La Soga, de Alfred Hitchcock

SESIÓN MATINAL 

(Rope); 1948

Director: Alfred Hitchcock; Guión: Arthur Laurents, basado en la obra de teatro de Patrick Hamilton; Intérpretes: James Stewart (Rupert Cadell), John Dall (Brandon), Farley Granger (Philip), Joan Chandler (Janet, novia de David), Cedric Hardwicke (Sr Kentley, padre de David), Constance Collier (Sra Atwater, tía de David), Edith Evanson (Sra Wilson, la criada), Douglas Dick (Kenneth, rival de David); Dir. de fotografía: Joseph Valentine y William V. Shall; Dir. musical: Leo F. Forbstein; Tema musical: Francis Poulenc.

La Soga es una de las películas malditas de Hitchcock; no ya considerada menor, sino en muchas ocasiones directamente mala. Sin embargo, y revisada en la actualidad, tiene puntos que la convierten en mucho más interesante de lo que la crítica dijo en su estreno.
La culpa de todo es, tal vez, el manierismo de Hitchcock de rodar una obra de teatro como en efecto es este argumento de manera que pareciera una obra de teatro, es decir, sin montaje, utilizando un único plano secuencia que se prolonga hasta el final del rollo, donde entonces se disimula el cambio de película con un fundido en la espalda de uno de los personajes (un truco bastante chapucero). Por muy interesante que sea el experimento, y tiene algunas cosas que lo hacen estilísticamente valioso, en resumen sólo despista al espectador, le hace fijarse más en la técnica de rodaje que en la película; el resultado era tan forzado y distraía tanto de lo que debe ser un filme que, sencillamente, provocó el rechazo del espectador y la crítica.
Hay otro tema que influyó en esta opinión, y es que James Stewart está mal elegido para el papel. La génesis de este film es curiosa. Se trata de un argumento británico traspasado a los Estados Unidos, el asesinato de un joven, sin motivo alguno, sólo por hacerlo, a manos de dos de sus amigos, que contemplan el hecho como el crimen perfecto, tanto más como por haberlo realizado sin ningún móvil, y entonces el celebrar una fiesta con el cuerpo presente, metido en un arcón, una fiesta a la que asisten el padre y la tía del muerto, su novia, su rival en el amor de ésta y el profesor de universidad de todos los jóvenes.
El caso es que, en la época, el el guionista, el director, el estudio y prácticamente todos los implicados sabían que esto era una historia homosexual, que los personajes de Brandon y Philip viven juntos y mantienen una relación. Sin embargo, todos decidieron seguir adelante como si nada de esto fuera evidente. Y, tal vez en la época esto pudiera hacerse y pasar desapercibido, pero de todos modos dejaba un sistema de relaciones en el aire incompleto, un sistema en el que el antiguo profesor de universidad de todos, Brandon y Philip, Kenneth y el difunto David, Rupert Cadell tenía que haber jugado un papel importante. Stewart, que lo interpretaba, tal vez no se dio cuenta de las implicaciones de la trama, aunque sí era evidente de que su personaje era moralmente responsable por haber imbuido las nociones nietzscheanas del superhombre en sus alumnos, de manera que, todo sumado, hace que James Stewart (que casi siempre representaba al americano medio), se sienta incómodo en el papel y eso se note. Con mucha profesionalidad, pero se nota. De hecho, en un estadio previo a la producción se había hablado de James Mason como más apropiado para el personaje, y estoy de acuerdo en que hubiera sido una elección más acertada.
Todo ello contribuyó a hacer de La Soga una película maldita, un fracaso en taquilla y que se cuestionara el genio de su director.
No obstante, vista hoy, y salvando esos defectos, la película se muestra como merecedora de más atención de la que habitualmente recibe. El hecho de que el tema homosexual sea más público y menos secreto abre un espectro completamente nuevo a las relaciones de los personajes entre sí, e incluso pone dudas en si Brandon ha realizado ese crimen por amor al arte o por alguna otra pasión; y a las relaciones de los estudiantes y el profesor Cadell, por supuesto. Los momentos de suspense son muy apreciables; si uno se sustrae a lo artificioso del rodaje y del escenario, encuentra una narraita planificada, precisa y elegante. Y siempre, además, está presente la hitchcockiana idea de la celebración de una fiesta con el cadáver presente, algo que alguien ha comparado a la última cena pero que a mi me parece más (por la disposición de los ornamentos sobre el arcón) una misa. Macabra, como le gustaba a su director.


Tráiler: Curioso tráiler que nos sitúa unas pocas horas antes de la acción de la película, con David todavía vivo acompañado de su novia.

btemplates

0 comentarios: