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Diccionari d'Onomatopeies i Altres Interjeccions, de Manel Riera-Eures y Margarida Sanjaume

Hace poco, vagando por entre las novedades de la biblioteca de mi barrio (bueno, en realidad vivo en el centro casi equidistante de tres bibliotecas), llamó mi atención este Diccionario de Onomatopeyas y Otras Interjecciones. Me hizo una gracia inmensa, porque no había visto antes ningún diccionario dedicado a estas palabras, y porque las mismas son bien difíciles de catalogar y definir, amén de ser cambiantes y de estar influidas por multitud de cosas, el uso, las lenguas extranjeras, los medios, las modas, las variantes lingüísticas...
Como se indica justamente en el prólogo, las onomatopeyas son problemáticas porque no tienen un significado léxico, sino que son imprecisas, polisemánticas incluso. Véase si no la expresión "ah", que tanto puede significar sorpresa, comprensión, satisfacción, contrariedad, idnignación, pena, tristeza, dolor, miedo, para expresar un olvido, alivio, respiración fatigosa, un grito de ataque o para facilitar la exploración médica de la faringe. Todo ello hay que catalogarlo, y es más importante caer en la cuenta de su uso que no compilar la expresión en sí.
Son también expresiones que «se vinculan a la oralidad y a lo coloquial», ámbitos muy poco explorados por los lingüistas. Por ello sorprende lo bien hecho que está este diccionario, lo exhaustivo, lo útil que resulta y, porqué no decirlo, lo divertido que es.
Aclaremos que, más allá de su uso para la normalización de la legua catalana (por si no lo saben, los perros en catalán hacen "bub-bub", mientras que los castellanos se expresan mediante el "guau", los francese con su "oua oua" y los ingleses con "woof-woof") este diccionario es multilingüe. Junto a la definición catalana y un ejemplo de uso, hallarán las equivalencias del término en español, inglés y francés; y, como no podía ser de otra manera tratándose de un buen diccionario, al final tendrán sus respectivos índices castellanos, franceses e ingleses, con lo que se convierte en herramienta de extrema utilidad (e inédita) para traductores. Añádase una buena bibliografía que además constituye una buena compilación de recursos en la red.
Este blog ama las palabras (si bien algunas veces y de forma involuntaria, las maltrata un poco), y a este que les escribe le encanta un buen diccionario. Este de onomatopeyas es el mejor que se ha hecho en años, y frente a la labor callada (y seguro poco agradecida) de Riera-Eures y Sanjaume lo menos que podía hacer era rendirles un homenaje y mostrarles mi agradecimiento.

Eumo Editorial, col. Llengua i Text
Vic (Barcelona), 2010 [2010]

Portada i sinopsi

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La Huella, de Joseph L. Mankiewicz

SESIÓN MATINAL

(Sleuth); 1972

Director: Joseph Leo Mankiewicz; Guión: Anthony Shaffer, basado en la obra del mismo Anthony Shaffer; Intérpretes: Laurence Olivier (Andrew Wyke), Michael Caine (Milo Tindle), Alec Cawthorne ("Inspector Doppler"), John Matthews ("Sargento Detective Tarrant"), Eve Channing ("Marguerite Wyke"), Teddy Martin ("Agente de policía Higgs"); Dir. de fotografía: Oswald Morris; Música: John Addison.

Una película magnífica, un guión excelso, un duelo interpretativo de primer orden, eso es lo que es La Huella. Sin contar con toda la filosofía interna que destila: la lucha de dos, ya no calses, sino mundos; el juego como motivo y pasión y los límites del mismo; la posesión egoísta como reducto enfermizo; lo falible de nuestros egos; y el riesgo inherente de perderlo todo... si el adversario lleva el juego a sus últimas consecuencias.
Un breve resumen diría que Milo Tindell es un hombre, hijo de un inmigrante italiano, que se ha enamorado de la esposa del muy reputado escritor de novelas policíacas Andrew Wyke. Éste invita a Tindell a pasar el fin de semana en su mansión, en un tratamiento del tema muy "inglés", muy flemático, correcto, educado... Pero casi de inmediato surge el convencimiento por parte de Wyke de que Tindell no podrá mantener el tren de vida al que su esposa está acostumbrado, y para solventar este hecho y librarse por completo de Marguerite, propone a Tindell que robe unas joyas ´que se encuentran en la casa para así obtener 170.000 libras que solucionarán todos los problemas de la futura pareja. Y así empieza un juego, el del robo, que pronto se convierte en un juego todavía más perverso y peligroso.
Pero los juegos tienen unas reglas, y esos juegos pueden jugarse también de continuo... con los papeles invertidos. Como siempre sucede en toda clase de juegos hay un precio a pagar.
Una película fascinante, llena de detalles: la decoración, los autómatas que pueblan la casa, los giros de la trama, las personalidades y el choque de las mismas. Y, repito, un duelo interpretativo sublime entre dos grandísimos actores, Olivier y Caine, que en pantalla parece que se estimulen mutuamente para alcanzar la maestría interpretativa. Ambos fueron nominados para el Oscar (y claro, como suele suceder con las nominaciones compartidas, no lo ganaron; de todas maneras, tendrían que habérselo dado a los dos). No pasa el tiempo por esta película, y es revisable una y otra vez, se conozca el argumento o no, y eso es mucho decir en una película de suspense que, en teoría, debería depender de sus sorpresas. Buena muestra de lo inmortal de este filme son sus remakes, más o menos declarados; pese a que todos tienen la misma estructura argumental, ninguno de ellos (ni siquiera aquel en el que Caine interpreta a Wyke) pueden competir con el original de 1972. Y es que caine puede hacer un magnífico Olivier/Wyke, pero no hay nadie que pueda asemejarse a Caine/Tindell.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Charlie Parker en el Massey Hall de Toronto

Pero no sólo él. Damas y caballeros, sombreros fuera, porque en el escenario del massey Hall están, aparte de Charlie Parker al saxo alto, Dizzy Gillespie a la trompeta, Bud Powell al piano, Charles Mingus al contrabajo y Max Roach a la batería. Ahí es nada.
Este concierto es tan fundamental que desde el inicio se le empezó a llamar "El concierto del año", para después pasar a llamarlo "El concierto del siglo"; En correspondencia, la formación de monstruos que se juntó en el escenario pasó a ser denominada, y así se cita en muchas discografías, como "El quinteto del siglo".
Poco más hay que decir. Con este concierto, los adjetivos se agotaron hace ya tiempo. Aunque la historia de cómo llegaron y se desarrolló el concierto es interesante y, como no podía ser de otra manera, se la explicará el Cifu mucho mejor de loq ue yo podría hacer.
El programa es el siguiente: Perdido; Salt Peanuts; All the Things You Are; Wee; Hot House; y despediremos el programa sobre A Night in Tunisia.
Y déjenme recalcarles que todos los presentes no es que estén en estado de gracia. Es que están maravillosos.
Que ustedes lo disfruten.



Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Pretty Maggie Moneyeyes, de Harlan Ellison

Para ser incluida en el Salón de la Fama de la Fantasía, el relato de Harlan Ellison escogido fue Pretty Maggie Moneyeyes [al tratarse de un nombre propio, no tiene fácil traducción; podríamos decir, "Linda Maggie Ojosdedinero"]; si bien es difícil decir esto de un autor que ha escrito sobre todo relatos (más de dos mil) cuyos temas son variadísimos, el relato incluido es uno de los característicos del estilo de Ellison.
Las Vegas. Sí, la ciudad construida sobre un desierto, la meca de los jugadores, el espejismo del dinero fácil, el pozo sin fondo de los perdedores. Todos estos tópicos están presentes, y Ellison los desgrana sin ningún desdore, más que nada porque Ellison sabe cómo entonarlos no tanto como una lista de lugares comunes sino como una letanía de maldición y representación de lo ominoso. Y allí hay un jugador ante la mesa de blackjack, apostando sus últimos dólares, que pierde en un veintiuno de la banca mecánico y sin emoción. Kostner está arruinado, e intenta dar un cierto aire digno a su salida del casino, cuando en su bolsillo encuentra un dólar de plata.
¿Por qué no? Se dirige a las máquinas tragaperras que aceptan tales monedas, y la introduce. Las ruedecillas giran, las figuras se van fijando, y unas barras azules intensas, como si fueran unos ojos, se alinean en el visor. Suena el timbre de la ganancia, y el encargado de sala viene para acompañar a Kostner a que reciba los dos mil dólares del jackpot. Ante la rutinaria pregunta de qué va ahacer con el dinero, Kostner, que se comporta como si estuviera fuera del mundo, contesta que va a jugarlo en la misma máquina. La sonrisa mental de los encargados del casino se hiela cuando escuchan de nuevo el timbre del premio. Y de nuevo, y de nuevo...
En dieciocho ocasiones Kostner gana el jackpot, pese a todas las revisiones mecánicas que se hacen de la máquina. La multitud se va congregando alrededor del afortunado, y los propietarios del casino proponen a Kostner que actúe como propaganda del mismo. Y, al final de la entrevista, le anuncian que algo raro pasa con esa máquina: la semana pasada una chica murió ante ella, mientras tiraba de la planca. Una chica de unos intensos ojos azules...
El final del cuento, si lo encuentran, se lo dejo a su lectura. Pero sí quedan por decir unas cosas. Ellison es un artista en reflejar la desolación del alma humana en un mundo que, como el conoce muy bien, es despiadado y cruel. Aquí nos presenta la tortura no de una, sino de dos de tales almas. Y la forma que tiene de relatar sus finales con su estilo barroco, a veces cortante, siempre al filo de lo agresivo contra lo humano, es característico del grito de agonía que parece emitir toda su ficción contra un mundo violento e impersonal. Leer a Ellison nunca es totalmente agradable, en el sentido de que jamás Ellison nos llevará de excursión a un mundo plácido e idílico. Existe la esperanza en Ellison, pero él mismo sabe que allá fuera, fuera de nuestras propias almas, espera algo que como mínimo produce resquemor. En esa inquietud surgida de la humanidad radica que Ellison sea un autor imprescindible, irreductible, único.

En The Mammoth Book of Fantasy All-Time Greats
Robinson Publishing
Londres, 1988 [1967]

Portada de Leo y Diane Dillon a la versión audio de Pretty Maggie Moneyeyes

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El Regalo de los Magos, de O. Henry

O. Henry era el pseudónimo de William Sydney Porter, y uno de los mejores cuentistas norteamericanos que haya existido. Su especialización en el relato breve, y lo frecuente de sus finales sorpresivos le hicieron pasar al lenguaje editorial, definiendo "un final a lo O. Henry" como uno que resultaba inesperado.
El Regalo de los Magos es uno de sus mejores cuentos, y probablemente el más recordado. Si tenemos que hacer caso a la leyenda, fue escrito bajo la presión del plazo de entrega (algo muy normal), en tres horas (algo no tan normal, y decididamente extraordinario después de leído el cuento) y bajo los influjos de una botella entera de whisky (algo que, lo crean o no, no suele ayudar a la tarea de creación literaria).
Es un cuento muy breve, y podrán leerlo en los enlaces que les incluyo al pie de esta reseña y en el lenguaje de su elección, de modo que no les haré un resumen argumental, que por otra parte destrozaría algo de esa sorpresa final que hace que este relato permanezca en la memoria.
Pero sí quisiera decir una cosa. Los finales sorpresa suelen decantarse por lo humorístico o lo extemporáneo. En el caso de El Regalo de los Magos su final puede parecer extemporáneo, sí, pero es una extemporaneidad tan cargada de ternura que obvia todo lo que de artificioso pudiera tener para entrar en el terreno pleno de los sentimientos.
Hay pocos relatos de amor verdaderamente grandes (otro de ellos es El Diablo de la Botella, de Robert Louis Stevenson), y El Regalo de los Magos es uno de ellos. Su construcción minuciosa, su clima desolado, su espíritu de sacrificio y la entrega metafórica final son perfectas, y pocos relatos pueden presumir de conseguir tanto en tan poco espacio. Disfruten con esta joya literaria.

(The Gift of the Magi)
En Grandes Cuentos Norteamericanos
Ed. Tiempo
Buenos Aires, 1977 [1906]

Texto en inglés de The Gift of the Magi
Texto en castellano de El Regalo de los Magos

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Plata Quemada, de Leonardo Piglia

Hay varios motivos que hacen de esta novela de Piglia interesante. Primero, se trata de un caso real, acaecido en Buenos Aires y Montevideo en 1965. Después, el hecho de que Piglia, documentándose con esmero, tuviera acceso a los materiales secretos sobre el suceso, tanto judiciales como policiales. También que el autor utilice como narrador (más bien comentarista) fijo/discontinuo a Renzi, uno de sus personajes recurrentes del resto de sus ficciones. Pero sobre todo lo que la hace interesante es el estilo.
El suceso en cuestión relatado es el asalto en Buenos Aires de un furgón blindado por parte de una banda de delincuentes, con el amparo de algunos contactos en la policía y en las esferas políticas. ¿El botín? Siete millones doscientos tres mil novecientos sesenta pesos. ¿El reparto? No lo hay. Los asaltantes, una vez consumada la cción, deciden no dar su parte ni a los policías ni a los contactos políticos, y emprenden la huida, primero hacia el norte de Argentina, luego hasta Montevideo, para desde allí intentar llegar a Nueva York. Lo que Piglia relata es la historia de estos hombres, las vicisitudes de su localización por la policía uruguaya y el cerco y confrontación entre las fuerzas del orden y los protagonistas.
Hasta aquí, y según este somero resumen, podrían ustedes suponer que en nada se aparta de una de las típicas películas de, pongamos, gángsters de los años veinte. Sin embargo, es el estilo de Piglia lo que hace distinta esta novela. A primera vista, podría parecer aséptico, frío, cortante. Sin embargo, como podríamos describirlo mejor es como "despojado". Despojado voluntariamente de cualquier intromisión por parte del narrador, en primer lugar, y en segundo de cualquier intromisión de sentimientos más allá de los hechos y las propias palabras. Y ahí se obra el milagro. Todos esos sentimientos los tenemos, más que intuir, deducir de los hechos, de las actitudes. Pero poco a poco, las vidas y emociones de Malito, el Nene Brignone, el Gaucho Dorda y el Cuervo Meneses se hacen reales y toman cuerpo en la mente del lector.
Es una hazaña que requiere de una gran labor de narrador, y una en absoluto desdeñable, sólo al alcance de muy pocos escritores. De un suceso criminal, Piglia logra hacer una novela de una fuerza impactante en sus personajes y en sus destinos.

