Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu
La primera gran novela de vampiros, fuera de citas casi anecdóticas al no muerto o de (malas) novelas góticas, fue Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu.
Al leerla se perciben todos los elementos que compondrán el mito vampírico tal y como lo conocemos y como lo resumió Bram Stoker en Drácula. Porque la erudición sobre el tema que muestra Le Fanu es notable. Tanto, que Bram Stoker decidió seguir sus pasos para escribir sobre el conde transilvano, y estudiar todo aquello que en el folklore y la literatura se hubiera escrito sobre el "upiro".
Y, además, Le Fanu consiguió meter al mito del vampiro en su forma moderna con una novela que acababa por relacionar el mito con la sexualidad, dotanto a su narración de un subtexto psicológicamente sexual tan fuerte que representaba un desafío para la época victoriana. Por descontado, en esa época no se podían decir según que cosas a las claras, de manera que Le Fanu (y Stoker después) operaron con imágenes y sentimientos, no con evidencias; pero ese subtexto, potentísimo, se halla en ambas novelas, y ha pervivido hasta nuestros días dotando al vampiro de una sensualidad de la que carecía en el folklore, en el caso de Drácula como el seductor de la noche; en el caso de Carmilla, como la vampiresa lésbica por excelencia.
Le Fanu basó su obra en la vida real de la condesa Isabel Bathory, aunque por descontado la modificó en gran medida para que se conviertiera en personaje literario. Pero los rasgos generales están ahí: una aristócrata que ha pervivido, no muerta, durante siglos (no en el caso de Bathory, aunque las leyendas le atribuían tal inmortalidad), eternamente joven, predando a las campesinas de los alrededores.
En el caso de Carmilla, y fuera de la predación que realiza para alimentarse, existe un componente más íntimo, que es el motor de la narración: Laura, la protagonista, no tiene una compañera para entretenerse en el ambiente rural de Estiria en el que vive, de manera que la llegada de Carmilla es providencial, y pronto se forma entre ambas muchachas un vínculo que, como Carmilla insiste en decir, "es más duradero que la muerte".
La estructura de lo que será la novela vampírica está íntegra ahí: la llegada y la entrada del vampiro, sea involuntariamente o por engaño, la confianza y el vínculo que se establece con algún protagonista, la predación de esta víctima, muchas veces de forma distinta y más trascendental que con el resto de seres que el vampiro usa para alimentarse, el descubrimiento de la verdad (y Le Fanu también incorpora los prototipos de los intrépidos cazadores de vampiros que serán también elementos del género) y la destrucción del monstruo.
Todo ello con un lenguaje sutil, muy insinuante, y ciertamente con el mejor estilo que la época proporcionaba, sin demasiados tremendismos y con un onirismo muy presente en la narración que la hace atmosférica. Una joya imprescindible del género.
(Carmilla)
En The Penguin Book of Vampire Stories
Penguin Books
Londres, 1988 [1872]
Ed. de Alan Ryan
Varias ediciones en castellano
Texto en inglés de Carmilla en Project Gutenberg
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