Baudelaire por Gautier. Gautier por Baudelaire

Hubiera sido divertido que estas "dos biografías románticas" hubiesen sido escritas como un juego, como queriendo poner ante cada uno de los poetas un espejo en el que se vieran reflejados en la mente del otro. Pero no.
Gautier escribió esta biografía poética tras la muerte de Baudelaire, mientras que éste hacía su escrito desde la admiración y como introducción a una obra de un escritor consagrado.
Sin embargo, sí existe algo de este juego de espejos que apuntábamos. Románticos ambos, no obstante no habían escritores más dispares, pero el aprecio mutuo que se profesan es evidente, en lo que no puede entenderse más que como la facultad de ambos para reconocer el genio literario.
A un nivel necesario y básico, ambos textos cumplen su función de estimular la lectura de los biografiados, no en vano Gautier le otorga "el más honroso título" que puede tener un literato, y Baudelaire, a su vez, lo denomina "un perfecto hombre de letras". Pero el segundo nivel es el de la lectura después de que el lector haya pasado por la obra. Ambos escritores se analizan, descubren los matices del otro, ponen en valor sus logros frente al resto de escritores de su generación; si no hay envidia, sí por lo menos hay una atención fija en los lugares a los que cada uno hubiera querido llegar y que fueron conquistados por el otro.
Hay, incluso, otro nivel más. Puesto que se conocieron y frecuentaron, estos textos suponen una mínima crónica del ambiente literario de una Francia (y, por extensión, de Europa) enormemente vital en sus manifestaciones literarias y repleta de "ismos". En este relato de encuentros descubrimos el París de los salones, las diferentes opiniones y debates que se producían y las afinidades y rivalidades que se daban.
Es una lástima que estos textos se escribieran antes del surgimiento del psicoanálisis, que hubiera proporcionado con sus teorías otra herramienta de interpretación a ambos escritores y que seguro hubieran desarrollado con brillantez. Sin embargo, la aguda percepción poética que tenían el uno del otro suple con creces eso que no puede ni denominarse carencia. Desde poéticas diferentes, claro, pero eso es lo que hace a estas biografías interesantes. Como he dicho antes, la grandeza de ambos fue la de reconocer el genio y admirarlo sin paliativos y sin mezquindad. Que ese genio era auténtico lo prueba la persistencia de la obra de Baudelaire y Gautier casi siglo y medio después.

Nostromo / Mauricio d'Ors Ed.
Madrid, 1974 [1868]


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