Ed. Anagrama, col. Narrativas Hispánicas
Barcelona, 20002 [1997]

Portada y sinopsis

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Arsénico por Compasión, de Frank Capra

SESIÓN MATINAL

(Arsenic and Old Lace); 1942

Director: Frank Capra; Guión: Julius J. Epstein y Philip G. Epstein, con la ayuda de Howard Lindsay y Russel Crouse, basado en la obra teatral de Joseph Kesselring; Intérpretes: Cary Grant (Mortimer Brewster), Josephine Hull (Abby Brewster), Jean Adair (Martha Brewster), Priscilla Lane (Elaine Harper), Raymond Massey (Jonathan Brewster), John Alexander (Teddy Brewster), Peter Lorre (Dr Einstein), James Gleason (teniente Rooney), Jack Carson (agente O'Hara), Edward Everett Horton (Mr Witherspoon), Grant Mitchell (reverendo Harper); Dir. de fotografía: Sol Polito; Música: Max Steiner.

Una película deliciosa, frenética, divertida de principio a fin y una casi obra maestra del cine.
Esta película (que en realidad se debería titular Arsénico y Encaje Antiguo, como la obra de teatro en la que se basa), parte de la premisa ya más bien desconcertante, de que dos ancianitas de Brooklyn, modelo de santidad y convivencia, asesinan "por compasión" a aquellos caballeros sin familia que van a parar a su casa en busca de alojamiento.
Y cuando Mortimer Brewster, solterón empedernido y sin embargo recién casado, descubre, el día mismo de su boda, lo que sus inofensivas tías han estado haciendo, el enredo está más que servido. Sin embargo, hay más: la aparición de Jonathan, el hermano de Mortimer (y oveja negrísima de la familia), interpretado por Raymond Massey (en un papel que en el teatro hizo Boris Karloff, y de ahí uno de los chistes recurrentes del film) y de su acompañante, el siempre inquietante Peter Lorre, viene todavía a poner más confusión y cierta tensión en el ambiente. Y la presencia constante de Teddy Brewster, claro, el hermano que se cree Theodore Roosvelt...
Un trabajo actoral que va de lo espléndido a lo magistral por parte de todos, en especial de Cary Grant, Josephine Hull y Jean Adair como las ancianitas, y John Alexander como Teddy; pero el resto del elenco está, insisto, espléndido. Una dirección para quitarse el sombrero, y si no, un ejemplo: en la película hay una pelea, intensa, enorme, larga... Pues bien, no se nos enseña. Lo único que se puede intuir son sombras en la pared, sonidos y algunos muebles volando, mientras Cary Grant la contempla mascullando para sí mismo. Esa pelea tiene la intensidad de las de los mejores westerns, pero resulta más intensa justamente por no verse. Mérito de Capra. Y una fotografía absolutamente perfecta de Sol Polito, capaz de hacernos ver las cosas aún en la penumbra o en la oscuridad, y de trabajar con las sombras y luces como pocos.
El flujo cómico es continuo, ininterrumpido, genial. Si no es una obra maestra, le falta muy poco.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Duke Ellington en Newport 1958

Si en 1956 Duke Ellington había armado una uténtica revolución en el festival de Newport, una que además relanzó totalmente su carrera (y el programa de ese concierto mítico lo pueden escuchar clicando en este enlace), en 1958 los organizadores del festival se lo dedicaron íntegramente, haciendo que todos los intervinientes tocaran música de Ellington y, en suma, le rindieran homenaje como el gran músico que era. Y claro, Ellington salió al escenario con su orquesta dispuesto a dar lo mejor de sí. Lo mejor de sí con un repertorio variado pero muy ellingtoniano, aunque no en el sentido clásico de tocar sus estándares. Verán:
Se inicia la actuación con un potente Just Scratching the Surface, y sigue de inmediato con un tema con algunas resonancias musicales mexicanas, El Gato, que por supuesto es patrimonio de Cat Anderson y su trompeta sobraguda como pocos podían alcanzar; pasaremos a dos temas que son trajes a medida para sus respectivos solistas, Happy Reunion para el saxo tenor Paul Gonsalves y Multicolor Blue para el saxo alto Johnny Hodges. Entonces vendrá una minisuite, Princess Blue, dedicada a la princesa Margarita de Inglaterra. Como dice el Cifu, no se le conoce otra grabación de este tema a Ellington, aunque sí existe un disco grabado en estudio, del cual al parecer sólo existe una copia, regalado a la Casa Real británica y que siguen conservando. Vendrá entonces un tema contrastante entre el jazz histórico y el moderno, Jazz Festival Jazz, con un final a toda orquesta antológico.
Y despediremos el programa sobre los acordes de Mr Gentle and Mr Cool. Pero sigan leyendo...


En efecto, hoy vamos a tener, no ración doble, pero por lo menos sí la posibilidad de escuchar completa esta actuación de Ellington en Newport. Y, después de volver a escuchar Jazz Festival Jazz, pasaremos a escuchar, esta vez entero, Mr Gentle and Mr Cool, un simpático y lleno de swing diálogo entre Shorty Baker a la trompeta y Ray Nance al violín. Tendremos otra versión de Juniflip, un tema que particularmente me encanta, servido por la trompeta de Clark Terry. Y la sorpresa de la noche vendrá cuando en Prima Bara Dubla suba al escenario Gerry Mulligan y entablen un coro de saxos barítonos con el gran Harry Carney. Después tendremos un tema para lucimiento del estupendo batería Sam Woodyard, Hi-Fi-Fo-Fum. Y el Cifu (cuyos comentarios, como siempre, les encarezco a que escuchen atentamente) nos traerá un tema que no figuró en el LP del concierto, Feet Bone.
Más allá de que la música de Ellington es por sí misma memorable, la impresión que saco del repertorio de este espléndido concierto es que el Duque quiso homenajear con ella a los hombres que la hacían posible, dando espacio a los principales solistas de la banda para que recibieran el aplauso del público.
Y completaremos el programa con dos piezas de estudio, en las que, con algunos cambios temporales en la formación, nada menos que Oscar Pettiford sustituirá a Jimmy Woode al contrabajo; atentos a él. Serán Lullaby of Birdland y C Jam Blues / Duke's Place, ya que es la versión cantada.
Espero que hayan disfrutado de este concierto.


Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Escuela Segunda Fundación, de Sergi García Oset

Pueden leer este microrrelato en este enlace.
El mundo de los microrrelatos (aunque yo prefiero llamarlos cuentos ultracortos) es uno que se ha vuelto gigantesco y en el que, un poco como quien no quiere la cosa, ha entrado todo el mundo con la pretensión de que hacer un cuento es algo que no requiere preparación ninguna, ni trabajo, ni esfuerzo. Eso ha dado por resultado lo que yo llamo el "chascarrillismo" de los microrrelatos, y es que muchas personas creen que para hacer un microrrelato, en realidad, hay que hacer un chiste, o epatar al personal con una frase final. Y si Benedetti o Fredric Brown podían hacerlo así, era porque antes habían trabajado, preparado, esforzado el relato hasta reducirlo a lo esencia. En resumen, lo habían construido.
No sucede así con el de García Oset. No pretende hacernos partícipes de ninguna sorpresa; tampoco epatarnos, ni hacernos reír o sonreír. Sencillamente, en unas pocas frases, el autor nos hace llegar un sentimiento de pérdida, uno de opresión, uno de cambio; en el mundo de la ciencia ficción, de acuerdo. Pero también en el mundo de la metáfora entre los robots y los seres humanos.
Siempre he considerado indecente que las reseñas ocupen más texto que el relato que analizan, de modo que los dejaré aquí y en su juicio en la lectura del mismo. Baste decir que Escuela Segunda Fundación tiene algo de lo que carecen muchos de estos cuentos ultracortos que corren por ahí, y es planteamiento, nudo y desenlace. Y una aproximación muy seria a la escritura.

