El Hombre que Vendió Cuerda a los Gnomos, de Idris Seabright
Hay que hacer dos precisiones: Idris Seabright es el pseudónimo de la escritora Margaret St. Clair, que no es que sea muy conocida en España, pero algo más que su nombre de pluma; es autora de El Signo de Labrys, una curiosa novela fantástica en la que introducía elementos folklóricos y de la magia wicca (estamos hablando de los años sesenta, de manera que esto era bastante raro, antes de la explosión del Wicca como complemento de la New Age). Nunca pretendió publicar en revistas o editoriales de la corriente principal literaria, y defendía las novelas de género diciendo que tenían menos tapujos y eran más frescas en su aproximación a la cultura popular y tradicional en sus aspectos más oscuros y que tenían cierta cualidad de balada que se evitaba en la literatura más convencional.
La segunda precisión es que, pese al denodado desconcierto del traductor de la época, que debió considerar que era una errata o un capricho, no se trata en este cuento de gnomos, sino de gnolls o gnoles, criatura fantástica ficticia creada por Lord Dunsany y que ha pasado a integrar el bestiario fantástico anglosajón. Terry Pratchett los hace aparecer en la novela Jingo. La descripción académica es la de un ser parecido a una hiena humanoide, aunque cada autor, al parecer, les atribuye las características que quiere.
Lo que me ha gustado de este relato es ese desparpajo encomiable que tienen algunos autores fantásticos para introducir lo extraño con toda naturalidad y sin disculparse por ello, El argumento y todo el cuento, que es muy breve, apenas seis páginas, es muy convencional en el sentido de las historias infantiles, aunque en este caso esté destinado claramente a un público adulto, con su toque irónico. Un hombre, representante de cordelería, decide hacer el negocio que le encumbrará a la cima de las ventas, y es venderles cuerdas a los gnoles. Para ello, se dirige a lo más profundo del bosque, y allí, tras largo deambular, por fin encuentra la casa de uno. Lo que sigue es una completa demostración de las cualidades de un vendedor a puerta fría, pese a las dificultades de comunicación que hay entre el ser sobrenatural y el prosaico vendedor, pero parece que por fin llegan a entenderse y a formalizar un acuerdo.
Por descontado, los problemas de comunicación con otra cultura y el no saber cuándo detenerse en una transacción ponen las cosas muy difíciles, trágicamente complicadas para nuestro comerciante en cuanto pretende tener como pago los ojos de repuesto del gnoll.
Estas historias no sirven para otra cosa que para despertar una sonrisa en el lector, hacerle pasar un buen rato y emular por unos instantes el ambiente de cuentos extemporáneos que se solían explicar en las tabernas en los tiempos anteriores a la televisión. No hay profundidad ni caracterización, ni los necesita. Sencillamente trabajan con lo que se ha dado en llamar bizarro y entretener. No es poca cosa, se lo aseguro.
(The Man Who Sold Rope to the Gnoles)
En Cuentos que Mi Madre Nunca Me Contó
Ed. Bruguera, col. Libro Ameno
Barcelona, 19762 [1951]
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