Soy un Fugitivo, de Mervyn LeRoy

SESIÓN MATINAL 

(I Am a Fugitive from a Chain Gang); 1932

Director: Mervyn LeRoy; Guión: Sheridan Gibney, Brown Holmes, Robert E. Burns; Intérpretes: Paul Muni (James Allen), Glenda Farrell (Marie), Helen Vinson (Helen), Preston Foster (Pete), Allen Jenkins (Barney Sykes), Edward J. Macnamara (segundo guardián), Berton Churchill (el juez), Edward Ellis (Bomber Wells); Dir. de fotografía: Sol Polito; Música: Bernhard Kaun.

Una obra maestra, y una película que tuvo una repercusión social más allá de la pantalla, en el sentido que fue responsable del cambio de política penitenciaria en los Estados Unidos que permitió que a muchos presos se les permitiera apelar y fueran liberados.
James Allen, un prometedor e inquieto joven, intenta abrirse paso en el mundo laboral, sin demasiado éxito; involuntariamente, se ve involucrado en un atraco a una cafetería, y es juzgado y sentenciado a diez años de trabajos forzados. Al cabo de varios años de condena, logrará escapar y llegará a Chicago, donde con mucho esfuerzo ascenderá de peón a director de proyectos de ingeniería en una empresa de construcción, convirtiéndose en un ciudadano respetado y respetable. Pero el pasado lo persigue, y cuando el estado en el que cumplía la sentencia intenta extraditarle, Allen decide volver voluntariamente a cambio de la promesa de indulto pasados noventa días, para así quedar libre de su deuda con la ley. Pero las promesas son incumplidas, y metido de nuevo en la más brutal cuerda de presos del estado, vuelve a fugarse, para esta vez no poder reinsertarse jamás.
La fuerza de la película es su aproximación emocional al tema, a lo cual ayuda una magnífica interpretación protagonista de Paul Muni. El paso de la desesperación al trato brutal de la prisión, al temor de la huida, a la esperanza de una nueva vida y entonces de nuevo a la brutalidad para finalmente caer en una desesperación desolada están perfectamente marcados, y estos estados de ánimo se contagian de forma natural al espectador. No sólo se trató de un drama carcelario, sino de un lamento por el ser humanos abocado por los mecanismos impersonales de una sociedad a la ruina definitiva. La frase final de la película es una de las más famosas y logradas de la historia del cine, un resumen de toda la ideología del filme, y una de las más desesperadas en su concisión.
Una película imprescindible.

Tráiler:

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