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The Eagle Has Landed, de Jack Higgins

La verdad, siempre había querido echarle un vistazo a esta novela, Ha Llegado el Águila. La curiosidad, por supuesto, la motivaba la película de John Sturges, que tenía (aparte de unas buenas interpretaciones), unos toques peculiarmente distintivos: no presentaba a los alemanes como malvados rematados, ni tampoco como tontos; introducía una sutil diferencia entre irlandeses e ingleses, y tenía todo el aires de un argumento trabajado.
La historia, para aquellos que no hayan visto la película, es la del intento de secuestro de Churchill por parte de un grupo de paracaidistas alemanes en la Segunda Guerra Mundial, siguiendo el modelo de lo que hicieron los comandos de Skorzeny con Mussolini. La premisa es extemporánea, y ciertamente sabemos ya desde el principio que la acción, si la hubo, debió fracasar. Precisamente Jack Higgins es muy consciente de ello, de modo que, mediante una pirueta (pirueta, pero plausible) final y los aires de verosimilitud que quiere incorporar al texto (el descubrimiento casual en un pueblecito inglés de una lápida oculta dedicada a dieciséis paracaidistas alemanes) consigue, y muy bien, dar la impresión de que, si non é vero, e ben trovatto.
El libro tuvo un éxito enorme en su momento (y motivó que se hiciera la película), pero después desapareció de los catálogos, aunque tuvo una vida post-mortem (casi de zombi), adelagazado y reducido a la mínima expresión en su encarnación de texto de aprendizaje del inglés. Sin duda fue la potencia del argumento lo que motivó esta inclusión en el catálogo de los textos de vocabulario limitado.
Porque toda la novela tiene ese aire de ucronía que me encanta, y confieso que no me ha defraudado su lectura. Tiene tensión, una preparación minuciosa y una plausibilidad enorme. También tiene cosas que no están en la película, y podría servir prefectamente de texto sobre cómo hay que "adelgazar" una novela para convertirla en guión cinematográfico sin perder lo esencial de un libro.

Bantam Books
Nueva York, 1975 [1975]

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Máscaras, de Leonardo Padura

Padura escribe, en teoría, novelas policiacas. Padura, en efecto, traza relatos criminales en la Cuba castrista, investigados con bastante tesón, mucho de atrevimiento y grandes dosis de intuición genial por su personaje Mario Conde, primero policía, luego librero de lance y detective ocasional.
En la práctica, lo que Padura hace en sus novelas es reflejar en toda su complejidad la sociedad y la vida cubana; sus ilusiones perdidas, sus contradicciones, sus ventajas e inconvenientes, en una actitud crítica y doliente pero también amorosa por sus gentes y sus aspiraciones.
No es que ambas líneas corran paralelas sin cruzarse jamás. Es cierto que cada novela de Leonardo Padura en realidad contiene dos relatos (como mínimo; uno el policial, otros los sociales, personales, etc) pero lo criminal da pie a entrar en una zona de esa vida cotidiana, mientras que la vida diaria contribuye al trazo de la resolución policial.
En el caso de Máscaras, novela que forma parte de la que iba a ser una tetralogía estacional sobre Cuba (en este caso el verano de 1989), La Habana inmersa en el calor estival se establece como personaje adicional.
El cuerpo de un travestido aparece asesinado en el Bosque de La Habana, y resulta ser el de Alexis Arayán, hijo de un diplomático del régimen. La subsiguiente investigación de Mario Conde le llevará al mundo de la clase dirigente, separada por un abismo de la vida del resto de la población; por la literatura cubana, que tuvo que sufrir la evaluación de su valor socialista y penar bien por la transformación en literatura domesticada, bien por el silencio; y por la vida homosexual de la isla, perseguida en ocasiones y siempre mirada con suspicacia por los estamentos oficiales.
Es repetir algo ya muchas veces declarado (pero siempre hay lectores nuevos, de modo que no está de más), que la novela negra contemporánea es uno de los mejores termómetros (cuando está bien hecha) del estado moral y social de un país y una época. De hecho, el mismo Padura declara que "Mario Conde es una metáfora, no un policía". Es así en esta novela y las demás que componen la serie, pero hay que decir en beneficio de Leonardo Padura que su pensamiento va más allá, o mejor dicho, que partiendo de lo local alcanza lo universal. En España y en otros lugares, por ejemplo, se habla bastante y de forma polémica sobre la memoria histórica y su recuperación. Pues bien, escuchen lo que uno de los personajes de esta novela afirma, sobre su memoria personal en este caso, pero que bien puede aplicarse a todo el concepto:
«La falta de memoria es una de las cualidades sicológicas de este país. Es su autodefensa y la defensa de mucha gente... Todo el mundo se olvida de todo y siempre se dice que se puede empezar de nuevo, y ya: está hecho el exosrcismo. Si no hay memoria, no hay culpa, y si no hay culpa no hace falta siquiera el perdón, ¿ve cuál es la lógica? Y yo lo entiendo, claro que lo entiendo, porque esta isla tiene la misión histórica de estar recomenzando siempre, de volver a empezar cada treinta o cuarenta años, y el olvido suele ser el bálsamo para todas las heridas que quedan abiertas... Y no esque yo tenga que perdonar o quiera culpar a nadie: no, es que yo no quiero olvidar. No quiero. El tiempo pasa, pasan las gentes, cambian las historias, y creo que ya se han olvidado demasiadas cosas, buenas y malas. Pero las mías son mías y no me da la gana de olvidarlas. ¿Me entiende?»

Cuando un escritor llega a esta calidad de expresión de pensamiento, en lo que algunos considerarían un "modesto" "policiaco", es que ha llegado al punto en que sus personajes son metáforas, en efecto, pero sus novelas son también metáforas que explican e implican a la humanidad. Eso va más allá de los géneros y las modas, e incluso la temporalidad. Se trata de literatura de primerísima clase.

