La Carta Esférica, de Arturo Pérez-Reverte

FIRMA INVITADA: Susana Rizo

Quien ahora emprende esta reseña tiene ante sí un ejemplar de La Carta Esférica dedicado por su autor. Sabe que Arturo Pérez-Reverte tal vez escogería esta aventura como el lugar donde perderse alguna vez. Y por ello, antes de empezar, siente respeto. Se trata de su novena novela y es la favorita de esta lectora que ha hecho una segunda lectura tratando su libro con delicadeza, como si de un tesoro se tratara. Contempla con cierta nostalgia las inequívocas líneas de la vida que se han grabado en su lomo y cubierta, recordando las sensaciones que tuvo la primera vez, cuando no podía dejar de leerla. Y capta nuevos matices.

Para alguien que ha pasado su vida frente un mar añejo por donde desfilaron los compositores de una parte de la Historia, imaginando qué hay más allá de la línea del horizonte donde la vista humana no da más de si, esta es la novela perfecta. Pero ojo, no hay que amar necesariamente el mar para que te enganche la lectura de esta obra, porque aquí hay mucha tela. Basta con pisar tierra firme y haberse dejado llevar alguna vez por algún sueño. Aquí está condensado todo el universo revertiano. Está él mismo, o su mirada.

La situación
Reverte nos tiene acostumbrados a una ambientación impecable. Visual. Desde el primer segundo mete al lector en situación con un barrido de cámara sobre el escenario hasta centrar la atención en el elemento central de la composición. Principio y final unidos, como las grandes sinfonías. Y una historia en medio: un marinero desterrado de su mar (más acertado sería decir “desmarinado”), obligado a permanecer en tierra por tocar fondo durante su guardia, conoce a una misteriosa mujer que se hace con un valioso atlas marítimo del S XVIII en una subasta. Cuesta imaginar un escenario mejor: el mar, un velero, un tesoro de un galeón antiguo, un hombre y una mujer. La historia de una búsqueda. Amor, tal vez; aunque difícil y peligroso.

“voy a contarte una historia de naufragios y barcos perdidos”

El lector que inicia La Carta Esférica se embarca en dos aventuras: la búsqueda del secreto que oculta un pecio del siglo XVIII, y la búsqueda que emprende el hombre sobre la mujer, aún sabiendo que en la derrota que inicia a bordo de su particular “Isla Negra” la carta de navegación le advierte de imprecisiones en los levantamientos. Ambas aventuras discurren en paralelo, cediéndose el pulso mutuo en equilibrio casi perfecto. Y digo "casi" porque esa tensión emocional que hay entre Tánger y Coy cautiva rotundamente al espectador, mientras el enigma del pecio constituye el telón de fondo. El poder de la presencia del barco fantasma es el que la mujer le otorga en su obsesión por encontrarlo.
Cada uno tiene su ambición en esta historia: Tánger Soto, la mujer, busca un tesoro, y tal vez recuperar algo de su infancia perdida, la que le devuelve momentáneamente la sonrisa espontánea y sincera. Manuel Coy, el hombre, busca poder contar una a una las pecas de Tánger, y descifrar así los misterios que hay detrás de la enigmática mujer. El catedrático Lucio Gamboa que hace su oportuna aparición “en el penúltimo acto de la escena”, y que al mismo tiempo asume el papel de narrador, conduce al clímax de la historia. Pedro el piloto, un viejo amigo leal y honrado, lo contempla todo desde fuera. Los malos, prototípicos y cortados por los patrones de “malos a la antigua” son Nino Palermo y Horacio Kiskoros. Matones sin cerebro y tipos inteligentes y ambiciosos. De la mano de todos ellos Reverte nos va metiendo en una historia que ya hemos visto antes.

Él
“Ojalá encuentre pronto un buen barco.”
“Quiza llegaste a esa isla demasiado tarde."

Sintonía. Esto es lo que sintió esta lectora con dicho personaje. Se agradece que su visión del mundo sea simple y honesta. Admira su capacidad de ser consecuente y de aceptar su destino. Se puso en su lugar. Ismael-Coy. “Llamadme Ismael”. “Cada vez que en mi alma hay un noviembre húmedo y lloviznoso….entiendo que es hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda” (H. Melville Moby Dick. Capítulo Primero: Espejismos). Este marinero de Cartagena que de joven sacaba ánforas del mediterráneo y que sólo lee novelas en las que sale el mar, es rudo, algo torpe de maneras, sincero y tímido, y tiene la lucidez de su creador, aunque no tan explícita en actos o palabras como en pensamientos. La lucidez que me atrevería a afirmar que parte de la mirada particular del autor hacia el mundo en general y hacia el mar en particular. Esa añoranza que a veces es desgarradora. Y esa certeza que “la tierra firme pudre a la seres humanos” y “el único lugar habitable se encuentra a diez millas de la costa más próxima”.

