Paraules Sobre la Paraula, de Václav Havel

(Slovo o Slovu)
Llibres de l'Índex, col. Sinistra
Barcelona, 1990 [1989]
Trad. de Monika Zgustová

In Memoriam: Václav Havel (1936-2011)

La muerte de Václav Havel ha sido recibida con pesar, pero aún así, y fuera de Centroeuropa, no se han declarado las auténticas dimensiones de esta personalidad que, sobre todas las cosas, fue un hombre digno.
Habría mucho que decir sobre la dramaturgia de Havel, y esta será una deuda que este blog espera reperar a la larga o a la corta. Pero hoy es mejor recordar una figura íntegra en uno de sus textos que pueden resumir mejor la combinación de todas las cosas que fue Havel.
Intelectual, escritor, disidente, represaliado, figura emblemática de una revolución incruenta, presidente de Checoslovaquia, gestor de una secesión, de nuevo, incruenta, presidente de la República Checa y, retirado de la vida pública, referente moral.
Todo eso fue en vida Václav Havel, y llamo la atención en que todas esas cosas que fue las realizó sin caer jamás en ningún tipo de dogmatismo: ni el del socialismo, ni el del anticomunismo, ni el de la indivisibilidad de la patria, ni de ningún otro tipo.
Paraules Sobre la Paraula [Palabras Sobre la Palabra] es el discurso de aceptación del Premio de la Paz concedido en Frankfurt en 1989 por la Asociación de Libreros Alemanes. No pudo ir a recogerlo él mismo, puesto que las autoridades, en uno de esos estertores agónicos, le prohibieron el viaje. Dos meses después se producía la Revolución de Terciopelo en Checoslovaquia. En un texto cortísimo, como deben ser los buenos discursos, Havel logra condensar todo lo que tiene que decir sobre el poder de las palabras, para bien o para mal, y resulta de ello un texto a la vez esperanzador y conmovedor, por el sufrimiento que las palabras han ocasionado, pero también por las esperanzas que han causado.
«¿Tan poderosa es la palabra humana como para poder cambiar el mundo e influir en la historia? [...] Ustedes viven en un país donde la palabra goza de una gran libertad [...] por eso pude parecerles que sobrevaloro el significado de la palabra, yo que vivo en un país donde las palabras pueden ser causa de prisión.»
Buen literato, utiliza una fina ironía para referir los aconteceres de este peligroso uso de la palabra:
«Mi amigo Petr Cibulka está en prisión por haber difundido textos impresos en samizdat y grabaciones de cantautores y conjuntos musicales no conformistas. Sí, todo esto es cierto. Vivo en un país en donde un congreso de la Asociación de Escritores o una conferencia pueden hacer temblar los cimientos del sistema político. Se puede imaginar algo semejante en la República Federal de Alemania? Sí, vivo en un país que hace veintiún años tembló bajo los golpes de un texto de mi amigo Luvík Vaculik, un texto que llevaba por título ─como dando apoyo a mis reflexiones sobre el poder de la palabra─ 2.000 Palabras; este texto fue uno de los motivos por los cuales, una noche, cinco ejércitos extranjeros invadieron nuestro país.»
Pero «al lado de una palabra que estimula las personas con su libertad y veracidad hay otra que hipnitiza y fanatiza, una palabra frenética, falsa, falaz, peligrosa, mortal. Una palabra-flecha. [...] ¿Cómo era, de hecho, la palabra de Lenin? ¿Liberadora, o al revés, fraudulenta, peligrosa y hasta esclavizadora? [...] ¿Y la palabra de Marx? ¿Ha proyectado luz sobre todo un aspecto oculto de los mecanismos sociales o se trata sólo del germen discreto de todos esos terribles Gulags posteriores? [...] ¿Y la palabra de Freud?¿Ha revelado el cosmos oculto del alma humana o era sólo el germen de una ilusión con la que hoy se aturde la mitad de los Estados Unidos de América, la ilusión de que es posible aliviar nuestros sufrimientos y nuestras culpas haciendo descansar su carga sobre la interpretación de un especialista bien pagado? Pero iré más allá para plantear una pregunta todavía más provocadora: ¿Cómo era la palabra de Cristo?»
«La palabra también tiene su historia. Durante algunas épocas, para generaciones enteras de humillados y ofendidos, la palabra "socialismo" era sinónimo de un mundo más justo, y la gente era capaz de sacrificar muchos años, hasta su propia vida, por el ideal que esta palabra expresaba. No sé qué sucede en otros lugares, pero en mi país esta palabra, es decir, la palabra socialismo, se ha convertido en una porra con la cual, durante todo el santo día, unos cuantos burócratas nuevo ricos que no creen en nada no paran de pegar a sus compatriotas liberales, llamándolos "enemigos del socialismo" y "fuerzas antisocialistas". [...] ¡Qué extraños son los destinos de las palabras!» [...]
«Todos nosotros deberíamos luchar contra las palabras arrogantes y hacer de todo para buscar los huevos del cuco de la arrogancia en las palabras aparentemente humildes.
»Por supuesto no se trata de una tarea puramente lingüística. En tanto llama a la responsabilidad por la palabra y de la palabra se trata de una tarea esencialmente moral.
»Esta tarea, no obstante, no está anclada en el horizonte del mundo de nuestro campo visual sino más allá, allá donde reside esa Palabra que había al principio de todo y que no es la palabra del hombre.
»No me pondré a explicar porqué es así. Ya lo ha explicado, y mejor que yo, un antepasado suyo, Immanuel Kant.»

Havel tuvo el respeto que otorgan los enemigos (un respeto muy peculiar, que consiste en considerar "peligroso" a un hombre que utiliza, justamente, la palabra) y el respeto de sus amigos y hermanos en la intelectualidad y la inteligencia. Pese a haber vivido en un país cuyo "socialismo de rostro humano" fue aplastado de raíz, lo presidió más tarde sin jamás el menor asomo de revanchismo; tampoco dejó nunca de ser socialista, entendiendo como tal la preocupación por el individuo y el bienestar de éste y la sociedad dentro de la libertad. Fue un referente que, incluso desde el silencio, nos era necesario, porque no hay tantos hombres dignos que podamos señalar como tales. Descanse en paz.

Entrevista en la clandestinidad a Václav Havel, publicada en El Correo de la UNESCO
Texto en inglés de A Word About Words

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