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A Christmas Game, de A. N. L. Munby

Es costumbre de este blog seguir la tradición inglesa (popularizada por Dickens, pero muy anterior a él) de explicar cuentos de fantasmas por Navidad.
Este año, les presento Un Juego de Navidad, de Alan Noel Latimer Munby, autor que se prodigó poco en el género, pero cuyas historias siempre causaron grata impresión entre los aficionados. Y autor que, por cierto, había nacido el día de Navidad.
Precisamente en esa fecha señalada, cuando la familia se reúne, un viejo conocido de la infancia del paterfamilias ha sido encontrado por éste por la calle e invitado a pasar las fechas de pascua. Todo transcurre agradablemente, salvo tal vez el hecho de que el invitado rehúya con sequedad el tema de Nueva Zelanda. En cualquier caso, y dejando aparte ese detalle, se comporta de forma agradable, e incluso entrando en el espíritu navideño.
Llegados los postres, la familia se dispone a realizar un viejo ritual navideño: justamente explicar una historia de terror (ya ven que no me invento las tradiciones), con las luces apagadas y una pantalla puesta frente al fuego del hogar; una tradición a la que siempre han añadido un juego (y que, por cierto, es corriente que se juegue en Norteamérica, pero por Halloween, o así lo cuentan Ray Bradbury y Stephen King): el describir un cuerpo, en este caso desmembrado, e ir pasando de mano en mano, a oscuras, objetos que recuerdan las diversas partes del cuerpo. Así, la "cabellera" es pasada en forma de tela lanuda, la lengua en forma de trozo de cuero relleno... y llega la hora de los ojos. Para este ritual, el hijo mayor, estudiante de medicina, se ha preparado bien, y tiene dispuestas dos uvas peladas, que intenta pasar a su comensal de la derecha, el invitado, y apesar de que este las rechaza en un principio, logra ponérselas en la mano.
El invitado reacciona de forma extemporánea: lanza un grito y, derribando la pantalla, lanza los dos "ojos" al fuego. Y entonces se derrumba en la silla, presa de un infarto.
Sólo que el hijo ha percibido un brillo peculiar en el fuego, y le ha parecido ver cómo se consumían dos globos oculares auténticos con su pupila y su iris.
El invitado es trasladado en estado grave a su habitación, y el hijo, agitado por las peripecias de la noche, pasea por la casa. Entonces ve una sombra que, a tientas, se acerca al hogar, tenuemente iluminado por las brasas, y busca desesperado entre las cenizas, dejando ir un grito de desolación y amargura, tras lo cual se incorpora y sale de la sala.
Unos minutos más tarde, el médico aparece para comunicar que el invitado ha muerto en el delirio, pidiendo que impidieran "que se acercase".
No es sino muchos años después cuando el narrador traba conocimiento con la historia de un funcionario público destinado a Nueva Zelanda, que habría sometido a tortura a un maorí, supuesto delincuente, para lograr que confesara, llegando a arrancarle los ojos. El hombre se probó inocente, pero el mal estaba hecho, las autoridades taparon el escándalo como pudieron y, como único castigo, se destinó de regreso a Inglaterra a ese funcionario. Y finaliza: «Pero aunque su castigo fuera leve a manos de los hombres, parece que finalmente fue llamado a rendir cuentas ante un tribunal diferente y más alto».
Feliz Navidad a todos.

En Christmas Ghosts
Robinson Publishing
Londres, 1987 [1949]

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El Príncipe de la Niebla, de Martin Mosebach

Lerner es un joven periodista, con ambiciones, al que su puesto en un periódico berlinés le viene pequeño, sobre todo porque sólo le encargan que cubra las noticias de incendios. Hasta que un día entra en su vida la señora Hanhaus, exuberante, vital, acostumbrada a imponer su voluntad al asalto.
Ella le convence, o más bien lo fuerza, a embarcarse en una aventura estrambótica: con el pretexto de buscar a un explorador polar perdido, el periódico le financiará una expedición, cuyo objetivo primordial, en cambio, será poner pie en la ártica Isla del Oso, posible depositaria de grandes depósitos de carbón de hulla, delimitar un perímetro y reivindicarla para el Imperio Alemán y, ya de paso, para la fantasma Sociedad de la Isla del Oso, formada por la señora Hanhaus y, posiblemente, por el joven Lerner, aunque de esto no puede estar seguro.
Semejante extravagancia, que al parecer está basada en un hecho real, le sirve a Mosebach para relatar, con fino humor, una historia demencial del aventurerismo colonial, que tanto rendimiento dio a los británicos; puesto que ellos (en uno de los mejores pasajes del libro) dominan esta clase de peripecias por el mundo, es necesario que los alemanes se trasladen al Ártico. Claro que en el Ártico están los rusos, concretamente un buque acorazado que llega poco después de que lo haga Lerner.
Las peripecias diplomáticas, empresariales y políticas de esta singular experiencia de colonialismo son narradas en el libro, pero sobre todo, lo que importa son dos personajes, uno mayor que la vida, la aventurera, estafadora y chantajista señora Hanhaus, y el joven Lerner, al que la vida parece empeñada en frustrar cualquiera de sus ilusiones y convertirlo en un fracasado, y que finalmente encontrará su lugar de la forma más inesperada.
La propia excentricidad de la empresa anima a seguir leyendo esta interesante novela, que sin embargo se encalla algo en su parte central; pero son sobretodo las desventuras de Lerner y el desparpajo y descaro de Hanhaus, una dama que jamás mira atrás en sus acciones, las que constituyen el patrimonio de un retrato de época perfectamente logrado, en el que lo colonial y exótico se aunaba con lo imperial y nacionalista. Sin perder nunca de vista el rendimiento económico, claro.
En suma, una novela agradable que trata un período poco habitual en la literatura y lo hace con humor y buen criterio.

(Der Nebelfürst)
Acantilado / Quaderns Crema, col. Narrativa
Barcelona, 2012 [2001]

Portada y sinopsis

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El Último Metro, de François Truffaut

SESIÓN MATINAL 

(Le Dernier Métro); 1980

Director: François Truffaut; Guión: François Truffaut, Suzanne Schiffman; Intérpretes: Catherine Deneuve (Marion Steiner), Gérard Depardieu (Bernard Granger), Jean Poiret (Jean-Loup Cottins), Heinz Bennent (Lucas Steiner); Dir. de fotografía: Néstor Almendros; Música: Georges Delerue; Dir. artística: Jean-Pierre Kohut Svelke; Montaje: Martine Barraque.

Como siempre que se trata de una película de Truffaut, el espectador se encuentra con una historia que puede seguir directamente, pero a la vez con toda una serie de símbolos inscritos en la historia, que hacen de la película una narración poliédrica, llena de significados que se multiplican en los símbolos de los personajes y sus situaciones.
Podríamos decir que ese teatro francés que sigue funcionando bajo la ocupación alemana es un símbolo de toda Francia, con sus aquiscencias con los ocupantes, su actividad subterránea y resistente, sus temores, su impresión de vivir al límite (y de ahí también una interpretación del título, más allá de la histórica de que o tomabas ese último metro o infringías el toque de queda), sus penurias y sus historias convulsas por la situación reinante.
También es un retrato y homenaje a la actividad teatral en la época de la ocupación, no en vano el filme está basado en parte en los recuerdos y memorias de Jean Gabin durante la época. Y cada personaje puede trazar una historia deiferente que tiene su pequeño o gran símbolo, sin olvidar con los temas recurrentes de Truffaut, como el triángulo amoroso, el teatro dentro del teatro, la necesidad de la tolerancia, y la brutalizada de la opresión.
No es una de las grandes películas de Truffaut, aunque decir esto cuando se habla, a mi juicio, del mejor cineasta europeo (no anglosajón, al menos) de la segunda mitad del siglo veinte es algo equívoco: una película floja de Truffaut es una obra maestra según los estándares que nos brindan otros directores. Pero aun sin ser de las grandes, es perfectamente reconocible como de su autor, y ciertamente es una película que da al espectador mucho más que el tiempo que ha empleado en verla, por lo que se hace absolutamente recomendable. Y, pequeño detalle pero importante, de entre la producción en color de Truffaut, es la mejor fotografiada, mérito de Néstor Almendros.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Maria Schneider en Hamburgo

Maria Schneider es considerada una de las mejores directoras de orquestas de jazz, sin distinción de sexos. Hace poco tuvimos oportunidad de escucharla en Barcelona, y el éxito fue espectacular.
Aquí la tenemos con una excelente big band, la NDR, Norddeutsche Rundfunk de Hamburgo, con la cual Maria ha trabajado para ofrecernos un programa enteramente dedicado a la figura de Gil Evans, tanto en la vertiente de compositor como en la de arreglista. Puesto que Schneider trabajó largos años como asistente musical de Evans, nadie mejor que ella para efectuar este homenaje.
Poco más hay que decir, cuando se unen una música tan bien hecha, unos músicos tan estupendos y una dirección extraordinariamente buena, llena de matices y que logra una interpretación perfecta. Escuchen y se convencerán. El programa se compone de las piezas: Gone; Yardbird Suite; Jambangle; Springsville; The Meaning of the Blues; Summertime; Bess Oh Where Is My Bess; Once Upon a Summertime; Waltz + Eleven; y My Ship.
Ya han visto lo bonito que suena, lo bien que tocan, lo perfecto de la coordinación de los músicos, lo sutil de los arreglos y la potencia de todo en su conjunto. Espero que hayan disfrutado de ello, y presten atención a los comentarios del Cifu.

