La Escalera de Caracol, de Robert Siodmak

SESIÓN MATINAL 

(The Spiral Staircase); 1945

Director: Robert Siodmak; Guión: Mel Dinarelli, basado en la novela Some Must Watch, de Ethel Lina White; Intérpretes: Dorothy McGuire (Helen), George Brent (Profesor Warren), Kent Smith (Dr Parry), Ethel Barrymore (Sra. Warren), Rhys Williams (Sr Oates), Rhonda Fleming (Blanche), Gordon Oliver (Steve Warren), Sara Allgood (Enfermera Barker), James Bell (Policía); Dir. de fotografía: Nicholas Musuraca; Música: Roy Webb; Dir. artística: Albert S. D'Agostino y Jack Oakey.

Déjenme hacer una pequeña digresión. El oficio de actor en el cine es en extremo delicado. Si no se proporciona al actor el papel completo, se corre el riesgo de que se enfade, de que empiece a actuar con desgana, sin saber qué está representando. Sin embargo, grandes interpretaciones han resultado de esta política, como la de Cary Grant en Con la Muerte en los Talones, o la de todos los implicados en Casablanca. Pero, si das el guión completo, si el actor sabe cuál va a ser su papel durante toda la película, el riesgo es que el actor lo realice demasiado a conciencia.
Es lo que sucede en esta película, en la que, prácticamente desde su aparición, sabemos que George Brent (por otra parte un actor magnífico) es el asesino. Y no es por mala actuación; sencillamente, es porque el actor lo hace demasiado bien, inserta un pathos peculiar en su personaje, lo dota de rasgos torturados. Pero esa falta de ambigüedad hace que sepamos desde el inicio que esa tortura sólo esconde una psicopatía criminal.
Y lo bueno de esta película es que, a pesar de eso, es un placer verla. Su argumento es simple (o por lo menos, lo es ahora, después de ver múltiples asesinos psicópatas en la pantalla). En un pueblo, un asesino mata a mujeres, siempre discapacitadas físicas. Dorothy McGuire interpreta a Helen, una chica que quedó muda por un trauma sufrido en la infancia, de modo que ya sabemos quién es el siguiente objetivo del psicópata. No obstante, todo está narrado con un estilo impecable. La tensión es grande y mantenida, y hay escenas que pueden pasar con todos los honores a las antologías del género. McGuire está espléndida, así como los secundarios Ethe Barrymore y George Brent. Una gran fotografía, dirección artística y música hacen el resto, y consiguen que esta pieza de cine menor pero clásico sobreviva muy bien al paso del tiempo. Y que haya sobrevivido con ventaja a los diversos remakes que se han hecho de ella. Quédense con el original. Sabrán quién es el asesino desde el principio, pero no importa. Déjense llevar y sumérjanse en la tensión.

Tráiler:

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