Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo

Ed. Espasa-Calpe, col. Austral
Madrid, 1975 [1575]

El tema de la conquista de México por Cortés ha adquirido unos tintes históricos que van desde la reformulación a la revisión, pasando por posiciones indigenistas, reivindicativas (en uno u otro sentido) e incluso revanchistas.
No voy a entrar en ello. Mi opinión es que la Historia es la que es, y aunque reconozco que es una prostituta que se vende al mejor postor (y éste suele ser el vencedor), me complacen los estudios que describen realidades y me irritan los que incitan al ajuste de cuentas, inspirados no tanto en el hecho histórico como en el sentimiento patriótico (y, como dijo no sé quién, el patriotismo es el refugio de los canallas). Si, como español, tuviera que prestar atención a antiguos agravios reales o supuestos, estaría enemistado con los romanos, los cartagineses, los godos, los árabes, los franceses, los ingleses, los holandeses, los estadounidenses y los propios españoles, entre otros. Como catalán, además, podría ampliar la lista hasta tener que increpar a medio mundo.
Por tanto, les ruego tengan en cuenta que una crónica escrita por un contemporáneo (y soldado a las órdenes) de Hernán Cortés no es sino la obra de alguien que estaba inmerso en una época con otros valores e ideas que sólo podemos intuir, y que puede ser leída a varios niveles:
Como crónica histórica, y en eso es valiosa por ser testimonio de primera mano. Como escrito de hombre de su tiempo, y hay que tener en cuenta que tenía justificaciones históricas, morales y religiosas para la conquista. Esto es inevitable, y si no justifica los hechos según la moral, porque esta es cambiante, sí lo hace personalmente. La estructura política, legal y moral era la que era, y Bernal se movía de acorde a esos valores.
También puede leerse como la visión de un observador de los hechos; y como soldado. Quisiera detenerme en estos dos últimos puntos.
Díaz del Castillo escribió su Historia Verdadera... en respuesta a la crónica de Francisco López de Gómara, que encontró llena de defectos, omisiones e inexactitudes. La de Gómara fue tomada durante siglos por crónica oficial, y eso nos da idea de cómo se escribe la Historia, y sobre todo de quién la escribe. Del Castillo, por estar presente y ser observador, pudo corregir esos errores, y ahí nos encontramos con lo que insiste una y otra vez: esto sucedió así, yo estaba allí, y esto sucedió asá, yo no estaba, pero me lo contó Tal y después Cual me lo volvió a contar de la misma manera. Lo que veo lo digo, y lo que no veo, pídanles cuentas a quienes así me lo contaron o hallen otros, si existen, que lo cuenten de otra manera. A esto se le llama, más que verdad, veracidad, y se ha comparado la obra de Bernal con otra crónica monumental, la de Ramon Muntaner sobre la expedición de catalanes y aragoneses a Oriente.
Como soldado, sabemos perfectamente donde estamos, es decir, en uno de los bandos, pero, como suele suceder entre los que pasan penalidades sobre el terreno y el campo de batalla, su visión de las cosas es más ecuánime que la del observador casual. Hay elogios no sólo a los aliados tlaxcalteños y totonacas, sino a los propios aztecas, enemigos valerosos y gente magnífica en todos los aspectos salvo en los sacrificios humanos y su religión. Hay que buscar a Alonso de Ercilla autor del último gran poema épico español , La Araucana, en principal elogio de los enemigos araucanos, para encontrar respeto semejante en una obra de la época.
Hay algo innegable en esta Historia, y es lo que promete: la verdad del soldado y del observador, y eso trasciende el texto. Lo que cuenta Bernal es totalmente creíble, cómo lo cuenta lo convierte en legible y ameno. La prosa de Bernal es casi la de una novela de aventuras.
Magnificada una y mil veces, principalmente obviando la participación indígena en apoyo de los conquistadores, la hazaña de Cortés puede someterse a mil y una revisiones. Pero sigue produciendo cierto vértigo la osadía de quinientos desgraciados que decidieron un día no volver atrás, dirigirse o a la muerte o a la gloria. Una aventura que les trae con todos sus detalles Bernal Díaz del Castillo.

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6 comentarios:

Lluís Salvador dijo...

Johnson... Samuel Johnson: El patriotismo es el último refugio de un canalla.

dijo...

Jodo!, reconozco que este tema me fascina, pero no por eso me parece que este post está impecablemente escrito.
No le sobra ni le falta nada.
En correo aparte te preguntaré unas cosas sobre este tema. Si te parece.
Y claro, me leeré el libro.

RebecaTz dijo...

Bernal escribió esta obra, si no mal recuerdo, a casi 60 años de la conquista, lo que hace que su relato sea mucho más veraz que los contenidos en otras crónicas, varias de ellas escritas "al calor del momento". Como Gómara ensalzo tanto a Cortés, opacando la labor de los demás -entre otras cosas-, Bernal quiso rectificar, sirviéndose de su memoria y también del diario que llevó desde que zarpó de España.
He leído varios fragmentos de esta gran obra.
La Araucana, completita, me encanta.

Hay otra obra que compendia muchas de estas crónicas, comparándolas para destacar coincidencias y también para dudar de ciertas relaciones que no se repiten en otras: "Visión de los vencidos", del gran historiador mexicano Miguel León-Portilla.

Gracias Lluís, es un gusto encontrar a alguien que se interese por este tipo de libros.

Perdón por borrar el anterior, pero es que se me habían quedado cosas "en el tintero". :)

Lluís Salvador dijo...

Sá, me vas a ruborizar... PERO ;) reconozco que fue uno de los más pensados, porque la admiración que siento por el cronista y el soldado no puede hacerme perder de vista ni la Historia ni sus interpretaciones, pero a su vez no puede desligarse al autor de la época y su pensamiento... En fin, me lío. Pregunta lo que quieras, que para eso estoy (para intentar responder, cuando menos). Es un tocho de muchicientas páginas, pero te lo recomiento de veras.
Un beso, Sá.

Hola, Andrómeda. Tienes toda la razón en lo que comentas, y gracias por complementar el post.
La Araucana es que es un texto que ya fue alabado en su día por Lope de Vega, Góngora y Quevedo, entre otros, y francamente recuerdo que me acerqué a él con cierta aprensión, pero qué va... es un poemazo, un poco como la Ilíada española...
He leído alguna cosa de León-Portilla, sobre los códices mexicas, y aquí en España se lo reconoce como uno de los grandes historiadores del período. No conocía el libro que comentas, intentaré conseguirlo.
Y gracias a ti por comentarlo. La verdad es que pensaba que el post quedaría como un "Bueno, ya está otra vez Lluís presumiendo de mamotretos ilegibles..." Pero me siento muy contento de mis lectoras...
Un cordial saludo, y hasta la próxima.

RebecaTz dijo...

Claro, estamos atentas para leerte.
Ojalá que puedas conseguir "La visión de los vencidos", es como asomarse un poco a la otra cara de la moneda. Yo lo he leído varias veces, tratando siempre de que quienes me escuchan le den a los hechos su justa dimensión, como dices, siempre dentro de la concepción de la época. Vaya si es difícil transmitir la objetividad a veces...
Un saludo. :)

Lluís Salvador dijo...

Hola, Andrómeda. Con respecto a la objetividad y a lo que hay que creer o no, hay una frase de Santa Teresa de Jesús que me enseñaron de pequeñito: "De lo que te digan, créete la mitad; y de lo que veas, la mitad de la mitad". ;)
Hasta pronto, un saludo...