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Periodismo en Tennessee, de Mark Twain

Uno de los padres fundadores de la literatura norteamericana moderna, Mark Twain fue también un humorista de mérito, tanto en su vertiente cómica sin más como en la vena satírica.
En el relato que hoy les presento, y que pueden leer en los enlaces que figuran al pie de esta reseña, nos encontramos a un periodista que, necesitado de reposo y tranquilidad, va a Tennessee para encontrarla. Nada más lejos de la realidad. Su primer trabajo, encontrar errores y omisiones en los periódicos hermanos, es denostado por su director. Los periódicos no son hermanos, sino enemigos. Y feroces, porque de inmediato se suceden una serie de atentados, duelos y peleas a cuchillo entre el director y miembros de la competencia o lectores descontentos con lo que se ha dicho en el periódico de ellos, incidentes en los que el que peor parado sale es nuestro joven reportero.
Aparte Bret Harte, que fue el padre de todos, los que llevaron la literatura y la sátira de esta época a su máxima expresión fueron Twain y Ambrose Bierce. En el relato que nos ocupa la sátira es feroz, y cabe preguntarse si, siendo como era Mark Twain periodista, es tan exagerada como parece de la realidad. Al fin y al cabo, tanto Bierce como Twain también empezaron a dar forma a la mitología del Salvaje Oeste, una mitología cruda, si se quiere, pero que tiene ciertas resonancias con la épica clásica, pero tampoco hay que olvidar que en la época el espíritu de frontera estaba muy presente, la cultura de las armas era universal y la ley era algo que se iba formando conforme llegaba la civilización. De manera que no sería de extrañar que, en un estado donde las pasiones siempre han figurado a flor de piel, los supuestos agravios sobre el papel se resolvieran de forma violenta.
En cualquier caso, y teniendo en cuenta estas connotaciones mitológicas del Oeste americano, y la importancia de la prensa local en la época (mito o no, la mayoría de westerns tienen en sus pueblos de mala muerte la oficina de un periódico local), se trata de uno de los relatos más satíricamente feroces de Twain, y uno de los más divertidos, una delicia para el lector, que puede disfrutarlo con plenitud viendo la escalada de violencia extemporánea que se desarrolla en sus páginas.

(Journalism in Tennessee)
En Entre la Frontera y el Patíbulo. Humoristas Norteamericanos
Ed. Tiempo Nuevo, col. Insignia
Caracas, 1972 [1871]

Texto en castellano de El Periodismo en Tennessee
Texto en inglés de Journalism in Tennessee

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La Civilización del Renacimiento en Europa 1450-1620, de John Hale

De vez en cuando, en la ensayística surge una obra tan clara, tan diáfana, tan espectacularmente fundamental que se convierte de inmediato en referencia. Es el caso de este ensayo histórico, y pocas veces he leído obras que puedan definirse a la vez como imprescindibles y deliciosas de leer.
Desde su inicio, "El Descubrimiento de Europa", el lector se apercibe de que el autor no habla del pasado de un continente. Lo que hizo el Renacimiento fue descubrirnos qué éramos respecto a nuestra civilización. Sin ser el único período fundamental (las épocas clásicas greco-romanas y la Revolución Francesa acuden con rapidez a la mente como conformadoras de un estilo de vida que constituye nuestra herencia cultural), sí fue el primero en el que definimos cuestiones como civilización y civilidad, más allá de la pertenencia a un país o una región; en suma, es la época en la que encontramos una serie de valores que perviven en nuestros tiempos y nos hacen europeos y por extensión y exportación, occidentales.
Lo que sorprenderá es que Hale no se limita a discursear sobre una serie de conceptos abstractos, por muy ciertos que sean. Una civilización se define por su pensamiento, pero éste no sirve para nada si no se traslada a la vida cotidiana, en lo que llamamos civilidad (y es la primera vez, con el surgimiento potente de una clase media, que asuntos como la civitas, lo civil y lo civilizado se unen), y Hale desciende a lo concreto con una naturalidad y lógica pasmosa. La dieta, la alfabetización y la valoración del libro y la cultura, los buenos modales, la evolución de la investigación científica, la prestigiación del comercio, la medicina y la enfermedad, el sexo, la guerra, la paz, la visión del mundo, la aparición del turismo, la recuperación de valores clásicos y su evolución, los cambios de relación interclasista, los nuevos pactos sociales, los festejos, la religión (en una época que vio Reform y Contrarreforma), la mendicidad y la responsabilidad social, cualquier cosa que puedan imaginar la hallarán en este libro, que así se convierte en el mejor estudio de la vida cotidiana de la época, pero siempre viendo que estos usos y hábitos evolucionados conforman una sociedad que hereda conceptos, pero los renueva y transforma. Y en esa visión detallada nos podemos reconocer y contemplar, hallando más similitudes que diferencias. Hale bien puede proclamar: «Cualquiera que sea la forma en la que la posterioridad describa a este siglo y medio, bien de forma selectiva, como "el Renacimiento", bien con la fórmula genérica y neutral de la "fase inicial de la Edad Moderna" de la historia europea, para sus contemporáneos era, en suma, y por supuesto, "nuestra época"». Y también la nuestra, podría añadir sin equivocarse.
Quiero destacar que es un libro apasionante. La forma en la que está escrito lleva al lector de un tema a otro no sólo con esa fórmula a menudo denostada de la "amenidad", sino con el auténtico interés y la naturalidad y suavidad que sólo posee un discurso bien estructurado, claro e inteligible. Constantemente recurriendo a detalles pictóricos e iconográficos, los hombres y mujeres, las costumbres y la vida de estos europeos renacentistas se vuelven vivas ante nuestros ojos, en lo que podemos calificar de auténtica inmersión en la época.
No aparecen a menudo obras como esta, y de ahí que los historiadores la hayan calificado como excepcional. Pero, dentro de su especial significación y claridad de mente, hay que destacar que nadie puede tomar el modelo de este libro y escribir sobre este u otro tema sin más. Llegar a esta obra maestra llevó toda una vida de investigación y erudición a John Hale (murió en 1999, tres años después de la publicación de este libro). Una vida excepcionalmente bien empleada, y que por fortuna podemos disfrutar en un legado brillante como es La Civilización del Renacimiento en Europa.

(The Civilization of Europe in the Renaissance)
Crítica / Grijalbo Mondadori, Serie Mayor
Barcelona, 1996 [1993]


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La Decisió de Brandes, de Eduard Márquez

En La Decisión de Brandes, tras ser expuesto como pintor de "arte degenerado", y en su autoexilio en París, Brandes (una especie de alter ego de Georges Braque) recibe la visita de uno de los conquistadores alemanes de Francia, un auxiliar del mariscal hermann Göring, quien le propone ni más ni menos que un chantaje: «Tú eliges. Recuperar tus cuadros y tus trastos a cambio del Cranach. Tú eliges».
Porque Brandes es poseedor de un Lucas Cranach, y Hermann Göring es un reputado "coleccionista" de arte clásico, que consigue sin reparar en los métodos empleados.
Así empieza esta novela que es un cúmulo de cosas. Narrada como un monólogo interior por un Brandes a punto de morir, se compone de una serie de continuos flashbacks en los que el pintor rememora toda su vida, las influencias paternas, las mujeres que han pasado por su vida, el arte, la política y la historia, todos los elementos que, de una u otra manera, le hicieron el hombre y el artista que fue y que es, y siempre volviendo al eje sobre el que gira la historia, ese "tú eliges" que parece el resumen de una vida, el punto dentral de una persona que se vio forzada a escoger entre conservar una valiosa posesión o recuperar su obra, que es como decir su vida pasada.
En este trayecto intelectual y emocional, en el que no hay sino recuerdos (y la respuesta a ese dilema, que se da en las últimas páginas del libro), no es sino un continuo recorrido por la ética del artista, por lo que es un ser humano, y la llegada al punto esencial del mismo, aquel en el que debe negarse a ser arrebatado de su dignidad, el último ápice que le queda y que es lo que le hace ser Brandes, o someterse al capricho del poder y, recuperando su obra, perder todo lo demás.
Ese es el punto central, el plantearse dónde reside el último átomo del individuo, dónde se sitúa la residencia final, ese castillo interior, cuál es la finalidad del artista y lo que debe ser en su obra y sin ella.
Si ese Cranach existió o no en la realidad, es indiferente. La historia surge, verosímil, de un cúmulo de experiencias que sí sucedieron durante el nazismo. Expolios en forma de boteines de guerra, saquesos de museos y galerías, intimidación a marchantes y artistas, falsas compras o robos muy reales efectuados a gente vulnerable, judíos, católicos, izquierdistas, todos aquellos que tuvieran algo que el poder deseaba a cambio de una promesa de supervivencia que, en muchos casos, se probó falsa.
Hace años que Eduard Márquez se ha consolidado como uno de los mejores valores de las narrativas española y catalana. Siempre preocupado por esa frágil estructura que llamamos ser humano y que tan a menudo la sociedad o los individuos se afanan en destruir, La Decisión de Brandes es una historia introspectiva que nos interroga sobre el punto de nuestra última resistencia, sobre el límite en el que, como Bartleby, nuestra respuesta sería el "preferiría no hacerlo", ese punto en el que se sitúa nustra dignidad.

Ed. Empúries, col. Narrativa
Barcelona, 2006 [2005]

Existe edición castellana publicada por Alianza Editorial

Portada y sinopsis de la edición castellana
Portada i sinopsi de l'edició catalana

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The Commitments, de Alan Parker

SESIÓN MATINAL 

(The Commitments); 1991

Director: Alan Parker; Guión: Dick Clement, Ian La Fresnais, Marc Abraham, basado en la novela de Roddy Doyle; Intérpretes: Robert Arkins (Jimmy Rabbitte), Michael Aherne (Steven Clifford), Angeline Ball (Imelda Quirke), Maria Doyle (Natalie Murphy), Dave Finnegan (Mickah Wallace), Bronagh Gallagher (Bernie McGloughlin), Félim Gormley (Dean Fay), Glen Hansard (Outspan Foster), Dick Massey (Bill Mooney), Johnny Murphy (Joey "The Lips" Fagan), Kenneth McCluskey (Derek Scully), Andrew Strong (Deco Cuffe); Dir. de fotografía: Gale Tattersall; Diseño de producción: Brian Morris; Montaje: Gerry Hambling.