Tusquets Eds., col. Andanzas
Barcelona, 19975 [1995]
Serie Detective Mario Conde nº 3

Portada y sinopsis

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Jazz Porque Sí: Thelonious Monk 1950

Pero antes de entrar en 1950 escucharemos los dos temas que quedaban por oír de la sesión de 1948, ambos con cantante: Kenny Hagood; Se trata de All the Things You Are, un estándar que se ha convertido en grabación de referencia en las discografías de Hagood; y I Should Care. Les recuerdo que, además de Monk al piano, están también Milt Jackson, el elegante, al vibráfono, John Simmons al contrabajo y "Shadow" Wilson a la batería.
Y entonces entraremos en una sesión cuyo mínimo calificativo es el de "histórica". Thelonious Monk al piano, por supuesto, pero Charlie Parker al saxo alto, Dizzy Gillespie a la trompeta, Curley Russell al contrabajo y el estupendo Buddy Rich a la batería. Agárrense, porque viene un jazz de primerísima categoría: Bloomdido, Mohawk, My Melancholy Baby (en la que Monk, en su solo de piano, hace un traje nuevo al tema) y Relaxin' with Lee. Más tres tomas alternativas de Mohawk, My Melancholy Baby y Relaxin' with Lee. En esa asociación creativa que siempre fue la pareja Parker-Gillespie, la inclusión de Monk como tercer genio no puede sino producir temas enormes.
Nos trasladaremos a casi un año después para encontrarnos con otra sesión puramente monkiana, en la que vuelve Milt Jackson al vibráfono, el magnífico Sahib Shihab al saxo alto (y no al barítono, en el que descollaría posteriormente), Al McGibbon al contrabajo y... Art Blakey a la batería, que por si todavía no lo han notado es mi percusionista favorito y que sigue haciendo maravillas en su colaboración con Monk. Sólo serán dos temas, pero qué temas: Four in One, una composición increíble, y Criss Cross, que podemos definir como Thelonious en estado puro.
Como siempre, atentos a las explicaciones del Cifu en un programa que incluye buena parte de las facetas del enigmático Thelonious Monk.



Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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El Emperador del Norte, de Robert Aldrich

SESIÓN MATINAL 

(Emperor of the North Pole); 1973

Director:Robert Aldrich; Guión: Christopher Knopf; Intérpretes: Lee Marvin (A Nº 1), Ernest Borgnine (Shack), Keith Carradine (Cigaret), Charles Tyner (Cracker), Malcolm Atterbury (Hogger), Elisha Cook Jr (Gray Cat); Dir de fotografía: Joseph Biroc; Música: Frank de Vol.

En la época de la Gran Depresión, los vagabundos y sin trabajo de Estados Unidos viajan como polizones en los trenes de mercancías. En todos, menos en uno: "El Emperador del Norte", donde un brutal y despótico jefe de convoy (Borgnine) tiene como orgullo el que nunca nadie haya viajado escondido en su tren, llegando a todo, incluso al homicidio, para impedirlo.
Una leyenda viva de los polizones de trenes, A Nº1 (Marvin), se enfrentará a el omnímodo y omnipotente Shack en una lucha que pronto entiende el espectador que será a muerte.
Tal vez el mayor defecto del film sea que quiera contar demasiadas cosas y no se decida por ninguna (o sólo por una, como veremos). En un inicio que puede ser perfectamente un retrato de la Norteamérica de la depresión (y que funciona bastante bien como tal, aunque se queda corta), bien podría haber evolucionado el tema en la lucha entre la América rica contra la pobre. Algo de eso hay, pero también se pierde conforme avanza la película. También podría haberse convertido en una metáfora del poder: Shack impide con una brutalidad tremenda que viaje gente en "su" tren. A bordo del mismo no hay más ley que la suya ni más método de imponerla que el representado por el martillo que cuelga de su cinturón. Todo ello reforzado por el hecho de que se trata de vagones de carga... ¿qué mal hay en que un pobre hombre viaje sobre los ejes, una forma ya miserable de viajar? En cualquier caso, la metáfora está clara: el poder desmedido y sin control, destinado a preservar un estatus, no tanto social como de autoridad. El posesivo es importante. Shack no creo que se preocupe mucho de que los vagabundos marchen en otros trenes. Pero no en el suyo (que ni siquiera es suyo; el sólo es un empleado). Para aquellos que lo intentan sólo les reserva un odio irracional.
La película podría haber explotado esta vena metafórica, y existe, pero no insiste demasiado en ella.
Por lo que finalmente se decanta es por un duelo titánico, épico, entre dos hombres. Aldrich es director del que no extraña esta violencia, como alumno aventajado de Sam Peckinpah y realizador de películas como Attack o Doce del Patíbulo. Elñ caso es que se decide por ello y en esa decisión, Aldrich nos brinda unas escenas de una violencia sublime (sé que los adjetivos son contradictorios: se trata de una violencia enormemente bien filmada y mostrada, no de un elogio de la misma), que mantiene al espectador aferrado al asiento hasta el exultante final.
El Emperador del Norte es una película impactante, demasiado dubitativa como para ser considerada una gran película, pero que en lo que finalmente se centra consigue una creación irreprochable.

Tráiler:

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The Upper Berth, de Francis Marion Crawford

Hay pocos relatos tan antologados como este La Litera de Arriba de F. Marion Crawford. Hay también pocos que tengan un inicio tan vulgar y aburrido, con lo que hay que apresurarse a decir que lo que sigue al inicio justifica la fama y redime lo anterior.
El principio de marras es la reunión social de turno, en la que se cuentan chismes, vulgaridades, y que llega a un impasse en el que reina el silencio, que es roto cuando Brisbane, un poco sin venir a cuento, enuncia que él ha sido testigo de la aparición de un fantasma. Después de estos tópicos, Brisbane relata cómo cruzó el Atlántico en el Kamtschatka, camarote 105 (litera inferior). Ya cuando pregunta a uno de los sobrecargos por la ubicación de la cabina percibe la inquietud de éste. Y, durante la noche, el ocupante de la litera superior sale de estampida del camarote, dejando puerta y portillo abiertos. A la mañana siguiente se entera de que el pasajero ha desparecido, probablemente saltando por la borda. Y que es el cuarto que acaba así en cuatro viajes. Rechazando todas las intimaciones del médico y el capitán para que se aloje en otro lugar, Brisbane se prepara para la confrontación con el ser que ocupa la litera de arriba.
Todo esto suena a conocido, a tópico, y hay que decir que para valorar este relato hay que situarlo en su contexto histórico. Porque todos estos lugares comunes del cuento de fantasmas (el olor a mar que de repente invade la cabina, la visión del ahogado, su recurrencia en el lugar maldito, el portillo que se abre por sí solo no importa cómo se lo asegure, etc.) nos parecen familiares hoy. Pero en la época en la que se publicó, en 1894, The Upper Berth no lo eran en absoluto; o por lo menos no lo eran reunidos.
La Litera de Arriba tiene que responder por estas escenas que pueblan las películas de terror desde que la Universal puso los cimientos del género. De todo desde la presencia intuida hasta el vestido de algas del fantasma, pasando por el tornillo de cierre de un portillo que gira por sí solo lentamente. Un relato muy visual que hoy puede parecer tópico, pero que en realidad fue el molde con el que se fundieron buena parte de los topos de la narrativa de fantasmas posterior.