Ella
“Todas las mujeres inteligentes que conozco, han querido ser Justine alguna vez”
“Te mentiré y te traicionaré”

He tratado de acercarme a esta mujer y no he podido. He querido desvelar sus secretos y me ha pasado lo mismo que a Coy. El barco fantasma y su tesoro en cuestión pierden protagonismo cuando ella sale a escena. Y ella casi siempre está en escena. Nos hallamos ante la mujer revertiana por antonomasia, a saber, la misteriosa, interesante y ciertamente ambiciosa rubia pecosa de cabellos asimétricos y perfil duro, Tánger Soto. Como ya le ocurrió a Teresa Mendoza, luchará con armas de hombres en un mundo de hombres y llegará hasta las últimas consecuencias por conseguir su sueño. No en vano lleva en sus genes un padre militar.
Una mujer complicada, o tal vez una mujer sencilla que vive situaciones complicadas. Hermética. Con sombras. Con un mundo interior que sólo a ratos se consigue entrever. Me atrevería a afirmar que ni siquiera su creador ha desvelado sus secretos. Tal vez no fuera ése el objetivo. Es mejor que algunas cosas sean tan simples o tan secretas como aparentan ser. La parte vulnerable de ella: un viejo trofeo infantil, una foto, una colección de los libros de Tintín y un perro labrador. Pero no juega limpio.
En ese ejercicio de intentar penetrar en el universo de la mujer, de esta mujer en particular, bien merece la pena detenerse a analizar con atención lo que hay detrás de los silencios y los detalles. La intensidad aumenta a medida que avanza la lectura y cautiva gracias la sabiduría de la prosa suelta y limpia de Reverte. Ella posee la clave de tantas respuestas anheladas. La mujer. Pachamama. La diosa madre-tierra. La Venus de Willendorf. Tánger es todas las mujeres en una, pero no negaré que a esta lectora tal afirmación aplicada a Tánger en concreto le produce cierto escepticismo. No pone en duda las capacidades que don Arturo le atribuye, y su dominio de la situación. Pero Tánger posee su propia mirada.

4 º y 51 minutos de Longitud Este. 37 º y 32 minutos de Latitud Norte
Tiene que haber una excusa. El entorno perfecto para la aventura. Y la excusa no podría ser mejor: Siglo XVIII. En tiempos del reinado de Carlos III el bergantín Dei Gloria procedente de la Habana, propiedad de la Compañía de Jesús, es abordado por el corsario Chergui y se hunde frente las costas de Cartagena. Es portador de un secreto, una intriga de estado. Y un tesoro. Con ello Reverte nos regala para mayor atractivo un episodio de nuestra Historia y plantea la intriga con su característico ingenio. Siempre hay un ingrediente en las novelas de don Arturo que invita al lector a preguntarse cuánto hay de cierto en esta historia. Lo mismo que en Alatriste, cuando te preguntas si existió de verdad el héroe.

Las referencias
“Los tesoros no existen”

Las referencias a la literatura clásica ─Homero─ y del mar son frecuentes en La Carta Esférica. Reverte sonríe cómplice a los clásicos que desfilan página tras página otorgando una sensación de familiaridad, haciéndote sentir como en casa.
Esta novela tiene el sabor de las aventuras de toda la vida. Stevenson, el Halcón Maltes, el Conde de Montecristo…Y Hergé. Algún pasaje que no desvelaré recuerda a un episodio concreto de "En busca del Unicornio". También hallamos guiños al cine negro y referencias musicales, porque esta novela tiene banda sonora. Es el jazz, el insolente jazz.

No me cabe duda de que esta novela va a encantar al lector, y permítanme un consejo: esto no es Mellville, ni es Homero. Es 100 % Reverte. Así que déjense llevar, vayan desgajándola poco a poco y desvelando sus secretos. La Carta Esférica es una novela fascinante. Con personalidad y vida propias y sabor a las novelas de antes. Un justo homenaje al mar, a un mar antiguo colmado de Historia donde aún hay tesoros por descubrir. Abrir las páginas de esta novela es abrir las puertas de misterios tan antiguos como los que esconden en los corazones de los hombres y las mujeres o bajo el fondo del mar. Y tal vez se cumpla la LCDSR: Ley de Cuando la Descubras Seguro que Repites.

“…Soñando con tiempos en los que aún era posible buscar de ese modo un barco donde enrolarse, y existían islas lejanas que daban asilo a un hombre: justas repúblicas que nada sabían de suspensiones por dos años, y a las que nunca llegaban citaciones de tribunales navales ni órdenes de captura.”


Ed. Alfaguara
Madrid, 2000 [2000]

Portada y sinopsis



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Lluís,

Me hace mucha ilusión ver este escrito publicado aquí.

Muchas gracias, y un saludo.

Susana

Lluís Salvador dijo...

Hola, Susana:
Un placer tener estas reseñas por aquí.
Un saludo!