en una de odio directo.
En el relato Edward el Conquistador, Dahl compone uno de sus relatos más extraños. Una pareja se dedica tranquilamente a su vida campestre cuando un gato aparece súbitamente en sus vidas. Por diversos motivos, la esposa, Louisa, empieza a creer firmemente que el gato es la reencarnación del compositor Franz Liszt, una creencia que se basa en los gustos musicales del gato ante la música que Louisa interpreta al piano, gustos que parecen coincidir con los del compositor.
En este punto, la tensión entre la pareja va creciendo. Edward se muestra no sólo escéptico, sino que empieza a mostrar un punto de celos respecto al gato que en tan sólo unas horas ha conquistado el corazón de su esposa, y que parece monopoliza las atenciones de ésta.
El final es sorprendente... y abierto. El lector puede imaginar su propio desenlace. De lo que no cabe duda es de que la relación entre la pareja jamás volverá a ser la misma, y no precisamente para mejorar.
Se trata de un cuento ciertamente insinuante, en el que pocas cosas son mostradas a las claras, y en el que los sentimientos deben intuirse. Pero en el caso de Dahl, no hay duda de que su construcción de una tensión interior en los personajes está tan bien lograda que lo que puede parecer un relato extemporáneo, casi una chaladura sin importancia, adquiere unas connotaciones dramáticas, violentas y que llegan hasta un punto de no retorno. Porque Dahl era un maestro en analizar el comportamiento humano y en trasladarlo a unos relatos que siempre llevan algo inesperado, pero tan lógico con el carácter humano que provoca inquietud.

(Edward the Conqueror)
Ed. Argos Vergara
Barcelona, 1980 [1953]

Texto en castellano de Edward el Conquistador


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París Después de la Liberación: 1944-1949, de Antony Beevor y Artemis Cooper

Resulta sorprendente encontrar al mejor representante actual de la historiografía militar como es Antony Beevor tratando un tema de "paz" como este. Sin embargo, hay una explicación; Artemis Cooper, esposa de Beevor, es nieta de Duff Cooper, el primer embajador británico en París después de la liberación, y sus documentos privados, así como los de la familia, constituían una base formidable para empezar a elaborar una historia del período.
Pero de Beevor y Cooper no se podía esperar una mera elaboración de esta fuente documental, forzosamente incompleta, de manera que, con la minuciosidad y el cuidado que les caracterizan, han realizado entrevistas y movido fondos documentales e históricos hasta componer una visión de conjunto detallada y completa del tema.
Los grandes hechos muchas veces ocultan a los aparentemente menores. La Liberación de París es uno de ellos. Entra la División de Leclerc en la ciudad, llegan los americanos, De Gaulle pronuncia un par de discursos, et voilà, todo arreglado: París recupera la normalidad, la prosperidad y la vitalidad anteriores a la guerra, o más. Las cosas son algo diferentes en realidad. Cierto que hubo un período de euforia, pero de inmediato lo siguió una etapa de gran incertidumbre. Hubo hastío del nuevo ejército "invasor", el americano; hubo una lucha por el poder en la que el partido comunista francés llegó a sabotear incluso las ayudas del Plan Marshall a Francia; hubo una época de depuración de colaboracionistas y petainistas, con juicios que fueron poco menos que una farsa y con omisiones notables de depurados. Sobre todo, hubo una profunda crisis económica y de producción, que condenó al frío y al hambre a la población francesa, tipificada en la parisina.
Beevor, como acostumbra, lo trata todo, desde lo más político y diplomático a lo más cotidiano, y no extraña encontrar, al lado de capítulos como "Comunistas en el gobierno", otros como "La sed de novedades" o "El apogeo de Saint-Germain-des-Prés", sobre la vida intelectual de París, sus clubes nocturnos y el jazz o la chanson.
Desde la anormalidad de la ocupación a la recuperación económica, cinco largos años transcurrieron, en los cuales París fue un campo de batalla diplomático y político, un lugar de turismo para los aliados y de miseria y mercado negro para los parisinos, de alta excitación artística e intelectual y de luchas, rencillas y censuras entre estos intelectuales por motivos ideológicos. De revancha por la colaboración y de olvido hastiado en busca de una vida normal.
Sobre todo, además de historiar el período, hay que tener en cuenta que todo lo sucedido en estos cinco años marcó el devenir posterior de Francia y sus instituciones políticas, así como de su situación en el mundo. Y si se puede sacar esta conclusión es gracias a que Beevor y Cooper han escrito un texto claro, fundamental y ameno en el que los conceptos básicos destacan por sí, apoyados por los hechos, y el carácter social queda retratado en esta obra fundamental.

