La Marca del Meridiano, de Lorenzo Silva
Antes de pasar al aspecto literario de esta obra, tengo que decir alguna cosa en el terreno personal, y por tanto, subjetivo; aquellos que deseen saltarse estas observaciones, vayan directamente al párrafo que empieza con el título de la novela. Ustedes disculpen.
Desde hace tiempo que me reconcomía no haber comentado ninguna novela de Lorenzo Silva. En primer lugar, porque me cae muy bien como persona. Le he escuchado en entrevistas e intervenciones, no siempre sobre literatura, y me parece un hombre inteligente, culto, interesante y con discurso, al que además añade la percepción que tengo de él como buena persona. En segundo, porque es un muy buen escritor. Por ejemplo, en La Flaqueza del Bolchevique (una novela, por demás, que no me convence demasiado) fue capaz de escribir unas pocas páginas antológicas sobre las clases laborales que sólo por ellas justificaban la adquisición de la novela. Y en cuanto a su serie policial, tiene tantas virtudes como para ser considerado el mejor autor del género actualmente en España. Pero, y no sé si por debilidad de la trama, por perspicacia personal o por casualidad, le descubría el "malo" a las pocas páginas de planteado el caso. Siempre me ha quedado la duda de si era algo que me sucedía a mí (insisto, no porque sea más listo que nadie; bien podían ser unas intuiciones afortunadas) o porque, bien trazado como estaba el resto, Silva no atinaba con la trama.
La Marca del Meridiano elude esta disyuntiva, puesto que no hay un único culpable. Un ex comisario y maestro en las artes policiales de Bevilacqua ha sido asesinado en Logroño. No sólo asesinado, sino torturado de forma brutal antes, de tal manera que más parece asunto de banda organizada o venganza que un crimen impremeditado.
Sin embargo, y después del análisis de las llamadas del móvil de la víctima, se recibe la notificación de que uno de los números de ese registro está ya intervenido, nada menos que por la unidad de asuntos internos. El caso puede tener unas ramificaciones de corrupción policial que torturan a Bevilacqua y su memoria del antiguo mentor.
Desde el inicio de la serie, Silva ha mostrado grandes bondades en estas novelas policiales. Su verismo, por ejemplo, que las emparenta con la novela de procedimiento policial. Su arraigo en la sociedad contemporánea; por ejemplo, en esta nos encontramos en la España de la crisis, con unos cuerpos policiales sometidos a recortes y congelaciones de sueldos y medios, y con el consiguiente ambiente de desencanto y crisis de valores subsiguiente a la época en la que se disfrutaba de una falsa opulencia y se vivía en la cultura del enriquecimiento fácil. Pero sobre todo acertó desde el principio en el trazo de personajes, de manera primordial en los dos principales, el ahora brigada Bevilacqua y la sargento Chamorro. No sólo tienen un lenguaje particular con el que se entienden en el trabajo, ni que forman una pareja en extremo eficiente en la persecución del crimen, sino también hay una tensión sexual no resuelta subyacente entre ellos como pocas veces se ha escrito (o, más bien, se ha escrito entre líneas), una que los hace (en ocasiones él, a veces ella) aproximarse el uno al otro hasta rozar la frontera de la intimidad, sin que esta línea se cruce jamás (hasta el momento, claro). No es un motivo menor, ni de poco mérito: puede parecer morboso, pero el lector tiene un motivo adicional para seguir sus aventuras, más allá del caso que investiguen. Que no den el paso no defrauda, sino que añade expectación a la siguiente novela de la serie. Y el mérito es que es muy difícil escribir eso en su justeza. Siempre corres el riesgo de quedar corto o de pasarte, y en cambio Silva lo resuelve con gran estilo.
Lorenzo Silva es autor de estas aventuras no sólo policiales y, por lo que le he apuntado antes, pueden entender que su obra no sólo destaca por el género: lenguaje, psicología de personajes, retrato social y reflexión sociológica son elementos que se conjugan para hacer una de las mejores series, si no la mejor, del género criminal en España.
Ed. Planeta, col. Autores Españoles e Iberoamericanos
Barcelona, 2012 [2012]
Serie Bevilacqua y Chamorro nº 7
2 comentarios:
La Marca del Meridiano me recuerda a esas películas de tercera en las que en cuanto detienen a uno que va corriendo cuenta quien es el asesino y donde está el alijo de cocaína. Demasiadas páginas para descubrir a un proxeneta que tiene varios locales dedicados a la prostitución, cosa para la que no hacen falta sagaces guardiaciviles sino que basta con mirar en las páginas de contactos de un periódico o con poner "putas, barcelona" en la barra de Google. Pésimo.
Hola, Anónimo:
Bueno, a mi, francamente, y gustos personales aparte, que son muy respetables, me parece que lo que cuentas al respecto no es en absoluto inusitado. Tenemos ejemplos en la prensa, y no hace mucho en un caso juzgado en Barcelona, en el cual deposiciones ante la policía han acabado por desentrañar toda la trama de un asesinato por encargo. En segundo lugar, lo que me molestaría sería que Silva procediera según el método harry el Sucio, es decir, que como se sabe quién es el delincuente, pues se le machaca y en paz. Hasta Harry (el Sucio) se opuso a este proceder en una de sus películas. En España tenemos un sistema garantista, de manera que la policía tiene que probar las cosas, y no plantarse delante de un juez y denunciar como en tiempos de la Inquisición. Una cosa es saber quién regenta un local de prostitución y otra muy distinta probar que infringe la ley. Y, descontado el inconveniente que explico en la reseña, y que parece que Silva ha superado, sus novelas siempre me han parecido que reflejaban bien el hecho de la investigación policial en este país, sobre todo por parte de un cuerpo tan peculiar como es el de la Guardia Civil.
Un saludo!
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