Bestiario, de Julio Cortázar
El relato que da título a la primera colección de cuentos que publicó Cortázar es uno muy denso, extremadamente simbólico, com múltiples niveles de metáfora dentro de la historia.
En principio se trata de las vacaciones que la niña Isabel pasa en la casa en el campo de los Funes. Claro que ya, y desde el inicio, Cortázar introduce un elemento de extrañeza en el cuento, la presencia de un tigre que merodea por la casa y su jardín, y que hay que vigilar para que la familia pueda acceder con seguridad a las estancias.
Con sólo la introducción de este elemento, el autor ya establece una atmósfera de tensión, de catástrofe inminente, aunque por supuesto el tigre también puede entenderse como símbolo de esa misma catástrofe que planea sobre la familia.
Porque, y en dosis de conocimiento graduales y mínimas, lo que el lector va percibiendo (al mismo tiempo que Isabel) es que una monstruosidad camina por la casa, y esta es el incesto entre el Nene y Rema, aunque más que incesto es acoso por parte del primero.
De unas escenas de vida más o menos normales y unos juegos infantiles, vamos pasando a un escenario en el que estamos atentos a los gestos, a los ademanes de todos, y seguimos con tensión esa historia subterránea y no pronunciada. Hasta su final dramático y feroz, en el que el círculo del relato se cierra limpiamente.
Como su cuento hermano Casa Tomada, con el que comparte muchas cosas, temáticas y de recurso narrativo, el relato se va haciendo paulatinamente opresivo, más estrecho en su espacio físico, delimitándose alrededor de Rema y el Nene vistos por Isabel, pero también y desde el principio el juego de símbolos se va desarrollando, aparte del tigre, con esos animales que los niños coleccionan y observan; ese hormiguero que trabaja sin descanso, algo monstruosamente bajo su tapa de cristal, de día y de noche, sin propósito aparente pero implacablemente. O los mismos caracoles que podrían perfectamente representar la introspección. La interpretación es libre para cada cual, pero recuérdese que en Cortázar nada, o muy pocas cosas, son superfluas, y que interrogado al respecto de porqué no publicó sus relatos hasta 1951, el propio autor declaró que no lo hizo hasta que estuvieran conformados a su gusto y representaran una unidad circular, inatacable, que pudiera contener todo el universo del tema del relato en ellos.
En Los Relatos, 1. Ritos
Alianza Ed., col. El Libro de Bolsillo
Madrid, 19763 [1951]
Texto de Bestiario
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