(Paris after the Liberation: 1944-1949)
Crítica, col. Memoria Crítica
Barcelona, 20033 [1994]
Trad. de David León Gómez

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La agitada historia de Francia durante los años posteriores al dominio nazi

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Remor de Serps, de Agustí Vehí

IN MEMÓRIAM: Agustí Vehí (1958-2013) 

La pérdida de un escritor, sobre todo cuando es prematura (¿cuándo no lo es?) siempre es lamentable, principalmente cuando se considera la obra que queda sin escribir. En el caso de Agustí Vehí, es particularmente sentida teniendo en cuenta que se había mostrado como un escritor negrocriminal de los menos convencionales en el panorama catalán.
En Remor de Serps [Rumor de Serpientes], Vehí nos traslada al París de 1940, en las vísperas de su caída en manos alemanas. La ciudad bulle de exiliados republicanos españoles, así como de los matones que, dirigidos por Pedro Urraca (un personaje real y tristemente histórico) y amparados en la embajada española, se dedican al secuestro y asesinato de dirigentes "rojos", así como a colaborar con los quintacolumnistas y espías alemanes presentes en la ciudad.
Allí llega un comandante de la Guardia Nacional Republicana (es decir, la antigua Guardia Civil, pero la que fue leal a la República) que acaba de salir del campo de refugiados de Argelés. Harto de guerra y harto de exilio, aunque sabe que su regreso a España es imposible. Por casualidad, un funcionario de la Generalitat le pedirá ayuda, y poco después lo descubrirá asesinado.
Sintiendo un remordimiento de conciencia inherente a su pertenencia al Cuerpo (ha cometido el pecado de no prestar ayuda a quien se lo había solicitado con toda razón), se decidirá a buscar a los asesinos y hacer justicia con ellos.
No es una novela perfecta; hay demasiados encuentros casuales entre exiliados en París, y eso da la impresión de que hay más españoles que parisinos por esas calles; pero eso es un defecto menor. Vehí da muestras de lo que el género puede conseguir, y de las posibilidades que existen en lo negrocriminal a poco que se rebusque en las páginas de la historia. En este caso, la guerra sucia franquista contra los exiliados, que existió, da pie a escribir una novela que recuerda mucho a las del maestro Eric Ambler, sobre todo en su ambientación perfecta, pero en la que también se percibe la desolación del exilio, el cansancio de derrotado y la percepción de que la guerra española sólo fue un preludio de un combate mucho mayor entre el totalitarismo y las democracias.
Vehí, por desgracia, ya no nos sorprenderá más. Pero cuando escribía novelas negras convencionales, o policiacos vodevilescos, o novelas de espionaje como esta, en su variedad y estilo, ya nos decía que el género no era lineal, y que sus límites eran más amplios de lo que pensamos. No es mal legado, si se sabe aprovechar esta lección.
Se lo debemos a Agustí Vehí, que no se ciñó a un modelo y que en su originalidad y buen escribir era una de las mejores promesas del género en catalán. Descanse en paz.

Ed. Alrevés, col. Crims.cat
Barcelona, 2013 [2013]

Portada i sinopsi

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Klute, de Alan J. Pakula

SESIÓN MATINAL 

(Klute); 1971

Director: Alan J. Pakula; Guión: Andy K. Lewis, Dave Lewis; Intérpretes: Jane Fonda (Bree Daniel), Donald Sutherland (John Klute), Charles Cioffi (Peter Cable), Roy Scheider (Frank Ligourin), Rita Gam (Trina); Dir. de fotografía: Gordon Willis; Música: Michael Small.

Una película personalísima, una pequeña joya de su época, Klute nos enseña lo que Pakula era capaz de hacer a poco que se pusiese (o le dejasen) a ello.
La historia es simple: un padre de familia de provincias ha desaparecido, y su amigo el policía John Klute abandona su carrera para intentar encontrarlo en Nueva York, donde vive una call-girl a la que parece ser enviaba cartas obscenas. Pero durante la investigación Klute y Bree se enamorarán, un poco para estupefacción de ambos.
En teoría es un thriller (uno que depara pocas sorpresas, porque muy pronto conocemos al culpable), pero lo que Pakula hace es remarcar la historia personal de ambos protagonistas, componiendo así una película muy inteligente, muy adulta, en la que las personalidades de Klute y de Bree chocan continuamente porque en el fondo se atraen de continuo. Todo ello rodado con un estilo visual muy personal, muy inteligente, muy interpretable, con cierta claustrofobia gracias a los encuadres dentro del encuadre. Y, hay que remarcarlo, sin imitar los modelos del noir americano ni el suspense de Hitchcock, aunque haya herencias de ambos; el estilo narrativo de esta película es algo único, y pocas lo han imitado después, aunque su huella se puede trazar en varios filmes posteriores.
En resumen, una película que no suele encontrarse en las grandes filmografías, pero que sorprende agradablemente una vez vista y que merece mayor reputación y aprecio del que tiene.

Tráiler:


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Jazz Porque Sí: Louis Armstrong en el Crescendo Club (IV)

Cerramos hoy la actuación que Louis Armstrong y sus All Stars dieron en el Crescendo Club de Hollywood. Un Armstrong en una forma magnífica, mandando con su trompeta, divirtiendo con sus vocales y, en resumen, proporcionando el espectáculo de jazz más genuino que se haya podido ver. Con unos acompañantes que están a la altura: el estupendo clarinetista Barney Bigard, el veterano pero imprescindible Trummy Young al trombón, Billy Kyle al piano, Arvell Shaw al contrabajo y Barrett Dimms a la batería.
Escucharemos When It's Sleepy Time Down South; Struttin' with Some Barbecue, interpretada de una forma que representa el epítome de lo que Armstrong aportó al jazz convirtiéndolo en lo que es; Lazy River; el divertido Old Man Mose, con dos arranques, puesto que en el primero Armstrong se equivoca de estrofa, pero no importa; rectifica, reinicia y no pasa nada; My Bucket's Got a Hole in It; 'S Wonderful, que dejan para lucimiento y diversión de Barney Bigard; Big Mama's Back in Town, con Velma Middleton al vocal, al igual que Since I Fell for You; y Mop Mop, para que Barrett Dimms tenga su principalía.
En suma, diversión y buen jazz garantizados. Atentos al Cifu y sus comentarios, y que disfruten.