En Dark Banquet
St. Martin's Press
Nueva York, 1986 [1894]
Ed. de Lincoln Child

Texto en inglés de The Upper Berth

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Un Momento de Descanso, de Antonio Orejudo

Hablar, a estas alturas, de Antonio Orejudo como una promesa de las letras españolas es algo ridículo: ya ha dado pruebas sobradas de madurez narrativa (y un día hablaremos de Reconstrucción, una novela que le consagró internacionalmente y que es un modelo de ficción histórica moderna). Como valor añadido, no es escritor que se aferre a modelos estilísticos o temáticos, y buena prueba de ello es esta Un Momento de Descanso.
Alguien dijo que la literatura siempre se venga. Es una afirmación que, tomada en general, podemos dar por cierta. Ahora bien, de qué y cómo se venga sería el meollo de la cuestión. Pues bien, Orejudo parece ejercer no tanto una venganza personal como una sociológica contra el sistema universitario español y contra lo que se denomina, dentro de éste, la "Facultad" o el "Claustro".
Arturo Cifuentes, amigo universitario, reaparece en la vida de Antonio Orejudo (¿el Antonio Orejudo real? ¿el Antonio Orejudo personaje? No lo sabemos y poco importa. Que narrador, autor y personaje puedan ser la misma persona sólo indica que la narración puede estar alejada de la realidad, pero no tanto como podemos creer). Sus historias, en común y por separado, son peripecias narrativas por sí mismas, pero también son imprescindibles para la trama mayor, a saber, la propuesta que hace Cifuentes de desenmascarar toda una antigua conspiración para dominar una universidad española, una conspiración que surge de la delación en la posguerra y la destrucción de la historia del auténtico fundador de la universidad.
Semejantes argumentos cosnpirativos suelen salvarse mediante el sentido del humor, del que, por fortuna, Orejudo anda sobrado. Y así, mediante la descripción de situaciones absurdas que, sin embargo, son pavorosamente plausibles, el autor puede pasar por el matrimonio y el divorcio, por la mitificación personal del pasado, por los recuerdos universitarios e históricos, por la memoria en sí o por el submundo académico sin caer en engolamientos a ofalsas trascendencias, pero llegando al corazón del tema.
Un Momento de Descanso se lee con un punto de desconcierto divertido que anima a seguir leyendo, hasta que todas las piezas van cayendo en su sitio en una ficción que no lo es y en una realidad que, precisamente, poco parece distinguirse de la ficción.

Tusquets Eds., col. Andanzas
Barcelona, 2011 [2011]

Portada y sinopsis
Entrevista en Página 2 a Antonio Orejudo sobre Un Momento de Descanso

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Voces que Susurran, de John Connolly

(The Whisperers)
Tusquets Eds., col. Andanzas
Barcelona, 2011 [2010]
Serie Detective Charlie Parker nº 10

He comentado ampliamente la serie del peculiar detective Charlie "Bird" Parker, y saben ustedes que le tengo un gran aprecio, porque consigue recuperar un género, el del detective psíquico, y encajarlo, en primer lugar, en el mundo contemporáneo, y en segundo, en la novela negra moderna. Sin que chirríe jamás.
Cada sucesiva novela de la serie es un paso más en la definición del carácter y las circunstancias vitales del protagonista, así como abrir un poco más la puerta de qué es realmente Charlie Parker, si hombre o demonio arrepentido.
Sin embargo, Connolly no es sólo autor de género, y cuando he dicho que su serie se insertaba con toda perfección en el ámbito de la novela negra moderna, quiero decir que no se ausenta de lo que sucede en el mundo (justamente un defecto que adolecieron los detectives psíquicos que le precedieron, convertidos en unos Hércules Poirot de pacotilla dedicados a atrapar fantasmas las más de las veces victorianos). En este caso, lo que ha sucedido en el mundo son varias guerras, pero una en particular que ocupa a la sociedad americana, como es la de Iraq.
Esto, y el trato que reciben los veteranos de guerra a su regreso al hogar, es un tema centra de esta Voces que Susurran. Pueden comprobarlo en la sección de agradecimientos (Connolly es autor de los que agradece bastante; en su descargo, diremos que ahí también proporciona la bibliografía que ha utilizado, y es tan apasionante como la novela). El síndrome de estrés postraumático, esa dolencia que afecta a aquellos que han sufrido una experiencia traumática y que, después de haberla en teoría superado, sigue actuando en sus vidas, es omnipresente en el texto.
Con lo que tenemos de nuevo la confirmación del papel de la novela negra contemporánea como reflejo de la sociedad en la que se desarrolla.
En cuanto a la trama "criminal" en sí, es otra de esas piezas de relojería a las que Connolly nos ha acostumbrado. Los museos de Bagdad han sido saqueados, y esas piezas arqueológicas tienen un mercado inmenso. Un grupo de excombatientes, que organizó el asalto al Museo Arqueológico de Bagdad, intenta darles salida, en una operación de contrabando a caballo de la frontera de Canadá y Estados Unidos. Pero entre ese botín hay una pieza particularmente inquietante. Y Parker, que ya casi se ha resignado a ser un imán de lo extraño, se topará con esta trama. Pero también se topará de nuevo con El Coleccionista, ese inquietante personaje que conocimos varias novelas antes y que también es un justiciero... aunque de un patrón absolutamente frío y despiadado.
No tengo ni idea de cuánto va a alargar la serie John Connolly. Pero sólo les digo que, mientras novela tras novela mantenga el listón de calidad tan alto como en esta Voces que Susurran, por mí puede hacer tantas continuaciones como quiera.

Portada y sinopsis

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Jazz Porque Sí: Dexter Gordon en el Montmartre de Copenhague, 23 Julio 1964

Retomamos el repaso a esas fantásticas actuaciones que Dexter Gordon Realizó en el Montmartre Jazzhus de Copenhague y que fueron grabadas por la Radio Danesa. De la actuación anterior nos quedaba por escuchar un tema, Second Balcony Jump, pero les advierto que acaba con un fade, un desvanecido; se debía estar terminando el programa, necesidades de programación o cualquier otra cosa impiden el escucharlo completo; aunque, eso sí, el solo de Dexter está íntegro.
Y entonces saltaremos al día 23 de julio de 1964, con todo el "equipo habitual" del club al completo esta vez: Dexter Gordon, Tete Montoliu, NIels-Henning Ørsted Pedersen y Alex Riel al saxo tenor, piano, contrabajo y batería respectivamente. Y tras la habitual y relajada presentación por parte de Dexter, éste nos anunciará la primera pieza, una que va sobre el amor, amor antiguo, amor nuevo, cualquier cosa menos amor auténtico: Love for Sale [Amor en Venta]; Dexter tenía un peculiar sentido del humor. Y un sentido musical enorme. Este Love for Sale es una de las mejores versiones que he escuchado, y constituye un hito por sí mismo. No sólo Dexter Gordon está inmenso; también Tete y Niels realizan unos solos perfectos, y Alex (uno de los mejores baterías europeos, todavía en activo) intercambia compases con Dexter al final con la seguridad de un maestro.
Después una de esas baladas en las que Dexter se lucía particularmente, I Guess I'll Hang My Tears Out to Dry. Preciosa, como siempre.
Acto seguido, una pequeña humorada: Big Fat Butterfly, que no es otra cosa que el estándar Poor Butterfly con una letra modificada por Gordon para hacer referencia a una mariposa, en vez de lastimera, grande y gorda. La referencia, si es que existe, se me escapa pero sirve a Dexter como pretexto para cantar un rato y para, sobre todo, aligerar de peso y ritmo la canción. Gordon no era un crooner, precisamente, pero queda simpático y, como siempre, su saxo es impecable.
Espero que disfruten de un nuevo encuentro con el padre del saxo tenor bop y su grupo.



Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Reiner: Jap Job, de Klotz

(Reiner Jap Job)
Ed. Laia/Libros de Bolsillo, col. Serie Negra Policial
Barcelona, 1974 [1971]

Claude Klotz (o, como firmaba sus novelas policíacas, simplemente Klotz) ha desparecido del panorama editorial español, en el que nunca tuvo gran aceptación; sin embargo, en Francia era un autor inmensamente popular. Curiosamente, Claude Klotz era su nombre auténtico; el pseudónimo por el que era más conocido, Patrick Cauvin, lo reservaba para el resto de sus actividades: novelística no de género, guiones de televisión, y guiones de cómic (en especial, algunos de la serie "Lucky Luke"); fue también diputado socialista en la Asamblea Nacional francesa, y murió en 2010, a la edad de 77 años.
Sus novelas policíacas son de un subgénero particularmente querido por los franceses, la de el ladrón de guante blanco. Todas las que escribió están protagonizadas por el personaje de Reiner, un tipo de tantos recursos y con tanta clase que recuerda a los usos y costumbres de James Bond, aplicados al crimen, claro está. También muchas de sus novelas tienen la peculiaridad de estar tituladas con onomatopeyas (indicando, tal vez, que no son más que aventuras de "bande-dessinée"): Sbang-sbang, Putsch Punch o esta Jap Job.
Como tales novelas enmarcadas en la tradición del robo elegante, los tópicos del género están ahí: un amor por el golpe en sí mismo y no tanto por el beneficio a obtener, ambientes sofisticados y otros sórdidos a distancia de un capítulo, una burla constante de la policía y de los otros delincuentes, etc.
Sin embargo, hay dos características que distinguen la ficción de Klotz: la primera es una cierta adscripción hitchcockiana. En efecto, la resolución de muchas de las situaciones se basa en el suspense, y en la premisa de Hitchcock de que el lector conoce el elemento oculto, pero los protagonistas de la historia no. Algunas de las escenas de este Jap Job, como por ejemplo la de la estación donde se realiza la entrega de una maleta podría haberlas perfectamente filmado el maestro. Y la otra es que no rehuye para nada la violencia y la muerte. Cosa rara, si tenemos en cuenta que este subgénero, por lo común, es uno "blanco" en su ejecución.
En fin, mi recuerdo aquí para Cauvin/Klotz, autor de unas novelas que no tenían otra finalidad que la de entretener, y a fe que lo conseguían. Incluso entretenían con otra característica personal suya: en las novelas de Reiner se fuma, y mucho; pero se fuman marcas diferentes. Incluso el mismo personaje puede fumar un pitillo y a los cinco minutos encender otro de otra marca. Nunca he sabido porqué hacia Klotz eso, pero les aeguro que ha llamado la atención de los lectores.

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Il Sergente Nella Neve, de Mario Rigoni Stern

Einaudi, col. Super ET
Turín, 20086 [1944-1947]

Existe edición castellana en Ed. Pre-Textos

El Sargento en la Nieve son los recuerdos autobiográficos del sargento mayor Mario Rigoni en la campaña de Rusia, formando parte de la Armir, Armata Italiana in Russia, el ejército enviado por Mussolini en apoyo de la "cruzada antibolchevique" de Hitler.
Como tales recuerdos, coinciden con otros muchos testimonios de combatientes. Sin embargo, los de Rigoni trascienden de forma particular la mera rememoración para convertirse en material literario. Pero antes de entrar en esto, vayamos a por lo evidente.
El libro está estructurado en dos partes, la primera en la posición fortificada frente al río Don, la segunda, "El Cerco", durante el repliegue general provocado por la contraofensiva rusa de 1942-1943 que hizo retroceder las líneas del Eje hasta Ucrania. La primera con un sentimiento de pertenencia, de estar en un lugar que, mal que bien, puede asimilarse a un hogar. En cuanto empieza la retirada, sin embargo, el movimiento es constante, un movimiento contradictorio, que puede acercar a los derrotados a Italia, pero a la vez los hace huir de la aniquilación o el cautiverio, sin saber nunca si en realidad a donde avanzan es a esa misma aniquilación y cautiverio al encontrarse con los rusos a su frente. Las experiencias, no por comunes, son menos impresionantes: el cansancio, el frío, la presencia vista o intuida del enemigo, la peérdida progresiva de los compañeros, en algo que, conforme avanza la disolución de la unidad de combate, parece asemejarse a la disolución personal de Rigoni.
Ya pueden haberse dado cuenta de que algunas de estas peripecias tienen unas resonancias literarias evidentes: la analogía de la unidad con el individuo, la desintegración misma de toda voluntad más allá de la supervivencia o el contraste entre lo inmóvil del búnker defensivo y el dinamismo, el movimiento perpetuo hacia algo que posiblemente es la catástrofe.
Pero Rigoni muestra una rara percepción literaria en otrso aspectos: los olores, la nieve, el frío, la rememoración de las conversaciones, los detalles. No es casual que el texto se inicie con la frase: "Tengo todavía en la nariz el olor que gacía la grasa sobre el fusil ametrallador recalentado. Tengo todavía en el oído y en el cerebro el rumor de la nieve que crujía bajo las botas, los estornudos y las toses de los centinelas rusos, el sonido de la hierba seca batida por el viento en las orillas del Don". Es fácil pensar en la evocación proustiana, pero mientras en un caso se trata de algo contemplativo, en Rigoni toma carácter de reinmersión, de vuelta a vivir lo ya vivido.
Puede parecer que Rigoni no ejerce más que la descripción de los hechos. Su estilo, tomado frase por frase, así lo demuestra. Pero en su conjunto, Rigoni compone un cuadro de sufrimiento, de compasión, de vergüenza, de horror que resulta implícito del relato. Si la literatura es el arte, más que de describir o aseverar, de transmitir sentimientos, Mario Rigoni Stern efectúa un ejercicio literario de primer orden, aunque sea basado con una firmeza indiscutible en la realidad.

Portada y sinopsis de la edición italiana

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Paraules Sobre la Paraula, de Václav Havel

(Slovo o Slovu)
Llibres de l'Índex, col. Sinistra
Barcelona, 1990 [1989]
Trad. de Monika Zgustová

In Memoriam: Václav Havel (1936-2011)

