The Masque of the Red Death, de Edgar Allan Poe

Múltiples ediciones en castellano.
Recomendada: en Cuentos / 1
Alianza Editorial, col. El Libro de Bolsillo
Madrid,  [1842]
Traducción de Julio Cortázar
Texto original en inglés en este enlace de Proyecto Gutenberg

La Máscara de la Muerte Roja, uno de los relatos más célebres de Poe, y uno que obtiene incluso galardones (fue incluido en 1983 en el Salón de la Fama de la Fantasía de Todos los Tiempos) casi dos siglos después de ser escrito, si tuviéramos que clasificarlo dentro de una de las categorías que reclamaba el mismo Poe, diríamos que es un cuento de lo grotesco (aunque posee un pequeño arabesco en su interior, en el sentido de que el mundo en miniatura del castillo de Próspero, en definitiva, se sólo la reproducción del mundo exterior en su mortalidad y miniatura).
El sentido de grotesco, aunque incluye la acepción de deformidad, tiene más que ver con un aspecto estético, sin embargo, como es el de la fascinación por lo oscuro y extemporáneo.
Un resumen del argumento resulta casi ocioso: La muerte roja asola el territorio y el príncipe Próspero y un millar de cortesanos se encierran en una abadía fortificada, dejando al país y su desolación en el exterior y entregándose al ocio y la diversión en el interior de la fortaleza. En el transcurso de un baile de disfraces, una figura corta la respiración de los presentes vestida de muerte escarlata y enmascarada. Próspero enfurece ante lo que considera una osadía y una afrenta, y se lanza daga en mano contra la figura, sólo para caer muerto a sus pies. La muerte roja ha entrado en la fortaleza, literalmente, y pronto pone fin a las vidas de todos sus habitantes.
Este relato fuertemente estético, enormemente conciso (apenas siete páginas en su lengua original), sin embargo lleva tanto a cuestas que daría para realizar una tesis en sí mismo.
Empezando por la situación, evocación del Decamerón o Los Cuentos de Canterbury, con un país asolado por la peste; la noción, algo moralista pero potente, de la inevitabilidad de los destinos humanos; la referencia, esta vez directa, a las Danzas de la Muerte (el concepto de que la muerte llega a todos se produce en un baile de máscaras; la misma personificación de la Muerte Roja parece danzar por las diversas estancias de la abadía); dos símbolos ineluctablemente unidos como son la muerte y el tiempo, representado por ese reloj de ébano. Por no hablar de la imagen que para alguien tan amante de la cultura clásica como Edgar Allan Poe debió de representar una atracción irresistible, como es el tema del "et in Arcadia Ego", en el cual en la Arcadia feliz y en el paraíso despreocupado aparece de pronto la calavera, el recuerdo de la mortalidad.
Es mucho. Y sin embargo, con una prosa imaginista y levemente barroca, Poe introduce todo esto de forma medida y natural en un relato de tensión creciente, un texto narrativo y citable cual si se tratara de un poema que avanza hasta su último verso (casi no se puede hablar de frase): "And Darkness and Decay and the Red Death hold illimitable dominion over all" [Y la Oscuridad, la Decadencia y la Muerte Roja ejercieron su ilimitado dominio sobre todo], en un final rotundo, espléndido, total.

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