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Al Hombre en el Camino, de Jack London

Jack London, el escritor que mejor supo interpretar la vida en el terreno salvaje, vendió este relato por cinco dólares a una revista, y lo escaso de la paga casi le hizo abandonar cualquier ambición literaria. Hubiera sido una lástima, y más teniendo en cuenta que el cuento es como una especie de declaración de intenciones sobre la relación del hombre con la naturaleza y en ella: un lugar donde hay leyes propias, ni mejores ni peores.
Hay que leer este relato para apreciar sus matices, sus pequeños toques realistas sobre la vida en un terreno todavía no civilizado (o no civilizado a la manera del hombre blanco, se podría añadir). En esencia, su argumento es que a un campamento de aventureros en Canadá, en Navidad nada menos, llega un minero con su trineo de perros, apresurado y en apariencia en persecución de unos ladrones. Según dice, va recortando ventaja, pero pretende seguir haciéndolo. Los presentes en el refugio, aleccionados por Malemute Kid, que habla del hombre con respeto y hasta admiración, le acogen y le ayudan, y al día siguiente parte de nuevo en su cacería. Poco después aparece un oficil de la Policía Montada, explicando que persigue al hombre por haber robado en un casino.
Entonces se produce una escena que es el intríngulis de todo el relato, y es que Malemute Kid se niega a ayudar al policía, y fuerza a los demás a que tampoco lo hagan. Cuando éstos le echan en cara su comportamiento, que haya auxiliado a un criminal y les haya convertido en cómplices, malemute les explicará la auténtica historia del hombre perseguido.
Ahí hay una auténtica declaración. El mundo ordenado no tiene poder en el mundo salvaje, y no siempre lo que es legal es justo. Y, además, si Malemute puede negarse a auxiliar al policía es precisamente porque se encuentra en un lugar donde las leyes ya no tienen la fuerza que en la civilización, donde la ley natural es más potente y certera que las leyes de los hombres.
Eso en un primer relato. No era un mal principio para un escritor que desde siempre defendió la libertad individual frente a todo, y que siempre entendió y nos hizo entender que una persona traza su propio camino y tiene derecho a eso, siempre que lo haga con honestidad. Una honestidad que muchas veces entra en conflicto con el orden.

(To the Man on the Trail)
Akal ed., col. Bolsillo
Madrid, 1981 [1898]

Texto en inglés de To the Man on the Trail


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Las Fases de Severo, de Julio Cortázar

En uno de los relatos más crípticos de Cortázar, repleto de símbolos que remiten a diferentes rituales (y de ahí lo acertado de su inclusión en una colección denominada "Ritos"), en Las Fases de Severo asistimos a una reunión familiar que parece en principio festiva, una alegría que pronto se ve desmentida, puesto que en la casa en la que se celebra hay un ¿enfermo?, Severo.
Si nos detenemos ahí, podríamos considerar el relato como una crítica a un hecho que probablemente hayan presenciado todos ustedes, y es que hay funerales que más parecen un encuentro social que no una reunión de lamento por el difunto y sus familiares más cercanos. En este caso no tenemos a un muerto, pero sí a un enfermo, y por eso se vuelve más obscena esa reunión conforme avanza el proceso de las fases que Severo atraviesa en su mal. Porque la familia acude y es llamada como a presenciar un espectáculo, un espectáculo doliente y morboso, en el que es evidente que Severo sufre (algunos autores han llegado a comparar y trasponer las diversas fases que se nos muestran con las de la crucifixión de Cristo).
No obstante, hay más. Porque en un punto del relato, Severo empieza a enunciar números, que asigna a cada uno de los familiares presentes. El lector, gracias a esa prosa maestra de Julio Cortázar, descubre con rapidez que lo que Severo está enunciando es el orden en que morirán los presentes. Y por tanto, ahí nos hallamos ante otro ritual, tan antiguo como la civilización, y es el del oráculo. Como buen oráculo, es totalmente críptico; nadie sabe cuánto de vida queda, tanto más como que a cada uno también se le da una instrucción de "atrasar o adelantar el reloj", que puede significar una prolongación o un acortamiento de la vida, aunque nadie lo sabe a ciencia cierta. Pero de lo que no se duda es de la inevitabilidad de la profecía.
Aun cuando el relato tiene ese sentimiento de extrañeza, de realismo fantástico que Cortázar dominaba a la perfección, no cabe duda de que es un cuento firmemente enraizado en la realidad, en el comportamiento humano cotidiano. Como tampoco cabe duda de que lo ominoso está presente siempre en la vida humana. El lector que reflexiona sobre el relato puede preguntarse cómo es que a nadie se le ha ocurrido evitar su destino no acudiendo a Severo y recibiendo su número correspondiente. La respuesta es que el ser humano no puede sustraerse a su destino o, si puede, a intentar conocerlo. Esto lo sabía muy bien Cortázar, que en ese ambiente contemporáneo nos arrastra hasta la noche de los tiempos en la que se acudía a augures, pitonisas, sibilas... en busca de una respuesta tal vez imposible y a veces fatal.