Esta es la historia de un muchacho que quiere montar una banda de soul en pleno Dublín. La premisa es sencilla: los irlandeses son los negros de Europa, de manera que bien pueden interpretar el soul tan bien como los negros de América. Y así, logra reunir a un grupo heterogéneo, que, a trancas y barrancas, empieza a funcionar... y no lo hacen nada mal.
Digamos para empezar que a quien le guste la música soul, esta película le encantará, entre otras cosas porque sin música la película no funcionaría, y sin buena música lo dirícilmente lo haría. Pero en cuanto al resto de elementos cinematográficos, el filme tiene un adecuado sentido del humor, buenos personajes, una historia breve que contar, mucha música con mucho sentimiento, y una aguda y certera mirada sobre una Irlanda en crisis económica; no esperen encontrarse aquí el Dublín turístico, sino el suburbial y el del desempleo y la cuasimarginación.
Todo esto hace una película apreciable, entretenida, divertida a ratos, ingeniosa en otros, interesante siempre y que es una delicia de escuchar, pero siempre tendré la sensación de que podía haber aspirado a algo más, y que tal vez esta falta de ambición es lo que impide que este filme sea totalmente redondo. Lo cual no es óbice para que no sea una película más que apreciable que merece quedar en las filmografías, lo cual en los tiempos que corren ya es mucho. Pero el tiempo podría haberse empleado en precisar la psicología de los personajes y ahondar en la Irlanda de la época, por ejemplo.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Dizzy Gillespie en la Sala Pleyel

No creo que haya que presentar a uno de los mayores genios del jazz moderno, además de un trompetista que todavía no ha tenido igual; otros tendrán técnica, improvisación, lo que quieran, pero Gillespie, junto con Charlie Parker, había puesto las bases de un nuevo idioma jazzístico que dominaba a la perfección; si a eso añadimos el dominio del instrumento, tendremos a un músico de ideas siempre renovadas que se mueve en territorio propio y que puede hacer con la música lo que le dé la gana y hacerlo siempre magistralmente bien.
En la Salle Pleyel, acompañado por unos músicos de marca mayor, tendremos un concierto de esos que dejan huella. Bill Graham al saxo barítono, el estupendo y malogrado pianista Wade Legge, Lou Hackney al contrabajo, Al Jones a la batería y el habitual Joe Carroll al vocal acompañan a un Gillespie pletórico de recursos y de ideas en esta actuación, en la que, como no podía ser de otra manera, no faltarán los toques de un gamberrismo simpático, cercano a la iconoclastia, que Gillespie gustaba de ejercer en escena... menos, como dice el Cifu, cuando se trataba de tocar. La música era sagrada. Pero se podía bromear a su alrededor. Y yo se lo agradezco, francamente. El jazz siempre ha sido una música que tiene el buen humor como uno de sus componentes esenciales.
Escucharemos, para empezar, The Champ, muy enérgico y con Gillespie marcando estilo a la trompeta y a dúo vocal con Carroll; Good Bait, a buen ritmo, un tema pegadizo pasado al be bop, y que en esta ocasión tiene grandes solos de Graham y Hackney; Swing Low, Sweet Cadillac, esa humorada de Gillespie que retraza el Swing Low, Sweet Chariot convirtiendo el carro en un automóvil más que apropiado para ir al paraíso; Oh Lady Be Good, con vocal de Joe Carroll; My Man, esa canción de Mistinguette pasada al jazz por muchos, entre los que se cuenta Dizzy con una gran interpretación; I've Got the Bluest Blues, con vocal de Joe Carroll; Y Birks' Works; pero sigan leyendo y escuchando.

En esta segunda parte retomamos el Birks' Works, donde Dizzy toma la trompeta con sordina y está genial, además de tener este tema un buen solo de Graham; Ooh-Shoo-Be-Doo-Bee, a dúo vocal de Dizzy y Carroll, el epítome de las onomatopeyas scat que Gillespie trajo al be bop; el clásico They Can't Take that Away from Me; una sorpresa, cuando Gillespie hace subir al escenario a Sarah Vaughan para que cante un precioso Embraceable You; Wade Legge tendrá su momento de gloria con el tema Play Fiddle Play; volvemos a los sones clásicos pero pasados al bop con I Can't Get Started; un tema que ya ha quedado en los anales del jazz por su mezcla de sones afrocubanos y bop, Tin Tin Deo; la genial On the Sunnyside of Street en una versión magistral y desenfadada de Dizzy y Carroll; e, incompleta, School Days, una canción compuesta combinando todas las nursery rhymes, las canciones de parvulario anglosajonas, que se les puedan ocurrir.
En suma, un concierto magistral y delicioso. Atentos a los comentarios del Cifu, y que lo disfruten.

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Un Regalo de la Tierra, de Fredric Brown

Fredric Brown fue un autor polifacético, muy apreciado por los lectores de novela policíaca, en la que destacó por su originalidad y humor. Pero en el campo de ciencia ficción, en el que sólo escribió unas pocas novelas, sobre todo es recordado como autor de "cuentos de choque", relatos cortos y ultracortos con final sorprendente, a veces humorístico y a veces trágico. Era una especialidad en la que alcanzó una grandísima altura, y pocos autores pudieron emularlo.
Uno de esos relatos es el que traemos hoy, y que pueden leer en los enlaces al pie de esta reseña.
Cometar un relato ultracorto es algo cercano a lo ridículo, y muchas veces desemboca en un comentario más largo que la obra comentada. Pero déjenme hacer dos apreciaciones; la primera es que la traducción del título al castellano no es muy buena: el original es más bien "Terrestres Portadores de Presentes", que remite a los griegos portadores de presentes como el caballo de Troya (ya saben, aquello del timeo danaos et dona ferentes), y se ajusta más al espíritu del cuento. Y la segunda, y les ruego la lean después de pasar por el relato, es que tanto rusos como americanos hicieron planes para detonar un artefacto nuclear en la Luna, por razones de investigación científica y propagandísticas dentro de la batalla espacial que era parte de la Guerra Fría. En cualquier caso, tanto unos como otros se cansaron de estudiar la sismología de la Luna impactando todo tipo de cacharros sobre su superficie; los estadounidenses, a partir de la misión Apolo XIII, regularmente estrellaron una fase del cohete Saturno en la superficie lunar. Pero todo eso quedaba o en secreto o en el futuro. Fredric Brown, que al parecer nos conocía muy bien, supo captar la esencia del asunto con toda brevedad. Que disfruten del relato.

(Earthmen Bearing Gifts)
En Los Mejores Relatos de Ciencia Ficción
Ed. Bruguera, col. Libro Amigo
Barcelona, 19678 [1960]

Texto en castellano de Un Regalo de la Tierra
Texto en inglés de Earthmen Bearing Gifts

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La Promesa de Kamil Modráček, de Jiří Kratochvil

Tenía muchas, muchísimas ganas de leer algo de Jiří Kratochvil. Su nombre venía sonando por los mentideros literarios de Europa como el de un autor original, irreductible, comprometido con una forma literaria cómplice con el lector pero que no desdeñaba la experimentalidad, feroz defensor de la libertad del individuo. Y además es checo. Esto no es una boutade. Los escritores checos tienen una literatura de altísima calidad en la que mirarse, tanto Kafka, Hasek, Seifert, Hrubín, Kubin, Miroslav Holub, Kundera, Klima o Hrabal, entre muchos; y esa literatura ha estado siempre a la vanguardia de las vanguardias, temática y formalmente.
De modo que he leído con gusto La Promesa de Kamil Modracek (el título original es simplemente La Promesa),y no he quedado defraudado.
A principios de los años cincuenta, en la ciudad de Brno, el arquitecto Kamil Modracek es interrogado con insistencia y regularidad por un teniente de la policía de seguridad, el equivalente a la policía política. Tal vez sea porqueModracek, en época del Protectorado nazi de Bohemia y Moravia, se avino, para salvar la vida de su hermana, a construir una mansión para un jerarca alemán, mansión cuya planta tenía forma de esvástica. Tal vez sea porque su hermana es pintora que no se rige por los preceptos del realismo socialista. Tal vez porque es vecino de alguien sospechoso. O por divertirse. De hecho, una de las preguntas recurrentes es cómo, siendo arquitecto, vive en un piso de mala muerte mientras el resto de sus colegas tienen mansiones más que decentes. En cualquier caso, los motivos de la policía política son inescrutables. Modracek se lo toma con filosofía, hasta que su hermana es arrestada y muerta en un interrogatorio (oficialmente, suicidada en su celda).
Entonces, Kamil se desborda. La desesperación y el odio se le acumulan, hasta que, inspirado por un relato de Vladimir Nabokov, que fue amigo de su padre ("Aquí se Habla Ruso"), y estimulado por el descubrimiento de un subterráneo desconocido en el subsuelo de su casa (un hecho cierto: Brno tiene una colección de sótanos, catacumbas y bodegas medievales que todavía no se ha acabado de determinar en su extensión y número), traza el plan de secuestrar al teniente de la policía de seguridad y mantenerlo en el subterráneo hasta que muera, en un cautiverio perpetuo, que es venganza pero a la vez demostración de superioridad moral, al no privarle de la vida. Pero, si ya esto puede resultar sorprendente, el plan se le va de las manos al arquitecto, con consecuencias inesperadas, y que sólo puedo recomendar que lean por sí mismos: hay trazados narrativos que es pecado descubrir, y los que suceden en esta novela entran dentro de esta categoría.
Estilísticamente, la novela es todo lo que se puede esperar de la fama de su autor y de la tradición literaria checa: múltiples puntos de vista, originalidad en los cambios de persona narrativa, técnicas de vanguardia que sin embargo no comprometen la legibilidad de la obra, dominio del espacio y el tiempo, historias dentro de la historia que, en apariencia, no tienen nada que ver con el tema principal pero que después se muestran relevantes, diálogo, infrecuente pero presente, con el lector y, sobre todo, gran característica checa, un sentido del humor muy fino, una ironía que pervade toda la obra y, al restar trascendencia a las palabras, se la da al mensaje de la novela.
Porque, además, esta novela tiene muchos niveles de significado. No sólo es un reflejo fiel de los primeros años del régimen soviético en Checoslovaquia, y una protesta en favor de las libertades perdidas; también es una metáfora sobre la sociedad checa que se enterró en los cimientos para resistir, construyendo cuando podía su propio castillo interior. También hay un alegato contra el utopismo, y por supuesto, hay un constante análisis de qué son los seres humanos y cómo las circunstancias los transforman, y los límites que pueden tener en estas transformaciones.
Kratochvil es un escritor mayor. No de edad, sino en capacidad y ambición literaria. Si esta novela es una muestra, hay que recomendar que no se le pierda de vista, que sea leído. No todos los días se encuentran escritores que proporcionan obras de tanta altura.

