Butcher's Crossing, de John Edward Williams

El inexplicable olvido en el que cayó un estupendo narrador como John Williams va siendo reparado, aunque sea póstumamente, con las reediciones de sus obras en Estados Unidos y la edición por vez primera en nuestro país.
Si con August nos encontrábamos ante una novela histórica profundamente reflexiva para con la soledad del poder, en Butcher's Crossing, en un cambio de registro que al parecer no fue inhabitual en su autor, tenemos un western antiépico, una novela de iniciación y de rito de paso que en segundo término se ocupa de desposeer a un género americano excesivamente mítico de todo lo que de heroico sobreimpuesto tiene. No hace tantos años que la vida de Buffalo Bill era, en sus diferentes versiones, un libro juvenil que ensalzaba el mito de un cazador sacrosanto que, como un nuevo Hércules, triunfó en todas las pruebas a las que se sometió. Hoy, y aun respetando la figura del mito (que sabemos fue un poco o un mucho autoconstruido), sabemos que Buffalo Bill estuvo a punto de, si no él solo, contribuir a la práctica extinción del bisonte americano (y directa o indirectamente a la hambruna de las tribus indias). Que fuera alguien producto de su tiempo no lo exime del juicio histórico, y su comportamiento ya no debería ser ejemplo para nadie.
Viene el bisonte a cuento porque de esto trata, en un nivel, esta novela. William Andrews llega a Butcher's Crossing, un poblacho semiprovisional formado alrededor de la caza de búfalos, tras abandonar Boston, donde era estudiante de leyes en Harvard. Busca el contacto con la naturaleza, la comunión con los grandes espacios y (se trasluce) la épica del pionero, sea un cazador, un trampero o un buscador de oro. Esto queda claro cuando le es ofrecido un empleo como contable en la empresa que trafica con las pieles de bisonte, y que Andrews rechaza. Es, incluso en Butcher's Crossing, un empleo demasiado civilizado, demasiado parecido a la ciudad que ha renunciado a la naturaleza y que Andrews ha abandonado.
Pero sucede que el viejo oeste da sus últimos estertores. Es inminente la llegada del ferrocarril, y lejos están los tiempos en los que los bisontes cubrían la pradera hasta donde alcanzaba la vista. Los rebaños que quedan, cada vez más escasos, son de cuarenta o cincuenta cabezas, y aun así son cazados sin piedad.
Hasta que Andrews habla con Miller, un cazador independiente, tal vez la única figura de la novela que se aproxima a lo mítico. Él ha visto un valle entre las montañas de Colorado donde pace un rebaño de bisontes de centenares, miles de ejemplares. Un valle al que sólo él sabe llegar y que con tan sólo una expedición podría hacerles ricos.
Es así como empieza un viaje hacia un mito que se hace realidad, porque ese valle y esos bisontes existen. Pero es una expedición que a la vez es antimito y negación, porque su objetivo último es despoblar de búfalos el lugar, convertirlo en otro valle más, liquidar la esencia de las historias que Miller podría contar al calor de una hoguera. La inmensa contradicción de Andrews es que, huyendo de la civilización que niega la naturaleza, se ha convertido en agente civilizador, el pionero de la destrucción de lo natural.
Pero también es un viaje iniciático. En él descubrirá el trabajo manual, el hedor, los parásitos, el sufrimiento y la muerte. Y saldrá transformado de la experiencia. No sabemos si para bien o para mal, pero sí que sospechamos que su mirada ya siempre se dirigirá hacia el oeste.
Todo ello narrado con un estilo directo pero que no elude la reflexión, que describe pero da claves a la interpretación, que narra pero que también hace pensar. Un estilo equilibrado y apasionante, que lleva de la mano al lector hasta el fin de una antiépica, hasta la comprensión de lo que existió detrás del mito.

(Butcher's Crossing)
Eds. 62, col. El Balancí
Barcelona, 2013 [1960]

Existe edición castellana en Ed. Lumen

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John Williams
«Un dels millors llibres que s’han escrit mai sobre la naturalesa elusiva d’Occident.» Time Out New York  

Portada y sinopsis de la edición castellana


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