La Chica del Tambor, de John Le Carré
Una de las novelas más impopulares, ya en su día, de John Le Carré, La Chica del Tambor se veía perjudicada por tratar el tema palestino-israelí, que en la época estaba tan radicalizado en las opiniones como para no contentar a los partidarios de ningún bando, con lo que el rechazo fue casi completo. Hoy no es que hayan cambiado demasiado las cosas, con lo que puede afirmarse que pasarán muchos años antes de reivindicar en su justa medida esta novela, si es que algún día puede hacerse (es decir, si es que algún día puede resolverse el conflicto palestino).
Lo cierto es que, si se lee con cierto distanciamiento y bajo los parámetros de la literatura de espionaje, la novela es ejemplar.
Los servicios secretos israelíes quieren poner fin a los atentados que realiza un grupúsculo palestino, y para ello necesitan infiltrar a un agente que permita llegar hasta el cabecilla para, asesinándolo, desarticular la organización.
Novela ejemplar porque representa la mejor descripción del proceso de lavado de cerebro que es necesario para que este agente cumpla su papel sin que pueda ser descubierto, un proceso que implica la práctica anulación de la propia personalidad hasta llegar a pensar, actuar y vivir según la cobertura que se le proporciona, en este caso la de la amante del neutralizado (es decir, asesinado) hermano del cabecilla.
Charlie, una insignificante actriz inglesa izquierdista, es la elegida para este cometido. Como siempre en Le Carré, por fortuna para los lectores, los sentimientos de los protagonistas son importantes, y en ese binomio del funcionamiento de los servicios secretos y las dudas e inseguridades de Charlie, así como los dilemas entre la fidelidad al servicio y el amor que empieza a sentir Joseph, su enlace con los israelíes, se complementan para proporcionar el valor humano, desesperado, desencantado, prescindible en el gran juego del espionaje, que marca el estilo de Le Carré y le hace trascender a la mera novela de acción o entretenimiento.
Por supuesto, el tema era muy sucio por ambas partes. No era posible ni simpatizar con los terroristas ni con un servicio secreto que antepone sus fines a todo lo demás. Era sin duda el mensaje que Le Carré quería transmitir, pero con el tema palestino-israelí tocó en hueso. Aun hoy, insisto, es difícil mantener una postura, si no ecuánime, sí equidistante entre ambas políticas y, según parece, si uno no está a favor de una de ellas es que está en contra. O eso nos quieren hacer creer tanto Israel como Palestina.
Todo ello enmascaró una novela realmente notable, a reivindicar dentro de la producción de John Le Carré, y que es plenamente coherente con ella en su pesimismo fundamental sobre las cloacas de los estados y el desprecio que éstos tienen de las personas.
(The Little Drummer Girl)
Ed. Planeta, col. Best Sellers
Barcelona, 1984 [1983]
Existe reedición en DeBolsillo
Portada y sinopsis
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