Todo lo que se Llevó el Diablo, de Javier Pérez Andújar

Tusquets eds., col. Andanzas
Barcelona, 2010 [2010]

Es un placer encontrar historias tan bien llevadas como Todo lo que se Llevó el Diablo. También es un placer poder superar las reticencias que provoca la llamada "novelística de la guerra civil"; reticencias que provienen del hecho de que la mayoría de estas novelas aprovechan una anécdota, una minucia, y la magnifican hasta convertirla en un discurso ideológicamente básico, las más de las veces manipulador y sentimentaloide, las más de las veces hueco, las más de las veces autojustificativo de su mediocridad en el hecho de estar "basado en hechos reales". Y que intentan forzar un silogismo absurdo: si usted es progresista, antifranquista, etc., a usted le tiene que gustar esta novela, tiene que comprarla y de críticas, ni hablar.
Nada de esto se encuentra en la ficción de Pérez Andújar. Ciertamente, el punto de arranque es el período (poco tratado) del bienio negro de la II República española, en concreto las Misiones Pedagógicas que se instauraron en el bienio anterior y que llevaron (o lo intentaron) instrucción y cultura a unos pueblos, no dejados de la mano de Dios, pero sí de la mano del ministerio de Instrucción Pública.
Pero esto es sólo un telón de fondo, así como las respectivas épocas eran telón de fondo de Los Miserables o Los Novios; pero todas estas novelas contaban otra historia, que por supuesto se imbricaba en la época y los hechos históricos.
La historia real de esta novela es la de los maestros, en individual y no en colectivo (por mucho que pueda extraerse una representación metafórica de estos protagonistas), que van a una de esas Misiones Pedagógicas; y, en paralelo, la de Velasco Flaínez, lobero hijo de loberos, una casta, la de aquellos que persiguen y cazan al lobo, que paga su tributo a esta especie y hasta convive con ella y la comprende (una insinuación, insinuación tan sólo, del mito del hombre lobo; un hombre lobo sin magia, puede, pero aunque de tipo realista, muy resonante de lo mítico), visiones del mundo y de la vida que interaccionan y se transforman unas a otras.
Y, repentinamente, entra en la historia la época contemporánea, en forma de investigación de los cuadernos de notas de uno de los componentes de la misión, que se convirtió en dibujante de cómics en Bélgica.
El mérito de Pérez Andújar es llevar esta historia con estilo innegable, con humor en ocasiones, dramatismo en otras, y no caer en excesos jamás. Con un ritmo impecable y una estructura medida que hace que el interés del lector se mantenga hasta el final sorprendente, que proporciona a esta novela un punto más de excelencia y una visión autoirónica de la realidad y la historia.
Y puede sorprender a quien no la haya leído (y a quien llega después de hacerlo a la nota autobibliográfica) que no todos los personajes existieron, por descontado, pero algunos sí. Y no los más evidentes.
Todo lo que se Llevó el Diablo es una novela magnífica, un placer en su lectura y que revela un gran escritor que sabe muy bien qué quiere contar y cómo hacerlo.

Portada y sinopsis

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