En Los Relatos 1. Ritos
Alianza Ed., col. El Libro de Bolsillo
Madrid, 19763 [1974]

Publicado originalmente en Octaedro

Texto de Las Fases de Severo


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Pa, Educació, Llibertat, de Petros Márkaris

Es el año 2014. No este 2014, sino otro, un año en el que Grecia, Italia y España vuelven a sus monedas anteriores al euro y la crisis económica que ha acabado en bancarrota estatal se hace más patente. El Comisario Kostas Jaritos, como tantos otros funcionarios, recibe la noticia de que no cobrarán los próximos tres meses, y que gracias por tener trabajo. Los movimientos de solidaridad están en la calle, supliendo al propio estado, las protestas son continuas y la extrema derecha refuerza su discurso con acciones violentas.
Este es el paisaje de fondo que acompaña las investigaciones del comisario Jaritos. En teoría se trata de una novela de ciencia ficción, pero la realidad actual está tan cercana a lo narrado por Márkaris que el hecho de que en 2014 Grecia siga en el euro es irrelevante: el paisaje es lo bastante real como para ser una fotografía de la sociedad griega, y esperemos que no lo sea de Italia, España, Portugal y algunos otros países.
¿Y cuál es el crimen que le corresponde investigar a Jaritos en esta ocasión? Pues uno bien curioso. Su hija, abogada, tiene asignada la defensa de un muchacho de buena familia que ha sido detenido por traficar droga. Pero es un camello bien curioso; él mismo no la consume, de hecho ni tan siquiera fuma o bebe, no tiene necesidad de dinero en apariencia y no se le ha encontrado más droga que la que intercambiaba en el momento con el comprador.
Pero pocos días después, el padre del muchacho es asesinado. Y el asesinato va acompañado de un mensaje, "Pan, educación y libertad", el antiguo lema de los rebeldes de la Politécnica contra el régimen dictatorial de los coroneles, sólo que con el añadido de: "Pan, no tenemos".
Es evidente que puede tratarse de un asesinato por motivos políticos, y más cuando el comisario y sus hombres van descubriendo que aquella generación de jóvenes idealistas y revolucionarios lo que hicieron fue instalarse en el poder y corromperse en él, quedando como padres de la patria a salvo de toda crítica gracias a su pasado de lucha.
Hemos dicho muchas veces que la novela negra contemporánea se entiende como un termómetro de la sociedad, un reflejo de la moral de la época en la que suceden los hechos narrados. Márkaris siempre va un poco más allá, y es el más político y reivindicativo de los novelistas negrocriminales. En Pan, Educación, Libertad, la lucha que emprende Márkaris es total, en todos los frentes. Contra una Europa que ha mostrado sus garras a sus propios socios, contra los políticos actuales griegos, contra el pasado griego y sus protagonistas, contra la perversión de los ideales, contra el discurso y las acciones de la ultraderecha. ¿Y a favor de qué? De un nuevo paradigma, de una política social, de la solidaridad desde abajo, de una nueva economía.
Todo esto está expresado en la novela, como un texto entre líneas que se puede seguir mientras la trama criminal discurre. Y en tanto que reivindicación, es saludable tenerla en la novela, aunque sólo sea para que las generaciones futuras entiendan lo que sucedió en Europa recién iniciado el siglo XXI.

(Ψωμί, Παιδεία, Ελευθερία; Psomi, Paideia, Eleftheria)
Tusquets Eds., col. L'Ull de Vidre
Barcelona, 2013 [2012]
Serie Comisario Kostas Jaritos nº 9 (Trilogía de la crisis nº 3)

Portada y sinopsis de la edición castellana
Portada i sinopsi de l'edició catalana


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Carta de una Desconocida, de Max Ophüls

SESIÓN MATINAL 

(Letter from an Unknown Woman); 1948

Director: Max Ophüls; Guión: Howard Koch, basado en la novela de Stefan Zweig; Intérpretes: Joan Fontaine (Lisa Berndle), Louis Jourdan (Stefan Brand), Mady Christians (Frau Berndle), Art Smith (John), Marcel Journet (Johann Stauffer); Dir. de fotografía: Franz Planer; Música: Daniele Amfitheatrof; Dir. artística: Alexander Golitzen.

Hay conjunciones que se vuelven mágicas. Era evidente que la excelente novela de Stefan Zweig era una película en ciernes que podía resultar en algo más profundo que las típicas historias de amor que Hollywood producía por entonces; sin embargo, de tratar con ella se encargó un gran guionista, Howard Koch, que respetó por completo el sentido original y se limitó a suavizar los aspectos que no hubiesen sido admitidos por la censura, pero con una transformación tan respetuosa que no se nota que lo que uno de los personajes toma como un encuentro con una buscona en la novela, en el filme es un romance a primera vista.
Con esto se tenía material como para producir una "película de mujeres", un género que por aquel entonces estaba en boga y que se dirigía al público femenino casi en exclusiva. Pero el director elegido para filmarla fue Max Ophüls, alguien que conocía Viena tan bien que le dio al filme una atmósfera particularmente creíble, auxiliado por el director de fotografía Franz Planer y el director artístico Alexander Golitzen. Sin embargo, Ophüls era el director ideal para esta historia no por su origen o conocimiento de una Viena pretérita, sino porque era el director del deseo, y a ún más, del deseo no alcanzado. La historia de una mujer que sólo tiene al único amor de su vida en tres encuentros fugaces, mientras que éste no alcanza a reconocer que era la misma persona en los tres encuentros, y que jamás será objeto de un amor así, era como un guante preparado para que Ophüls se lo pusiera.
Y consigue hacer una obra maestra. A través de una gran interpretación de Joan Fontaine, tal vez la interpretación de su vida, y manteniendo bajo control a un actor en otras ocasiones directamente malo como Louis Jourdan.
Vista hoy, la hora y media de duración que tiene pasa como un vuelo, mientras nos narra visualmente una historia que jamás deja de interesar y que conmueve en muchas ocasiones.

