Il Ladro de Merendine, de Andrea Camilleri

En Il Commissario Montalbano: Le Prime Indagine
Sellerio Editore, col. Galleria
Palermo, 2008 [1996]
Con una nota del autor: I Primi Tre Montalbano
Serie Comisario Montalbano nº3

Dice Andrea Camilleri que después de las dos primeras entregas de la serie Montalbano, empezó a recibir centenares de cartas que le animaban a continuarla. «Por otra parte, el personaje no tenía necesidad del apoyo de los lectores para tocarme continuamente las pelotas. Empezó a aparecerse delante mío cuando menos hubiese tenido que hacerlo, acosándome. Había leído de autores que decían estar obsesionados por algunos de sus personajes y lo había juzgado como una argucia literaria. Y constaté que, en cambio, era una realidad. [...] Y así "tuve" que escribir la tercera novela. [...] Ma hacía ilusiones, una vez más, de poner punto final. No me apetecía convertirme en un escritor de policiacos con, sobretodo, un personaje seriado. En lugar de eso, fue como echar gasolina al fuego».
Esta El Ladrón de Meriendas es la novela que se refiere de manera más pesonal a Salvo Montalbano. Un tunecino ha sido ametrallado en un pesquero italiano en aguas internacionales, algo que hace tufo a contrabando y que Montalbano se saca de encima con rapidez. En paralelo, un hombre es encontrado acuchillado en el ascensor de su casa. Pero resulta que este difunto señor mantenía en funcionamiento una empresa de importación-exportación, sin actividad comercial efectiva, a la que iba a limpiar y hacer algunos extras una tunecina llamada Karima, que ha desaparecido sin dejar rastro. Junto con su hijo. Aunque el niño reaparece poco después y es custodiado por Salvo Montalbano y su sempiterna novia genovesa Livia. Pero, ¿una madre abandonaría de esa manera a su hijo? Algo no cuadra y Montalbano teme que Karima haya desaparecido para siempre de la faz de la tierra. Y que exista una conexión con ese tunecino muerto en alta mar, que puede no ser el pobre emigrante que parecía. A partir de ahí, una conspiración monstruosa se desenvuelve ante nuestros ojos.
En el proceso de composición del personaje, Camilleri avanza hasta establecer ya casi definitivamente todos sus elementos (para mí, el proceso quedará completo en La Excursión a Tíndari). Cada vez Camilleri se muestra más suelto y a gusto con la serie, tiene toques de humor más acentuados, no duda en disparar a diestro y siniestro sobre todos los tics sociales italianos y sicilianos, continúa manteniendo una relación íntima con las gentes que pueblan la isla, y los elementos narrativos se exteinden con naturalidad ante el lector, que queda atrapado por el personaje y sus historias.
Y no hagan demasiado caso a Camilleri. Con el humor socarrón y siciliano que le caracteriza, puede querer marcar una diatancia irónica con su personaje, pero ha dado, de palabra y por escrito, múltiples muestras de aprecio por Salvo Montalbano y su mundo. Y eso siempre se nota. Para bien.

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