Máscara, de Stanisław Lem

Estamos ante una colección de relatos, inéditos en castellano, que van desde 1957 a 1996. Pese a su necesaria variedad y a la extensión temporal de su escritura, es curioso observar, sobre todo en los cuentos más primerizos, cómo se apuntan y tratan ya los temas que serán recurrentes en la ficción posterior de Lem.
Así, hay varios relatos que tratan sobre la imposibilidad de entender (no digamos ya comunicarse) a una inteligencia extraterrestre (La Rata en el Laberinto; Invasión); incluso hay una prefiguración de los dobles de humanos creados por esa inteligencia, que son parte fundamental de la relación que en Solaris se establecerá entre los tripulantes de la estación y el planeta sentiente.
El Amigo trata de la autocreación de un supercomputador, un ente omnisciente más cercano a dios que al ser humano.
La Invasión de Aldebarán es un relato con trato humorístico sobre una invasión extraterrestre que fracasa precisamente por ese abismo de desconocimiento que esos seres muestran respecto a la humanidad.
La Fórmula de Lymphater, que venía precedido de una anotación que lo adscribía a "las memorias de Ijon Tichy" y así lo incorporaba a los geniales relatos de Diarios de las Estrellas, trata del definitivo paso evolutivo del ser humano hacia otra especie nueva, por supuesto una máquina cuyo alcance de pensamiento sea tal que sólo nos vea como un antepasado lejano y primitivo.
Un programa informático que redacta las noticias basándose en las notas de teletipo y que es capaz de predecirlas Ciento Treinta y Siete Segundos antes de que se produzcan, con las implicaciones (militares, cómo no) que ello conlleva.
El Acertijo, un relato que se enmarca dentro de las Fábulas de Robots, y en el que se discute sobre la herejía de suponer que los paliduchos (es decir, los humanos) fueran los creadores de la especie robótica.
Y así hasta trece relatos que no por quedar inéditos son productos menores de la producción de Lem.
Stanislaw Lem ha sido uno de los mejores autores de ciencia-ficción europeos. Y, al respecto de la ciencia-ficción hard, es decir, la puramente científica, probablemente el mejor del mundo. En el sentido de que sus relatos son científicos hasta resultar inatacables, pero también van más allá de la ciencia, hasta incorporar la filosofía. Poquísimas veces el género incorporó con tanta coherencia el método científico, lo metacientífico y la metafísica en un todo que nos situaba en el universo y nos definía, en la insignificancia frente a la inmensidad, tal vez, pero también trazaba límites precisos de lo que somos y, sobre todo, de lo que no podemos ser. Leer los relatos de Lem es leer a una especie de Borges que, más allá de sentirse abrumado por el cosmos, se empecinara en llevarnos hasta el límite de las verdades que sobre éste podemos conocer. En ocasiones no es un viaje fácil, y Lem nos exige el esfuerzo de razonar junto a él y aportar nuestro pensamiento al suyo, pero en cualquier caso ese viaje vale la pena. No hay escritor (y me atrevería a decir que no hay filósofo) que haya llegado tan lejos, sin concesiones de ningún tipo, en relacionarnos con el cosmos y situarnos en nuestro pequeño destello de vida y conocimiento que representamos en una escala temporal infinita.

(Maska)
Impedimenta
Madrid, 2013 [1957-1996]
Trad. de Joanna Orzechowska

Portada y sinopsis

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