La muerte de Václav Havel ha sido recibida con pesar, pero aún así, y fuera de Centroeuropa, no se han declarado las auténticas dimensiones de esta personalidad que, sobre todas las cosas, fue un hombre digno.
Habría mucho que decir sobre la dramaturgia de Havel, y esta será una deuda que este blog espera reperar a la larga o a la corta. Pero hoy es mejor recordar una figura íntegra en uno de sus textos que pueden resumir mejor la combinación de todas las cosas que fue Havel.
Intelectual, escritor, disidente, represaliado, figura emblemática de una revolución incruenta, presidente de Checoslovaquia, gestor de una secesión, de nuevo, incruenta, presidente de la República Checa y, retirado de la vida pública, referente moral.
Todo eso fue en vida Václav Havel, y llamo la atención en que todas esas cosas que fue las realizó sin caer jamás en ningún tipo de dogmatismo: ni el del socialismo, ni el del anticomunismo, ni el de la indivisibilidad de la patria, ni de ningún otro tipo.
Paraules Sobre la Paraula [Palabras Sobre la Palabra] es el discurso de aceptación del Premio de la Paz concedido en Frankfurt en 1989 por la Asociación de Libreros Alemanes. No pudo ir a recogerlo él mismo, puesto que las autoridades, en uno de esos estertores agónicos, le prohibieron el viaje. Dos meses después se producía la Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia. En un texto cortísimo, como deben ser los buenos discursos, Havel logra condensar todo lo que tiene que decir sobre el poder de las palabras, para bien o para mal, y resulta de ello un texto a la vez esperanzador y conmovedor, por el sufrimiento que las palabras han ocasionado, pero también por las esperanzas que han causado.
«¿Tan poderosa es la palabra humana como para poder cambiar el mundo e influir en la historia? [...] Ustedes viven en un país donde la palabra goza de una gran libertad [...] por eso pude parecerles que sobrevaloro el significado de la palabra, yo que vivo en un país donde las palabras pueden ser causa de prisión.»
Buen literato, utiliza una fina ironía para referir los aconteceres de este peligroso uso de la palabra:
«Mi amigo Petr Cibulka está en prisión por haber difundido textos impresos en samizdat y grabaciones de cantautores y conjuntos musicales no conformistas. Sí, todo esto es cierto. Vivo en un país en donde un congreso de la Asociación de Escritores o una conferencia pueden hacer temblar los cimientos del sistema político. Se puede imaginar algo semejante en la República Federal de Alemania? Sí, vivo en un país que hace veintiún años tembló bajo los golpes de un texto de mi amigo Luvík Vaculik, un texto que llevaba por título ─como dando apoyo a mis reflexiones sobre el poder de la palabra─ 2.000 Palabras; este texto fue uno de los motivos por los cuales, una noche, cinco ejércitos extranjeros invadieron nuestro país.»
Pero «al lado de una palabra que estimula las personas con su libertad y veracidad hay otra que hipnitiza y fanatiza, una palabra frenética, falsa, falaz, peligrosa, mortal. Una palabra-flecha. [...] ¿Cómo era, de hecho, la palabra de Lenin? ¿Liberadora, o al revés, fraudulenta, peligrosa y hasta esclavizadora? [...] ¿Y la palabra de Marx? ¿Ha proyectado luz sobre todo un aspecto oculto de los mecanismos sociales o se trata sólo del germen discreto de todos esos terribles Gulags posteriores? [...] ¿Y la palabra de Freud?¿Ha revelado el cosmos oculto del alma humana o era sólo el germen de una ilusión con la que hoy se aturde la mitad de los Estados Unidos de América, la ilusión de que es posible aliviar nuestros sufrimientos y nuestras culpas haciendo descansar su carga sobre la interpretación de un especialista bien pagado? Pero iré más allá para plantear una pregunta todavía más provocadora: ¿Cómo era la palabra de Cristo?»
«La palabra también tiene su historia. Durante algunas épocas, para generaciones enteras de humillados y ofendidos, la palabra "socialismo" era sinónimo de un mundo más justo, y la gente era capaz de sacrificar muchos años, hasta su propia vida, por el ideal que esta palabra expresaba. No sé qué sucede en otros lugares, pero en mi país esta palabra, es decir, la palabra socialismo, se ha convertido en una porra con la cual, durante todo el santo día, unos cuantos burócratas nuevo ricos que no creen en nada no paran de pegar a sus compatriotas liberales, llamándolos "enemigos del socialismo" y "fuerzas antisocialistas". [...] ¡Qué extraños son los destinos de las palabras!» [...]
«Todos nosotros deberíamos luchar contra las palabras arrogantes y hacer de todo para buscar los huevos del cuco de la arrogancia en las palabras aparentemente humildes.
»Por supuesto no se trata de una tarea puramente lingüística. En tanto llama a la responsabilidad por la palabra y de la palabra se trata de una tarea esencialmente moral.
»Esta tarea, no obstante, no está anclada en el horizonte del mundo de nuestro campo visual sino más allá, allá donde reside esa Palabra que había al principio de todo y que no es la palabra del hombre.
»No me pondré a explicar porqué es así. Ya lo ha explicado, y mejor que yo, un antepasado suyo, Immanuel Kant.»

Havel tuvo el respeto que otorgan los enemigos (un respeto muy peculiar, que consiste en considerar "peligroso" a un hombre que utiliza, justamente, la palabra) y el respeto de sus amigos y hermanos en la intelectualidad y la inteligencia. Pese a haber vivido en un país cuyo "socialismo de rostro humano" fue aplastado de raíz, lo presidió más tarde sin jamás el menor asomo de revanchismo; tampoco dejó nunca de ser socialista, entendiendo como tal la preocupación por el individuo y el bienestar de éste y la sociedad dentro de la libertad. Fue un referente que, incluso desde el silencio, nos era necesario, porque no hay tantos hombres dignos que podamos señalar como tales. Descanse en paz.

Entrevista en la clandestinidad a Václav Havel, publicada en El Correo de la UNESCO
Texto en inglés de A Word About Words

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Anatomía de un Asesinato, de Otto Preminger

SESIÓN MATINAL

(Anatomy of a Murder); 1959

Director: Otto Preminger; Guión: Wendell Mayes, basado en la novela de Robert Traver; Intérpretes: James Stewart (Paul Biegler), Ben Gazzara (Teniente Frederick Manion), Lee Remick (Laura Manion), Eve Arden (Maida Rutledge), Arthur O'Connell (Parnell Emmett McCarthy), George C. Scott (Ayudante del Fiscal General del Estado Claude Dancer), Kathryn Grant (Mary Pilant), Orson Bean (Dr Matthew Smith), Murray Hamilton (Alphonse Paquette); Dir. de fotografía: Sam Leavitt; Música: Duke Ellington; Diseño de producción: Boris Leven; Montaje: Louis R. Loeffler.

El teniente Frederick Manion (Ben Gazzara) ha matado a un hombre bajo el pretexto de que había asaltado a su esposa (Lee Remick). Este motivo es el que se dilucidará en un juicio, en el que el defensor de Manion será el abogado de provincias Wendell Mayes (James Stewart) y el fiscal, duro fiscal, Claude Dancer (George C. Scott en su primer papel relevante, y desde luego, una de las mejores actuaciones de la película). No hay más. Se trata de una película de juicios como hay pocas, y lamento no explayarme más en el argumento, pero todavía puede haber gente que no la haya visto y en este caso explicar más es explicarlo todo, de modo que tendrán que conformarse con esto.
Es una película que fue una sensación en su estreno, y que después cayó bajo ese revisionismo crítico que tanto se estila, y que la condenó como "menor", "tramposa" e "insustancial". Creo que merece una reivindicación. Sin duda sus interpretaciones no son las mejores de cada uno de los actores, pero en conjunto están muy bien. Seguro también que no es la mejor película del director, pero es una que cumple con sus objetivos. Tal vez el problema sea que depende demasiado de su argumento, de modo que es una película difícilmente revisitable si ya se ha visto, pero insisto e insistiré en que en un primer visionado la película se eleva por encima de la media en este subgénero judicial.
Porque, además, cuando he dicho que no era más que una película de tribunal estaba haciendo una pequeña trampa. Ya cuando la vi por primera vez me llamó la atención ciertas excursiones en la vida provada y personal del abogado que encarna James Stewart, y creo que esas visiones intimistas, nacidas del fracaso de un pequeño abogado, de sus relaciones personales y su vida diaria, todo ello entremezclado con la convulsión que en esa vida introduce el caso que está llevando, son una película dentro de la película que hay que tener muy en cuenta y que está mejor trazada de lo que cualquier crítico revisionista pueda objetar.

Curioso tráiler, que se inicia con Otto Preminger tomando juramento a los actores, a Duke Ellington, autor de la música, de que van a hacerlo lo mejor posible en el rodaje...
Tráiler: