Atrapado en el Tiempo, de Harold Ramis

SESIÓN MATINAL 

(Groundhog Day); 1993

Director: Harold Ramis; Guión: Harold Ramis y Danny Rubin; Intérpretes: Bill Murray (Phil), Andie MacDowell (Rita), Chris Elliott (Larry), Stephen Tobolowsky (Ned); Dir. de fotografía: John Bailey; Montaje: Pembroke J. Herring; Diseño de producción: David Nichols; Música: George Fenton.

El caso de El Día de la Marmota (nadie, absolutamente nadie, la llama por el título que le adjudicaron en España, Atrapado en el Tiempo, lo cual demuestra que hay distribuidores que se creen muy listos y que el público no es tan idiota como piensan estos distribuidores) es uno de aquellos en los que una película, por razones absolutamente irracionales, se convierte en un éxito transgeneracional.
Veamos: el director, Harold Ramis, es alguien que poco más ha hecho en cine, y que antes de esta película su mayor mérito era haber sido guionista de Los Cazafantasmas, que tampoco es para tirar cohetes; Bill Murray es un actor capaz de lo mejor y de lo peor, y aunque aquí está inspirado, tampoco es que sea una actuación de las que se ponen como modelo en las escuelas de interpretación; Andie MacDowell... Bueno, Andie MacDowell pasaba por esta película como pasó por todo el cien en el que estuvo, camino de su carrera como anunciadora de cosméticos; los secundarios están bien, pero hemos visto actuaciones parecidas en centenares de comedias. Entonces, ¿qué es lo que hace a esta película especial?
La respuesta puede ser tal vez la historia. En la idea original de Danny Rubin que se llevó a guión hay una desvergüenza encomiable en no proporcionar una respuesta racional a lo que le sucede a Phil, y la moral de la historia, de la condena a repetir una y otra vez el mismo día a un meteorólogo egoísta y desagradable, no es una moraleja insulsa y lanzada a la cara del espectador, sino que es una de aquellas más implícita que explícita, lo cual es de agradecer.
Y el hecho de que las posibilidades que daba esta repetición continua de los hecho, con las variantes que aporta el personaje principal, da un juego tremendo. Es cierto que funciona mejor cuando la película adopta un tono gamberro y jovial, pero eso no desmerece que, escena a escena, el espectador desea saber qué más le va a pasar al desdichado Phil, o qué nueva travesura se le va a ocurrir, o si conseguirá alguna vez salir de este círculo infernal en el que se ha convertido el día de la Marmota.
Sea por lo que sea, es una fábula que se contempla agradablemente, y que de tanto en tanto se puede revisar sin cansarse. Tal vez no haya nada racional en su éxito, y mejor sea así. Tal vez la mejor lección que nos transmite El Día de la Marmota es que un gramo de bendita locura es necesaria para hacer buenas películas.

Tráiler:

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