La Calle de la Media Luna, de Paul Theroux
(Doctor Slaughter)
Ed. Tusquets, col. Andanzas
Barcelona, 19862 [1984]
Si miran las etiquetas de esta entrada, verán la de "terror". Es adecuada, y no soy yo (o sólo yo) quien se la adjudica, sino varias historias del género. Sin embargo, no es un terror sobrenatural y, me apresuro a decirlo, esta dimensión no se aprecia, ni en forma ni en tono, hasta el final.
La doctora Slaughter (que es su título original) es brillante, hermosa, ambiciosa, sin escrúpulos y no tiene una libra en el bolsillo. En el transcurso de una cena escucha la frase "sólo hay cinco mil personas en el mundo" y queda fascinada por la misma y por quien la ha pronunciado. Ella no pertenece a esas cinco mil, pero toma conciencia de querer hacerlo o, cuando menos, acercarse a esos cinco mil.
La oportunidad le llega cuando, de forma anónima, recibe un vídeo de un reportaje de investigación sobre las agencias de acompañantes. Sin dejar su trabajo de becaria en un instituto de estudios internacionales, se dedicará a esta forma de prostitución que, en efecto, la introducirá en el mundo de sus deseos, pero sin darse cuenta de los riesgos que corre, ya que no percibe que es un elemento extraño a ese mundo y que puede llegar a saber demasiado.
Más allá de la historia basal, un cautionary tale como pueden haber muchos (y que es donde se detuvo la versión fílmica, Half Moon Street), Theroux compone un cuadro sobre la ambición, el cinismo, la amoralidad y, por qué no, la estratificación social.
En efecto, el problema de Lauren Slaughter no es su cultura desaprovechada o mal utilizada, ni su egoísmo, ni su inmoralidad o moralidad, sino precisamente su amoralidad, que será instrumento para la inmoralidad de los demás.
Theroux refleja un cuadro social que nos resulta desagradable por su cinismo, por la impresión que extraemos de que no es que nadie sepa nada de nadie, sino que nadie quiere saber nada de nadie, salvo aquello que conviene a los intereses propios y concretos. Y que los que quieren saber algo de los demás lo hacen por motivos que deberíamos temer. Desde luego, no es una visión optimista. Pero, ¿quién ha dicho que vivamos en el mejor de los mundos?
Portada y sinopsis
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