Humanidad. Una Historia de las Emociones, de Stuart Walton

Ed. Taurus
Madrid, 2005

Pero, ¿de dónde sacan los británicos esta legión de ensayistas estupendos, que profundizan en temas apenas insinuados en el pasado y sacan libros que se convierten en obras de referencia fundamentales para el futuro? Cuando aquí el paradigma es el investigador humanista que revisa con talento el campo de la filosofía y acaba escribiendo manuales de autoayuda poco mejores que los del común de los charlatanes que pueblan las librerías, la cosecha ensayística anglosajona, en cambio, parece compuesta por intrépidos exploradores dispuestos a arremangarse ante una jungla impenetrable y abrir, no un camino, sino una carretera, completa con elementos de señalización y puestos de socorro.

Stuart Walton, y transcribo de la solapa, es el autor del "aclamado [?] Colocados. Una historia cultural de la intoxicación [!]". Con este bagaje (y es uno que, por lo visto en Humanidad, no me importaría leer), Walton se mete en la selva de describir porqué somos humanos y sentimos lo que sentimos. No es poco. Para ello, analiza unos sentimientos básicos: miedo, ira, asco, tristeza, celos, desprecio, vergüenza, bochorno, sorpresa y felicidad, estructurando el análisis de cada uno en tres partes: qué es ese sentimiento (por ejemplo, temer), el provocarlo (causo tristeza) y el sentirlo (tengo miedo). Cada emoción, además, comporta una cita, una definición completa del diccionario y la descripción de sus indicadores físicos según Darwin.

Es posible que Walton haya dejado piedras por remover en cada uno de los casos, pero es indudable que las que ha visto han sido, no removidas, sino estudiadas y comparadas. Un elogio recibido dice que "su erudición es abrumadora". Doy fe de ello. Pero no sólo se limita a la mera cita o a la mención pedante. Con todos los elementos de que dispone, y son muchos, Walton contruye una tesis para cada sentimiento y de esa suma extrae conclusiones nuevas.

Como, por ejemplo, hablando de los celos, dice: "lo que ocurre es que esos individuos han perdido de vista que una relación tiene que estar fundada en un equilibrio simbiótico de amor y fe". No es la única conclusión acertada que existe en el libro (y no se limita a enumerarla, sino que el lector llegará a ella junto al autor. Es una diferencia con los libros de autoayuda, que se limitan a dar aforismos que uno tiene que repetirse como si de mantras se tratasen, olvidando que la mejor forma de asimilar algo es comprenderlo). Podría citar muchas frases más, pero preferiría que acompañaran a Walton en su camino (al fin y al cabo, y siguiendo con la metáfora, él va delante haciendo el trabajo).

Y una cosa más. Cuando se habla de un libro de estas características, todo el mundo teme encontrarse con que, a mitad de párrafo, uno se ha perdido o empieza a tener un martilleante dolor de cabeza. No es el caso. Walton nos lleva desde el principio hasta la conclusión con destreza, amenidad, claridad y belleza, explicándose hasta donde tiene que hacerlo, poniendo ejemplos curiosos pero ilustrativos, pero sobre todo, hablándonos de tú a tú. Y es que todos nos emocionamos, ¿no?

btemplates

2 comentarios:

dijo...

Si seguimos así yo no voy a dar a basto a leer tanta cosa.
Así que un un poco de crítica destructiva también iría bien.

Lluís Salvador dijo...

Me viene muy bien este comentario, de modo que gracias, porque me permite explicar un poco la filosofía de este blog. Verás, la idea principal es publicar comentarios de cosas que valgan la pena, en algún sentido, aunque no sea en su totalidad. No comentar cosas que directamente no me gustan (por criterio propio), como por ejemplo, "En Busca del Tiempo Perdido". Entendámonos, SÉ reconocer cuando una obra tiene calidad literaria, y esta la tiene. Pero me aburre, ¡qué le vamos a hacer! ¿Que es una opción personal? Bueno, TODOS mis comentarios son personales y, por supuesto, criticables, debatibles, etc.
Las mediocridades, esas obras que acabas diciendo "¡Bah!" o que son malas (porque se edita mucho, y la Ley de Sturgeon es implacable), sencillamente os las ahorraré. Las leo, claro, pero ¿a qué prestarles más atención?
Una excepción, sin embargo: aquellas obras tan horrorosamente malas que por puro morbo, kitsch, lo que sea, sean de aquellas que no puedes dejar de seguir leyendo, esas que atraen el ojo indefenso del lector mientras exclama: "¡no puedo creerlo!", sí serán analizadas (y algunas hay en el mercado). Porque también hay que prevenir a los que me lean y porque quién sabe si el autor puede pasar algún día por aquí y aprender algo.
En cuanto a la cantidad, bueno, salí con una pequeña reserva de libros (porque todos los que se comentan aquí acaban de ser leídos o releídos, y no se habla de memoria), y puede que algún día se acabe. En todo caso, mis comentarios son sólo indicaciones, no obligatoriedades.
Y estaré encantado, si alguien me pregunta sobre si algún libro le va a gustar, responder lo mejor que sepa, con sólo que me indique sus gustos.
¡Ah! Y se admiten peticiones, faltaría más.