El Juego de Hollywood, de Robert Altman

SESIÓN MATINAL

(The Player); 1992

Director: Robert Altman; Guión: Michael Tolkin; Intérpretes: Tim Robbins (Griffin Mill), Greta Scacchi (June Gudmundsdottir), Fred Ward (Walter Stuckel), Whoopi Goldberg (Detective Avery), Peter Gallagher (Larry Levy), Brion James (Joel Levison), Cynthia Stevenson (Bonnie Sherow), Vincent D'Onofrio (David Kahane), Dean Stockwell (Andy Civella), Richard E. Grant (Tom Oakley), Sidney Pollack (Dick Mellon); Dir. de fotografía: Jean Lepine; Música: Thomas Newman; Diseño de producción: Stephen Altman; Montaje: Geraldine Peroni. Cameos de: Harry Belafonte, Jack Lemmon, Karen Black, Andie McDowell, Michael Bowen, Malcolm McDowell, Robert Carradien, Cher, Nick Nolte, James Coburn, John Cusack, Patricia Resnick, Burt Reynolds, Peter Falk, Julia Roberts, Louise Fletcher, Alan Rudolph, Jill St. John, Teri Garr, Susan Sarandon, Scott Glenn, Rod Steiger, Jeff Goldblum, Elliott Gould, Joel Grey, Lily Tomlin, Robert Wagner, Ray Walston, Anjelica Huston, Bruce Willis, Kathy Ireland y muchos otros.

Una de las películas más ingeniosas, inteligentes y bien hechas que se puedan ver.
En principio es la historia de cómo un ejecutivo de Hollywood comete un asesinato y sale indemne y sin castigo. Pero puesto que la película termina con un guinista proponiéndole exactamente el mismo argumento y el ejecutivo dando su aprobación al proyecto, y que el filme se inicia con una claqueta de rodaje para entonces pasar a ser una película "normal" tal y como la vemos, Altman ya establece una estructura primorosamente circular, a la par que nos promueve la duda de si lo que acabamos de ver es una historia "real", una película basada en una historia "real", o esa ficción aprobada por el estudio de Hollywood. Por supuesto, esta elegancia en incluir los diferentes planos de significación y de manipulación de la realidad en una sola maniobra es genial, pero también es una ironía profunda sobre el mundo del cine y las historias que nos cuentan. De esta ironía la película está llena, por lo que, en realidad, su tema principal, aunque sea subyacente al argumento criminal, es el de la crítica a Hollywood y a la industria del cine. Y cabe decir que es mordaz. Llena de cameos (pueden ustedes verla con papel y lápiz e ir anotando) y de homenajes al cine, como la escena inicial, en la que, después de la citada claqueta, uno de los miembros del estudio comenta que el plano-secuencia inicial de Sed de Mal es una obra maestra de la cinematografía... y lo dice mientras la cámara está realizando un plano-secuencia que es imitación y homenaje al de Orson Welles. La película tiene estos toques, y se agradecen, se lo aseguro.
Como ya hemos dicho, Griffin Mill es un ejecutivo del estudio encargado de discriminar entre los guiones y propuestas de guiones que recibe. Eso le crea enemigos, por descontado. Y debió crearse uno muy fuerte, porque empieza a recibir postales amenazadoras. Cada vez más nervioso, empieza a hacer averiguaciones, y llega a la conclusión de que el guionista frustrado que le amenaza es David Kahane. Dispuesto a solventar el tema, va a verle, pero Kahane se muestra irreductible y Mill mata de manera accidental a Kahane.
Mientras tanto, las cosas en el estudio no van bien para Mill. Ha entrado un nuevo ejecutivo para supervisarlo, con el que Mill no congenia, y esta lucha de poder se superpone al intento por salir indemne de la investigación policial.
Pero insisto, lo fundamental es destripar Hollywood y sus luchas de poder por dentro; su funcionamiento, sus trampas, sus presuntas genialidades y sus miserias. Y en todo ese conjunto, presidido por un guión impecable, Altman muestra tener verdadero genio cinematográfico para contar esa historia de forma impecable.

Tráiler:

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