Perdición, de Billy Wilder

SESIÓN MATINAL

(Double Indemnity); 1944

Director: Billy Wilder; Guión: Billy Wilder, Raymond Chandler, basado en la novela de James M. Cain; Intérpretes: Fred MacMurray (Walter Neff), Barbara Stanwyck (Phyllis Dietrichson), Edward G. Robinson (Barton Keyes), Tom Powers (Mr Dietrichson), Porter Hall (Mr Jackson), Jean Heather (Lola Dietrichson), Byron Barr (Nino Zachetti), Richard Gaines (Edward S. Norton Jr); Dir. de fotografía: John Seitz; Música: Miklos Rozsa.

Una obra maestra bajo todos los puntos de vista, se considera que esta película es la iniciadora del género fílmico que se ha venido denominando como film noir.
Al respecto, hay que decir que aunque se habla mucho del noir, nadie ha sabido todavía explicarme en qué consiste, y así veo cómo la etiqueta se aplica a melodramas muy oscuros, a historias de gángsters muy claras, y, en general, a todo aquello que contiene un cierto toque criminal y urbano estadounidense. Aunque también se ha puesto la etiqueta en historias de frontera y en historias rurales.
En los extras a Perdición, un crítico lo define como "Lo hice por dinero, y lo hice por la chica. No conseguí el dinero, y no conseguí a la chica. ¡Eso es puro film noir!" Es emplear una frase de la película para definir todo un género, pero es una frase que el Raymond Chandler guionista parafrasea de sí mismo y, francamente, poco o nada aclara sobre el tema.
Tal vez la respuesta es que no la hay, y que el noir americano es más una atmósfera, un estado de ánimo, que otra cosa.
En cualquier caso, si hay elementos que componen esta clase de películas criminales, surgidas de la novela hard boiled de autores como Raymond Chandler, Dashiell Hammett, James M. Cain y otros, esta película los reune en su mayoría.
La historia de su concepción es legendaria, y ha dado bastante que hablar: de cómo Chandler y Wilder se odiaban durante la redacción del guión (la leyenda de que Wilder lo escribió todo y Chandler sólo firmó y cobró es, sin embargo, maliciosamente falsa: los diálogos son típicamente chandlerianos, y muy poca gente en es época podía escribirlos, salvo el propio Chandler); y sin embargo, o precisamente por esa animadversión, surgió un guión inatacable, duro, correoso, descarnado a la vez que emotivo.
El protagonista es un tipo normal (nada menos que un agente de seguros), pero, en la mejor tradición de la novela negra, nos va a caer simpático aun cuando caiga en el delito. Esa difuminación del blanco y negro moral para entrar en una gama de grises enorme es algo que rompió moldes en literatura, y se ha instaurado ya como una tendencia en el género criminal.
Tal vez por la herencia centroeuropea de Wilder, la figura de la femme fatale es extraordinaria, potente, poderosa y a la vez, como tiene que ser, atrayente. Atrayente hasta la perdición del título castellano.
Y, aunque es más dudoso adscribir eso a una tradición, podría bien ser que la fotografía estuviera inspirada por el expresionismo alemán. Dudoso, porque el excelente John Seitz, sí utiliza motivos de luces y sombras para dar expresión a la escena, pero no tiene porqué ser herencia directa del movimiento alemán, y más a una inteligencia propia de un gran director de fotografía.
¿Qué más se puede decir? Que MacMurray, Stanwyck y Robinson están prodigiosos en sus interpretaciones. Que la fotografía, como ya hemos dicho, habla por sí misma en muchas escenas; que la dirección de Wilder, y sus elecciones (la peluca rubia de Stanwyck, que hace daño a los ojos, no es sino un faro para señalarnos que es una mentirosa total) son tan sabias que difícilmente podrían rodarse de otra manera. Tal vez por eso, y en un alarde de masoquismo, en la edición especial en DVD se incluye el remake para televisión realizado décadas después. El guión es el mismo, la duración similar, los actores son decentes, y sin embargo, todo suena a poco creíble. ¿Por qué? Porque está rodada a la luz de un luminoso sol, entre otras cosas, y porque carece de atmósfera que acompañe a esas frases chandlerianas. Sí, tal vez el noir no es más que un estado de ánimo. Que Wilder expresó con una maestría incomparable.

Tráiler:

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