El Hombre que Iba a Ser Rey, de Rudyard Kipling

(The Man Who Would Be King)
En El Mejor Relato del Mundo y Otros No Menos Buenos (Maugham's Choice of Kipling's Best)
Ed. Sexto Piso, col. Narrativa
México/Madrid, 20072 [1888]
Selección y prólogo de William Somerset Maugham

O El Hombre que Pudo Reinar, El Hombre que Podía Ser Rey, El Hombre que Fue Rey o El Hombre que Quiso Ser Rey, que también así se ha traducido esta novela corta o cuento largo. Quien más quien menos sabe de qué va la historia, aunque sólo sea gracias a John Huston, Michael Caine y Sean Connery. Puede sorprender enterarse que escritores tan dispares como William Faulkner o Marcel Proust la tuvieron entre sus lecturas favoritas. Pero más sorprendente es leerla, créanme.
Iniciada en tono evocativo, la historia de Peachey Carnehan y Daniel Dravot, dos extemporáneos aventureros más cercanos a los truhanes que a los héroes es la de una locura, la de una quimera. Hacerse reyes de Kafiristán, nada menos. Más allá de donde el Imperio Británico haga sentir su ley, más allá de donde termina la civilización en todas sus formas, unificar unas tribus sin gobierno y darles cohesión, unidad política y de acción y establecerlas como estado soberano con ellos al frente de su gobierno.
Sorprende al lector ese propósito, que más parece un tall tale de un par de fanfarrones que otra cosa. No sorprende tanto porque sucede en unas tierras en las que se tiene la impresión de que cualquier locura puede ser factible.
Es sólo un baño de realidad el regreso de Peachey convertido en una ruina humana, y su relato, que sólo puede ser el de un fracaso, un anticlímax molesto en apariencia, el relato de una quimera irrealizable. El golpe maestro narrativo de Kipling es que el relato del pobre Peachey no es el de un fiasco razonable y razonado, sino el de un triunfo exultante, uno más allá de cualquier expectativa. ¿Qué sucedió entonces para que tengamos delante a Peachey como un cadáver ambulante, un hombre sin espíritu, la viva imagen de la esperanza perdida y la vida acabada?
Eso dejaré que lo descubran ustedes.
Esta novela corta es un prodigio del dominio de los tonos narrativos; ya he señalado algunos, pero hay unos cuantos más que van marcando el ritmo del relato. Entre la novela picaresca y la de aventuras, en parte en tono histórico, en parte costumbrista, hay escenas impagables, y no hay mejor elogio que se pueda hacer que decir que nos hallamos en su transcurso sentados junto al narrador escuchando la historia de los pobres Peachey Tagliaferro Carnehan y Daniel Dravot, en la tierra en que todo es posible y las quimeras vuelven ciegos a los hombres.

Texto en inglés de El Hombre que Iba a Ser Rey en el Proyecto Gutenberg

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2 comentarios:

David Cotos dijo...

La película es muy buena.

Lluís Salvador dijo...

Hola, David:
Bienvenido a este blog.
En efecto, la película, como dices, es muy buena, y por eso cito a Huston y a los magníficos caine y Connery en la reseña. No se trata de que la historia literaria se traslade literalmente a la pantalla, sino que se traslade bien en su espíritu, y eso Huston lo consiguió de forma notable, casi magistral.
Un saludo cordial!