El Cazador Sordo, de James McClure

Una de las ventajas que tiene el género negro es la de ser universal, lo cual nos permite visitar diversos países, pero sobre todo captar el clima moral de las sociedades que retrata.
En el caso de El Cazador Sordo, James McClure nos lleva a la república Sudafricana en pleno apartheid. Empezando porque sus protagonistas son inusuales, un teniente de policía de la imaginaria ciudad de Trekkersburgo y un sargento bantú, trabajando en pareja, con todo lo que ello comportaba en la época, el autor no se priva de darnos detalles de cómo el gobierno sudafricano ejercía su protectorado paternal sobre la población negra a su cargo. Hablaremos de ello más tarde.
En vísperas de Navidad, en plena ola de calor, un hombre es asesinado en su casa. Lo que parece un asesinato rutinario es complicado cuando el teniente Kramer, que no cae demasiado bien al coronel sustituto de la policía local,  es enviado a investigar un accidente de tráfico, con lo que el sargento Zondi queda al cargo de arrestar al criado negro que es el principal sospechoso. Se complica porque el propio Kramer empieza a encontrar discordancias entre su investigación y la que ha realizado, en apariencia con pocas gans, su sustituto enviado por el coronel. Y sospecha que hay algo más bajo este asunto. Y no sabe lo acertado que está.
Hay muchas cosas a destacar en esta novela. La primera y litararia, aunque también ideológica, es que el sargento Zondi no es una figura decorativa, una especie de Watson que se limita a admirar a su maestro. Es un investigador de primera marca, como demuestra en esta novela. Pero, ¿se le reconocerá alguna vez? No por los estamentos policiales, y sólo de forma privada por su superior el teniente Kramer. De otra manera, la carrera de Kramer estaría acabada.
Otros detalles son más de fondo, pero igualmente importantes. Todos conocemos qué fue el apartheid, a grandes rasgos. Pero los detalles del día a día son más difíciles de percibir, y en eso la novela policíaca es ideal, ya que se mueve en los ambientes más comunes con naturalidad. Y así, veremos no sólo las diferencias de trato, sino cómo el lenguaje es creado para responder a la discriminación. Y McClure, que emigró a Gran Bretaña, sin duda porque escribir lo que escribía podía ser tipificado como delito en Sudáfrica, no ahorra la descripción de los guetos negros, así como las políticas de reasentamiento gubernamentales, con demoliciones de casas y envío a lugares de suelo rocoso, donde nada puede crecer y, se supone, la población nativa perecerá por hambre y enfermedades, lo cul además reforzará la política gubernamental de hacer creer que los negros son un conjunto de vagos e inútiles.
Insistiré siempre en que la mejor novela negra es aquella que sirve para mostrar una sociedad en un momento dado, y es satisfactorio comprobar que esto ha sido entendido, consciente o incoscientemente, por sus autores. Nos brindan así un retrato de la vida cotidiana en una determinada época y situación que es tan útil como un  tratado sociológico. Es el caso de james McClure.

(The Gooseberry Fool) 
Reino de Cordelia
Madrid, 2013 [1974]
Serie Teniente Kramer y Sargento Zondi nº 3

Portada y sinopsis

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