Arsénico por Compasión, de Frank Capra

SESIÓN MATINAL

(Arsenic and Old Lace); 1942

Director: Frank Capra; Guión: Julius J. Epstein y Philip G. Epstein, con la ayuda de Howard Lindsay y Russel Crouse, basado en la obra teatral de Joseph Kesselring; Intérpretes: Cary Grant (Mortimer Brewster), Josephine Hull (Abby Brewster), Jean Adair (Martha Brewster), Priscilla Lane (Elaine Harper), Raymond Massey (Jonathan Brewster), John Alexander (Teddy Brewster), Peter Lorre (Dr Einstein), James Gleason (teniente Rooney), Jack Carson (agente O'Hara), Edward Everett Horton (Mr Witherspoon), Grant Mitchell (reverendo Harper); Dir. de fotografía: Sol Polito; Música: Max Steiner.

Una película deliciosa, frenética, divertida de principio a fin y una casi obra maestra del cine.
Esta película (que en realidad se debería titular Arsénico y Encaje Antiguo, como la obra de teatro en la que se basa), parte de la premisa ya más bien desconcertante, de que dos ancianitas de Brooklyn, modelo de santidad y convivencia, asesinan "por compasión" a aquellos caballeros sin familia que van a parar a su casa en busca de alojamiento.
Y cuando Mortimer Brewster, solterón empedernido y sin embargo recién casado, descubre, el día mismo de su boda, lo que sus inofensivas tías han estado haciendo, el enredo está más que servido. Sin embargo, hay más: la aparición de Jonathan, el hermano de Mortimer (y oveja negrísima de la familia), interpretado por Raymond Massey (en un papel que en el teatro hizo Boris Karloff, y de ahí uno de los chistes recurrentes del film) y de su acompañante, el siempre inquietante Peter Lorre, viene todavía a poner más confusión y cierta tensión en el ambiente. Y la presencia constante de Teddy Brewster, claro, el hermano que se cree Theodore Roosvelt...
Un trabajo actoral que va de lo espléndido a lo magistral por parte de todos, en especial de Cary Grant, Josephine Hull y Jean Adair como las ancianitas, y John Alexander como Teddy; pero el resto del elenco está, insisto, espléndido. Una dirección para quitarse el sombrero, y si no, un ejemplo: en la película hay una pelea, intensa, enorme, larga... Pues bien, no se nos enseña. Lo único que se puede intuir son sombras en la pared, sonidos y algunos muebles volando, mientras Cary Grant la contempla mascullando para sí mismo. Esa pelea tiene la intensidad de las de los mejores westerns, pero resulta más intensa justamente por no verse. Mérito de Capra. Y una fotografía absolutamente perfecta de Sol Polito, capaz de hacernos ver las cosas aún en la penumbra o en la oscuridad, y de trabajar con las sombras y luces como pocos.
El flujo cómico es continuo, ininterrumpido, genial. Si no es una obra maestra, le falta muy poco.

Tráiler:

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