La Marcha de la Locura. De Troya a Vietnam, de Barbara W. Tuchman
Barbara Tuchman alcanzó justa fama y el premio Pulitzer con su fenomenal Los Cañones de Agosto, donde exponía con claridad absoluta los estadios iniciales de la Primera Guerra Mundial, amén de escribir una de las páginas más bellas de la historiografía al respecto de la desaparición del mundo decimonónico y la violenta entrada en otro paradigma global.
Con ese hito, que le permitió superar reticencias y discriminaciones más bien malintencionadas (y bastante machistas, todo hay que decirlo), Tuchman desarrolló una obra ensayística en el campo de la historia que merece mucho la pena.
La Marcha de la Locura trata sobre la insensatez en el gobierno. Aunque no en todos los casos, esa tozudería irracional, esa locura, suele acabar en conflicto armado, con nefastas consecuencias, lo cual emparenta este libro con Sobre la Psicología de la Incompetencia Militar, de Norman F. Dixon, con el que comparte parte del análisis psicológico de esa insensatez. Tuchman declara que hay muchos casos de incompetencia militar que ayudan a esa insensatez de gobierno, pero que no son el objeto de este libro, lo cual sugiere la inquietante noción de que en política, la incompetencia se da por supuesta y que hay un grado más allá, una inspiración filosófica por así decirlo, que raya en la locura y que causa (más) incompetencia.
En la introducción, Tuchman proporciona ejemplos de estas situaciones, tan numerosas como inquietantes: las invasiones de Rusia de Carlos XII, Napoleón y Hitler; Moctezuma y su inacción ante las tropas de Cortés; la tozudería de Chiang Kai-shek en su construcción nacional de una nueva China; la carrera desaforada del crecimiento económico (y recordemos que esto se escribía en 1984); la aventura de la Armada Invencible; la caída del Imperio Romano; la del zarismo en Rusia. El lector puede, seguro, aportar muchos más ejemplos.
Las causas las cifra la autora, solas o en su combinación, en la tiranía u opresión, la ambición excesiva, la incompetencia o decadencia y la insensatez o perversidad. Se centra en ésta última, y pone cuatro ejemplos que analizar: la Guerra de Troya, los papas renacentistas y la secesión protestante, la pérdida de las colonias británicas en América y la Guerra de Vietnam.
La parte dedicada a la Guerra de Troya es la más breve (al fin y al cabo, las fuentes son escasas y son lo que son; tampoco es que se pueda dar una gran fiabilidad histórica a Homero, Virgilio o Arctino de Mileto), pero es pertinente porque su ejemplo es palmario de actitudes políticas posteriores. Cuando el ejército aqueo se desvanece de la noche a la mañana dejando sólo un gigantesco caballo de madera, únicamente se puede calificar de locura introducir esa figura en la ciudad, no registrarlo ni comprobar su interior y despreciar todos los avisos acerca de una estratagema de los griegos para traspasar las murallas de Ilión.
Pero, ¿cómo se puede calificar las continuas actitudes y legislaciones que irritaban más y más a los ciudadanos de Nueva Inglaterra y la continua negativa a llegar a un acuerdo que los convirtiera en lo que ya eran salvo de iure, es decir, buenos súbditos del rey Jorge III?
¿Cómo explicar la espiral de autocomplacencia en el poder y desprecio de la espiritualidad que llevó a los papas renacentistas a ignorar los reiterados avisos de que o limpiaban su propia casa u otros lo harían por ellos?
¿Cómo comprender que administraciones republicanas y demócratas se empeñaran en una guerra no declarada, con un objetivo imposible de conseguir, teniendo en cuenta además el precedente del fiasco francés en Indochina? Un empeño que dinamitó la sociedad estadounidense y se llevó por delante el patriotismo, la confianza en el gobierno y causó un síndrome de inferioridad que provocó una escalada en la prepotencia de la política exterior norteamericana, que ha causado reticencias y desconfianzas en aliados, neutrales y enemigos desde entonces y, en definitiva, una pérdida de prestigio irremediable respecto de los Estados Unidos como líder mundial.
Pues Tuchman da el primer paso para explicar eso y trazar líneas de contacto comunes que puedan dilucidar los porqués de conductas en apariencia caprichosas y en definitiva inhumanas precisamente por demasiado humanas. En ese aspecto, el libro abre un campo, si no nuevo, sí apasionante, como es el de buscar los motivos reales de la política. La autora declara que, por lo general, los historiadores suelen buscar con tanto ahínco la racionalidad en la Historia que tienden a no creer que los gobernantes puedan comportarse irracionalmente. Y acierta en esa tesis porque, si lo miramos bien, la historia del gobierno de la humanidad consiste en una continua evolución y búsqueda de instrumentos para desterrar la irracionalidad de la gobernanza. Señalar con los ejemplos mostrados que todavía no se ha alcanzado ese punto y que los sistemas son falibles no es sino aportar un enfoque nuevo y fundamental tanto a la historiografía como a la filosofía política.
(The March of Folly. From Troy to Vietnam)
RBA Libros, col. RBA Historia
Barcelona, 2013 [1984]
Portada y sinopsis
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