Los Huesos con los Huesos, de E. G. Swain

Como decía Rafael Llopis, del horror al humor hay un paso muy corto. Cuando les pondero lo bien que aguantan el paso del tiempo ciertas historias de fantasmas clásicas no es por señalar algo baladí, sino porque los paradigmas de los lectores de distintas épocas son diferentes, y lo que antaño pudo producir escalofríos hoy día puede que sólo provoque una sonrisa, o incluso una carcajada cruel.
E. G. Swain, que fue contemporáneo y colega del gran M. R. James, y amigo invitado a las sesiones de lectura de cuentos de fantasmas que éste organizaba, es un caso claro, al menos en este relato, de que el tiempo no trata a toda la literatura por igual. De hecho, cuando acabé su lectura, me invadió la duda de si Swain no habría querido hacer un relato de fantasmas ironizando sobre los modos del género. Pero nada de lo que he encontrado sobre él me invita a pensar que así fuera.
La primera carcajada me sobrevino cuando, tras la consabida preparación a la historia que es de rigor en todos los relatos clásicos del género, el vicario entra en la biblioteca y descubre que la vela y las cerillas no están en su sitio, cuando alarga el brazo la caja de cerillas aparece de forma inexplicable en su mano. Semejante recurso ha sido tan utilizado que ya sólo sirve como refrente humorístico, pero tal vez en la época tuviera su efecto, no lo sé. Pero cuando más dudé de la seriedad del relato es cuando, como volumen revelador de grandes secretos, abierto de forma misteriosa en el atril de esa biblioteca antigua y ominosa, el libro que iba a ser central del relato era El Jardinero Integral. Estuve y todavía estoy tentado de incorporarlo, en la sección de horticultura, en el corpus que forman otros libros malditos de la literatura de terror; ya saben, El Necronomicón, De Vermis Mysteriis, etc.
La historia es lo de menos. Es un cuento de fantasmas clásico, muy incidental y corto, sin grandes aparatajes ni grandes misterios.Y si rompo hoy mi costumbre de no comentar obras que no me hayan gustado (y esta no me ha disgustado, tomada como una pieza humorística, claro está) es porque este relato nos brinda una lección sobre el género y sus modos, así como sobre la buena y mala escritura. Estoy dispuesto a conceder a Los Huesos con los Huesos el beneficio de la duda: es posible que fuera uno de esos relatos escritos tongue-in-cheek, como dicen los ingleses, con intención irónica. Si es así, hay que reconocer que cumple su función y que es apreciable en su humor. Pero, de lo contrario, entonces hay que leer este cuento para entender la grandeza de lo que hicieron gentes como M. R. James, E. F. Benson y otros, cuyos relatos de fantasmas, por mucho que pase el tiempo, siguen teniendo un vigor y una salud admirables.

(Bone to His Bone)
En Historias de Fantasmas de la Literatura Inglesa II
Edhasa, col. Fantásticas
Barcelona, 1989 [1912]
Ed. de Michael Cox y R. A. Gilbert

Texto en inglés de Bone to His Bone

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