Llévame a Ver el Partido, de Busby Berkeley

SESIÓN MATINAL 

(Take Me Out to the Ball Game); 1949

Director: Busby Berkeley; Guión: Harry Tugend y George Wells; Intérpretes: Gene Kelly (Eddie O'Brien), Frank Sinatra (Dennis Ryan), Esther Williams (K. C. Higgins), Betty Garrett (Shirley Delwyn), Jules Munshin (Nat Goldberg), Edward Arnold (Joe Lorgan), Richard Lane (Michael Gilhuly), Tom Dugan (Slappy Burke); Dir. de fotografía: George Folsey; Dirección musical: Adolph Deutsch; Canciones: Betty Comden, Adolph Green, Roger Edens.

Un musical menor en la historia de este género, pero divertido, ágil, equilibrado y que tiene su cierta importancia, como veremos.
Como ya les he repetido, los musicales tienen sus propias reglas, y es necesaria una suspensión de la incredulidad para entrar realmente en su juego. En ese caso, Kelly y Sinatra son dos jugadores de béisbol que, fuera de la temporada deportiva, se dedican a las variedades cantando y bailando (!). Ya digo que los musicales tiene sus reglas y una de ellas parece ser que cuanto más alejados están de la realidad, mejor. Al equipo llega un nuevo propietario, que tras el consabido malentendido se descubre que es propietaria. Ni más ni menos que Esther Williams (por una vez, pasando más tiempo en tierra que en el agua, aunque tiene su escena en una piscina, cómo no). A partir de aquí, lo típico: enamoramientos, confusiones, una malo que quiere ganar una apuesta deportiva por métodos poco legales, etc.
Lo cual, si el musical está bien hecho, puede ser tan típico como se quiera, pero se aguanta perfectamente, y esto es lo que sucede con éste. Kelly está espléndido en sus bailes; Sinatra, ya sabemos, canta de maravilla; Williams luce palmito; el director, Busby Berkeley, fue uno de los mejores coreógrafos que ha existido; y la gran sorpresa es una secundaria, Betty Garrett: su interpretación es vitalista, risueña, divertida y sobre todo fresca.
Pero la importancia de la que les hablaba no reside tanto en el filme en sí, aunque insisto en que es un musical sin grandes números pero que tiene una alta valoración en la historia de ese género. No; si se fijan, verán muchas caras que les harán pensar en la ficha técnica de una obra maestra del musical, como es On the Town / Un Día en Nueva York. Y es que, aunque no temáticamente, parece como si la magia de haber hecho un musical por encima de lo esperado hubiera estimulado a mantener y mejorar el mismo equipo para realizar algo grande. Ver a Kelly, Sinatra y Munshin juntos prefigura su escapada en la gran ciudad que se realizaría ese mismo año, y sin duda Betty Garrett se ganó el puesto en esa película gracias a su interpretación en esta Llévame a Ver el Partido.
Un filme sin complicaciones para disfrutar de un musical sin complejos.

Tráiler: 

btemplates

4 comentarios:

Miguel dijo...

Gran entrada, gracias por descubrirme esta película. Probablemente la vi de pequeño, pero no la recuerdo.

Dependiendo de la época en la que esté ambientada, no sería tan raro encontrarse jugadores que, fuera de temporada(en otoño e invierno), tuvieran que ganarse la vida en toda clase de espectáculos, como el teatro, las variedades o el circo. Rube Wadell, un lanzador zurdo tan dominante como lunático que abandonó la competición a finales de la primera década del s.XX, llegó a ponerse un disfraz de cocodrilo para participar en un espectáculo de lucha. Puede que Wadell sea un caso muy extremo. De hecho, lo es. Pero hasta finales de los Años 20 el salario de los jugadores de béisbol no distaba tanto del salario de un profesional cualificado como pueda hacerlo ahora, claro que luego todo dependía del equipo, la calidad y resultados, el acuerdo al que llegase con el propietario, etc. ¡Fuera de temporada muchos no cobraban!

Kelly y Sinatra. Menudo par de mequetrefes. Basta con compararlos con los retratos fotográficos de Charles Conlon para ver que no dan la talla como jugadores de béisbol. (Aunque merezcan todo el respeto del mundo como bailarines, cantantes, actores y artistas.)

Miguel dijo...

Qué burro, no había visto el tráiler. Sí, definitivamente en otoño e invierno esos dos podían dedicarse perfectamente a hacer de faquir o repartirse el papel de oso y amaestrador en todas las ferias del condado.

La alternativa: morirse de hambre.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Miguel:
Para los que lean este comentario, tienen que saber que Miguel es uno de los poquísimos locos devotos del béisbol en España (y lo preciso, porque en Cuba, Colombia, etc., la situación es muy distinta). Yo no estoy tan loco como él (aunque mis onzas de locura tengo), pero me gusta ver béisbol.
De modo que, en primer lugar, gracias por las precisiones históricas. Por lo que veo, lo inesperado de dos jugadores de béisbol actuando en variedades no es tan inusual como parece. Pero, bueno, también te digo que si tenían que escoger a un par de bailarines y cantantes, mejor que hayan elegido a Sinatra y Kelly que no a auténticos jugadores de béisbol... :-)
Un saludo!

Lluís Salvador dijo...

Hola de nuevo, Miguel:
Hay una cosa que me olvidaba... ¿No esperarías que un musical aspirara a la verosimilitud, verdad? Porque siempre he dicho que el género más fantasioso es aquel en el que de repente, unos hombres y mujeres se ponen a cantar y bailar en medio de la calle, y lo que es peor, los transeúntes forman la línea del coro.
Ya se sabe, la suspensión de la incredulidad, necesaria para meterse en el género musical.
Lo que iban a ver los espectadores de musicales (y supongo que es lo que van a ver hoy día) es un ejercicio de (se espera) buen cante y buen baile. A partir de ahí, el argumento, con sólo que mantenga un hilo de coherencia, ya vale. Y respecto a Sinatra, lo cierto es que pocas veces me lo he creído en sus papeles cinematográficos en los que tenía que cantar, o en esas infames comedietas del "rat pack" (otra cosa es cuando interpretaba "serio", como en El Hombre del Brazo de Oro", o "De Aquí a la Eternidad"). A Kelly, en cambio, me lo creo casi siempre.
Pero, repito, en el fondo no importa. A poco que Gene Kelly baile, yo contento, porque no ha habido otro igual, salvo el mejor de todos, Fred Astaire.
Un saludo!