Tráiler:


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Jazz Porque Sí: UMO Jazz Orchestra en Helsinki + Ray Charles en Atlanta

Tendremos hoy el placer de escuchar a una de las grandes orquestas de jazz de Europa, la finlandesa UMO Jazz Orchestra, interpretando las excelentes composiciones y arreglos del genial Gil Evans. Como le pasa al Cifu, mis nociones de finlandés son casi inexistentes, de modo que antes de destrozar los nombres de algunos de los componentes de la banda, les dejo que los escuchen pronunciados. Baste decir que la tradición jazzística en los países Bálticos es enorme, y su educación musical de las mejores, con lo que van a tener un sonido y una técnica impecables, aparte de una buena dosis de alma puesta en la interpretación.
El programa es: La Nevada, esa gran composición de Evans, con su ritmo fascinante; Maids of Cadiz; Springsville; Waltz; Orange Was the Colour of Her Dress Then Blue Silk; Gone; Boogie Stop Shuffle; Goodbye Pork Pie Hat; y Eleven.
La segunda parte del programa está dedicada a rendir homenaje a uno de los grandes vocalistas que ha dado el jazz, el soul, el gospel, el rhythm & blues, lo que quieran, que de todo entendía y en todo era excelente el gran Ray Charles. Acompañado de su orquesta y de sus Raelettes, más la actuación vocal de Marjorie Hendricks. Por cierto, no es demasiado conocido que Ray Charles, aparte de cantante y pianista, era un más que notable saxofonista. Aquí tendrán la oportunidad de escucharlo en es faceta.
Se interpretará Yes Indeed; Night Time Is the Right Time; The Spirit Feel; Tell the Truth; Drown in My Own Tears, una interpretación preciosa de Charles; y What I Say.
Todo ello en el Herndon Stadium de Atlanta; y para llegar al final del programa, tendremos I Got a Woman y un fragmento de Talking About You de la actuación de Charles en el festival de Newport.
Atentos a los comentarios del Cifu, y espero que disfruten de este excelente programa doble.


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El Pastor Haíta, de Ambrose Bierce

Ambrose Bierce escribió relatos de guerra, cuentos crueles, aforismos cínicos y corrosivos, relatos de terror y, cosa rara, también produjo algunos cuentos fantásticos de ambiente extraño y evocador que remitían a tiempos muy pretéritos, como es el caso de este Haíta el Pastor, que pueden leer en los enlaces que figuran al pie de esta reseña.
Un relato que fascinó sobremanera a Howard Philips Lovecraft, que lo incluyó de forma destacada en su ensayo El Horror Sobrenatural en la Literatura, y del que aprovechó el dios que aparece en él, Hastur, para incluirlo en su propio panteón sobrenatural de los Mitos de Cthulhu.
Si lo leen, además del final sorpresivo que es marca de la casa Bierce, descubrirán que su autor era capaz de escribir ferozmente anclado en el mundo que le circundaba, pero también trasladarse a la mitología clásica para brindarnos un sentimiento ominoso y un paisaje de extrañeza, desolado, en el que habitan pastores, ermitaños y... dioses. Unos dioses que intervienen activamente en las vidas de los hombres, claro.
Pese a que no es lo más característico de su producción, los relatos de este corte que Ambrose Bierce escribió causaron un profundo impacto no sólo en un joven Lovecraft, que se sentía encantado con estas prossas reminiscentes del paganismo, sino en muchos otros escritores, hasta llegar hasta hoy en numerosas antologías y figurar como imprescindibles en cualquier historia del género.

(Haita the Shepherd)
En Cuentos de Soldados y Civiles
Eds. Orión, col. Pruebas de Galera
Buenos Aires, 1975 [1891]

Texto en castellano de El Pastor Haíta
Texto en inglés de Haita the Shepherd


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Storie di Animali e Altri Viventi, de Alberto Asor Rosa

