Trilogía Africana, de Alan Moorehead

(African Trilogy)
Inédita Eds., col. Historia Inédita
Barcelona, 2008 [1944]

En primer lugar, una pregunta: ¿de dónde sale esta traducción? Porque, cuando en una nota, en pleno 2008, uno se encuentre esta aclaración sobre "doce chelines": "unas cincuenta pesetas al cambio de entonces; unas cien al actual", cuando llevamos más de siete años manejándonos con el euro, huele a chamusquina. Espero que, en euros o en pesetas, el traductor de "entonces" o "actual" haya visto algo de dinero por su labor.
Bueno, poniéndonos en harina, el australiano Alan Moorehead fue corresponsal de guerra por el bando británico durante todo el escenario bélico de la Segunda Guerra Mundial en África. De hecho, su relato tiene tanto brío y tanto color local que esta Trilogía Africana (que también incluye la sangrienta campaña de Siria, británicos y franceses libres contra la Francia de Vichy, y un interludio en la India, en la que hay que recordar que ya se movían los independentistas indios: Gandhi, Nehru y los musulmanes) alcanzó cotas legendarias en su tema.
No hay que engañarse aquí. Moorehead es británico (de la Commonwealth británica, pero británico de adscripción), y su relato histórico está fuertemente desequilibrado en favor del bando aliado, tanto como para llegar al extremo de la propaganda. Tanto como para tener la impresión de que Rommel (al que jamás se denomina como "el zorro del desierto", un apelativo que empleaban los propios soldados británicos para desesperación de los mandos de la propaganda inglesa), que Rommel, decía, dé la impresión en el texto de ser un general mediocre que tuvo algo de suerte, y en cambio los generales británicos fueran todos unos genios que, ya ve usted, tuvieron algún momento de mala suerte.
En fin. Moorehead no es historiados, ni falta que le hace, y por fortuna sus opiniones sobre la guerra son fácilmente descartables y disociables de lo que conforma esta trilogía como testimonio valioso: el día a día, la vida de los soldados en el desierto, la guerra a pie de batalla y el discurrir del tiempo en los momentos de descanso en las inmediaciones del frente. Es decir, las crónicas cotidianas del corresponsal que realmente estuvo allí. En este aspecto, Moorehead se convierte en gigante y retrata a los hombres y situaciones de manera magistral. Qué comen, cómo pasan el tiempo, cómo sus permisos, cómo combaten, a qué aspiran, cómo se relacionan con su material, con el enemigo y, sobre todo, con el desierto, ese medio que adquiere entidad propia, hasta convertirse en un personaje más.
En esta perspicacia, visión incisiva, retrato preciso y descripción acertada, Moorehead compone un panorama potente, realista, emocionante a veces, casi un homenaje a los hombres que combatieron en ese escenario. En este relato de alguien que estuvo allí y compartió las vicisitudes del VIII Ejército, las idas y venidas forzadas por éste y por el Afrika Korps, es donde reconocemos la grandeza del testimonio, que se vuelve imprescindible, grandioso y vívido, y se puede afirmar que no se tiene idea de lo que representó esta campaña hasta que no se ha pasado por el relato de Moorehead.

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