El Justiciero, de Elia Kazan
SESIÓN MATINAL
(Boomerang); 1947
Director: Elia Kazan; Guión: Richard Murphy; Intérpretes: Dana Andrews (Fiscal del Estado Henry L. Harvey), Jane Wyatt (Madge Harvey), Lee J. Cobb (Jefe Harold F. "Robbie" Robinson), Cara Williams (Irene Nelson, camarera en el Coney Island Cafe), Arthur Kennedy (John Waldron), Sam Levene (Dave Woods, reportero del "Morning Record"), Taylor Holmes (T. M. Wade), Robert Keith (Mac McCreery), Ed Begley (Paul Harris); Dir. de fotografía: Norbert Brodine; Música: David Buttolph.
Hay varias cosas destacables en esta película. Primero, fue rodada en un estilo semidocumental, y fue este filme, junto a otros que también iniciaron esta tendencia, el que marcó este estilo narrativo. Segundo, centraba su acción en una pequeña ciudad, lo cual tampoco era demasiado corriente en la época, y lo hacía de tal manera que era precisamente el análisis de esta ciudad lo que se convertía en parte integrante del argumento. Tercero, basada en un caso real, el espectador sabe casi desde el primer momento quién es el asesino, pero ni en la realidad ni en la película fue llevado a juicio, con lo que el crimen quedó impune; sin embargo, no es este el objetivo del filme, de manera que tampoco perjudica a la obra fílmica; sin embargo, este planteamiento era inédito en su época.
En una pequeña ciudad un sacerdote enormemente popular entre la población es asesinado en plena calle de un disparo, y el asesino logra darse a la fuga. A partir de entonces, los ánimos de los habitantes se hacen cada vez más agrios: exigen a la policía local resultados, y la investigación empieza a convertirse en un tema político, con una elecciones a la vista. La presión popular, instigada por una prensa pagada por el partido opositor, se vuelve insoportable, y ya se empieza a percibir el hecho de que es vital encontrar un culpable. Cualquiera que pueda ser culpable.
Este posible culpable es hallado fuera del estado y prontamente enviado a la localidad para ser juzgado. Pero justamente el fiscal que lleva la acusación (Dana Andrews, en una magnífica actuación) tiene dudas al respecto de la culpabilidad del sujeto. Y arriesgará carrera y prestigio declarándolo así en el juicio y desmontando todas las pruebas circunstanciales que se han presentado.
No sólo está el hecho policial y judicial, real o no; la película también se convierte en una adecuada correa de transmisión para decirnos que bajo la apacible fachada de una pequeña y tranquila ciudad de provincias hay muchas cosas tenebrosas: intereses políticos, por un lado; corrupción, por otro; el espíritu de masa que se convierte en partida de linchamiento a poco que se rasque la superficie de apaciblidad. Y la omnipresente sensación de que las circunstancias pueden siempre abrumar a un hombre inocente, que en esta ocasión tuvo la suerte de encontrarse con un teórico adversario que se convirtió en su mejor defensor. Pero si las cosas hubieran ido de otra manera, bien pudiera haber acabado ahorcado por un error judicial.
Tráiler:
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