Absténganse de leer estas Historias de Animales y Otras Vidas aquellos que no tendrían jamás un animal de compañía. El sencillo supuesto de esta novela (que lo es, a pesar de lo que pueda sugerir el título) es el de narrar, desde el punto de vista de un gato, Micio Nero, y de una perra, Contessa, su propia vida y su vida en relación a Pa y Mo, los humanos con los que conviven; y, más que convivir, forman una unidad multiforme. Este tipo de relación puede darse, aunque no siempre, pero si Asor Rosa ha decidido mostrarla así, está en su derecho.
No es un libro de etología, aunque necesariamente ha requerido sus buenas horas de observación y convivencia con los animales. En cambio, sí hay una buena dosis de poética y filosofía, en tanto esta relación simbiótica proporciona una suma mayor que las partes de los humanos, un gato y un can.
Cualquiera hubiera podido escribir una novela así sólo con las anécdotas que los animales provocan en la vivencia cotidiana (y de hecho, se escribe; a una editorial pueden llegarle un par de manuscritos de este tipo por año, en su inmensa mayoría banales); sin el añadido de esa poética filosófica, no sería más que un relato vulgar. Con esa poética, sin embargo, lo que Asor Rosa hace es trascender la relación cotidiana y entrar en los mecanismos de amor y convivencia, de aceptación del otro y de coexistencia, y en la relación metamórfica humana-animal que proporciona mutuos beneficios y el crecimiento de ambas especies.
Por ejemplo, reducido a lo esencial, se sabe que acariciar a un gato o un perro es una actividad relajante y antiestrés. Asor Rosa eleva este hecho en busca del zen gatuno, esa meditación al infinito a la parecen entregarse los gatos y que es fácil contagiar al humano, aunque sólo sea contemplando al gato que, a su vez, parece meditar. Es sólo uno de los casos que figuran en esta novela en la Micio y Contessa narran su universo limitado pero completo, una reducción a lo esencial que, parecen sugerirnos, es la auténtica clave de, si no la felicidad, sí por lo menos la tranquilidad.
En apariencia, insisto, esta es una novela simple. En su lectura, no obstante, aparece una complejidad que no es sino interrogarse sobre las necesidades vitales humanas y sobre la simplificación de una vida que, reducida a lo esencial, tal vez sea el auténtico paraíso.

Einaudi Ed., col. L'Arcipelago Einaudi
Turín, 20056 [2005]

Existe traducción castellana en Barataria

Portada y sinopsis de la edición italiana
Portada y sinopsis de la edición castellana


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La Carta Esférica, de Arturo Pérez-Reverte

FIRMA INVITADA: Susana Rizo

Quien ahora emprende esta reseña tiene ante sí un ejemplar de La Carta Esférica dedicado por su autor. Sabe que Arturo Pérez-Reverte tal vez escogería esta aventura como el lugar donde perderse alguna vez. Y por ello, antes de empezar, siente respeto. Se trata de su novena novela y es la favorita de esta lectora que ha hecho una segunda lectura tratando su libro con delicadeza, como si de un tesoro se tratara. Contempla con cierta nostalgia las inequívocas líneas de la vida que se han grabado en su lomo y cubierta, recordando las sensaciones que tuvo la primera vez, cuando no podía dejar de leerla. Y capta nuevos matices.

Para alguien que ha pasado su vida frente un mar añejo por donde desfilaron los compositores de una parte de la Historia, imaginando qué hay más allá de la línea del horizonte donde la vista humana no da más de si, esta es la novela perfecta. Pero ojo, no hay que amar necesariamente el mar para que te enganche la lectura de esta obra, porque aquí hay mucha tela. Basta con pisar tierra firme y haberse dejado llevar alguna vez por algún sueño. Aquí está condensado todo el universo revertiano. Está él mismo, o su mirada.

La situación
Reverte nos tiene acostumbrados a una ambientación impecable. Visual. Desde el primer segundo mete al lector en situación con un barrido de cámara sobre el escenario hasta centrar la atención en el elemento central de la composición. Principio y final unidos, como las grandes sinfonías. Y una historia en medio: un marinero desterrado de su mar (más acertado sería decir “desmarinado”), obligado a permanecer en tierra por tocar fondo durante su guardia, conoce a una misteriosa mujer que se hace con un valioso atlas marítimo del S XVIII en una subasta. Cuesta imaginar un escenario mejor: el mar, un velero, un tesoro de un galeón antiguo, un hombre y una mujer. La historia de una búsqueda. Amor, tal vez; aunque difícil y peligroso.

“voy a contarte una historia de naufragios y barcos perdidos”

El lector que inicia La Carta Esférica se embarca en dos aventuras: la búsqueda del secreto que oculta un pecio del siglo XVIII, y la búsqueda que emprende el hombre sobre la mujer, aún sabiendo que en la derrota que inicia a bordo de su particular “Isla Negra” la carta de navegación le advierte de imprecisiones en los levantamientos. Ambas aventuras discurren en paralelo, cediéndose el pulso mutuo en equilibrio casi perfecto. Y digo "casi" porque esa tensión emocional que hay entre Tánger y Coy cautiva rotundamente al espectador, mientras el enigma del pecio constituye el telón de fondo. El poder de la presencia del barco fantasma es el que la mujer le otorga en su obsesión por encontrarlo.
Cada uno tiene su ambición en esta historia: Tánger Soto, la mujer, busca un tesoro, y tal vez recuperar algo de su infancia perdida, la que le devuelve momentáneamente la sonrisa espontánea y sincera. Manuel Coy, el hombre, busca poder contar una a una las pecas de Tánger, y descifrar así los misterios que hay detrás de la enigmática mujer. El catedrático Lucio Gamboa que hace su oportuna aparición “en el penúltimo acto de la escena”, y que al mismo tiempo asume el papel de narrador, conduce al clímax de la historia. Pedro el piloto, un viejo amigo leal y honrado, lo contempla todo desde fuera. Los malos, prototípicos y cortados por los patrones de “malos a la antigua” son Nino Palermo y Horacio Kiskoros. Matones sin cerebro y tipos inteligentes y ambiciosos. De la mano de todos ellos Reverte nos va metiendo en una historia que ya hemos visto antes.

Él
“Ojalá encuentre pronto un buen barco.”
“Quiza llegaste a esa isla demasiado tarde."