(Slib)
Ed. Impedimenta
Madrid, 2013 [2009]
Traducción de Elena Buixaderas

Portada y sinopsis

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La Salud de los Enfermos, de Julio Cortázar

Cortázar siempre tuvo predilección por observar críticamente las convenciones sociales. En este cuento, que pueden leer en el enlace que figura al pie de esta reseña, nos encontramos con una familia que sufre una gran pérdida, la del joven Alejandro, y puesto que la matriarca de la familia está muy delicada de salud, y cualquier emoción fuerte podría tener resultados fatales, la familia en pleno decide ocultarle el fallecimiento.
Pero, ¿hasta cuándo? Porque alguna vez habrá que decírselo. Sin embargo, y por la salud de la madre, deciden prolongar la ficción, y se inventan una vida paralela de Alejandro, una en la que trabaja en el extranjero, escribe cartas a máquina y pone excusas para no poder venir de vacaciones a casa. Lo peculiar del caso es que la familia cada vez empieza a creer más en esta vida ficticia y, por ende, en la existencia de este fantasmal Alejandro. Y se deciden también a mantener la ficción con otros miembros de la familia que enferman y mueren.
Cuando llega el día en que la madre, afectada ya definitivamente por su enfermedad, agoniza, se descubre que ella es precisamente la que ha sabido que todo era una ficción. La última frase del relato sugiere que la ficción puede prolongarse mucho más allá, y que, de hecho, ya ha invadido las mentes de los involucrados como si fuera una realidad.
Cortázar no sólo desmenuza lo frágil (y ficticio) de las convenciones sociales. También nos presenta el caso de qué es aquello a lo que llamamos "realidad". La madre sabe, pero los familiares creen que las noticias reales podrían seguir matándola si se enterara de ellas. Por tanto, es preferible construir una (ir)realidad benéfica, pero que en realidad es más insidiosa que cualquier verdad; y que, a fuerza de repetirse, se vuelve más real que la muerte, ya lejana, de Alejandro.
Si queremos tomarlo desde el punto de vista del realismo mágico, este relato se adecúa perfectamente a ello. Pues, ¿podría ser que esa última carta de Alejandro no la hubiera escrito sino él? Es una posibilidad, aunque desmentida por el resto del cuento, pero que muestra las posibilidades de los niveles de realidad en la literatura, y la fuerza de la costumbre y las creencias.

En Los Relatos 1 Ritos
Alianza Ed., col. El Libro de Bolsillo
Madrid, 19763 [1966]

Publicado originalmente en Todos los Fuegos el Fuego

Texto en castellano de La Salud de los Enfermos

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Guerra y Paz, de King Vidor

SESIÓN MATINAL 

(War and Peace); 1956

Director: King Vidor, Mario Soldati (escenas de batalla); Guión: Bridget Boland, Robert Westerby, King Vidor, Mario Camerini, Ennio de Concini, Ivo Perelli, basado en la novela de León Tolstoi; Intérpretes: Audrey Hepburn (Natasha Rostova), Henry Fonda (Pierre Bezukhov), Mel Ferrer (Príncipe Andrei Bolkonsky), Herbert Lom (Napoleón), John Mills (Platón Karataev), Oscar Homolka (Mariscal Kutuzov), Wilfrid Lawson (Príncipe Bolkonsky), Vittorio Gassman (Anatol Kuragin), Anita Ekberg (Helene Kuragina), Helmut Dantine (Dolokhov), Milly Vitale (Lisa Bolkonskaya), Barry Jones (Príncipe Mikhail Andreevich Rostov); Dir. de fotografía: Jack Cardiff, Aldo Tonti (escenas de batalla); Música: Nino Rota; Dir. artística: Mario Chiari.

Lo mejor que se puede hacer con esta larga película (tres horas y pico) es, si no se ha leído la novela de Tolstoi, pensar que esto sólo va a ser un pálido resumen de lo que contiene el texto literario. Y si se ha leído, no realizar comparación alguna, y limitarse a ver las escenas cumbre como si fueran las láminas que acompañaran al libro. De todas maneras, la novela río de Tolstoi es imposible de llevar al cine (aunque algún día hablaremos de la versión de Sergei Bondarchuk, de ocho horas).
Ese es el principal inconveniente de esta película, y uno de los típicos jardines en los que Hollywood se metía con su manía de las superproducciones. El peso de la obra literaria es excesivo, sus personajes demasiado precisos y la trama demasiado coral como para resultar aceptable en una versión fílmica forzosamente reducida.
De manera que sólo queda admirar esas estampas magistralmente filmadas por Vidor y Cardiff (y, en las escenas de combates, por Soldati y Tonti, que también tienen su derecho al mérito), con una decoración y unos valores de producción (vestuario, mobiliario, ambientación...) enormes y acertados, y fijarse, si es que hay que hacerlo, en dos interpretaciones que destacan: la muy mimética de Herbert Lom como napoleón, y la muy sentida y tierna de Audrey Hepburn como Natasha.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Charlie Christian en el Minton's

Llegamos al final de las grabaciones en directo que en una carrera trágicamente corta realizó el guitarrista Charlie Christian. En estas sesiones celebradas en el Minton's y en otros clubes es cuando percibimos algo que tocando con el sexteto de Goodman se anticipaba ya: que la influencia de Christian en el lenguaje de la guitarra moderna y en el paso del jazz al be bop fue enorme, y que su influencia es perdurable incluso hoy.
No hay guitarrista moderno que no haya escuchado a Christian, forzosamente. No hay guitarrista moderno que no haya recibido influencia de él, poca o mucha. No hay guitarrista hoy día que no emplee alguno de sus recursos. Y todo ello lo hizo no sólo por la voluntad de experimentar, sino construyendo una música que en aquel entonces podía sonar extraña, pero era estimulante, bella, con un sonido redondo y con una técnica más allá de lo impecable.
En el MInton's, y acompañado por Joe Guy a la trompeta, Kenny Kersey (aunque hay muchas dudas razonables de que quien pudiera estar al piano fuera Thelonious Monk), Nick Fenton al contrabajo y Kenny Clarke a la batería, escucharemos Swing to Bop (Topsy) y Stompin' at the Savoy.
Con el grupo formado por Don Byas al saxo tenor, Joe Guy a la trompeta, un segundo trompetista que podía ser Charlie Shavers, y una rítmica desconocida, Honeysuckle Rose (Up On Teddy's Hill) y I Got Rhythm (en la que se ausenta Byas).
Escucharemos otra versión del I Got Rhythm interpretada en el Uptown House por Christian, Joe Guy a la trompeta, Don Byas al saxo tenor, Allen Tinney al piano, Ebenezer Paul al contrabajo y Taps Miller a la batería.
Y, con el añadido de Hot Lips Page a la trompeta y Rudy Williams al saxo alto, Stompin' at the Savoy.
Y de regreso al sexteto de Benny Goodman, y en el Madison Square Garden, los temas Benny's Bugle y Rose Room.
Presten atención a los comentarios del Cifu, y espero que disfruten de este guitarrista de sonido fresco, actual que, sin embargo fue el que lo instauró. 


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El Dedo Medio del Pie Derecho, de Ambrose Bierce

Uno de los relatos de terror más famosos de Ambrose Bierce, incluido en la mayoría de antologías del género y en todas las historias del mismo, posee las mejores características de la escritura de su autor: un fuerte enraizamiento en la realidad de su época, una amargura fundamental y un final sorprendente a pesar de que Bierce no se haya guardado ninguna carta en la manga.
El relato pueden ustedes leerlo en los enlaces que figuran al pie de esta reseña. En un pueblo del sudeste americano hay una casa conocida por estás hechizada. Con su humor habitual, Bierce nos informa que para probar que la casa está encantada sólo hay que verla y, con fina ironía, añade «que su dueño, el señor Manton, creyera conveniente una noche, diez años antes, levantarse de la cama, degollar a su mujer y a sus dos hijitos y mandarse mudar a otra región, ha contribuido sin duda a que la opinión pública considerara el lugar propicio a los fenómenos sobrenaturales».
Sin apenas respiro, el autor nos lleva a un duelo, pero de naturaleza muy peculiar; los dos contendientes, despojados de sus ropas y sin más arma que un cuchilllo de monte, serán introducidos en una casa a oscuras en plena noche por sus padrinos, los cuales se retirarán para que ambos puedan degollarse en la oscuridad con toda comodidad y sin interferencias. La casa en cuestón es la encantada del pueblo.
A partir de ahí nos encontramos con fragmentos de hechos, que apenas parecen tener conexión lógica entre ellos. Pero están conectados y de manera muy fuerte, y todo ello produce un final inesperado para todos y que, en contraste con el escepticismo del inicio del relato, entra totalmente en el terreno de lo sobrenatural.
Por su construcción, por su sorpresa, por el realismo de la época representada, pero también por las implicaciones sobrenaturales del relato, es uno de esos que merece ocupar el lugar de privilegio en la historia del cuento de terror.

