Un Primo Listo, de Richard Wormser
Hay que aclarar que el primo al que se refiere el título no es el de la familia, sino el incauto, el inocente que cae en las redes de una estafa o una acción delictiva.
Y que este relato de Richard Wormser, uno de esos autores prolíficos y que se ganó la vida escribiendo relatos en las revistas pulp, amén de novelizaciones de series de televisión, no es sino un desarrollo del conocido tema "no te fíes de las aguas mansas".
Un comercial de material de escritorio recorre el barrio en busca de clientes. Es un tipo feliz con su trabajo, con una familia a la que quiere, un poco de sana ambición de progresar en la vida y un mucho de educación y buenas maneras. Sorprendido por la lluvia, entra en un bar, donde pide un whisky escocés, y allí empezarán sus problemas. Tanto el dueño del bar como los escasos clientes parecen contemplarlo como una diversión. Le sirven un whisky infecto, le gastan bromas pesadas, le quitan la cartera. Henry Croft todo lo aguanta, intentando no meterse en un lío mayor, pero lo que no sabe es que ya está involucrado en él.
Esos indeseables lo van a utilizar para entrar en el domicilio de un industrial y así robar la paga de la empresa. Amenazado él y su familia por los matones, no tiene más remedio que acceder, si bien de forma reluctante.
Pero sucede que el único realmente perjudicado es él. Al fin y al cabo, el dinero del robo puede estar asegurado, pero el que le han robado a él, producto de las ventas del día, provoca que en la empresa lo castiguen quitándole su zona de ventas; su esposa ha pasado por un susto terrible, se ha tenido que justificar ante la policía, y todavía pende sobre él la amenaza de represalias contra su familia si se va de la lengua. En suma, su vida, que era tranquila y ordenada, se está desmoronando poco a poco. El día en que su hijo tiene que quedarse en cama con fiebre no puede más y estalla. Toma un revólver y vuleve al bar en el que encontró a los indeseables. Pero esta vez no irá como un tranquilo viajante de comercio.
El relato es directo, claro y sin más florituras, como acostumbran estos cuentos. Si algo distingue éste de los más rutinarios es la acumulación de tensión psicológica que hace de Henry Croft pasar de la mansedumbre a la violencia, a convertirse en más duro que los propios matones, a responder con sus mismas armas y a volver a ganarse su autoestima. No está mal para un modesto relato, y es también prueba de que en esas revistas populares podía haber mucho escrito rutinario, pero también una serie de artesanos que, cuando menos, prestaban atención a los detalles en bien de sus lectores,. Una lección que no todos los autores "mayores" siguen.
(Smart Sucker)
En Cuentos que Mi Madre Nunca Me Contó
Ed. Bruguera, col. Libro Ameno
Barcelona, 19762 [1957]
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