Sintonía. Esto es lo que sintió esta lectora con dicho personaje. Se agradece que su visión del mundo sea simple y honesta. Admira su capacidad de ser consecuente y de aceptar su destino. Se puso en su lugar. Ismael-Coy. “Llamadme Ismael”. “Cada vez que en mi alma hay un noviembre húmedo y lloviznoso….entiendo que es hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda” (H. Melville Moby Dick. Capítulo Primero: Espejismos). Este marinero de Cartagena que de joven sacaba ánforas del mediterráneo y que sólo lee novelas en las que sale el mar, es rudo, algo torpe de maneras, sincero y tímido, y tiene la lucidez de su creador, aunque no tan explícita en actos o palabras como en pensamientos. La lucidez que me atrevería a afirmar que parte de la mirada particular del autor hacia el mundo en general y hacia el mar en particular. Esa añoranza que a veces es desgarradora. Y esa certeza que “la tierra firme pudre a la seres humanos” y “el único lugar habitable se encuentra a diez millas de la costa más próxima”.

Ella
“Todas las mujeres inteligentes que conozco, han querido ser Justine alguna vez”
“Te mentiré y te traicionaré”

He tratado de acercarme a esta mujer y no he podido. He querido desvelar sus secretos y me ha pasado lo mismo que a Coy. El barco fantasma y su tesoro en cuestión pierden protagonismo cuando ella sale a escena. Y ella casi siempre está en escena. Nos hallamos ante la mujer revertiana por antonomasia, a saber, la misteriosa, interesante y ciertamente ambiciosa rubia pecosa de cabellos asimétricos y perfil duro, Tánger Soto. Como ya le ocurrió a Teresa Mendoza, luchará con armas de hombres en un mundo de hombres y llegará hasta las últimas consecuencias por conseguir su sueño. No en vano lleva en sus genes un padre militar.
Una mujer complicada, o tal vez una mujer sencilla que vive situaciones complicadas. Hermética. Con sombras. Con un mundo interior que sólo a ratos se consigue entrever. Me atrevería a afirmar que ni siquiera su creador ha desvelado sus secretos. Tal vez no fuera ése el objetivo. Es mejor que algunas cosas sean tan simples o tan secretas como aparentan ser. La parte vulnerable de ella: un viejo trofeo infantil, una foto, una colección de los libros de Tintín y un perro labrador. Pero no juega limpio.
En ese ejercicio de intentar penetrar en el universo de la mujer, de esta mujer en particular, bien merece la pena detenerse a analizar con atención lo que hay detrás de los silencios y los detalles. La intensidad aumenta a medida que avanza la lectura y cautiva gracias la sabiduría de la prosa suelta y limpia de Reverte. Ella posee la clave de tantas respuestas anheladas. La mujer. Pachamama. La diosa madre-tierra. La Venus de Willendorf. Tánger es todas las mujeres en una, pero no negaré que a esta lectora tal afirmación aplicada a Tánger en concreto le produce cierto escepticismo. No pone en duda las capacidades que don Arturo le atribuye, y su dominio de la situación. Pero Tánger posee su propia mirada.

4 º y 51 minutos de Longitud Este. 37 º y 32 minutos de Latitud Norte
Tiene que haber una excusa. El entorno perfecto para la aventura. Y la excusa no podría ser mejor: Siglo XVIII. En tiempos del reinado de Carlos III el bergantín Dei Gloria procedente de la Habana, propiedad de la Compañía de Jesús, es abordado por el corsario Chergui y se hunde frente las costas de Cartagena. Es portador de un secreto, una intriga de estado. Y un tesoro. Con ello Reverte nos regala para mayor atractivo un episodio de nuestra Historia y plantea la intriga con su característico ingenio. Siempre hay un ingrediente en las novelas de don Arturo que invita al lector a preguntarse cuánto hay de cierto en esta historia. Lo mismo que en Alatriste, cuando te preguntas si existió de verdad el héroe.

Las referencias
“Los tesoros no existen”

Las referencias a la literatura clásica ─Homero─ y del mar son frecuentes en La Carta Esférica. Reverte sonríe cómplice a los clásicos que desfilan página tras página otorgando una sensación de familiaridad, haciéndote sentir como en casa.
Esta novela tiene el sabor de las aventuras de toda la vida. Stevenson, el Halcón Maltes, el Conde de Montecristo…Y Hergé. Algún pasaje que no desvelaré recuerda a un episodio concreto de "En busca del Unicornio". También hallamos guiños al cine negro y referencias musicales, porque esta novela tiene banda sonora. Es el jazz, el insolente jazz.

No me cabe duda de que esta novela va a encantar al lector, y permítanme un consejo: esto no es Mellville, ni es Homero. Es 100 % Reverte. Así que déjense llevar, vayan desgajándola poco a poco y desvelando sus secretos. La Carta Esférica es una novela fascinante. Con personalidad y vida propias y sabor a las novelas de antes. Un justo homenaje al mar, a un mar antiguo colmado de Historia donde aún hay tesoros por descubrir. Abrir las páginas de esta novela es abrir las puertas de misterios tan antiguos como los que esconden en los corazones de los hombres y las mujeres o bajo el fondo del mar. Y tal vez se cumpla la LCDSR: Ley de Cuando la Descubras Seguro que Repites.

“…Soñando con tiempos en los que aún era posible buscar de ese modo un barco donde enrolarse, y existían islas lejanas que daban asilo a un hombre: justas repúblicas que nada sabían de suspensiones por dos años, y a las que nunca llegaban citaciones de tribunales navales ni órdenes de captura.”


