El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias
Anaya & Mario Muchnik, col. Escritores de América
Madrid, 1995 [1946]
Liminar y texto complementario de M. A. Asturias
Edición de Selena Millares
Con esta obra del premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias inicio una serie dedicada a los dictadores latinoamericanos en la literatura. (Me apresuro a decir que me hubiese gustado incluir alguna novela sobre dictadores españoles, pero las letras españolas todavía no han pasado cuentas a esta figura con la debida calidad; por mucho que aprecie a Manuel Vázquez Montalbán, su Autobiografía del General Franco resulta fallida por muchos motivos.)
Pese a quien pese, esta es una figura tan omnipresente en Latinoamérica que se ha convertido en cliché por un lado y en motivo literario por otro, reflejado en grandes obras escritas por diversas manos, como veremos.
En el caso de El Señor Presidente, parece ser que está basada en la dictadura de Manuel Estrada Cabrera en Guatemala (1898-1920). Sin embargo, los grandes narradores perciben muchas veces la Historia como un corsé limitador que constriñe en exceso las figuras y las ideas, teniendo que ajustar la narratividad a la cronología, las ideas a los sucesos y los arquetipos a los detalles, y por tanto el escritor prescinde de lo concreto para trascender a lo universal.
Miguel Ángel Asturias, por tanto, no escribió una novela histórica sino una simbólica; tampoco un roman à clef, pese a que haya episodios que para el lector pueden parecer narrativos pero que se asimilan a sucesos muy reales. Sin embargo, el tono es el de una metáfora sobre el poder omnímodo.
Si tenemos que ceñirnos al argumento concreto, la novela se inicia cuando un coronel, mano derecha del Señor Presidente, es asesinado por un mendigo trastornado. Pese a que la verdad es rápidamente descubierta, esta no es suficiente. Un ataque semejante a la figura del dictador no puede tener origen en un hecho desgraciado, en una anécdota casual. La verdad tiene que retorcerse para convertirse en una conspiración y, o bien ser aprovechada para un ajuste de cuentas político, o bien la realidad tiene que acomodarse a la paranoia. En cualquier caso este hecho inicia una escalada de venganza, que alcanzará incluso a los seguidores más fieles del Señor Presidente: El asesino auténtico será rápidamente liquidado, puedto que se convierte en una verdad que tiene que ser suprimida para no estorbar la nueva verdad instaurada; los adversarios serán culpados y perseguidos. Los perseguidores, a su vez, serán borrados del mapa para que no se interpongan entre el mundo y esta realidad superpuesta.
El estudio de Millares ocupa veinte páginas, y se queda corto, de modo que no esperen que pueda resumir aquí todos los matices contenidos en la novela de Asturias. Baste decir que, aparte del tema de la conformación de la realidad a las ideas y deseos de una sola persona; de la paranoia inherente a las dictaduras; de la liquidación de cualquiera que estorbe los designios del Señor Presidente, por muy menor que sea su falta y por mucha lealtad que se demuestre, hay también una característica del dictador protagonista, como es el odio, un odio total y absoluto hacia todo: el pueblo, la nación, sus instrumentos. El Señor Presidente odia a los pobres porque nació entre ellos; odia a los ricos porque él no lo fue;L odia a la nación porque esta tiene la incómoda tentación de sobreponerse a su idea de que la nación, en realidad (en su realidad) es él.
Y el sentido mítico que se transmite. Hay muchas referencias a los mitos precolombinos en esta novela, y no es un hecho menor el que sus primeros títulos fueran los de Malevolge, el nombre del octavo círculo del infierno de dante, donde se encuentran los fraudulentos; y Tohil, referencia al Popol Vuh y nombre del dios del fuego, que protege a su pueblo pero exige sacrificios de sangre. Hasta que finalmente, cuando presentó el manuscrito a una editorial, se le contestó: "No puedo publicar su señor presidente", y allí encontró Asturias su título ideal.
El Señor Presidente es una novela absorbente, plena en su carga simbólica y narrativa y que avanza con firmeza desde su anécdota inicial hasta la monstruosidad del cuadro acabado. Una de las más grandes opciones narrativas que pueda tener un lector.
Portada y sinopsis
2 comentarios:
El profesor de economía de la escuela me pregunta si leí esa novela genial de Asturias y la tengo ahí nomás, en la estantería. Sin dudas ahora debo tenerla como una opción más cercana.
saludos
Hola, Mario:
De Asturias había leído poco. Leyendas de Guatemala y Hombres de Maíz. Ya me había impresionado, pero en la época yo era demasiado joven (y probablemente demasiado impaciente) y me perdía con los términos locales. El Señor Presidente los tiene, cómo no, pero ahora comprendo que tienen una función y que dan carácter a la escritura. Y además, ¡qué caramba!, El Señor Presidente es una novela muy sabiamente escrita, de inicio desconcertante que después se despliega ante nuestros ojos como un mapa político y macabro sobre el el territorio real y el de las gentes.
Una gran novela, créeme.
Un saludo!
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