Las Aventuras del Capitán Torrezno, de Santiago Valenzuela

Imaginemos un sótano en un edificio de viviendas cualquiera de Madrid. Allí, un oscuro funcionario realiza el proyecto, más bien kitsch, de construir sobre una mesa el jardín del Edén, con materiales tales como tierra, arena, una palangana, unos tiestos con plantas, un bonsái y, finalmente, una pareja de seres humanos tallados en madera.
Imaginemos que, sorpresa, sea delirio, sueño o realidad, un día el funcionario se encuentra con que sus homúnculos han cobrado vida.
Y, sea por tiranía o capricho, les prohibe comer de los frutos que el bonsái ha dado. Y que sea por malicia, crueldad o soberbia, se dedica a espiar si infringen esta prohibición (la historia, o su remedo, se repite). Algo que, por supuesto, las miniaturas hacen. El castigo es quedar fuera del amparo del demiurgo funcionarial: abandonados a sus propios recursos, sin la calefacción de la estufa de butano y sin la luz eléctrica de la bombilla del techo, dependiendo de la luz de un ventanuco.
Cuando, tras unos pocos meses, el funcionario entra de nuevo en el sótano, encuentra todo un mundo: en una evolución acelerada, los descendientes de su pareja original han colonizado todo el sótano y han disminuido de tamaño, adaptación al medio necesaria para evitar la sobrepoblación y el agotamiento de recursos. En esos meses, civilizaciones han surgido y se han eclipsado. Se han creado ciudades y se ha conformado una geografía. Y ese mundo está en guerra.
Que es realmente el punto en el que empieza el relato. Todo lo anterior se descubrirá paulatinamente después. Por razones ignoradas, un ser humano de nuestro mundo, Torrezno, ha entrado en ese microcosmos, reducido en su tamaño. Confundido entre los seres que habitan el sótano, cree que es alguien que procede del pasado y ha llegado a la civilización humana que ha retrocedido técnicamente en muchos aspectos. Allí, y medio por instinto de supervivencia y tozudez, medio por su comprensión de los vestigios del mundo real (paquetes de cigarrillos gigantescos, billetes de 100 pesetas con la efigie de Manuel de Falla, un pasaporte "sagrado", las conexiones eléctricas, etc.) se convertirá en un héroe / antihéroe, el capitán Torrezno, cínico, escéptico, irreverente, buscando una explicación a su situación pero dispuesto a no morir en el intento; sobre todo, dispuesto a que no lo maten en el intento.
Esto es una novela gráfica de aventuras, pero hay muchas más cosas metidas en ella. La primera y evidente es el paralelo entre el microcosmos del sótano y la Historia de la humanidad. Como en un espejo deformante, podemos reconocernos en muchas de la s características de este mundo singular. Pero, así como desconocemos muchas cosas de nuestra propia evolución, así tenemos interrogantes reproducidos y aumentados sobre el surgimiento de estas sociedades del sótano, y es bueno que sea así. Hay una gran cantidad de filosofía, de cosmogonía, en este relato a veces alucinado y a veces lúcido, incluyendo la inquietante pregunta de nuestra propia posición en el universo.
Por descontado, una historia como esta derrocha imaginación, y es lo que la hace tan atractiva. El contraste y utilización de "nuestros" elementos gigantescos en una miniatura de mundo es fascinante, a veces cómica, a veces trágica (un mechero Bic; un ladrillo como ciudad; un tren en miniatura como medio de transporte, etc.); la interacción entre ambos mundos (que no desvelaré, puesto que es una de las grandes incógnitas motoras de la historia a resolver en la novela gráfica); la imaginería, la creación arquitectónica; la incongruencia de algunos elementos (como que el Shogun conquistador utilice una armadura de Darth Vader ¿encontrada gracias a una figurita abandonada de Star Wars?), etc.
Visualmente, los personajes de Santiago Valenzuela parecen tener un trazo rudo, como de caricatura. Pero es una falsa impresión, o un estilo voluntariamente adoptado. Porque en cuanto entra en escena el elemento arquitectónico y la perspectiva, el detalle, la nitidez y exactitud se hacen extremos, lo que convierte a Las Aventuras del capitán Torrezno en una experiencia visual fascinante.
Todo ello, argumento y visión, la convierten en una obra de largo aliento, impulsada por la historia y por sus incógnitas, que a veces se tiene la impresión de que no decrecen, sino que aumentan. Es una obra en progreso, y se tendrá que ver si al final todas las piezas encajan en su sitio. Pero por el momento, y sin saber cuál es el destino, el viaje vale la pena en una novela gráfica visualmente atractiva, argumentalmente adictiva e inteligente y de las más imaginativas que existen en la actualidad.

Vol. I Horizontes Lejanos 
Vol. II Escala Real 
Vol. III Limbo sin Fin 
Vol. IV Extramuros 
Vol. V Capital de Provincias del Dolor 
Vol. VI Los Años Oscuros 
Vol. VII Plaza Elíptica
Edicions de Ponent
Alicante, 2002-2010 [2001-2010]

Portadas, páginas de muestra y sinopsis

btemplates

4 comentarios:

David. dijo...

Pues a ver si me acerco a esta serie. Tu entrada me anima a ello.

Saludos.

Daniel Gonzalez dijo...

Je!, je! Has picat, eh? Vaja, vaja... de vegades em xoca que facis cas de les meves recomanacions.
:-)
atenció al desenllaç del setge de Deneim en el llibre 'Capital de provicias...'

Salutacions Lluís!

Dani
http://blocs.lescorts.cc/leilem

Lluís Salvador dijo...

Hola, David:
Creo que te gustará. Desde luego, es extraña y desconcertante, pero poco a poco se introduce en el lector y las preguntas sin resolver se convierten en un aliciente para ir siguiendo la historia. Uno de los cómics más inteligentes que he leído...
Un saludo!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Dani:
No tan sols he picat, sinó que m'ha enganxat des del primer volum. Com he dit abans, és un còmic dels més intel·ligents que he llegit, i la llàstima és que les novel·les gràfiques portin tanta feina que es tingui que esperar tant per a veure-les continuades. Un luxe visual (a pesar de que a primera vista no ho sembli) i argumental.
Salutacions!