La Brisca de Cinco, de Marco Malvaldi

Así como existen políticos de café, tertulianos de café, estrategas de café, filósofos de café, ¿cómo no pueden existir detectives de café? La diferencia, al menos literaria, es que si los anteriores discursean y no resuelven nada, el camarero / propietario del BarLume, Massimo Viviani, como mínimo sí es un investigador capaz.
Un poco de trasfondo es necesario aquí. Nos encontramos en Pineta, un pueblo costero imaginario de la zona de Livorno. Massimo regenta el bar Lume, cuya clientela más asidua son cuatro jubilados, entre ellos su abuelo, con los que juega a la brisca de cinco (de ahí el título), arte de naipes endemoniado que se basa en el engaño y el disimulo. Y que las principales artes detectivescas de Massimo se basan en una buena capacidad de raciocinio y en tener a su disposición todas las noticias y rumores que corren por el pueblo, cortesía de su distinguida y provecta clientela y demás conocidos, a diferencia de lo que le sucede al comisario local Fusco, susceptible, arrogante, presuntuoso, fatuo e idiota, y al que, en su oficina, no visita nadie.
El desencadenante de todo es el hallazgo del cadáver de una joven en un contenedor de basura. La joven era del pueblo, y pese a que hay indicios que apuntan a sospechosos, no son lo bastante fuertes ni consistentes como para proporcionar un culpable.
Massimo no quiere ser detective, ni por asomo, pero las circunstancias y el haber acompañado a quien descubrió el cadáver lo convierten en canal de recepción de testimonios que no quieren pasar por comisaría y, en el fondo, de discusiones y debates sobre el crimen, de manera que, más por fuerza que de grado, se involucra en la investigación.
La estructura general está moldeada (muy evidentemente) sobre las novelas de Montalbano de Andrea Camilleri (nada extraño en eso: tres cuartas partes de la literatura criminal escandinava que nos ha invadido está basada en la estructura narrativa que usa Henning Mankell): pueblo imaginario, investigador inusual, corifeo fiel y a veces cómico, responsables últimos de la investigación inútiles en su previsibilidad y falta de inteligencia, y una buena dosis de crítica social sobre los temas más variados. No es un defecto. Una estructura es válida o no, pero aunque lo sea, no constituye lo esencial de una obra literaria.
Lo que sí es esencial es cómo construir la novela sobre esa estructura, y Malvaldi lo hace muy bien: Massimo es un camarero original, perfectamente dispuesto a no servirte lo que le pides (y a razonarte el porqué no lo sirve) y es un individualista incorruptible y no dispuesto a no caer en las trampas de nuestra sociedad; sus provectos acompañantes proporcionan el toque justo (aparte del humorístico) de contacto con la sociedad real, aunque no tengan que representar por fuerza la infalibilidad que muchas veces se atribuye a la vejez. Y el filosofar de todos ellos reviste al texto de esa modernidad connatural a la novela negra contemporánea, más atenta al entorno social que al modus operandi criminal.
En suma, una excelente y original nueva incursión en la novela negra por parte de un nuevo autor de lo que ya parece ser una escuela creada alrededor del estilo Montalbano.

(La Briscola in Cinque)
Eds. Destino, col. Áncora y Delfín
Barcelona, 2012 [2007]
Serie BarLume nº 1

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2 comentarios:

Francisco Javier dijo...

Tengo muchas ganas de leerlo, le tengo en mi lista de pendientes. Muy buena reseña.

Un saludo

FJ

Lluís Salvador dijo...

Hola, Francisco Javier:
Bienvenido a este blog.
Gracias por tus palabras y comentario. En efecto, es un libro que, por humor y originalidad, sorprende en primera instancia, y resulta una sorpresa agradable... :-)
Un saludo!