La Tercera Expedición, de Ray Bradbury
Las historias del padre absoluto de la ciencia ficción poética siguen conservando una envidiable salud, y una persistencia en la memoria que dice mucho de la imaginación del maestro.
Es el caso de La Tercera Expedición, también conocida como ¡Marte Es el Cielo!, un relato perteneciente al ciclo de las Crónicas Marcianas que impacta a quien lo lee por primera vez, y conserva su magia en las siguientes lecturas, por su mezcla íntima de géneros y su lógica interna.
Situado dentro del ciclo en "Abril de 2000" (¡Qué tiempos aquellos del optimismo en la colonización de los planetas!), la tercera expedición a Marte llega a este planeta y se encuentra frente a una visión que no pueden creer: un pueblecito, idéntico a los de la América Rural, de hecho idéntico a los del Illinois del que proceden algunos de los tripulantes del cohete.
Pero no sólo el pueblo es idéntico en su forma. También lo es en los de los más queridos recuerdos de los tripulantes, y la nostalgia de la Tierra que esto impone hace que éstos abandonen la nave para comprobar de cerca que no están soñando.
No lo hacen, aunque sí hay algo de ensueño cuando se encuentran con sus seres queridos, vivos y ansiosos de recibirlos, viviendo en las casitas de madera. Marte es el cielo, concluyen, y allí es donde van a descansar las almas de las buenas personas que conocieron. Y ellos han podido, gracias a un viaje en el espacio, descubrir esta verdad y recibir el premio de volver a ver a abuelos, padres y hermanos largamente desaparecidos.
Pero no. Marte no es el cielo, y de hecho es un infierno en el que las visiones de ensueño se convierten en la peor de las pesadillas.
Bradbury había empezado su carrera de escritor como autor levemente lovecraftiano, ciertamente autor de cuentos de terror, y cuando redactó los relatos que acabarían componiendo su ciclo marciano no se privó de incluir algunos con regustos ciertamente macabros. Aunque, y esa fue su magia, imbuyó a esos relatos, situados en un lugar muy lejano en el espacio, de una nostalgia que está presente en toda su obra, de un paraíso perdido como el de la niñez, y del contraste entre la inocencia y la realidad. Construido con ese regusto poético por las definiciones de la vida sencilla, el hecho de que suceda en un mundo en el que la colonización de Marte está teniendo lugar no hace sino potenciar todos los elementos del relato, desde la nostalgia a la extrañeza, incluyendo ese final que es uno de los más originales que jamás se han escrito en la ciencia ficción.
(The Third Expedition o Mars Is Heaven!)
En Crónicas Marcianas
Planeta DeAgostini, col. Biblioteca de Ciencia Ficción
Barcelona, 2004 [1948; revisada 1950]
Texto en inglés de Mars Is Heaven!