Cómo se Hace un Hombre, de Richard Middleton
Una ocurrencia macabra, un cuento cruel, una fábula para adultos con sentido del humor negro, todo eso podría venir bien para definir este relato brevísimo que lleva una carga de ironía y de excentricidad tales que casi podríamos suponer que fue creado como historia de taberna, para ser explicado a un círculo de amigos cuando las barreras de aquello que separa realidad y fantasía ya no cuentan para nada.
Un hombre, «un empleaducho de oficina enclenque» se ha extraviado camino de la estación de Vauxhall. Cómo un hombre se puede perder buscando una estación que se supone conoce, por mucha niebla y calles desiertas que haya, es indicativo de una mente bastante deficiente, y de una timidez extrema, puesto que no se atreve a preguntar a nadie. Ni tampoco a llamar a una puerta; es ésta la que se abre a su paso y en el umbral se dibuja una mujer. Simmonds se siente aliviado, pues no teme a las mujeres. O, por lo menos, eso cree él. La mujer, sin hacer ningún caso de la demanda de orientación de Simmonds, le pide que le haga un favor. Y el favor es descuartizar a un hombre que yace, degollado, en una habitación.
Como pueden ver, ya hemos abandonado los límites de lo que la realidad convencional marca; donde radica, sin embargo, el mérito del relato, es en el porqué Simmonds se aviene a los deseos de la mujer, un porqué muy relacionado con la ironía que se refleja en el título.
No voy a explicar nada más sobre el cuento. Ya he insinuado bastante. Su mérito yace en este humor negro, en la coherencia de un mequetrefe que lo es en todos los aspectos de su vida, y en la inquietante pregunta de qué hará el pobre Simmonds después, cuando ya está en poder de esa mujer. Las perspectivas que se abren en su vida, por muy desgraciadas que sean para él, son enormes...
(The Making of a Man)
En Cuentos Únicos
Eds. Siruela, col. El Ojo Sin Párpado
Madrid, 1989 [pub. 1934]
Edición, prólogo y traducción de Javier Marías
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