Exercicis d'Estil, de Raymond Queneau

Este libro poliédrico es un monumento perenne de la literatura, de la metaliteratura, del humor, del juego y del aprendizaje de la escritura. Semejante cúmulo de niveles de significado y de utilidad es producto de un autor como no ha habido otro, Raymond Queneau. Narrador sobresaliente, fundador del Ouvrage de Litterature Potentielle (Oulipo) y poseedor de una fina ironía, siempre fue defensor de la literatura como juego, pero un juego muy serio. Serio, pero no desprovisto de humor, puesto que el humor también es cosa seria y, como saben aquellos que lo hayan intentado, difícil de producir.
Ejercicios de Estilo parte de una base narrativa intrascendente, ridícula: En el autobús S, en una hora punta. Un hombre de unos veintiséis años, sombrero blando con cordón en lugar de cinta, cuello demasiado largo como si se lo hubieses estirado. La gente va bajando. El hombre en cuestión se enfada con un vecino. Se queja de que le dé empujones cada vez que pasa alguien. Tono llorón que quiere pasar por pícaro. Cuando ve un asiento libre, se abalanza a él.
Al cabo de dos horas, me lo encuentro en la Cour de Rome, frente a la estación de Saint-Lazare. Está con un amigo que le dice: "Tendrías que hacerte poner un botón suplementario en el abrigo". Le indica dónde (en el escote) y porqué.
Estas son las "Anotaciones" de inicio de unas variaciones casi matemáticas que recuentan esta misma historia en diferentes estilos: en análisis lógico, en pretérito indefinido, telegráfico, espectral, filosófico, desenvuelto, en forma de soneto, macarrónico, metafísico, en aféresis, y así hasta noventa y ocho variantes, desde las más ínfimas a las más delirantes.
Y aquí empiezan los diversos niveles de significación de este libro. Hay que destacar que, en la época, existía un postulado literario que decía que el tema marcaba su forma narrativa, y que este axioma podía ser variado muy pocas veces; por ejemplo, que la vida de un guerrero sólo podía contarse de forma elegíaca o épica. Pese a que este orden de cosas ya había sido subvertido en algunas ocasiones (por ejemplo, por James Joyce en su Ulises), esto era así y, si no, no era buena literatura.
Queneau realiza un ensayo profundamente subversivo. Lo que declara es que cualquier cosa puede narrarse de cualquier manera, cambiando (o no) su intención narrativa, pero sin variar ni un ápice el hecho relatado. Ejercicios de Estilo se convierte en un libro programático, pues, y su programa es abrir la literatura a una modernidad absoluta en la que todo es narrable, todo es maleable y todo es relativizable, hasta la misma forma literaria. Un vistazo a los estantes literarios mostrará que esto ha sido, desde hace ya más de medio siglo, una realidad que ha revitalizado la narrativa. Los autores que pueden servir de ejemplo a esta subversión (que hoy resulta normal), relacionados o no con el Oulipo, pueden ser Perec, Italo Calvino o Julio Cortázar. Y, a partir de ahí, a cualquier autor que considere que la forma es ya una narración en sí misma, independientemente de lo narrado, como por ejemplo Raymond Carver o Thomas Pynchon.
Otros logros, tal vez menos trascendentes pero igualmente importantes, son el hecho de que Ejercicios de Estilo sea uno de los libros ineludibles como material didáctico para entender la literatura y para practicarla.
O, leído por sí mismo, el inmenso humor y fantasía que representa girar cada página y hallar la sorpresa de una historia ya sabida pero narrada de forma tan diferente que se renueva a sí misma.
O, tal vez más importante, el comprender que la literatura es un juego, un ejercicio constante de mentiras narradas, de constructos del autor que, mediante esas construcciones, quiere llevarnos a un lugar, hacernos sentir algo determinado. Hacernos entender que la obra literaria trasciende a su historia e incluso a su narrativa, que es poliforme e infinita, que todas sus variantes, incluyendo al lector en ellas, multiplican la historia y la hacen ilimitada, descomunal.

(Exercices de Style)
Quaderns Crema, col. Mínima de Butxaca
Barcelona, 19893 [1947]
Traducción y presentación de Annie Bats y Ramon Lladó

Existe edición castellana en Eds. Cátedra

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