Mi Mujer de Cabellera de Fuego de Madera, de André Breton

(Ma Femme à la Chevelure de Feu de Bois)
En La Unión Libre (L'Union Libre)
Poemas, vol. I
Visor Libros, col. Poesía
Madrid, 19933 [1931]

Mi mujer de cabellera de fuego de madera
De pensamientos de relámpagos de calor
De cintura de reloj de arena
Mi mujer de cintura de nutria entre los dientes del tigre
Mi mujer de boca de escarapela y de ramo de estrellas de última magnitud
De dientes de huellas de ratón blanco sobre la tierra blanca
De lengua de ámbar y de vidrio frotadas
Mi mujer de lengua de hostia apuñalada
De lengua de muñeca que abre y cierra los ojos
De lengua de piedra increíble
Mi mujer de pestañas de palotes de escritura infantil
De cejas de borde de nido de golondrina
Mi mujer de sienes de pizarra de techo de invernadero
Y de vaho que empaña los cristales
Mi mujer de hombros de champaña
Y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
Mi mujer de muñecas de cerillas
Mi mujer de dedos de azar y de as de corazones
De dedos de heno cortado
Mi mujer de axilas de marta y de haya
De noche de San Juan
De ligustro y de nido de escalares
De brazos de espuma de mar y de esclusa
Y de mezcla del trigo y del molino
Mi mujer de piernas de cohete
De movimientos de relojería y de desesperación
Mi mujer de pantorrillas de médula de saúco
Mi mujer de pies de iniciales
De pies de manojos de llaves de pies de calafates que beben
Mi mujer de cebada no perlada
Mi mujer de garganta de Valle de oro
De cita en el lecho mismo del torrente
De pechos de noche
Mi mujer de pechos de topera marina
Mi mujer de pechos de crisol de rubíes
De pechos de espectro de la rosa bajo el rocío
Mi mujer de vientre de despliegue de abanico de los días
De vientre de garra gigante
Mi mujer de espalda de pájaro que huye vertical
De espalda de azogue
De espalda de luz
De nuca de canto rodado y de tiza mojada
Y de caída de un vaso en el que acaba de beberse
Mi mujer de caderas de barquilla
De caderas de lucerna y de plumas de flecha
Y de tronco de plumas de pavo real blanco
De balanza insensible
Mi mujer de nalgas de gres y de amianto
Mi mujer de nalgas de espalda de cisne
Mi mujer de nalgas de primavera
De sexo de gladiolo
Mi mujer de sexo de yacimiento de oro y de ornitorrinco
Mi mujer de sexo de alga y de bombones antiguos
Mi mujer de sexo de espejo
Mi mujer de ojos llenos de lágrimas
De ojos de panoplia violeta y de aguja imantada
Mi mujer de ojos de sabana
Mi mujer de ojos de agua para beber en prisión
Mi mujer de ojos de madera siempre bajo el hacha
De ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego

De André Breton se recuerda que fue el autor de manifiestos surrealistas y que acabó peleado con medio movimiento y ridiculizado por autores y artistas del más diverso pelaje. Se olvida que fue poeta. Tal vez no se le lea mucho. Creo que por lo que antecede deberían cambiar de opinión.
Apenas voy a comentar este poema. Lo publico porque me gusta, porque hoy es hoy y porque me parece una de las aproximaciones a la mujer amada más directas, salvajes y bellas jamás escritas. Si quieren ver surrealismo o escritura automática en alguno de sus versos, adelante, son ustedes muy libres. Pero yo no voy a destripar este poema.

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5 comentarios:

Víctor dijo...

Toda la razón en no destriparlo.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Víctor:
Hay cosas que cuantas menos vueltas se les dé, más claras y emocionales resultan.
Gracias por el comentario.
Un saludo!

Jorge dijo...

Magnífico! Se puede saber el traductor?

Lluís Salvador dijo...

Hola, Jorge:
Bienvenido al blog. A tu disposición para lo que quieras comentar, criticar, sugerir, etc.
Bueno, para escribir esta entrada se han empleado dos traducciones de este poema, una de ellas (la de Visor) con un defecto grave además de algunas cosillas que no me acababan de gustar en su traducción, y la otra que aparece en El Vértigo de las Listas de Umberto Eco, sin defectos graves pero con otras cosas que no me acababan de convencer.
De modo que, y puesto que tenía acceso al original (la edición de Visor es bilingüe), la traducción que figura aquí es una mezcla de ambas en lo que resultaba más fiel al original y mis aportaciones en lo que ambas no me convencían en cuanto a fidelidad y tono. Por eso no doy el nombre del traductor (ni tan siquiera el mío). El de Visor, porque no se lo merece (confundir nalgas con piernas no es menor), el del libro de Eco porque no figura (!) y el mío porque en realidad no ha sido una traducción completa.
Pero me alegra que el viejo Breton se reivindique en este poema precioso.
Un saludo!

MARCIA Ottaviani dijo...

Poema a la mujer amada
Hermoso y salvaje !!