La Signorina, de Luigi Pirandello
Inscrita en el libro Amores sin Amor, esta novela corta La Señorita trata, por descontado, de este fenómeno en el cual los seres humanos acaban, por diversos motivos, unidos en un destino sin que tengan la menor gana de estarlo. Pero, y a difererencia de la anterior que comentábamos, L'Onda, en este caso Pirandello ejerce la narración con una buena dosis de humor (no hay que olvidar que fue autor del ensayo L'Umorismo) que alivia, aunque sólo en parte, lo desolador del panorama.
En La Señorita no hay un triángulo, sino un terceto de hombres que giran alrededor de la señorita del título, Giulia.
Lucio, que se atormenta con sus fracasos profesionales, es amigo de la familia, y probablemente es el que más enamorado está de Giulia. Pero, ay, en un momento de confianza por parte de ésta, descubre que Giulia había tenido una ilusión (que casi podemos definir de infantil) por un compañero de escuela, Arnoldi. Esto le sirve de excusa perfecta para renunciar a pretender a Giulia.
Pero además se extralimita en su pretendido buenismo. Sabe que un amigo suyo, Marzani, también está enamorado de la señorita y, antes que cederla presuntamente a ese Arnoldi, que le disgusta profundamente, promueve activamente ante los padres de Giulia la candidatura de su amigo.
Arnoldi, por su parte, que había salido de Roma para establecerse en Milán como empleado de confianza de una banca, ha vuelto para pedir la mano de Giulia.
En todo este microcosmos, ¿qué es lo que opina la propia Giulia? Aquí es donde Pirandello ejerce su total maestría en el relato de los sentimientos y la descripción de ademanes y actitudes. Ya percibimos que esa confianza que ha llevado a la confidencia puede ser indicativa de algo más que la mera amistad, pero estas relaciones se mueven en el terreno de la ambigüedad. Donde no se muestra ambiguo el autor es en describirnos a un auténtico desgraciado como es Lucio. No se trata de que tenga dudas. Se trata de que en realidad encara las relaciones como si fueran los demás, y en este caso Giulia, quien tuviera que dar todos los pasos, y además haberlos dado incluso antes de conocerse. Por eso su sentimiento, en un principio, no es el de renuncia, sino de alivio porque esa relación no prospere. Pero, además, es tan vil que no duda en promover esa otra candidatura y desechar la de alguien que le cae mal.
El final del relato es desolador. Tras la negativa de Giulia a casarse con Marzani, y puesto que Lucio parece decidido a no comprometerse, entrar en religión, cuando descubre que ha sido Lucio quien ha urdido la petición de mano, acepta casarse con Arnoldi, quien no le importa en lo más mínimo.
El humor que desarrolla Pirandello está en la misma situación, que parece ciertamente extrema; pero también no deja de sorprender la profundidad con la que, en pocas páginas, puede desarrollar el tema de lo complejos que somos (y lo estúpidos, dicho sea de paso) y de lo ridículas, alocadas y trágicas que pueden ser nuestras decisiones. El balance es el de cuatro vidas, si no destrozadas, sí por lo menos frustradas. Lucio, sin el amor de su vida y abochornado por sus acciones; Giulia, en un matrimonio con un hombre al que no ama; Marzani, rechazado; y Arnoldi, aceptado, pero inocentemente entrando en una vida en la que su amor no será correspondido jamás. El vacío que queda es feroz.
Ese juego de personajes, reflejo de las personalidades humanas, es el que ha hecho de Pirandello el autor que es, y en cuya obra no hay nada prescindible.
En Amori senza Amore
Opportunity Book, col. Biblioteca Ideale Tascabile
Milán, 1995 [1922]
Texto en italiano de La Signorina
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