(The Middle Toe of the Right Foot)
En Cuentos de Soldados y Civiles
Eds. Orión, col. Pruebas de Galera
Buenos Aires, 1975 [1891]
Traducción y prólogo de José Bianco

Texto en castellano de El Dedo Medio del Pie Derecho
Texto en inglés de The Middle Toe of the Right Foot

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El Cazador Sordo, de James McClure

Una de las ventajas que tiene el género negro es la de ser universal, lo cual nos permite visitar diversos países, pero sobre todo captar el clima moral de las sociedades que retrata.
En el caso de El Cazador Sordo, James McClure nos lleva a la república Sudafricana en pleno apartheid. Empezando porque sus protagonistas son inusuales, un teniente de policía de la imaginaria ciudad de Trekkersburgo y un sargento bantú, trabajando en pareja, con todo lo que ello comportaba en la época, el autor no se priva de darnos detalles de cómo el gobierno sudafricano ejercía su protectorado paternal sobre la población negra a su cargo. Hablaremos de ello más tarde.
En vísperas de Navidad, en plena ola de calor, un hombre es asesinado en su casa. Lo que parece un asesinato rutinario es complicado cuando el teniente Kramer, que no cae demasiado bien al coronel sustituto de la policía local,  es enviado a investigar un accidente de tráfico, con lo que el sargento Zondi queda al cargo de arrestar al criado negro que es el principal sospechoso. Se complica porque el propio Kramer empieza a encontrar discordancias entre su investigación y la que ha realizado, en apariencia con pocas gans, su sustituto enviado por el coronel. Y sospecha que hay algo más bajo este asunto. Y no sabe lo acertado que está.
Hay muchas cosas a destacar en esta novela. La primera y litararia, aunque también ideológica, es que el sargento Zondi no es una figura decorativa, una especie de Watson que se limita a admirar a su maestro. Es un investigador de primera marca, como demuestra en esta novela. Pero, ¿se le reconocerá alguna vez? No por los estamentos policiales, y sólo de forma privada por su superior el teniente Kramer. De otra manera, la carrera de Kramer estaría acabada.
Otros detalles son más de fondo, pero igualmente importantes. Todos conocemos qué fue el apartheid, a grandes rasgos. Pero los detalles del día a día son más difíciles de percibir, y en eso la novela policíaca es ideal, ya que se mueve en los ambientes más comunes con naturalidad. Y así, veremos no sólo las diferencias de trato, sino cómo el lenguaje es creado para responder a la discriminación. Y McClure, que emigró a Gran Bretaña, sin duda porque escribir lo que escribía podía ser tipificado como delito en Sudáfrica, no ahorra la descripción de los guetos negros, así como las políticas de reasentamiento gubernamentales, con demoliciones de casas y envío a lugares de suelo rocoso, donde nada puede crecer y, se supone, la población nativa perecerá por hambre y enfermedades, lo cul además reforzará la política gubernamental de hacer creer que los negros son un conjunto de vagos e inútiles.
Insistiré siempre en que la mejor novela negra es aquella que sirve para mostrar una sociedad en un momento dado, y es satisfactorio comprobar que esto ha sido entendido, consciente o incoscientemente, por sus autores. Nos brindan así un retrato de la vida cotidiana en una determinada época y situación que es tan útil como un  tratado sociológico. Es el caso de james McClure.

(The Gooseberry Fool) 
Reino de Cordelia
Madrid, 2013 [1974]
Serie Teniente Kramer y Sargento Zondi nº 3

Portada y sinopsis

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Un Fantasma Recorre Texas, de Fritz Leiber

Un título que evoca claramente el Manifiesto Comunista de Marx y Engels ("Un fantasma recorre Europa"), lo que hace Leiber con esta novela es una sátira de las revoluciones, del modo de vida americano, del racismo, del supremacismo y de todos los vicios de la sociedad norteamericana en genral, convulsa en aquel entonces por el asesinato de JFK y por unas tensiones que se mostraban en los movimientos por los derechos civiles, la psicosis nuclear y la refolucióncontracultural.
La ciencia-ficción es un género muy adecuado para esta clase de reflexiones realizadas en un espejo deformante, pero pocos tienen el valor de exagerar hasta el riesgo, y menos todavía de hacerlo con brillantez.
Fritz Leiber fue un gran maestro en todos los géneros del fantástico. Nacido en el seno de una familia de actores, actor él mismo al que se puede ver en papeles secundarios en las producciones clásicas de Hollywood (en Camille de 1936, con Greta Garbo), se carteó con Lovecraft y escribió algunos de los mejores relatos de terror postlovecraftianos, revolucionó y evolucionó la fantasía heroica con su serie sobre Fafhrd y el Ratonero Gris, y su labor en la ciencia ficción fue ingente y significativa; durante años, fue el autor más galardonado del género, algo que tiene poca importancia comparado con el respeto y la veneración que le mostraron tanto sus colegas como los lectores.
Poseedor de un sentido del humor ácido y eficaz, en esta Un Fantasma Recorre Texas lo deja en libertad de tal manera que no deja títere con cabeza. Nos encontramos en una Tierra después de la III Guerra Mundial, atómica, por supuesto, en la que Texas domina desde el canadá hasta Centroamérica. Existe un residual presidente de los Estados Unidos, una figura poco más que decorativa a la que se asesina con más o menos regularidad, mientras que quien gobierna de everdad es el gobernador de Texas, Texas, acompañado de los oligarcas del petróleo y la industria. Al respecto, ya desde los epígrafes del libro tenemos claro qué esperar de un régimen tejano: «El fin de la vida es la libertad. Los tejanos están autorizados para disfrutar de la libertad, para explotarla y manipularla, mientras los mexicanos, los indios y los negros ─todos los que tienen la tez oscura o un oscuro vacío en la cartera─ tienen el privilegio de servir a la libertad sin ponerle las manos encima».
A este mundo llega un actor procedente de la Luna, un mundo que rompió todo contacto con la Tierra hace más de cien años y quien, provisto de un exoesqueleto metálico (para soportar la elevada gravedad terrestre) que cubre con una capa negra, tiene todo el aspecto de ser El Esqueleto, El Fantasma, la Muerte Alta profetizada a los esclavos mexicanos como el líder y señal que los llevará a la liberación. Christopher Crockett la Cruz, el Espectro, se ve metido en medio de esta situación, que no es precisamente simpática: los tejanos lo quieren ver muerto, los líderes revolucionarios, una vez cumplido su papel catalizador, también, ya que un mártir siempre es útil y no estorba a la hora de detentar el poder.
En el transcurso de la novela, leiber lo satiriza absolutamente todo; desde la obsesión americana por los enormes pechos femeninos hasta el machismo mexicano, desde el creerse el centro del universo estadounidense expresado en términos de Texas (no se unió a los Estados Unidos; Texas se anexionó los USA fingiendo una incorporación, pero se mantuvo la ficción porque el público «jamás tuvo cerebros ni agallas») hasta la parafernalia de la lingüística revolucionaria.
En suma, Leiber se dedica a describirnos un mundo desquiciado que, modelado sobre una imagen precisa, no es sino el nuestro. Que lo haga a través de las aventuras de La Cruz no es prescindible (se trata de una novela, no de un panfleto), pero ciertamente la sátira y el humor son tan omnipresentes que el lector progresa a la espera de cuál será el próximo golpe a los establecido y al irracional comportamiento humano.

(A Spectre Is Haunting Texas)
Eds. Martínez Roca, col. Súper Ficción
Barcelona, 1977 [1968]


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La Caja de Música, de Costa-Gavras

SESIÓN MATINAL 

(The Music Box); 1989

Director: Costa-Gavras; Guión: Joe Eszterhas; Intérpretes: Jessica Lange (Ann Talbot), Armin Mueller-Stahl (Mike Laszlo), Frederick Forrest (Jack Burke), Donaldd Moffat (Harry Talbot), Lukas Haas (Mikey Talbot), Cheryl Lynn Bruce (Georgine Wheeler), J. S. Block (Juez Silver); Dir de fotografía: Patrick Blossier; Diseño de producción: Jeannine Oppewall; Música: Philippe Sarde.

Costa-Gavras, ese director que jamás ha renunciado a hacer del cine un instrumento de reivindicación y reflexión, pero que ha conseguido hacerlo sin caer en el tedio, el sectarismo o el panfleto, nos planteó con esta película un dilema que, por mucho que el filme tenga una conclusión, sigue sin resolverse.
En el Chicago de los años ochenta vive un buen padre de familia, retirado tras años de trabajo en una fábrica, un abuelo delicioso con su nieto, una persona querida por todos aquellos que la conocen, y por supuesto adorada por su hija. Pero un día, y producto del hallazgo de unos documentos en las Naciones Unidas, este padre ejemplar y ciudadano de pro parece ser el mismo Misha Laszlo que formó parte de los escuadrones de la muerte de los cruces flechadas, las unidades húngaras auxiliares de los nazis en la limpieza de judíos en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Su hija no puede creer esto, y se prepara a defenderlo en un juicio que promete ser sólo una lucha por demostrar que ha habido una confusión de identidades o bien un montaje de las autoridades comunistas húngaras por desactivar a un activista anticomunista en los Estados Unidos como es Laszlo.
Pero, durante el transcurso del juicio, se van aportando testimonios y pruebas. La duda crece en la mente de Ann, pero lucha con fervor por su padre. Hasta que finalmente la verdad sale a la luz.
Les he dicho ya que Costa-Gavras no hace cine sólo de tesis, sino que explica historias, de manera que este breve resumen argumental que les he hecho no explica que lo que verán es una película de juicios, con todas las tensiones que eso conlleva y todo el juego de pruebas y contrapruebas que caracteriza a estos filmes. Es decir, que la película tiene tensión e intriga, de manera que se puede ver como el mejor thriller actual.
Pero el mensaje permanece, y es uno de amplio calado moral. ¿Cuál es la auténtica naturaleza del verdugo, del exterminador, del criminal de guerra? ¿Y cuál tiene que ser la extensión de la justicia ante crímenes que son tan abominables como para no haber prescrito? Y esa pena, ¿tiene que alcanzar a la familia del asesino, ignorante de quién es? Incluso, ¿cuáles son los límites de lo que consideramos verdad?
Hay una tesis en la película, y es la que prevalece: los crímenes del pasado no deben ser olvidados, y debe hacerse justicia, aunque sólo sea por respeto a las víctimas. Pero hay toda una serie de interrogantes, que no se detienen en los que ya he enumerado, que siguen persistiendo, incluyendo los que la sociedad actual plantea con respecto a la indiferencia o el desinterés por los hechos del pasado. Costa-Gavras no los enuncia, y prefiere (y siempre es preferible que sea así) que el espectador piense después de ver la película, se plantee esas preguntas y las responda, si es que se ve capaz.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Rhoda Scott en Dinant

Hoy tendremos una velada con una de las mejores organistas actuales, Rhoda Scott. En concierto con su "Special Ladies Band", una bnda compuestaexclusivamente por jazzwomen, con dos saxos altos, dos tenores, un violín y una batería, y que tocan de maravilla, acompañando a Rhoda, al mando de su habitual órgano Hammond.
Percibirán en este concierto un swing realmente elevado, y una capacidad armónica más que notable, amén de los soklos de Rhoda Scott, sobresalientes y bien contruidos, con un ritmo de pedalero imbatible.
El programa está formado por Nova; La Valse à Charlotte; I'm Bad; Hymne à l'Amour; y We Free Queens. Los otros dos temas que cierran el concierto gozan de una invitada, la cantante y pianista La Velle, que interpretará con el octeto de Rhoda Do Nothing 'Til You Hear From Me y Bernie's Tune.
El resto del programa se completa con discos variados, esta vez teniendo en común que se trata de jazz a piano trío. 
Estén como siempre atentos al Cifu y sus explicaciones, y espero que hayan disfrutado de este agradable concierto con un instrumento que no es demasiado popular, pero que tocado como lo hace Rhoda Scott es plenamente satisfactorio.

