La Segunda Guerra Mundial, de Antony Beevor

Esta obra ha sido aclamada como la historia definitiva sobre la Segunda Guerra Mundial; ante semejante recepción, cabe preguntarse porqué.
En primer lugar, por su agilidad. Beevor es un autor que ha sabido conjugar la precisión, el detalle y la exactitud con un lenguaje atractivo y ligero, muy claro de exposición, que lleva ordenadamente al lector por todo el panorama cronológico del conflicto.
En segundo, por su eclecticismo. Lejos de ser una historia "de tesis", Beevor no desdeña ninguna de las fuentes y miradas sobre la segunda guerra mundial, de modo que no sólo hallamos la historiografía militar, sino también la económica, social, etc. Esto confiere a este libro una globalidad de visión que hasta el momento era difícil de hallar.
Tercero, por su historia total. Beevor no se detiene en los grandes rasgos, sino que desciende en cuanto puede a los detalles que sean significativos para explicar los grandes movimientos del conflicto. Y, encantado con esas pequeñas anécdotas (que pueblan el mundo del cine principalmente, pero que en muchos casos son reales), no se detiene en ellas, pero por lo menos las cita. Aunque sólo sea esa mención, el libro adquiere un aire de manual total, de libro de referencia en el cual situar todo lo referente a la guerra y con el que, empleándolo como herramienta, el interesado pueda acudir a cualquiera de las fuentes citadas para ampliar su conocimiento sobre un detalle en concreto.
El autor elige, aunque con dudas, iniciar el conflicto con la guerra chino-japonesa. Las fechas, ese lastre del conocimiento, marcan que la Segunda Guerra Mundial se inició con la invasión de Polonia en septiembre de 1939, pero eso significa obviar no sólo los pasos que se dieron hacia la guerra en Europa, sino el hecho de que uno de los actores principales de la misma, como fue el Japón, ya había iniciado su propia expansión años antes. Es una solución de compromiso, porque algunos autores dirimen si el inicio de la 2ª GM tuvo lugar ya en la Guerra Civil Española, o incluso antes, en la paz resultatne de la Primera Guerra Mundial. Pero, compromiso o no, Beevor no se priva de incluir los antecedentes, sean cuales sean.
Otro de los detalles que distingue a esta obra es su cuidado por los países considerados "menores". No estamos hablando sólo de esos aliados del Eje (Hungría, Rumanía, etc.) que compartieron, algunos de grado y otros por fuerza la adscripción a los totalitarismos, sino también China, un gigante en decadencia que siempre ha sido menospreciado en las historias del conflicto, pese a que tuvo una gran importancia. En este aspecto, el autor no se extiende más allá de lo necesario, pero tampoco deja de lado a estos actores menores del conflicto.
Pero no crean los lectores que estamos ante una historia deshumanizada. Beevor no admite dejar de lado el individuo, y ni por asomo pretende abogar por la guerra como algo épico y elogiable. La épica que existe en las guerras suele deberse a las personas, que se sacrifican por otras incluso a costa de sus vidas. El autor resalta con crudeza las cifras de muertos y heridos, tanto más crudas en cuanto enormes. Y no pasa por alto el sufrimiento de la población civil, el de las poblaciones ocupadas, el de los deportados y el de las víctimas del Holocausto. Incluso el de los propios combatientes, sobre todo cuando tuvieron que sacrificarse gracias a decisiones catastróficas de sus mandos.
Tal vez lo que más ilustra la insensatez y sufrimiento que representó la Segunda Guerra Mundial es la imagen que sirve de introducción a todo el libro. Un soldado coreano, que fue obligado a servir en el ejército japonés, fue capturado por los rusos y obligado a servir en su ejército; capturado a su vez por el ejército alemán y obligado a combatir como auxiliar de la Wehrmacht, y finalmente capturado por los norteamericanos en Normandía. Como dice Beevor, todavía este pobre coreano tuvo suerte, comparado con otros muchos.
En suma, esta historia de la Segunda Guerra Mundial merece los elogios que ha recibido. Es difícil que algo se le haya pasado por alto, y si es así, es tan menor que casi no constituye ni una nota a pie de página de la historia. Pero sobre todo es por su claridad y amenidad de lectura, y por su objetividad extrema en todos los campos tratados por lo que esta obra merece el lugar destacado en la historiografía básica de la Segunda Guerra Mundial.

(The Second World War)
Eds. de Pasado y Presente
Barcelona, 2012 [2012]

Portada y sinopsis

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran artículo!! Coincido plenamente..Beevor se ha convertido en una referencia indispensable. Gracias.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Anónimo:
Gracias por el comentario...
Un saludo!