Scarface, el Terror del Hampa, de Howard Hawks
SESIÓN MATINAL
(Scarface); 1932
Director: Howard Hawks; Guión: Ben Hecht, John Lee Mahin, W. R. Burnett, Fred Pasley, basado en la novela de Armitage Traill; Intérpretes: Paul Muni (Tony), Ann Dvorak (Cesca), George Raft (Rinaldo), Boris Karloff (Tom Gaffney), Osgood Perkins (Johnny Lovo), Karen Morley (Poppy), C. Henry Gordon (Inspector Guarino), Vince Barnett (Angelo), Henry Armetta (Pietro, el barbero), Edwin Maxwell (Jefe de detectives); Dir. de fotografía: Lee Garmes, L. W. O'Connell; Música: Adolph Tandler, Gus Arnheim.
Inspirada en la figura y hechos de Al Capone, aunque sin citarlo, esta película no fue, como se dice algunas veces, la iniciadora del género de gángsteres, sino, probablemente, su culminación. A partir de Scarface, el cine de ese género no volvería a ser igual.
Hay muchas cosas que llaman la atención de esta película. Lo primero, es que no ha envejecido ni un ápice; sigue tan fresca y genial como cuando se estrenó, incluso más, porque algunas de las lecciones de cinematografía que imparte podrían ser empleadas con ventaja por los cineastas modernos. Una dirección magistral por parte de Hawks, que maneja los encuadres y el encadenado de situaciones como pocos, en un lenguaje puramente visual. Una película que presenta una ambigüedad en el tratamiento de su personaje central. Por mucho que el inicio deje claro que es un filme que exige la persecución de los criminales, no deja de resultar morbosamente atractiva la figura de un Tony dispuesto a enfrentarse al mundo prácticamente en solitario (una característica que sería muy aprovechada por el remake puesto al día protagonizado por Al Pacino en 1983). Si añadimos a eso unas grandes interpretaciones, tanto de Paul Muni en el papel central como de George Raft en el papel que mejor le cuadraba (tal vez porque lo había sido en la vida real), el de gángster; sin olvidar a una Ann Dvorak interpretando a Cesca, la hermana de Tony, en una relación que se insinúa algo más que fraternal, tendremos una película disfrutable al cien por cien.
Pero además está la fotografía, que da la impresión de documental, de realidad. Porque no hay que olvidar que esta fue una película rodada cuando lo que narraba acababa de ocurrir, existían testigos de primera mano y el ambiente y la atmósfera eran posibles de hallar en plena calle de Chicago. En esa verosimilitud todo el trabajo artístico y técnico adquiere un sabor especial que hace que Scarface sea una obra maestra del cine.
Tráiler:
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