Winesburg, Ohio, de Sherwood Anderson
Presentado por el autor como "El Libro del Grotesco", en el sentido tanto de oculto como de extemporáneo, Winesburg, Ohio es una colección de relatos que tienen como protagonistas a los habitantes de esta pequeña ciudad.
Con un hilo conductor ocasional como es George Willard, reportero del periódico local, a veces protagonista, a veces personaje secundario, a veces ausente pero intuido, la premisa es sencilla: en un pueblo de mala muerte como este nunca pasa nada. ¿Nunca? No; en todo lugar hay historias, en todas las casas hay dramas y momentos de exaltación. En ocasiones nimios, en otras trascendentes, pero siempre, bajo la apacible apariencia de vulgaridad y de unas rutinas monótonas, las gentes sufren, aman y tienen una vida oculta que está ahí, encontrable para todo el que se tome la molestia de prestar atención a lo que subyace a las apariencias.
Ante esta aparente contradicción, lo que Anderson nos transmite es que, cuanto más pequeña es la comunidad, más se conocen sus integrantes, más difícil es pasar inadvertido; y, sobre todo, más opresivo es el ambiente en el que se desarrollan.
No hay que subestimar este ambiente cerrado en el que los errores se magnifican, las reputaciones se crean y se destruyen día a día y que aspira a una uniformidad imposible. No es de extrañar que el libro termine con un Willard que marcha a la gran ciudad. En busca de una fama y fortuna imposibles en Winesburg, cierto, pero también en busca de todo aquello que el pueblo le niega: el amor de alguien más libre, de alguien al que no conozca; hacia un matrimonio que no sea un simple conformarse socialmente después de fracasar ambos en conciliar sus auténticos deseos con la realización de los mismos. Tal vez en busca de historias que poder publicar en lugar de callárselas por conocer demasiado a sus protagonistas. Tal vez en busca de otras historias que no sean los dramas y conflictos que, por ser tan comunes, sólo son trágicos para sus protagonistas.
Hay una extrema piedad en estas historias particulares que Anderson nos relata. Casi todas devienen en profundas frustraciones para los implicados, ya sea el imposible futuro soñado para un hijo, el amor imposible o la consecución de las aspiraciones individuales.
Sherwood Anderson es adscrito a la "generación perdida" y, como el resto de miembros de esta generación, principalmente Francis Scott Fitzgerald, sus escritos muestran una perenne angustia por el incesante choque entre el mundo ideal y la realidad. Winesburg debería ser la comunidad ideal: autosuficiente, ordenada, pacífica, autogestionada, independiente. Sin embargo, es opresiva en su propio mundo cerrado. Y, por ser cerrada, los límites que se impone son estrechos, frustrantes, opresivos, un coto cerrado para aquellos que quieren aspirar a algo más (que son la mayoría). Ante este mundo, sólo es posible la emigración, que, nos insinúa Anderson, no es sino un viaje a otro mundo igualmente frustrante pero que, por lo menos, tiene la ventaja de la novedad y la ilusión de lo posible.
(Winesburg, Ohio)
Ed. Viena, col. El Cercle de Viena
Barcelona, 2009 [1919]
Existe edición castellana publicada por El Acantilado
Portada i comentaris de la edició catalana
Portada y sinopsis de la edición castellana
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