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El Anillo de Fuego, de Sir Ronald Ross

Traemos hoy a un premio Nobel, pero no de literatura. Ronald Ross ganó el de Medicina y Fisiología en 1902 por sus investigaciones sobre la malaria. Desmintiendo la creencia de que quien sea bueno en, por ejemplo, ebanistería, no puede tocar el violín, este relato brevísimo pero intenso, que pueden leer en el enlace que figura al pie de esta entrada, es un primor en cuanto a su construcción.
Apenas hay forma de resumir el argumento sin desfigurar el cuento y sin desvelar su final, de modo que les aconsejo que lo lean. Notarán entonces que todos sus elementos encajan primorosamente dentro de la narrativa. No hay uno solo que sea superfluo, y todos juntos nos dan las motivaciones para un comportamiento trágico del protagonista.
Y remarcar, como podrán ver, que la malaria también tiene que ver, y mucho, con este relato. Y, viniendo de quien viene, hay que darle crédito a sus efectos y a ese ataque relámpago que «se abate de pronto como un bandolero por la espalda».

(The Ring of Fire)
En Cuentos Únicos
Eds. Siruela, col. El Ojo Sin Párpado
Madrid, 1989 [pub. 1934]
Edición, selección y prólogo de Javier Marías

Texto en castellano de El Anillo de Fuego

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El Cos Humà, de Paolo Giordano

Paolo Giordano se ha demorado cinco años en escribir El Cuerpo Humano, su segunda novela. Como él mismo dice, la expectación levantada por el éxito de La Soledad de los Números Primos le parecía un obstáculo insalvable.
Es una postura más que razonable (y, a mi parecer, encomiable). Esa novela tuvo un éxito tremendo, justificado en parte y en parte no. Mostraba un talento enorme, inusitado en una primera novela de un escritor de su edad. Sin embargo, también mostraba unos pasajes dubitativos, como si el autor supiera muy bien qué quería hacer pero todavía no supiera cómo hacerlo. No obstante, era una novela muy respetable, y un aviso de un autor al que se debía seguir de cerca.
En El Cuerpo Humano, Giordano no resuelve las dudas, pero demuestra el mismo dominio de los personajes y las situaciones. Lamento decir que todavía hay ciertas vacilaciones en su narrativa, pero son mucho menores que las que mostraba en su primera novela. El Cuerpo Humano quiere ser una novela sobre los soldados italianos destinados a la guerra de Afganistán. Giordano no lo sabe, porque no ha hecho el servicio militar, pero aquellos que sí hemos pasado, más por fuerza que de grado, por la milicia sabemos lo muy fácil que es caer en la trampa, cuando nos juntamos dos o más ex-reclutas, de empezar a relatar historias de la mili, para aburrimiento y desesperación de consortes, novias y amigas. Y sé muy bien que hay que mostrarse contenido al hacerlo: es demasiado fácil pasar al mito de lo que en realidad fue una época inútil, aburrida y repleta de lo más deleznable de la vida social humana.
Algo de eso hay en esta novela. No sé si Giordano quedó fascinado (y asqueado, todo hay que decirlo) por esa vida, con sus más miserias que grandezas, o si se decidió a contarla porque, al fin y al cabo, su generación no ha vivido la milicia obligatoria y, por tanto, tenía la extrañeza de lo nuevo. El caso es que hay un exceso de historias de la mili, lo cual sólo me dice que el ejército español y el italiano son intercambiables, cuarteleramente hablando.
Por fortuna, Giordano donde se mueve mejor es en los personajes. Y si son solitarios, voluntaria o involuntariamente, o inadaptados, mejor que mejor. Y, en realidad, El Cuerpo Humano es la historia de unas personas solitarias metidas en el peor sitio para serlo, el ejército, y en la peor situación posible, como es una de combate.
En el fondo, todos los personajes de esta novela están solos. En este aspecto, no sé si Giordano obvia voluntaria o involuntariamente la camaradería del combate (un rasgo común en todas las historias contadas por auténticos soldados, sean estas historias críticas o no), pero no tiene gran importancia. Son sus personajes, esto es una ficción, y el autor tiene perfecto derecho a hacerlo. Estos personajes buscan a alguien, ansían ser parte de algo, y sufren cuando no lo consiguen o cuando les parece que esa amistad es traicionada. Son siempre relaciones asimétricas, y en eso esta novela se relaciona con La Soledad de los Números Primos. Hay un mensaje antimilitarista, contra unos ejércitos que van a un país a no hacer nada, salvo guardar unas apariencias de orden internacional, y contra una milicia que rechaza de sus filas a aquellos inadaptados que piensan demasiado, que son "normales", mientras que tienen éxito aquellos que son el sueño de un oficial en combate y a los que ese mismo oficial encerraría en una jaula en tiempo de paz. Y una profunda inutilidad en todo: la misión puede ser inútil, pero también lo es para los hombres y mujeres que van a cumplirla. Los personajes de Giordano son inadaptados, y nos dice que el peor sitio para adaptarse es el ejército. No es un mal mensaje para unas generaciones incautas.

(Il Corpo Umano)
Eds. 62, col. El Balancí
Barcelona, 2013 [2012]

Existe edición castellana en Eds. Salamandra
Portada y sinopsis de la edición castellana
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Winesburg, Ohio, de Sherwood Anderson

Presentado por el autor como "El Libro del Grotesco", en el sentido tanto de oculto como de extemporáneo, Winesburg, Ohio es una colección de relatos que tienen como protagonistas a los habitantes de esta pequeña ciudad.
Con un hilo conductor ocasional como es George Willard, reportero del periódico local, a veces protagonista, a veces personaje secundario, a veces ausente pero intuido, la premisa es sencilla: en un pueblo de mala muerte como este nunca pasa nada. ¿Nunca? No; en todo lugar hay historias, en todas las casas hay dramas y momentos de exaltación. En ocasiones nimios, en otras trascendentes, pero siempre, bajo la apacible apariencia de vulgaridad y de unas rutinas monótonas, las gentes sufren, aman y tienen una vida oculta que está ahí, encontrable para todo el que se tome la molestia de prestar atención a lo que subyace a las apariencias.
Ante esta aparente contradicción, lo que Anderson nos transmite es que, cuanto más pequeña es la comunidad, más se conocen sus integrantes, más difícil es pasar inadvertido; y, sobre todo, más opresivo es el ambiente en el que se desarrollan.
No hay que subestimar este ambiente cerrado en el que los errores se magnifican, las reputaciones se crean y se destruyen día a día y que aspira a una uniformidad imposible. No es de extrañar que el libro termine con un Willard que marcha a la gran ciudad. En busca de una fama y fortuna imposibles en Winesburg, cierto, pero también en busca de todo aquello que el pueblo le niega: el amor de alguien más libre, de alguien al que no conozca; hacia un matrimonio que no sea un simple conformarse socialmente después de fracasar ambos en conciliar sus auténticos deseos con la realización de los mismos. Tal vez en busca de historias que poder publicar en lugar de callárselas por conocer demasiado a sus protagonistas. Tal vez en busca de otras historias que no sean los dramas y conflictos que, por ser tan comunes, sólo son trágicos para sus protagonistas.
Hay una extrema piedad en estas historias particulares que Anderson nos relata. Casi todas devienen en profundas frustraciones para los implicados, ya sea el imposible futuro soñado para un hijo, el amor imposible o la consecución de las aspiraciones individuales.
Sherwood Anderson es adscrito a la "generación perdida" y, como el resto de miembros de esta generación, principalmente Francis Scott Fitzgerald, sus escritos muestran una perenne angustia por el incesante choque entre el mundo ideal y la realidad. Winesburg debería ser la comunidad ideal: autosuficiente, ordenada, pacífica, autogestionada, independiente. Sin embargo, es opresiva en su propio mundo cerrado. Y, por ser cerrada, los límites que se impone son estrechos, frustrantes, opresivos, un coto cerrado para aquellos que quieren aspirar a algo más (que son la mayoría). Ante este mundo, sólo es posible la emigración, que, nos insinúa Anderson, no es sino un viaje a otro mundo igualmente frustrante pero que, por lo menos, tiene la ventaja de la novedad y la ilusión de lo posible.

(Winesburg, Ohio)
Ed. Viena, col. El Cercle de Viena
Barcelona, 2009 [1919]

Existe edición castellana publicada por El Acantilado

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Portada y sinopsis de la edición castellana

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Jezabel, de William Wyler

SESIÓN MATINAL 

(Jezebel); 1938

Director: William Wyler; Guión: Clements Ripley, Abem Finkel, John Huston, basado en la obra teatral de Owen Davis Sr; Intérpretes: Bette Davis (Julie), Henry Fonda (Preston Dillard), George Brent (Buck Cantrell), Margaret Lindsay (Amy), Fay Bainter (Tía Belle), Richard Cromwell (Ted), Donald Crisp (Dr Livingstone), Henry O'Neill (General Bogardus), John Litel (Jean La Cour), Spring Byington (Sra. Kendrick), Eddie Anderson (Gros Bat), Gordon Oliver (Dick Allen), Irving Pichel (Huger); Dir. de fotografía: Ernest Haller; Música: Max Steiner.

A raíz del éxito literario de Lo que el Viento se Llevó (literario, repito; la película todavía estaba en rodaje, y no hay que olvidar que la novela de Margaret Mitchell arrasaba en ventas), los estudios de Hollywood empezaron a crear sus propias historias sureñas, o a buscarlas allá donde pudieran encontrarlas. En este caso la hallaron en  una obra de teatro de cierto éxito, aunque de poco mérito, y los jefes de la Warner se la ofrecieron a Bette Davis, según dicen para resarcirla de no haber sido la escogida para protagonizar la película de Selznick. La jugada salió bien por ambas partes: la Warner tuvo un magnífico melodrama de gran éxito en taquilla y la Davis (con el rodaje de Lo que el Viento se Llevó eternizándose, no había competencia) ganó un Oscar a la mejor acriz principal por este papel.
Cuando digo que la obra teatral tenía poco mérito, no lo digo por decir. La protagonista, Julie, es una señorita de Nueva Orleáns dominadora, caprichosa y que con sus caprichos está dispuesta a saltarse las convenciones de la estricta sociedad sureña; Cree además que domina a su novio, Preston Dillard,  y a todos los que la rodean, de manera que cuando fuerza a Preston a acudir a un baile con ella vestida de rojo (una osadía que la pone al mismo nivel de ciertas señoritas de cierta calle), Preston reacciona como se espera de un caballero del sur: la acompaña al baile y aguanta estoico todas las miradas y cuchicheos, pero es la última vez que Julie le pone en ridículo, y rompe el compromiso.
Julie apenas puede creerse que Preston no vaya de rodillas a suplicar de nuevo su amor, y cuando al cabo de un año Preston vuelve de Nueva York con una flamante esposa, el ánimo de venganza la acomete.
Esta venganza planeada causará, como decían los clásicos, mucho dolor y pesar, y Julie, arrepentida, acompaña a Preston, que ha enfermado de fiebre amarilla, a la isla del lazareto, donde probablemente ambos morirán.
En fin, todo muy manido, muy moralista y con moraleja final, no sé si me entineden. Lo que tiene mérito en esta película es, por una parte, el trabajo técnico, con un Wyler impecable en la dirección; el acierto de los guionistas en enfatizar la cuestión de la rigidez de costumbres sociales de la sociedad sureña de antes de la Guerra Civil, estratificada y cerrada a pesar de su proverbial hospitalidad y, sobre todo, la interpretación de Bette Davis, en aquel momento probablemente la mejor actriz de carácter que había en la cinematografía mundial, y que además en estos papeles melodramáticos se sentía como pez en el agua. De hecho, es la película de una sola mujer, puesto que sin su interpretación jamás hubiese levantado el vuelo la historia. Supongo que Wyler lo vio así también, y hace que Davis esté permanentemente en pantalla, y que las contadas ocasionbes en las que no aparece sean momentos breves que puntualizan la trama antes de volver a centrarse en la protagonista.
No estamos ante una gran obra maestra, pero sí ante una interpretación de aquellas que Bette Davis hacía que fueran disfrutables cien por cien, y de ahí el interés de Jezabel

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Clifford Brown en el Birdland

Nos reencontramos hoy con el espléndido y malogrado trompetista Clifford Brown. Y justamente en la etapa en la que formó parte de lo que, sin solución de continuidad, iban a ser los Jazz Messengers de Art Blakey. En la actuación celebrada en el Birdland de Nueva York, sin embargo, todavía eran el quinteto de Art Blakey. Como no nos cansaremos de comentar, Blakey siempre supo escoger a sus músicos, y por tanto tendremos una actuación de lujo. Aparte de Blakey a la batería y Clifford a la trompeta, y del pianista Horace Silver, al que no lo había escogido nadie (su asociación con Blakey era una natural, y de hecho fue el cofundador de los Messengers), estarán Lou Donaldson al saxo alto, con un sonido muy parkeriano, y con una técnica excepcional, y el contrabajista Curley Russell.
Todos ellos dispuestos a ofrecernos una música de altísima calidad. El primer tema, sobre las armonías de There'll Never Be Another You, es Split Kick; seguirá Once in a While, un tema que parece hecho para el lucimiento de Clifford Brown; no se puede tocar mejor. Después, Quicksilver, probablemente la estrella de la actuación: compuesto por Silver sobre las armonías de Lover Come Back to Me, y haciendo un juego de palabras con su apellido en el título, el resultado es impresionante; las interpretaciones de Donaldson, Brown, Silver y Blakey (además de sus usuales diabluras por detrás de los solistas) están a una altura magistral; siguen A Night in Tunisia, un tema que Blakey hizo suyo desde el principio, y Mayreh, otra composición de Silver. Y por hoy lo dejaremos con la composición de Jay Jay Johnson y Charlie Parker, Wee-Dot, que hay que tocarlo, porque no es fácil, y sin embargo el grupo es tan bueno que logra una interpretación de marca mayor.
De Clifford Brown, el Cifu se lo dirá mejor y más veces, poco se puede decir, salvo recordar que tal vez sea el mejor trompetista del jazz moderno. Desde luego, no me canso de escucharlo, porque sus interpretaciones tienen una belleza suprema, una técnica impecable, una improvisación magistral. Espero que disfruten de esta actuación como yo lo he hecho.

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La Señora Bixby y el Abrigo del Coronel, de Roald Dahl

Estamos ante uno de los relatos más conocidos de Roald Dahl; su adaptación en Alfred Hitchcock Presenta tiene mucho que ver en esto, pero todos los relatos que esta serie televisiva adaptó de Dahl tuvieron su repercusión, y, sin embargo, este es uno de los que podríamos decir que caló tanto en el público que se ha convertido en inmortal.
El relato lo pueden leer en los enlaces que figuran al pie de esta reseña. Si lo hacen, verán que tiene una introducción que, aunque sociológicamente tiene cierta base, tiene ciertos tintes machistas. No voy a entrar en si Dahl lo era o no, y me limito a remarcarlo, aunque también les haré notar que esta introducción nos transmite toda la impresión de ser una de esas historias que se cuentan, como el propio autor dice, en los lugares en que los hombres se reúnen a solas.
De inmediato, entramos en materia: la señora Bixby es una mujer casada con el marido ideal (una idea que Dahl, con ese sentido cínico que a veces daba a sus relatos, desmentirá al final del cuento), que por supuesto es un dentista (una de las profesiones más aburridas que existen, literariamente hablando) aburrido y monótono. De manera que tiene su arreglo con un coronel al que ve una vez al mes. Relación que, por razones personales, éste tiene que cortar. Como despedida, regala a la señora Bixby un abrigo de visón. La mujer no puede llevarlo tal cual a casa; ni ella ni nadie de su familia o círculo inmediato tiene el dinero suficiente como para haber podido comprar semejante artículo, de modo que tiene una idea para quedarse con el abrigo a la vez que su marido queda en la inopia.
La sabiduría del autor a la hora de escribir el relato es inmensa. Él mismo cuestiona su argumento y nos da razones para la verosimilitud de la acción. Introduce y proporciona todos los detalles que compondrán el desenlace final, y sin embargo, el lector queda sorprendido. Y complacido cuando, en el último giro argumental, la historia se vuelve inatacable, perfecta, redonda.

(Mrs. Bixby and the Colonel's Coat)
En Relatos de lo Inesperado
Argos Vergara
Barcelona, 1980 [1959]

Texto en castellano de La Señora Bixby y el Abrigo del Coronel
Texto en inglés de Mrs. Bixby and the Colonel's Coat

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Circe, de Julio Cortázar

Alguna vez hemos comentado que nada es prescindible en la narrativa de Cortázar, y que sus títulos suelen tener una gran importancia para la estructura y significado del relato. En este caso, el título lo es todo. Sin él, nos hallamos ante un relato, ciertamente enigmático y algo críptico, sobre la relación de un hombre con Delia, una chica que es "viuda" de dos novios. Se trataría de un cuento realista, en el que tal vez podríamos hallar claves surrealistas o freudianas, pero que sencillamente se constituiría en esa historia propia sin mayores referencias.
Sin embargo, el sólo apelar desde el título a Circe, la maga de la Odisea, tiene un efecto de transformación profunda en ese texto, que sigue siendo el mismo pero de pronto se ve mediatizado por un significado paralelo; y puesto que el título es pieza importante, una declaración de principios e intenciones, ese significado paralelo se convierte en preponderante.
Con sólo esa palabra, el relato realista se vuelve fantástico. Ya no se trata de la historia de una muchacha que ha sufrido la pérdida de dos novios, por suicidio uno, por accidente otro. Desde su inicio el lector se vuelve vigilante ante las manipulaciones que Delia pueda hacer, ante su obsesión por los bombones y los licores, que remiten a las pócimas de la hechicera de Homero. Y, por descontado, el lector está en guardia, temeroso de la suerte que pueda correr Mario, el protagonista.
La trasposición de historias clásicas a una narrativa moderna no es algo nuevo. De hecho, cada vez se vuelve más corriente, pero Cortázar no es un escritor corriente. No se limita a poner por escrito una historia de terror contemporáneo haciendo de una mujer una "nueva" Circe. No, su procedimiento es más sutil. No va a recontar la historia homérica, sino que la utilizará como referencia continua para relatarnos algo nuevo, aunque comparta identidades y tal vez intenciones.
En ese trabajo literario, Cortázar se muestra especialmente brillante, transfiriendo todo lo que puede del mito a su cuento, pero dotándolo de identidad propia y utilizándolo para sus propios fines. En esas referencias constantes podemos ver a los familiares de Delia, que podrían ser los animales servidores de la maga de la Odisea, seres de aspecto feroz pero amigables y serviciales. El papel que Hermes jugaba en la historia de Ulises de mensajero que previene al héroe lo podemos discernir en las cartas anónimas que recibe Mario y en la nota de prensa que lee. Los cerdos en los que Circe transformaba a los hombres pueden tal vez asimilarse a las cucarachas, que rondan por la casa y que Mario encuentra, finalmente, en el bombón que se le ofrece. Inclusive la sospecha de que esos novios muertos no han muerto realmente, sino que sencillamente han abandonado su cuerpo humano para seguir viviendo una existencia a capricho de Delia en los cuerpos del gato y del pececillo.
Esa superposición, ese mezclar conceptos y trasponer mitos, convierte a Circe en un relato poliédrico, de muchas interpretaciones, que tiene una base en la realidad pero trasciende a ella para hacerse, a la vez, onírico y mágico. Y, vuelvo a repetirlo, esa complejidad se logra tan sólo con una palabra en el título.
Se podrá aducir que, para disfrutar de esta multiplicidad de niveles narrativos se tiene que conocer previamente la historia narrada por Homero. Y es cierto. Pero lo es también que, como dice Umberto Eco, la alta cultura es aquella que requiere un conocimiento previo para ser disfrutada y comprendida plenamente. En este orden cultural se movió Cortázar para escribir este relato maestro, que es a la vez mirada a un pasado literario y creación literaria nueva y futura, en un juego de interpretación y reescritura que pocos autores han sabido hacer.

En Los Relatos 1 Ritos
Alianza Ed., col. El Libro de Bolsillo
Madrid, 19763 [1951]

Aparecido originalmente en Bestiario

Texto de Circe

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La Danza del Cementerio, de Douglas Preston y Lincoln Child

Si John Connolly representa la trasposición del modelo de la novela negra al tema del detective psíquico, el personaje de Aloysius X. L. Pendergast es la puesta al día de la versión más clásica del mismo.
Pendergast es agente especial del FBI, pero la riqueza personal de la que dispone y emplea le hacen más un diletante que un funcionario policial; se mueve en Rolls Royce, dispone de una mansión con jardín en el centro de Nueva York, tiene ilimitados contactos personales que se mueven fuera de los cauces oficiales, y recursos poco ortodoxos con los que investigar los poco ortodoxos crímenes que despiertan su interés, y que casi siempre tienen que ver con lo oculto. Y goza de una autonomía que hace que no responda, al parecer, ante nadie.
Preston es un científico venido a novelista, y sin duda es el motor detrás del racionalismo existente en las novelas de la serie. Child, igualmente desconocido en la literatura, no lo era tanto para los amantes del género de terror; era antólogo de mérito, y en esas antologías mostraba un buen gusto que se notaba no sólo en los autores más conocidos, sino en la recuperación de autores y relatos olvidados, pero que cumplían unos estándares de calidad dentro del fantástico. Los aportes de ambos han creado una serie que tiene un protagonista adictivo.
Porque, y procediendo con el método de muñecas rusas, en cada una de las novelas podemos encontrar uno o varios misterios, que pueden entrar o no en lo sobrenatural, pero también el enigma de quién es en realidad Pendergast y cuál es su historia.
En el caso de La Danza del Cementerio, el asesinato de un periodista por parte de un hombre fallecido dos semanas antes, y cuyo comportamiento se asemeja al de un zombi, y la existencia en un extremo de la isla de Manhattan de una antigua mansión que aloja a una misteriosa secta proporcionan el motor de la historia y el motivo para la presencia de Pendergast en la investigación.
Preston y Child corren un gran riesgo con estas historias. El género del detective psíquico, aquel que investiga lo extraño moviéndose en una racionalidad del método en un terreno sobrenatural, es uno que se agotó, y muy rápidamente, a finales de la década de 1930. Sí, justo cuando aparecía la novela negra. Sus protagonistas tenían un parecido demasiado extremo con Sherlock Holmes y Hércules Poirot, sin gozar de los beneficios literarios de sus respectivos autores. Llenos de manierismos pertenecientes más al siglo XIX que al XX, sus temas eran más los del fantasma victoriano que los de la nueva narrativa de terror, que en ese momento evolucionaba de la mano de Lovecraft, Robert E. Howard y Clark Ashton Smith, por citar a los llamados "tres mosqueteros" de Weird Tales.
Preston y Child superan estos inconvenientes (aunque a veces los rozan) desechando cualquier ambientación anacrónica y reforzando este realismo con el método policial más estricto, representado por los policías D'Amato y su novia, la capitana Laura Hayward; con una aproximación científica a lo sobrenatural, y dotando a su personaje central con una historia propia, que se va desvelando poco a poco, volumen a volumen. Con todo ello han creado una serie enormemente popular, que satisface las expectativas de los lectores y se mueve en un terreno difícil con seguridd y eficacia.

(Cemetery Dance)
Random House Mondadori, col. DeBolsillo
Barcelona, 2011 [2009]
Serie Pendergast nº 9

Portada y sinopsis

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Rebobine, por Favor, de Michel Gondry

SESIÓN MATINAL 

(Be Kind, Rewind); 2008

Director: Michel Gondry; Guión: Michel Gondry; Intérpretes: Jack Black (Jerry); Mos Def (Mike); Danny Glover (Mr Fletcher); Mia Farrow (Sra Falewicz); Melonie Diaz (Alma); Dir. de fotografía: Ellen Kuras; Diseño de producción: Dan Leigh; Música: Jean-Michel Bernard;

Una película que en su momento tuvo una gran popularidad y que hoy parece olvidad, merece tener mejor suerte en los anales de la cinematografía. Tal vez sea su argumento el que hace arrugar la nariz a los puristas: En la ciudad de Passaic un video club de barrio está a punto de desaparaecer para dejar paso a un moderno bloque de viviendas. Hemos dicho vídeo, y ya estamos en la era del DVD; aun así, sigue teniendo una pequeña clientela familiar y de barrio, pero un día la catástrofe cae sobre la tienda. Jerry, un obsesionado con la central eléctrica cercana, cuando intenta sabotearla queda magnetizado, con lo cual, al entrar en el video club, todas las cintas quedan borradas. Quien está a cargo de la tienda en ausencia del propietario es Mike, y entre éste y Jerry deciden salir del paso provisionalmente rodando "su" versión de Ghostbusters, que ha sido encargada por la guardiana de las esencias y bruja local, la Sra. Falewicz (un papel que le cae como anillo al dedo a Mia Farrow).
Y el caso es que las versiones triunfan. Hay todo un público que las encuentra... artísticas (arte basura, claro), deliciosamente kitsch, frescas, innovadoras y rompedoras en todos los aspectos. Y hay que ver cómo la película nos muestra escenas del rodaje de estas películas "sweded", como Robocp o Paseando a Miss Daisy.
Hasta aquí, lo que nos hemos encontrado es una película que podría pasar por una de esas comedias gamberras americana, tal vez con un poco más de elaboración intelectual en su planteamiento. Por fortuna, Gondry no se detiene ahí y el filme pasa a tener un giro social, con un mensaje de defensa de la identidad de un barrio, de sus particularidades y de sus gentes. Tal vez es un mensaje demasiado llamativo en la escena final, pero en conjunto está bien integrado en el argumento. Y, desde luego, la realización de la última película "sweded", esta vez una creación totalmente propia, que narra la vida del pianista de jazz Fats Waller (del que se dice vivió en la misma casa que ocupa el video club), es una metáfora y a la vez una catarsis de los sentimientos de la película.
En suma, una comedia con un punto de partida absurdo que pasa a ser original y divertida en su parodia simultánea del cine comercial y del cine de serie B y que luego deriva, sin perder el tono jocoso, en una película con argumento social, correctamente expresado y con momentos brillantes. Insisto, un filme que merece mejor consideración.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Thelonious Monk en el Carnegie Hall

Hoy tenemos un auténtico acontecimiento. Para hacer breve una historia que el Cifu les explicará con más precisión, no existía ninguna grabación del cuarteto de Monk en la etapa en la que el saxo era John Coltrane. Esta ausencia de registros siempre había sido una pérdida sentida por los aficionados. Hasta que, en el siglo XXI, un curador de la Biblioteca del Congreso encontró unas cintas de La Voz de América. Y escuchándolas, descubrió que se trataba de la grabación íntegra de los dos pases que ese cuarteto de Monk dio en un Concierto de grandes figuras del jazz en el Carnegie Hall. Sin duda era un acontecimiento. Y les aseguro que, por la calidad de sonido, pero sobre todo por la intensidad y calidad de los músicos, son una auténtica delicia.
En escena están Thelonious Monk al piano, John Coltrane al saxo tenor, Ahmed Abdul Malik al contrabajo y Shadow Wilson a la batería. Juntos compondrán un concierto espectacular.
Se inicia con Monk's Mood, con una introducción de Monk y una entrada de Coltrane muy etérea, muy atmosférica; Evidence, un tema enérgico como siempre, y con Coltrane llenando todo el espacio interpretativo posible en una de esas exhibiciones de sus "capas de sonido"; Crepuscule with Nellie, una de las grandes baladas de Monk. No sólo compuso la mejor balada del jazz ('Round About Midnight), sino que tenía una sensibilidad especial para componerlas, de manera que cada una es una muestra de delicadeza y de juego armónico con los sentimientos; ésta no lo es menos; Nutty, con puntualizaciones al piano geniales e inesperadas; Epistrophy, una oportunidad para comprobar que, tal vez por ser el tema de cierre de pase, el cuarteto está perfectamente coordinado, dando una versión en la que todo es maravillosamente perfecto.
El segundo pase se inicia con Bye-Ya y Sweet and Lovely, que se escucharán completos. Pero sigan leyendo.

Retomamos en este programa el concierto en el Carnegie Hall, con Bye-Ya, otro tema en el que Coltrane llena todo lo llenable en una improvisación sorprendente y que, como siempre, es una delicia. Sweet and Lovely, un estándar con un Monk muy sentido, pero sin renunciar a la capacidad de sorprender. Y, de repente, se dobla el tiempo al rápido y Coltrane hace un solo magistral. Blue Monk, el archiconocido blues de Monk, pero siempre diferente. Monk y Coltrane se recrean en su (re)interpretación. Genial. Y se cierra con Epistrophy, en una ocasión de comparar cómo un mismo tema puede ser expuesto de manera diferente, pero complementaria.
En suma, un acontecimiento, como les decía, con una música intensa y magistral. Una lástima que no existan más grabaciones de este cuarteto, porque por lo oído, debía ser un lujo poderlos escuchar todas las noches en el "Five Spot".
El resto del programa se completa con el principio de una grabación en estudio en la que Monk actuaba de acompañante del gran trompetista Clark Terry, aquí tocando el fiscorno. También estaban el enorme (por lo bueno) contrabajista Sam Jones y el magistral batería Philly Joe Jones. El primer tema es un In Orbit a muy buen ritmo, ocasión para descubrir, si no lo han hecho ya, las capacidades de Terry; y el segundo, que figura en las antologías de Clark Terry como una de sus mejores interpretaciones, es One Foot in the Gutter; presten atención no sólo a Clark terry y a las matizaciones que Monk hace del tema, sino al solo de contrabajo de Sam Jones.
Y presten atención también, como siempre les recomiendo, a los comentarios del Cifu. Espero que hayan disfrutado de este concierto magistral.