Trenes Rigurosamente Vigilados, de Bohumil Hrabal

Ed. Península
Col. Narrativa
Barcelona, 1988

Es difícil escribir en pocas líneas sobre una obra de Hrabal, porque es un escritor con tantos matices y situaciones que cualquier comentario que no sea la propia obra no hace justicia a uno de los mejores narradores que nos dió el siglo XX.
Pero si algunas palabras pueden apuntar su estilo, estas son naturalidad y suavidad. Esta naturalidad a veces melancólica, a veces humorística, a veces trágica (pero suave, suave, porque la tragedia es parte de la vida), es la que nos lleva con tranquilidad por las situaciones, con una sonrisa o con seriedad, pero sabiendo que todo lo que describe es parte nuestra, del ser humano.
¿Es posible sonreír en medio de una guerra? Sí, nos responde Hrabal, porque la vida sigue. Sigue hasta que se acaba, claro, pero el morir no es más que el final natural de la vida.
Se esté de acuerdo o no, esta novela (de apenas 80 páginas) es un canto continuo a la vida y al ser humano, en sus pequeñeces, que son precisamente lo que le hace grande: "Y en aquel hospital que veía, lo más raro eran los ojos de la gente, los ojos de aquellos soldados heridos [...] como si aquel dolor que ellos les habían causado a otros y que estos otros a su vez les habían causado a ellos, como si aquel dolor hubiera hecho de ellos una gente distinta; estos alemanes eran más simpáticos que los que iban en sentido contrario, todos miraban por la ventana el aburrido paisaje con tanta atención y con un gesto tan infantil como si pasaran por el mismo paraíso, como si mi pequeña estación fuera una joyería".
Hace tiempo, intenté repetidas veces conocer a Hrabal, en su cita semanal con la cerveza de "U Zláteho Tygra", el Tigre de Oro, en Praga. Al principio, no sabía que iba sólo allí los miércoles. Luego, un miércoles que acudí, resultó que estaba enfermo. No conseguí hablar con él. Es algo que lamento profundamente.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que belleza melancólica percibí al leer esta novela... Como dices es un texto muy corto, no hay excusas...

Lluís Salvador dijo...

Hola!
Si acaso puedes verla, existe una versión fílmica, obra de Jirí Menzel, muy buena y bastante fiel al espíritu de Hrabal.
Un saludo.