Campo de Amapolas Blancas, de Gonzalo Hidalgo Bayal
Tusquets Eds., col. Andanzas
Barcelona, 2008 [2008]
Epílogo de Luis Landero
El caso de Gonzalo Hidalgo Bayal (nacido en 1950) es el de un escritor publicado en pequeñas editoriales, pasando prácticamente desapercibido, que es descubierto por la crítica (en este caso, el aval de Rafael Conte, sin dudar el crítico más influyente de España) y recibe su consagración definitiva en su publicación por una gran editorial como es Tusquets.
Hay que decir que no es un escritor perfecto (casi nadie lo es) y que, aparte el deslumbramiento lógico que produce su obra, en ocasiones tiene preferencia por la adjetivación culterana y que en, esta obra en concreto, se deja llevar por un espíritu didáctico (es profesor de instituto) en el último capítulo y explica el sentido de lo que ha escrito con anterioridad, algo que no era necesario y que podía haberse ahorrado perfectamente en beneficio de la novela.
Pero, no obstante, lo que nos cuenta y cómo lo cuenta es lo bastante interesante como para justificar que esta miniatura, más cuento largo que novela corta, no pueda abandonarse hasta el final.
La historia es la de la amistad entre el narrador y H, a quien conoce en su estancia en el colegio de los padres hervacianos y a quienes les une un principio de rebeldía, que en el caso de H no abandonará el resto de su vida, que se convertirá en una búsqueda continua de la felicidad. Esta búsqueda hará que H pase por todos los estadios de una postura vital, por una parte marcada por la rebeldía, por otra por una huida de la vulgaridad que le hacen renunciar a la poesía, a la pintura, a la filosofía y, en último extremo, probablemente, a la vida.
Como sucede con Odile, de Raymond Queneau, esta es la historia de un desconcierto, de una imposibilidad de adaptación al mundo, de una negación a integrarse en él, de un acorralamiento progresivo en una originalidad que no acaba de satisfacer a H. Como señala el autor en palabras de Leopardi, ¿Para qué empeñarse en paraísos si la felicidad es lo que tenemos antes de empezar a buscarla?
La historia de H es una necesariamente trágica, en su propia búsqueda de algo que no existe o que es improbable que exista. Pero en este sentido la novela es adecuadamente ambigua. Frente a la tragedia casi inescapable de H hay también un sentimiento de admiración por él, por su libertad, aunque sea una libertad falsa y, en definitiva, no más que un callejón sin salida. Admiración sobre todo por el contraste crado con un cierto hastío de las vidas "normales", en el caso de la del padre de H una vulgar y vacía, en la del narrador una vida "conformada", domesticada, levemente inquietante. Así, lo que podía haber sido un cuento moralista y conservador se convierte en una pregunta, un interrogarse sobre la vida que llevamos y sobre nuestro propio conformismo y la dictadura vital que nuestra sociedad nos impone. Una miniatura precisa, de gran estilo formal y con gran carga temática.
Portada y sinopsis