Ed. Alfaguara
Madrid, 2000 [2000]

Portada y sinopsis



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Infierno de Cobardes, de Clint Eastwood

SESIÓN MATINAL 

(High Plains Drifter); 1972

Director: Clint Eastwood; Guión: Ernest Tidyman; Intérpretes: Clint Eastwood (El Forastero), Verna Bloom (Sarah Belding), Marianna Hill (Callie Travers), Mitch Ryan (Dave Drake), Jack Ging (Morgan Allen); Dir. de fotografía: Bruce Surtees; Música: Dee Barton; Dir. artística: Henry Bumstead.

Cuando comenté El Jinete Pálido no había visto esta Infierno de Cobardes; allí defendía que lo que se vestía de western era en realidad un fantastique, una historia sobrenatural revestida del modelo de las películas del oeste, y así lo justificaba, creo que con razón. Pues bien, resulta que ya en 1972, Eastwood había realizado ese ejercicio, también sin declarar abiertamente su adscripción a lo sobrenatural pero dejando bien a las claras que no se trata, ni mucho menos de un western convencional, y que tiene mucho que agradecer a la tradición terrorífica sobrenatural.
De hecho, tienen tantos puntos en común que casi se pueden considerar como las caras de una misma moneda.
La historia parece convencionalmente típica. Un pueblo minero, Lago, está aterrorizado por la inminente salida de prisión de tres matones a los que ellos mismos encerraron. Pero estos tres bandidos no sólo tienen la amenaza de sus pistolas: además controlan emocionalmente al pueblo por ser testigos de cómo el pueblo entero permitió la muerte del sheriff sin mover ni un dedo, una muerte además que es imputable, directa o indirectamente, a todos los habitantes. Allí llega un extranjero, misterioso y taciturno (Eastwood, naturalmente), que se demuestra infalible en el uso de las armas. Casi de inmediato, los notables de Lago le ofrecen lo que él desee a cambio de que los defienda. Una oferta que el forastero se tomará al pie de la letra, actuando como alcalde, sheriff y monarca absoluto, con un desprecio mal disimulado por los habitantes. Los adiestra un poco en el manejo de las armas, les da algunas nociones de táctica y, como remate final, ordena que el pueblo entero se pinte de rojo y cambie su nombre por el de Hell (Infierno). Una visión que Surtees, el director de fotografía, disfruta en presentar.
Curioso, ¿verdad? Si en El Jinete Pálido la figura igualmente sin nombre del Predicador era el ángel vengador que defiende a los inocentes, en esta el Forastero es el ángel vengador que pretende que los culpables sean castigados, todos, y a ser posible que se castiguen a sí mismos. Esta unidad fundamental temática es lo bastante fuerte como para hermanar ambos filmes, pero el espectador encontrará además detalles que hacen todavía más fuerte esta ligazón.
Aunque con un presupuesto menor que El Jinete Pálido, la película, que tiene el aspecto de una serie B, es tan intensa y su argumento tan extemporáneo pero a la vez equilibrado que se eleva por encima de sus valores de producción para entrar en la categoría de esos filmes que merecen más consideración de la que reciben habitualmente. Y, por su originalidad, es más que conveniente verla, a ser posible con su hermana angélica (pero igualmente violenta). No se arrepentirán.

Tráiler:


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Jazz Porque Sí: Duke Ellington y Louis Armstrong 1961

El Duque se reúne con Louis Armstrong. Semejante encuentro de gigantes no podía sino propiciar una maravillosa sesión de música, como así fue. En realidad, en la sesión es Duke Ellington el que se convierte en un "All Star", poniéndose al piano para, junto al grupo de Armstrong, interpretar, deferencia de Satchmo, la música del Duque.
Sobran los comentarios. De la pericia al piano, de la imaginación en la composición y reinterpretación musical de Ellington tenemos sobradas priebas. De lo enorme de Armstrong como animal musical jazzístico, también. Si además añadimos al viejo conocido Barney Bigard al clarinete, uno de los mejores especialistas del instrumento que han existido, a Trummy Young al trombón, al muy interesante Mort Herbert al contrabajo y a danny Barcelona a la batería, el resultado es espléndido.
Escucharemos, insisto, sólo música de Ellington: C-Jam Blues (Duke's Place); I'm Just a Lucky So and So; Cotton Tail; Mood Indigo; Do Nothing Till You Hear From Me; The Beautiful American; Black and Tan Fantasy; Drop Me Off at Harlem; The Mooche; e In a Mellow Tone.
Ritmo y blues a raudales, los prodigiosos scats y la trompeta triunfal de Armstrong, la maravillosa interpretación de Ellington, los solos de Bigard y Young y el swing marcado por Barcelona y Herbert hacen de ésta una sesión memorable. Pero sigan leyendo.

Porque la sesión produjo más música, nada menos que diecisiete temas, y los que siguen son: It Don't Mean a Thing (If It Ain't Got That Swing); Solitude; Don't Get Around Much Anymore; I'm Beginning to See the Light; Just Squeeze Me; I Got It Bad and That Ain't Good; y Azalea. Espléndida reunión y espléndida música la que consiguieron los dos mayores gigantes del jazz. Tras esto, encontraremos otra reunión fantástica, la de las orquestas de Dueke Ellington con la de Count Basie, que tomaremos por entero en otra ocasión. De ella escucharemos Battle Royal. Atentos a los comentarios del Cifu, y que disfruten.